Hablar de Rosalía de Castro, es referirse a una de las grandes escritoras españolas del siglo XIX, en lenguas castellana y gallega.
Rosalía de Castro es sin duda una de las excelsas figuras de las letras gallegas. Nació en la ciudad de Santiago de Compostela en el año 1837, y si bien en su partida de nacimiento aparece como “hija de padres incógnitos”, parece ser que era hija de José Martínez, un sacerdote y María Teresa de la Cruz de Castro (perteneciente a la nobleza de la época). Al ser una hija del “pecado” y dada la enorme presión social, Rosalía vivió primero con sus tías paternas y luego, con su madre, hasta el fallecimiento de ésta.
La adolescencia de Rosalía estuvo marcada por la crisis que le produjo el saberse hija ilegítima de un sacerdote, además de por su delicado estado de salud. Ya desde temprana edad empezó a escribir sus primeros poemas, la mayoría referidos a su madre. Su primera novela, bajo el título “La hija del mar” es un homenaje a ella. En esta obra muestra ya unos primeros indicios de algunas de las características que conformarán su obra: ese sentimiento de soledad que no le abandonaría nunca. Escrita en castellano, fue dedicada por la autora a su esposo. Tiene un prólogo especialmente célebre en el cual se defiende el derecho de las mujeres a dedicarse a las letras y a los saberes, tema controvertido para la época.
Durante su vida, mantuvo un difícil equilibrio entre los sentimientos de amor y remordimiento, éste relacionado con el pecado, cuestiones, obviamente, vinculadas a su propia historia familiar.
En cuanto a su formación académica, parece ser que Rosalía tan solo aprendió a escribir y leer y algunas cuestiones básicas relacionadas con las matemáticas, el dibujo y la música en la Sociedad Económica de Amigos del País. Un indicador de su escasa escolaridad son las abundantes faltas de ortografía de los autógrafos que se conservan de ella.
Un hecho de importancia en su vida fue su relación con su marido, Manuel Murguía, aunque todavía hoy en día hay historias contradictorias sobre dicha relación. Cabe resaltar que tras la publicación de “la flor”, en Madrid en 1857, fue cuando Murguía, destacado crítico del Renacimiento gallego, dedicó unas elogiosas críticas. Diferentes hechos y lecturas de los mismos, como la destrucción de las cartas de Rosalía, que Murguía, realizó tras el fallecimiento de aquella, alegando que incluían tan solo cuestiones que le afectaban a él. Lo que si parece confirmado es que fue él, Murguía, quién animó a Rosalía a profundizar en la vida literaria.
Rosalía vivió en medio de constantes penurias económicas, dedicada a su hogar y a sus hijos; la muerte de su madre y la de uno de sus hijos fueron dos duros golpes para ella. Su vida transcurrió, sobre todo por motivos laborales de su esposo, entre Madrid, A Coruña, Santiago, Andalucía, Extremadura, Levante y Castilla la Mancha.
A pesar de estos éxitos, fue muy poco el reconocimiento del que gozó Rosalía de Castro en España durante su vida.
Sus últimos años transcurrieron en la parroquia de Iria Flavia, en Padrón, en una quinta llamada La Matanza. Se sabe que la autora sentía una especial fascinación por el mar y que viajó durante estos años a la localidad de Santiago del Carril en Pontevedra. Rosalía fallecería en julio de 1885, con 47 años de edad, víctima de un cáncer de cuello uterino. Parece ser que antes de morir, les pidió a sus hijos quemar los libros no publicados.
Con posterioridad, el 15 de mayo de 1891, su cuerpo se trasladó a Santiago de Compostela, para reposar en la capilla de la Visitación del Convento de Santo Domingo de Bonaval, en un mausoleo esculpido por Jesús Landeira, en el Panteón de Gallegos Ilustres.
En cuanto a su obra literaria, sin duda, su aporte a la cultura de su tierra es de un gran peso específico, más teniendo en cuenta la situación social que se vivía por entonces, que no facilitaba, ni mucho menos, el uso de la lengua gallega por parte de quienes hacían literatura.
Con su novela ”Ruinas” (1866), abordó la historia de tres mujeres ejemplares y desdichadas en el seno de un ambiente moderno que perciben como ajeno. Un año después se publicó su obra narrativa más conseguida, “El caballero de las botas azules“ (1867), novela misteriosa y fantástica que conecta con lo mejor de su labor lírica.
Su primera obra de madurez, “A mi madre” (1863) cantaba a Galicia. Pero, sin lugar a dudas, fue con sus «Cantares Gallegos» (1863), escritos íntegramente en lengua gallega, con los que enalteció el nombre de su patria y denunciando la explotación de los segadores por parte de Castilla y contribuyó a su renacimiento cultural, concediéndole un lugar importante ante una nación que ya la daba por extinta. Y que sería respaldada posteriormente por otros autores como Manuel Curros Enríquez y Eduardo Pondal.
En 1868, se produjo en España la llamada Revolución de 1868 en la que la reina Isabel II fue destronada. Murguía fue nombrado director del Archivo General de Simancas, por lo que la familia se estableció en dicha localidad, donde Rosalía escribió los poemas que más tarde publicaría, en 1880, bajo el título “Follas novas”. Se trataba de su segundo libro en gallego, y en él presenta una expresión angustiada e intimista sobre la muerte y la soledad del ser humano. Tiene un tono pesimista que explora la melancolía gallega o saudade. Muchos críticos la han considerado como la mejor de sus obras.
Cierran su producción literaria la novela “El primer loco” y el poemario en lengua castellana “En las orillas del Sar”, con un importante sentimiento religioso, indaga además en los temas del desengaño amoroso, la soledad, la vida y la muerte.
En general, podríamos decir que los poemas de Rosalía estaban ligados a la figura de la mujer enamorada y valiente.
La obra de Rosalía, que se mueve entre una preocupación de tipo social por las duras condiciones de los pescadores y los campesinos gallegos y otra de carácter metafísico que la sitúa dentro de la literatura existencial, se ha equiparado a la de Gustavo Adolfo Bécquer en tanto que representante tardía del Romanticismo español, si bien esta relación viene más por la comunidad de fuentes literarias que por una real afinidad de actitud literaria y vital. Bécquer y Rosalía son señalados por la crítica como los iniciadores de la poesía española contemporánea; los versos de Rosalía anticiparon algunos aspectos del modernismo de Rubén Darío, y su influencia se extendió, a través de Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, a la generación del 27.
La poesía de Rosalía de Castro, en particular, denota ansiedad, una inquietud angustiada ante extraños presentimientos que se perciben como propios en el más cercano entorno. Asimismo, su dolorosa sensibilidad proyectó un conjunto de magníficas visiones del paisaje gallego en las que predomina una atmósfera gris de tristeza indefinible. Esa sensibilidad fue la que transportó una concepción de la naturaleza como la de una realidad animada, misteriosa, y cuyos signos más visibles hablan de una vida doliente. Su obra es tan popular que sus poemas fueron traducidos a idiomas como el francés, el alemán, el ruso y el japonés.
En estudios recientes se ha observado su obra como un muy importante antecedente del feminismo en las letras castellanas y gallegas, ya que existe en ella un constante cuestionamiento del rol de la mujer dentro de la sociedad y sobre el menosprecio a sus saberes y habilidades.
Es tal la importancia de Rosalía que varias instituciones educativas, espacios públicos y privados fueron bautizados con el nombre Rosalía de Castro, expresando la importancia de la poeta en el mundo español. En otras partes del mundo también se hace honor a su vida literaria: Rusia, Venezuela y Uruguay. En el año de 1979 se emitieron billetes de 500 pesetas en su honor. De esta forma, Rosalía de Castro se convirtió junto con Isabel la Católica, en el único personaje femenino no alegórico retratado en la cara de un billete español.
Tras su muerte, Rosalía de Castro pasó a ser un símbolo de la cultura gallega. En vida fue la principal abanderada del Rexurdimento galego (Resurgimiento gallego), movimiento cultural que buscaba la reivindicación de la lengua gallega como medio de expresión de la identidad social, cultural y política de Galicia.
Rosalía es, sin duda, uno de los grandes personajes de Galicia, por lo que animamos a los seguidores de este Blog a indagar y profundizar en su figura, y sobre todo en su obra. Y para aquellos que paséis por tierras gallegas, la visita a “su Casa-Museo”, en la localidad coruñesa de Padrón, a apenas unos 20 kilómetros de Santiago de Compostela, es una parada enormemente ilustrativa.