Continuando con una de nuestra líneas temáticas, la dedicada a los castros en Galicia, con esta publicación nos acercamos al Castro “A Cidá de Borneiro”, un magnífica ejemplo de este tipo de asentamientos propios de la cultura castrexa.
Como ya comentamos en publicaciones anteriores, hay numerosos castros en tierras gallegas, y que según la estimación de Barros Silvelo, habría que situarlo en unos mil trescientos castros, aunque otros autores como Vaamonde hablan de cinco mil.
Los castros y la cultura castrexa
Aunque hemos hecho, con anterioridad, publicaciones explicando las características de los castros y de la cultura castrexa, vamos a hacer un breve repaso de las principales. No obstante, al final de este post os dejamos los enlaces relacionados con esta publicación.
Los castros son las construcciones características de la cultura castreña, que se desarrolló desde finales de la Edad del Bronce hasta principios de nuestra era en el noroeste de la Península Ibérica.
Estos asentamientos están situados en zonas altas desde las cuales dominan todas sus tierras y, generalmente, cerca de los cauces de los ríos donde se surtían del agua necesaria. Los castros son, en realidad, aldeas fortificadas que nos trasladan a nuestro pasado. Algunos de ellos están situados en zonas altas para poder vigilar el entorno y poder defenderse en caso de ataques enemigos. Sus habitantes escogían lugares con condiciones naturales para resguardarse. Desde las zonas más elevadas dominaban el entorno y estaban seguros, además reforzaban estos emplazamientos con elementos de protección como murallas, fosos, parapetos y terraplenes.
La cultura castreña o cultura castrexa, como se conoce en Galicia, se desarrolló en la zona Noroeste de la Península Ibérica y en el Norte de Portugal durante la Edad de Hierro. Surgió como consecuencia del abandono de la vida nómada y, por lo tanto, por la sedentarización de los pueblos. Una cultura prerromana, algunos dicen que de influencias celtas, aunque no todos están de acuerdo con esta afirmación.
Con la llegada de los romanos, a partir del siglo I d.C., estos asetamientos del Noroeste son abandonados o van sufriendo transformaciones.
El castro de Borneiro
El Castro de Borneiro fue descubierto en el año 1924 por Isidro Parga Pondal y Ciriaco Pérez Bustamante. Este castro es conocido como A Cidá o A Cibdá (ciudad en castellano antiguo).
Está considerado como uno de los castros más antiguos y mejor conservados de Galicia, con la particularidad añadida de que es uno de los pocos que, según parece, no fue ocupado por los romanos.
Es un gran ejemplo de la cultura de la forma de vida en la segunda Edad de Hierro. Se encuentra situado en lo alto de una colonia.
Se trata de un castro de tipo sublitoral, caracterizado por estar sobre una elevación del terreno a modo de espolón, de 90 metros en el eje N-S y 55 en el E-W. Para situarnos geográficamente, en primer lugar diremos que este magnífico yacimiento se encuentra a apenas tres kilómetros del mar, en la parroquia de Borneiro, en la localidad coruñesa de Cabana de Bergantiños.
Situado a 212 metros de altitud y en la cercanía de un riachuelo, el Castro de Borneiro es un poblado fortificado permanente, característico de la Edad del Hierro, en el que vivieron entre 300 y 400 personas, que se dedicaban principalmente a la agricultura y la ganadería. Desde el castro se podía controlar el territorio que lo rodea, sobre todo la desembocadura del río Anllóns y la ría de Corme-Laxe.
Podemos afirmar que la situación del castro de Borneiro, a l que los lugareños llaman “Ciudad Celta”, reúne todas las condiciones para ser un emplazamiento casi inaccesible, militarmente. Colocado en la cima del montículo, está rodeado por una serie de accidentes geográficos que favorecen no sólo su calidad de posible emplazamiento militar, sino también sus condiciones de habitabilidad, ya que en los contornos, al igual que en casi todos los castros, hay agua potable.
La zona fue habitada por los yernos, tribu que, junto a los brigantes, artabros, celtinerios, tresamecos, caporos, jiadones y tamarices, se repartían la extensión territorial de la provincia de La Coruña.
También señalaremos la presencia de Roma en las proximidades del castro, ya que solamente a cuatro kilómetros de él se encuentra la localidad de Ponteceso (Pons Caesaris de los romanos), una de las más importantes estaciones de la calzada romana que, desde Lugo, iba por Betanzos, Ponteceso y Cebora Portus hacia el Sur.
Este castro corresponde a la Edad de Hierro y nos permite ver la estructura de lo que en su día fue un asentamiento habitado entre los siglos VI a.C. y el I d.C. Hay que decir que esta cronología hoy en día está siendo bastante discutida, debido al estudio de los restos materiales que situarían su asentamiento inicial en torno al siglo II a.C.
Estructura del castro de Borneiro
El castro cuenta con una estructura compleja ya que estaba fortificado por diversas partes y cuenta con diversos recintos. También se pueden reconocer lo que en su día fueron edificaciones equivalentes a saunas, cuadras, almacenes talleres, etc. Esta construcción supone toda una experiencia, y el buen estado en el que se ha conservado nos permite observar e imaginar cómo sería la vida hace miles de años.
Las dimensiones del castro son, en su acrópolis, 90 m. en su eje mayor (Norte-Sur) y 55 m. en el menor (Este-Oeste).
El poblado presenta un complejo sistema de defensas con tres líneas de murallas y fosos, a excepción del lado este, donde la fuerte pendiente del talud actúa como defensa natural. Además encontramos dos puertas monumentales, una de ellas con cuerpo de guardia. En el castro se puede distinguir, en la parte superior, el recinto principal o “croa”, en donde se encuentran las construcciones domésticas, y el antecastro, dedicado a las labores agrícolas. En la entrada principal, destaca el barrio exterior, que sería un espacio balneario con fines rituales.
Las murallas marcaban el territorio, eran un símbolo en los castros y un elemento para protegerse de los posibles ataques. Podrían disponer de empalizadas de madera y alcanzar los cinco metros de altura en algunos puntos. Además hay dos puertas monumentales, una de ellas con cuerpo de guardia.
La mayoría de las viviendas tienen forma circular, de unos 5 metros de diámetro, conservándose la parte baja de muchas. Además de estas viviendas, aparecen restos de otras zonas del pueblo donde se realizaban algunas de las tareas comunes de la población.
Las casas son circulares o cuadrangulares con esquinas redondeadas, destacando por su gran tamaño en comparación con otros sitios. En cada una de las viviendas compartían espacio familias de entre cuatro y seis personas, que vestían ropas de lana o lino, elaboradas en telares de madera. Los hombres lucían una túnica de color oscura (sagum) que les llegaba a los pies, y las mujeres vestidos con adornos florales.
En cualquier caso, no todas las construcciones del castro eran viviendas. Algunas serían cuadras, almacenes, o incluso talleres de artesanos (herreros, alfareros, carpinteros, cesteros, etc).
En el barrio exterior o extramuros, hay un espacio de sauna con dos fuentes y un desagüe con enlosado de piedra, un horno circular para la fundición de metales, una losa de entrada a la sauna, una de las cuatro aparecidas en los castros gallegos, una de las zonas estrellas del yacimiento. La sauna presenta varias salas diferenciadas por temperatura, entre las que destaca la zona de vapor y el horno. Para acceder a la sala de vapor habría que hacerlo tumbados, por debajo de una gran losa denominada Pedra Formosa.
Puede que la función de estos espacios podría no fuese balnearia sin más, sino que tuviese un marcado objetivo ritual. Se cree que albergaban celebraciones relacionadas con élites guerreras, o incluso podrían funcionar como un santuario en el que se veneraría a los dioses y se harían ritos comunitarios tales como bodas o sellado de pactos.
En el segundo nivel de entrada existen dos cuerpos de guardia. A la izquierda se encuentran dos casas cuadrangulares que pudieron ser obradoiros de herrero. En esta zona también se encuentran muros de contención de tierra, apareció un concheiro y hay un espacio que pudo ser utilizado como cuadra para los animales.
Sus habitantes eran agricultores (cereales, legumbres) y ganaderos (vacas, caballos, cerdos, ovejas), como lo demuestra el descubrimiento de varias piezas cerámicas y de bronce que utilizaban en su labor diaria. Puede que también practicasen la caza y la recolección de frutos. Debido a la cercanía del mar es muy probable también que realizasen actividades de pesca y marisqueo. Hombre y mujer se repartían las tareas y los bienes en una sociedad donde la edad era uno de los mayores rangos. Hombre y mujer se repartían las tareas y los bienes en una sociedad donde la edad era uno de los mayores rangos.
Excavaciones en el castro de Borneiro
Las distintas excavaciones realizadas permiten ver en la actualidad una gran parte del castro y estudiar cómo era la forma de vida de aquellas gentes. Una manera de acercarnos a la vida cotidiana de sus habitantes y sus actividades económicas y espirituales.
Fue el primer castro en ser datado con el método del Carbono 14.
Ha sido objeto de diversas obras de excavación y reforma para habilitar las visitas
Se empezó a excavar en 1932, bajo la dirección de Sebastián González García-Paz. Los trabajos duraron poco y se reanudaron en los años 60-70, de la mano de Ana Romero Masiá. A partir de 1980 se inició una tercera y más larga etapa de trabajos arqueológicos, durante 11 años.
Los materiales que se encontraron en olas excavaciones fueron, en su mayoría, fragmentos de cerámica indígena, urnas de bronce e ferro, muros de piedra, herramientas en piedra (molinos de mano, piedras de afilar), moldes de fundición de metales, cuentas de vidrio, adornos, armas, adornos personales e incluso una hacha de tipología neolítica), cerámica y restos metálicos en hierro y bronce. La mayoría de estes restos están actualmente expuestos en el Museo Arqueológico da Coruña, sito en el Castillo de San Antón, en la ciudad de A Coruña.
Los materiales hallados son fundamentalmente:
- Orgánicos: basura de conchas de marisco mezcladas con espinas de pescado.
- En piedra: molinos de mano, piedras de afilar, moldes de fundición, cuentas de collar…
- Cerámicos: crisoles de fundición, fusayolas, fichas de juego, platos, tazas, ollas, jarras.
- Metálicos: en bronce aparecieron agujas, anillos, fragmentos de caldero, conteras, fíbulas. En hierro, hojas de cuchillo o puñal, hoces, cinceles, picos, hachas…
Visitar el castro de Borneiro
Declarado Bien de Interés Cultural, BIC, el 10 de marzo de 2011.
La visita al Castro de Borneiro es gratuita y libre.
La villa de Lage, situada a unos sesenta kilómetros de La Coruña, siguiendo la costa hacia Finisterre, es la localidad más importante cercana al astro de Borneiro, al cual se llega, partiendo de la villa de Lage, por la carretera de La Coruña, tomando una desviación en el lugar denominado “La Telleira”, en dirección a Baio. Concretamente, en el kilómetro 3,700 de la carretera de La Telleira a Baio, antes de llegar a la aldea de Borneiro, que se encuentra a menos de un kilómetro del castro. Las localidades más cercanas al lugar son, después de Borneiro, Briño, Dombate y Fontefría.
El castro está a unos cuatro kilómetros de la costa, situado en una pequeña elevación del terreno, de unos cincuenta metros de altura, aproximadamente, y muy cerca de la carretera mencionada anteriormente.
Es un castro de muy fácil acceso para los visitantes y con un aparcamiento a apenas unos 500 metros de él, el cual veremos ya desde la carretera. Una vez allí tan solo hay que seguir las indicaciones y en unos 5 minutos veremos el castro.
Veremos el castro excavado en un setenta por ciento y que cuenta con más de 40 construcciones.
Además de las viviendas y el muro defensivo se pueden ver canalizaciones, un horno circular y una piedra que demuestra la funcionalidad de uno de los puntos como sauna.
El castro está localizado en:
Latitud: 43.1947582598
Longitud: -8.95278990269
Aprovechando esta visita, es recomendable conocer también el Dolmen de Dombate, un monumento megalítico espectacular, que se ha ganado el título de Catedral de Neolítico en Galicia.
Unos lugares mágicos, rodeados de naturaleza y de historia, sin duda, unas visitas imprescindibles en Galicia.
La leyenda de castro de Borneiro
Como sucede en numerosos yacimientos, en el caso de este Castro también se centran numerosas leyendas, y una de las más conocidas es la que cuenta que existe una enorme viga de oro que atraviesa Borneiro, está va desde el fantástico Dolmen hasta el Castro. Nadie la ha visto jamás pero nos cuentan, que hace mucho tiempo los carros de vacas que pasaban por el lugar, en múltiples ocasiones notaban como sus ruedas rozaban con algo muy duro y de este roce surgía un ruido muy peculiar y difícil de olvidar. Los lugareños creían haber encontrado la viga de Oro, pero esta, nunca fue vista por nadie. La leyenda cuenta que quien la encuentre, vivirá en la abundancia el resto de sus días.
Pero no es esta la única leyenda, hay otra que cuenta que un día dos vecinas de la zona salieron a dar un paseo por la zona, era en la proximidad de la noche por lo que había poca iluminación natural. Ambas mujeres iban charlando tranquilamente cuando de repente escucharon el piar de unos pollitos. El origen de estos sonidos parecía que era en el interior del Castro, intrigadas las mujeres buscaron de donde procedían los sonidos y lo que sucedió es que se encontraron una gallina acompañada de nueve pollitos, que como suele ser habitual, piaban para reclamar la atención de la gallina. La presencia de estas aves les resultó muy extraño, dado que en esa zona no vivía nadie. Intrigadas, regresaron a casa. Horas más tarde, ya a medianoche, una de las mujeres decidió ir a buscar la gallina y sus crías. Al encontrarlas, las recogió y las puso en su mandilón. De regreso a casa quiso enseñarle el hallazgo a su marido, pero al abrir el mandilón, en lugar de la gallina y sus pollitos, lo que había era… un montón de piedras.
Hay que tener presente que en muchos lugares de Galicia se cree que los castros fueron creados por mouras, seres mitológicos gallegos que vivían bajo tierra y lanzaban sus encantamientos a las gentes para premiarlos con riquezas o, al contrario, escarmentarlos por sus actos codiciosos. De ahí que se consideres que las mouras no son ni buenas ni malas, so lo que tú les hagas ser.
Los castros son lugares relacionados con seres míticos en las leyendas gallegas: las mouras, las serpes, los tesouros y trabes. En el caso de las mouras, también llamadas dona, encanto o señorita, son entes femeninos de naturaleza mítica, de gran belleza y, a veces, notable estatura, que vive o se hace presente al pie de corrientes de agua, manantiales y castros. Pero a estos seres mágicos, por su gran atractivo ya les dedicaremos un post próximamente.
Castro Animado en el castro de Borneiro
Una vez al año, que suele coincidir a finales del mes de Julio, se celebra en el Castro de Borneiro el “Castro Animado”. Esta fiesta, en la que participan los vecinos de los pueblos de los alrededores, pretende devolver la vida a este mágico lugar. Artesanía, recreaciones de las costumbres de antaño, gastronomía, artesanía, animación musical, circo, teatro y magia se unen para pasar una jornada maravillosa e histórica.
La vida regresa por un día a la antigua aldea animada por una feria castrexa, siempre con el máximo respecto al entorno. La gente se viste de época para trasladarnos a otros mundos lejanos, una gran iniciativa que vale la pena conocer y visitar.
Rutas en el entorno del castro de Borneiro
El Castro de Borneiro es también la última etapa de una ruta de senderismo que transcurre siguiendo el curso del río, la ruta Rego dos Muíños o del Roncadoiro. Una ruta fácil y bien señalizada que toma su nombre del sonido del agua que desciende de cascada en cascada, y que ayuda a poner en marcha los 24 molinos que en ella se conservan. Una buena manera de conocer este poblado de más de 2.000 años de antigüedad al tiempo que se disfruta de la naturaleza. Además, por el Castro de Borneiro pasa la segunda etapa del Camino de los faros, entre Niñóns y Ponteceso.
Otros castros en la zona
El Castro de Borneiro o el Dolmen de Dombate que es uno de los más importantes que podemos encontrar en tierras gallegas, se encuentran separados por apenas dos kilómetros de distancia. Ambos son dos valiosos ejemplos de la rica cultura arquitectónica de la zona. Sin embargo, Cabana de Bergantiños es rica en este tipo de yacimientos y en sus tierras podemos encontrar muchos otros ejemplos con mayor o menor conservación. Hay que recordar que Galicia es una tierra de labranzas y que, en muchos casos, durante cientos de años se han destrozado este tipo de construcciones simplemente por el hecho de labrar la tierra. Algunos ejemplos cercanos son:
Castro de Sinde. Se trata de un asentamiento fortificado de la Edad de Hierro emplazado en los alrededores del lugar de Sinde. Cuenta con una croa de forma casi circular, rodeado en su perímetro por un terraplén que la separa del terreno circundante. Cuenta con un foso y dos antecastros.
Castro de Folgoso. Tiene unas dimensiones considerables, con una croa ovoidal, de 122 metros de largo y 103 metros de ancho. Está defendida por un parapeto de unos 7-8 metros de alto y en la propia croa, se levanta la capilla de San Brais. Contra el noroeste aparecen dos antecastros de unos 70 metros de largo y 20 metros de ancho. Presenta buen estado de conservación.
Castro de Corcoesto. Cuenta con una croa circular de unos 95 metros de diámetro. El parapeto que la rodea posee muy poca altura. El estado de conservación es excelente, a pesar de que la croa se utiliza como tierras de cultivo.
Castro de Anido. Castro muy degradado por haber padecido a lo largo de los años tareas mecánico agrícolas. Aunque deteriorado, conserva restos defensivos en los lados noroeste, este y suroeste.
Castro Guisande o castro de Anos. Es un castro de dimensiones reducidas, pues su croa ovoidas tiene unos 63 metros de longitud por 52 de ancho. La leyenda cuenta que los moros tendieron una viga de oro subterránea entre castro Guisande y el Castelo de Borneiro. Esta es recíproca, dado que del castro borneirense se cuenta la misma leyenda.
Castro do Piñeiro. Castro también de reducidas dimensiones, con una croa, en este caso circular, de unos 50 metros de diámetro. Se encuentra en un excelente grado de conservación.
Castro de Beres. De pequeña dimensión.
Castro de San Fins. Se trata de un castro que originariamente contaba con unas enormes proporciones, pero hoy muy deteriorado por las tareas agrícolas. Este yacimiento creó el topónimo San Fins do Castro. Segundo informa el arqueólogo Antón Rodríguez Casal, en unas fincas de debajo del castro aparecieron sepulturas a modo de cajas con antas que contenían cenizas y huesos. También se encontró un importante ‘conchero’ (depósito de conchas) de berberechos. La leyenda cuenta que en el castro hay una viga de oro que fue escondida había mucho tiempo por los moros, que eran os sus habitantes.
Castro do Piñeiro.
Conclusiones
Cada rincón atesora sus historias y las de sus habitantes, pasados y presente, pero sin duda, este lugar de la Costa da Morte, una tierra llena de brumas y bañada por la fuerza de sus mares salvajes, encontramos los alientos de aquellos habitantes, gentes recias, que construyeron las bases de nuestra cultura.
La cibdá de Borneiro, hoy llamada castro, pero no entonces, es un asentamiento rodeado de bosques, con la proximidad del río, con sus casas y dependencias aparentemente escondidas bajo el verde perenne de las tierras del norte. Un yacimiento que parece descansar, reposar tras sus años de vitalidad, recogido y silencioso, mostrándonos una faz resultado del reposo y carencia de vida humana en los últimos siglos.
Su espectacular belleza nos retrotrae y hace imaginar la grandeza de su pasado, y hoy convive, orgullosa y espléndida, arrullada por el canto de los pájaros y acariciada por la visita de los habitantes del bosque, esos pequeños animales que también podrían contarnos muchas cosas sobre la vida en estas tierras.
Un territorio y una cultura fruto de hombres y mujeres que además de procurar su subsistencia, vivían en paz con la naturaleza, buscando algo en el mundo que les rodeaba que les ayudase a entender el motivo de su existencia, entender su pasado y presente e intentar adivinar lo que les depararía el futuro, y para ello no dudaron en adorar a todo aquello que hacía posible que cada mañana viesen de nuevo la luz del día, dirigiendo su mirada y su agradecimiento a unos dioses que identificaban con la Naturaleza: sus bosques, árboles, aguas, manantiales, piedras,…
Sin duda, la cibdá de Borneiro es un ejemplo más para entender parte de nuestro presente , nuestras costumbres y nuestra propia forma de ser.
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Lectura recomendada
Referencias
Campañas 1983–84». De Romero Masiá, A. En Arqueoloxía. Memorias 7. Xunta de Galicia. 1987.
Mitoloxía de Galiza. Lendas, tradicións, maxias, santos e milagres. De Vaqueiro, V. En Editorial Galaxia. 2011