La importancia de la pintura española del Siglo Oro viene determinada no solo por la calidad y aparición de artistas, sino también porque tuvo una identidad propia que la distinguió del resto de escuelas europeas.
Contexto histórico
Habitualmente, bajo la denominación Siglo de Oro, se recogen las creaciones artísticas y literarias españolas realizadas durante los siglos XVI y XVII, si bien en el caso de la pintura se ciñe exclusivamente al siglo XVII.
También es cierto que en el caso de la pintura, esta denominación no se corresponde con ningún estilo o características artísticas, se trata más bien de una denominación que se refiere a la producción pictórica en nuestro país durante una época concreta, la que se corresponde con el reinado final de la casa de Austria, desde Felipe III hasta Carlos II. Son años en los que el gran imperio español empieza su época de progresiva decadencia tanto en el ámbito militar como en el político y económico, pero que curiosamente son también los años más espectaculares de la historia de la pintura española.
Hay que tener presente que la crisis religiosa del siglo XVI provocó una revisión de toda la herencia espiritual de la Edad Media. La Reforma representa una ruptura con esa herencia y un retorno a las fuentes del Cristianismo.
Tras el Concilio de Trento, que se refirió extensamente a lo que debía hacerse desaparecer de las Iglesias: imágenes lascivas, profanas o aquéllas que amenazaran descarriar los espíritus. El arte barroco se difundió desde Roma a toda Europa, si bien con desiguales resultados. Sin embargo, ningún país lo acogió tan bien, en todas sus manifestaciones artísticas, como España, el país defensor del catolicismo y de la Contrarreforma, de la exaltación religiosa.
A nivel profesional y artístico, hay que señalar que en esos años los pintores en España arrastraban el “estigma” y los prejuicios existentes contra las oficios bajos y serviles, y la pintura lo había sido hasta entonces. Pero los pintores de la época pretender cambiar esto, al considerar que la pintura es un arte superior con respecto a la escultura, es un arte liberal no mecánico, no es un oficio manual, y por consiguiente el pintor no es un artesano sino un artista.
Características de la pintura del siglo de oro español
El siglo XVII es una época en que la pintura española tenía su propio sello de identidad, distinguiéndose del resto de escuelas europeas de la época. También es cierto que esta escuela pictórica española no tuvo un gran reconocimiento en su momento, seguramente por el período de aislamiento que en ese momento tenía España respecto a sus países vecinos. Su importancia no sería considerada hasta muchos años después. Solo en el siglo XIX con la invasión napoleónica de España, se dio a conocer a través de una serie de expolios y saqueos.
En este sentido también tuvo importancia la salida a la luz de numerosas obras tras el período de desarmortización dictado por Mendizábal, y que hasta entonces eran propiedad de la Iglesia. Como consecuencia muchas obras fueron llevadas al Museo del Louvre, además de otros centros, y ello permitió el conocimiento e interés por pintores hispanos del siglo XVII.
En general, las obras del barroco español están influenciadas por el arte flamenco, pero también la llegada masiva de obras y autores italianos en la segunda mitad del siglo XVII, así como la llegada de Rubens a la Corte madrileña. Fruto de todo ello se desarrolla la escuela pictórica española del barroco arcada además por la exacerbación del catolicismo por la Corona y aristocracia españolas, que llevó a que los pintores de la época se centrasen casi exclusivamente en los cánones estrictos de la Contrarreforma.
La pintura barroca se caracteriza por:
- Se beneficia del mecenazgo promovido por la Corte y la Iglesia
- Se percibe la influencia italiana, tanto de la escuela realista como la tenebrista
- Hay un desinterés por el dibujo valorando la ejecución rápida y espontánea. Con una falta de elaboración propia que originan un gran número de arrepentimientos
- Utiliza estudios de luz con influencia tenebrista. Predilección por la austeridad, los colores sobrios, apagados
- Es una pintura con sentido contemplativa
- En algunas temáticas se busca el realismo para reflejar la vida cotidiana
- Tiende al naturalismo con composiciones sencillas y poco teatrales
- En ocasiones recurre al dramatismo, seguramente influido por la importancia del teatro en esa época
- Hay una auténtica ausencia de sensualidad
- En cuanto a la temática, la generalizada es la religiosa, especialmente en su expresión ascética o mística, tratada con sencillez y credibilidad. También se tratan temas mitológicos, bodegones, fábulas paganas, género histórico,..
Como decíamos anteriormente, hay una tendencia al realismo, en clara oposición en ese momento a la pintura italiana de estética ideal. Si bien es cierto que también algunos pintores quisieron idealizar sus obras, seguramente por influencia de la Contrarreforma, y se manifiesta en la pretensión de simplificar los temas religiosos para que sean comprendidos por todo el mundo. En este sentido, cabe destacar las obras de Murillo y Zurbarán.
Hay también un claro gusto hacia el dramatismo, la gesticulación, si bien algunos pintores, caso de Velázquez, prefieren la elegancia.
Escuelas pictóricas españolas en el siglo XVII
Tradicionalmente se suele clasificar a los pintores barrocos por escuelas, aunque esta clasificación no permite explicar las grandes diferencias dentro de una misma escuela, ni la evolución pictórica desde el tenebrismo de influencia caravaggiesca hasta los primeros indicios del neoclasicismo.
Durante la primera mitad del siglo XVII predomina el naturalismo tenebrista, existiendo tres focos o escuelas importantes, Andalucía, Valencia y Castilla.
En la segunda mitad del siglo, la difusión de los modelos de Rubens y el establecimiento de un sentido más colorista y opulento, dan paso al barroco pleno que abandona el tenebrismo para pasar a un colorismo luminoso. En este momento la importancia que había tenido el foco valenciano desaparece, quedando solo Madrid y Sevilla como centros artísticos de primer orden.
Veámoslas con detalle:
Escuela castellana
En la primera mitad del siglo, en centros castellanos como Toledo o Madrid, la conexión con El Escorial es muy directa. Algunos de los más importantes pintores son italianos, como Bartolomé y Vicente Carducho que introducen un realismo que humaniza la figura religiosa sin perder el decoro y la nobleza de las representaciones religiosas.
En Toledo trabajan Luis Tristán y Juan Sánchez Cotán.
En la segunda mitad del siglo el panorama cambia por completo, al tenebrismo y naturalismo de la primera mitad le sigue el dinamismo colorista del pleno barroco. En este período se empieza a desarrollar un tipo de pintura mural y de bóvedas, completamente nuevo en España.
En Madrid se constituye la llamada escuela madrileña, con pintores como Antonio de Pereda, Francisco Collante, Francisco de Herrera el Mozo, Francisco Rizi, Juan Carreño de Miranda, Claudio Coello, Luca Giordano, Antonio Palomino, Juan Arellano y Bartolomé Pérez.
Aunque nacido en Sevilla, sin duda hay un gran pintor que sobre sale sobre el resto, Diego Velázquez. Este pintor es una de las figuras más importantes de la pintura española, se encuentra entre el realismo de la pintura de la primera mitad del siglo y el barroquismo de la segunda. Felipe IV, para el que trabajó en la Corte, fue un verdadero mecenas para Velázquez.
En su obra podemos hablar de varias etapas:
- En Sevilla, al inicio de su carrera como pintor realiza una pintura naturalista con composiciones tenebristas. Concede importancia a los elementos de la naturaleza muerta y a la individualización de los personajes:
- En su primera etapa madrileña. su arte evoluciona cuando conoce a grandes pintores italianos, admirando en ellos el colorido y la luminosidad. Esto le impulso a abandonar el tenebrismo y comienza a pintar obras mitológicas.
- En su etapa de madurez presenta un estilo sereno y equilibrado, preocupado por la luz y el color. Viaja a Italia y de allá regresa con una pintura cada vez más suelta y ligera, en la que busca tonalidades más claras y ambientales.
- Tras su segundo viaje a Italia hace dos obras maestras: el Papa Inocencio X, y La Venus del Espejo, en la que el tema es un desnudo femenino, algo excepcional dentro de la pintura española reacia a ello.
- En su etapa final la paleta de Velázquez se hace completamente líquida, esfumándose la forma y logrando calidades insuperables. La pasta se acumula a veces en pinceladas rápidas, de mucho efecto, diluye los contornos y da a las formas un carácter mutable casi de estilo impresionista. Logra el dominio absoluto de la perspectiva aérea, es decir, de la representación de la profundidad en función de la relación espacio-luz, captando la atmósfera existente entre los cuerpos. En esta etapa pinta grandes obras como las Meninas y las Hilanderas.
Escuela andaluza
En esta zona, en la primera mitad del siglo XVII se mantiene la influencia de la pintura flamenca del siglo anterior. En esta línea se sitúan pintores como Francisco Pacheco. En Sevilla trabajaron varios de los pintores que provocaron la transición de Manierismo a Barroco, incorporando el naturalismo, como Herrera el Viejo que significó un paso decisivo hacia un realismo nada grandilocuente y que busca lo verosímil y lo natural prestando especial atención a la investigación de los aspectos psicológicos.
Y será en la escuela sevillana, donde surgirán tres grandes genios: Francisco de Zurbarán, Alonso Cano, además de otros autores como Bartolomé Esteban Murillo y Juan Valdés Leal.
Francisco de Zurbarán en sus obras ilustra muy bien los ideales de la Contrarreforma y del intenso fervor de las Órdenes religiosas. Es el llamado “pintor de frailes”, pues fue principalmente pintor de conventos y monasterios, aunque también pintó bodegones. Representa a sus personajes con gran sencillez y no le interesa el detalle. Utiliza un tenebrismo suave y claro cuya principal misión es definir los volúmenes, que están marcados por un dibujo preciso, con lo que obtiene unas figuras con un aspecto casi escultórico., al utilizar una pincelada fina.
Sus composiciones son muy simples, en cambio, toda la atención se aplica a rostros y manos, que adquieren un enorme poder expresivo. En todos sus personajes se aprecia una profunda espiritualidad, rechazando los sentimientos violentos. Representó mejor que nadie los rostros llenos de fervor de los santos y frailes.
Alonso Cano hace una pintura es idealista, refinada, culta, de colores delicadísimos, sus imágenes son tiernas y dulces. Hay que considerarle sobretodo creador de tipos como La Virgen con el Niño, la Piedad, la Inmaculada,…
Bartolomé Esteban Murillo fue un pintor esencialmente de temas religiosos, aunque también son importantes sus representaciones costumbristas, a las que dota con un tratamiento realista con un matiz picaresco. Fue llamado por muchos el pintor de las Purísimas. Dota a sus obras con fervor, dulzura y un estilo colorista y dinámico. De alguna manera representa la cara dulce de la Contrarreforma. Pese a abordar temas poco amables como son la miseria y la pobreza, embellece la realidad. Es muy exquisito en la técnica y sus modelos tienen cierto aire femenino. Fue muy popular y querido.
Juan de Valdés Leal tiene un estilo en el que se ocupa más de la expresión que de la belleza. Tiene unas magníficas dotes de colorista. Es melodramático y orientó su pintura hacia lo desagradable y macabro. Se recreó en reflejar la parte más cruda de la vida, de hecho sus mejores obras hay que buscarlas en sus alegorías de la Muerte y las Postrimerías.
Escuela valenciana
Aquí encontramos unas características singulares, fruto de las influencias de la pintura italiana con Caravaggio.
Sus obras, de carácter eminentemente dramático, procuran una producción artística en la que encontramos una emoción religiosa y una riqueza cromática.
Pero el paso hacia el tenebrismo lo dan pintores como Francisco Ribalta, Jerónimo Jacinto de Espinosa y la singularísima obra de José de Ribera.
Francisco Ribalta fue la personalidad más fuerte y el que le dio el giro definitivo a la pintura valenciana.
Sin embargo será José de Ribera, el Spagnoletto, el culmen de esta escuela, aunque es cierto que desarrolló casi todas u obra pictórica en Italia. Es un artista singular y que nada tiene que ver con la escuela valenciana en la que suele incluirse por comodidad didáctica.
Podéis ver más información sobre el Spagnoletto en nuestro post: José Ribera el spagnoletto.
Clientela y coleccionistas durante el Barroco en España
Como es fácil imaginar los principales clientes que solicitaban los servicios de los pintores durante el siglo XVII eran básicamente los poderes, el civil, representado por el rey y la Corte, y el religioso, la Iglesia. En menor medida también había clientes particulares.
Veámoslo con más detalle:
El rey
Tenemos que buscar los orígenes del coleccionismo real, en uno de los primeros reyes de la Casa de Austria, Felipe II. Pero cuando cogería un enorme auge sería ya en tiempos del rey Felipe IV, gran aficionado a la pintura. Baste con decir que en el Alcázar, el rey Felipe IV llegó a completar una colección con 77 obras de Tiziano, 62 de Rubens, 43 de Tintoretto, otras tantas de Velázquez, 38 de Brueshel el Viejo 36 de Ribera, 29 de Veronés,…
Pero este afán coleccionista continuaría en los años posteriores, así, a la muerte del rey Carlos II, en 1700, en las dependencias reales se contabilizaban más de 5.500 obras.
La Corte
Como en otros ordenes, la nobleza que estaba en contacto con la realeza, emuló algunas de sus costumbres y aficiones, y así emprendieron también algunas interesantes colecciones, convirtiendo a Madrid en uno de los mercados pictóricos más activos de Europa. Este fenómeno se puso de manifiesto en la actividad coleccionista de los parientes del Conde Duque de Olivares, que utilizaron sus relaciones para acumular grandes fortunas personales, parte de las cuales gastaron en cuadros. Estos aristócratas fueron auténticos entendidos, y también auténticos oportunistas que no encontraban nada malo en regalar un cuadro al rey de vez en cuando.
La Iglesia
Era un público que también demandaba los servicios de los pintores de la época, normalmente para representar la historia y los miembros del mundo eclesiástico. Además, el crecimiento del número de monasterios que se produjo en este siglo fue un elemento más para la generación de una importante demanda de obras por este colectivo.
Particulares e instituciones públicas
Se trataba de clientes particulares, que no acumulaban un gran número de obras, pero era un público que iba creciendo en sus intereses. Eran obras destinadas a decorar la capilla real, el palacio o la casa donde residían. También ayuntamientos, lonjas, etc.
Temáticas principales en la pintura del siglo de oro español
Como anticipábamos en párrafos anteriores, la temática abordada por los pintores del siglo XVII era variada, si bien cuantitativamente había algunas representaciones eran más demandadas que otras.
Temática religiosa
En esos tiempos, el principal cliente era la Iglesia, por lo que obviamente la mayor parte de la producción pictórica española es de carácter religioso. Encontramos clientes entre Cardenales, Obispo, Conventos, Hermandades, etc.
Y es que, si el fin principal de la pintura es, según Pacheco “persuadir a los hombres de la piedad y llevarlos a Dios”, está claro que lo más interesante es encargar la representación de historias sagradas y misterios divinos que enseñan la fe, de las obras de Cristo y de la Virgen, vidas y muertes de los mártires, Vírgenes,…
Esta temática se encargaba para altares, series claustrales, decoración de sacristías, salas, capitulares, etc, abordada siempre bajo los principios marcados por la Contrarreforma.
En cuanto a la iconografía encontramos varias tipologías:
En las representaciones de los santos:
Hay una insistencia en hacer reconocibles a los santos ante los más ignaros:
- Las laves o el gallo de San Pedro
- Las piedras de San Esteban
- La calavera y el libro de San Jerónimo
- El cordero de San Juan Bautista
En el caso de los santos recién canonizados, se recrea una iconografía nueva que pronto se consolida:
- Santa Teresa con la flecha de la transverberación o regalada con el regio collar celeste por la Virgen y San José
- San Francisco Javier con el crucifijo que le devuelve el cangrejo
- San Isidro Labrador, con su azadón
- San Juan de Dios, con la granada coronada por una cruz
- Santa Rosa de Lima, coronada de rosas, etc.
Los santos son representados al natural o formando parte de una escena narrativa, que presente el punto más expresivo de su historia o leyenda, bien en el momento del martirio, si se tratase de un mártir, de su conversión, por ejemplo en el caso de San Pablo, o de algún prodigio especial. También son representados ejerciendo la caridad, como limosneros, visitadores de enfermos,…
En las representaciones de Cristo y la Virgen María:
A Cristo se le representa en la infancia y en la muerte. A la Virgen se le representa también de niña, y también en la Anunciación, como Dolorosa. Son representaciones con gran elegancia y mesura.
Un motivo iconográfico, especialmente español, es el de la Inmaculada Concepción, de cuyo discutido asunto teológico se hizo en España afirmación casi unánime, contra el parecer de los dominicos, pero cálidamente defendido por franciscanos y jesuitas.
Otro tema mariano especialmente cultivado por el ambiente español es el de la Dolorosa, es decir, la imagen tan humana, de la Virgen llorosa, con las manos juntas en gesto de angustia, contenida a veces, y en otras clamante.
Los temas de la Pasión son también habituales, así como la exaltación y defensa del dogma católico frente al mundo protestante. Otros temas serían la eucaristía y la expresión del éxtasis místico.
Las representaciones de escenas del Antiguo Testamento:
Los asuntos bíblicos, son en general mucho menos frecuentes atestiguando las evidentes reservas que la lectura del Antiguo Testamento ofrecía a los católicos. Había un temor a la difusión en exceso. Encontramos, por ejemplo, la representación de la creación de Adán, o la de Eva, y la expulsión del Paraíso.
El género profano
Aquí encontramos:
Temas mitológicos:
Solían responder a encargos del rey o de la nobleza, aunque hablamos de muy pocas obras, baste pensar en el ambiente de presión religiosa y los prejuicios existentes sobre los temas mitológicos.
El único pintor que creó varias obras en este sentido fue Diego Velázquez, quien se acerca a la mitología con el mismo espíritu con que la Contrarreforma invitaba a acercarse al hecho religioso, es decir, a partir de la más inmediata cotidianidad, eludiendo cualquier tono retórico, heroico o grandioso.
El paisaje:
Una temática, que al igual que la anterior, tenía mucha más trascendencia en los países vecinos que en España.
Escenas cotidianas:
Esta temática fue poco desarrollada, ya que apenas recababa el interés de los clientes que acudían a los pintores.
Murillo deja en sus escenas de pilluelos, una imagen callejera del vivir cotidiano. .
El Bodegón
Hablamos de una temática en la que los artistas españoles aderezaron con una sensibilidad casi religiosa, algo alejado de la representación de este tipo de escenas que en esa época se hacían, por ejemplo, en las escuelas italianas o flamenca.
El retrato
La temática del retrato si alcanzó una importante dimensión, ya que había una ingente demanda, sobre todo por parte de la corona y los cortesanos.
El realismo y lo simbólico en la pintura española del siglo de oro
En la pintura religiosa española del siglo XVII, los pintores recurrieron de forma sistemática a la representación fidedigna de la realidad. Lo real se introducía en el ámbito de lo religioso como una forma de acercamiento y aproximación al espectador. Era una de las formas de persuasión utilizada por la pintura. La forma de representar lo real es realista pero la pintura que surge de ello no lo es, pues está cargada de contenidos simbólicos, de referencias alegóricas ocultas o entreveradas, que determinan el sentido de la obra.
Por otro lado, entendemos por símbolo una figura o imagen empleada como signo de una cosa, siempre que señalemos que esta cosa es, en principio, abstracta: virtud, vicio, etc. De ahí que cuando hablamos de la cultura simbólica se trata de reflejar que el signo de reconocimiento no es su objeto, sino la correspondencia legible entre una apariencia y un contenido moral.
La mitología se propaga por caminos diversos: épico, pastoril, amatorio, satírico…
Si consideramos el color, para el espectador del siglo XX el colorido de un cuadro es una cuestión exclusivamente estética, sin embargo para el del Siglo de Oro puede constituir un signo de referencia. Por ejemplo, en el cuadro de Vicenzo Catena, “Cristo entregando a San Pedro las Llaves”, que se encuentra en el Escorial, las tres señoras que aparecen junto al Apóstol, no son tres vecinas curiosas, sino la Fe, la Esperanza y la Caridad, identidad revelada por el color de sus vestidos –negro, verde, rojo-.
Flores y frutas. El jardín es como una réplica nostálgica del Edén perdido por el pecado. Por un lado, el pintor busca la belleza pura y simple de la flor y de sus relaciones de forma y color con sus vecinas de ramillete, pero por otro, no ignora el oculto sentido de esa flor que hace de ella una letra, un ideograma, en un mensaje dirigido a quien lo sabe leer.
En cuanto a las frutas, su abundancia y belleza y su aspecto utilitario hace que halaguen a la vez el espíritu y el cuerpo. Son como el símbolo de lo útil y de lo agradable. Representan la Vista, el Olfato, el Tacto y el Gusto. Las frutas pintadas significan en primer lugar el Gusto.
En cuanto a la naturaleza muerta, para enseñar la vanidad de la vida, nada mejor que el cráneo de un muerto, la calavera, fruto primero de la desobediencia de nuestros Primeros Padres. La calavera no tenía entonces ese aspecto amenazador, un tanto sórdido, que hoy le atribuimos en los frascos de veneno y postes de alta tensión.
El reloj tiene en el arte español del Siglo de Oro un puesto casi tan importante como el cráneo, con el que aparece asociado a menudo. El tiempo que pasa significa, en el siglo que descubre el movimiento en la pintura, la amargura que impide el placer.
Otro accesorio importante es el vestido del personaje. A lado de hábitos monacales o de vestiduras litúrgicas por los que leemos inmediatamente la Orden y papel de una figura, hay otros muchos, menos evidentes en nuestros días, pero que servían al pintor del siglo XVII como signos de reconocimiento.
Por otro lado, la importancia del retrato aumenta sin cesar en la España del Siglo de Oro. El retrato del Rey equivale, casi a su presencia. El retrato del ser amado casi a su posesión. El pintor de retratos sabe que ha de rodear al retratado de todos los datos necesarios para que se sepa su posición en la sociedad. Los objetos más ordinarios, del mobiliario o del vestido, sirven de signos de que se vale el pintor.
- La mesa casi nunca falta en los retratos regios, de interior, de Velázquez, pero que es rara en los retratos plebeyos. Esas mesas son atributo de majestad y de justicia.
- El espejo, como símbolo del alma devota en contemplación. También como signo de la divinidad. El espejo es atributo no solo de la Verdad, sino de la Prudencia.
- El perro significa caza, y la caza es un ejercicio regio, como la equitación. No se trata de deportes, en el sentido actual, sino de una preparación para el oficio de Rey, para la guerra.
- El papel regio del caballo es aún más evidente. Los mismos caballos son a modo de tronos ambulantes, sobre los que los reyes y reinas pueden figurar dignamente en la decoración del Salón de Reinos.
- La regia belleza del personaje. La importancia de la fisiognomía es icontestable.
Conclusiones
La pintura del siglo XVII es una de las aportaciones al arte más importante de España. Esta importancia está determinada no solo por la calidad y aparición de artistas, sino también porque tuvo una identidad propia que la distinguió del resto de escuelas europeas.
La importancia de la pintura española del siglo de oro se basa fundamentalmente en la genialidad de autores como Velázquez, Ribera, Murillo o Zurbarán, y la gran calidad de su conjunto.
Y rematamos esta publicación, confiando en que, pese a su larga extensión, haya resultado de vuestro interés, y en ese caso nos gustaría que nos lo hicieseis saber pulsando en el botón “Me gusta”. Además, te animamos a aportar algún comentario, y si tienes interés, suscribirte gratuitamente a la Newsletter del Blog para mantenerte siempre informado sobre las nuevas publicaciones del Blog.
Por último, si os ha gustado lo suficiente como para compartirlo en vuestras redes sociales, estaríamos realmente encantados de que así lo hicieseis.
Referencias
Del Greco a Murillo. La pintura del Siglo de Oro. De Alianza Forma
La Edad de Oro de la pintura en España. De Brown, J.
Teoría de la pintura del Siglo de Oro. De Calvo Serraller, F.
El ojo místico. Pintura y visión religiosa en el Siglo de Oro español. De Stoichita, V.
https://historia.nationalgeographic.com.