La iglesia de San Martín de Tours en Frómista es, sin duda, uno de los hitos del románico español y, ciertamente, del mejor románico del Camino de Santiago, pudiendo relacionarse y situarse a la altura de grandes centros románicos jacobeos: Jaca, San Isidoro de León y Compostela.
¿Dónde se encuentra San Martín de Frómista?
Esta hermosa iglesia se encuentra en Frómista, una villa palentina, perteneciente a la comarca de Tierra de Campos, en la Comunidad Autónoma de Castilla y León, por la que pasa, al menos desde el siglo XII, el camino Jacobeo, concretamente Camino francés, tal y como aparece reflejado en el libro V del Códex Calixtinus.
Esta localidad se encuentra muy cerca de la Carrión de los Condes y de la capital de la provincia, Palencia.
El nombre de Frómista deriva de la antigua Frómesta (o Frumesta), que a su vez parece derivar de la palabra latina “frumentum” que significa trigo, y que haría alusión a su condición de tierra de trigo o de cereales.
Por aquí pasaron primeramente los vacceos (tribu prerrománica), los romanos y los visigodos, para finalmente ser arrasada por los musulmanes.
Frómista vivirá un gran auge durante la Edad Media por ser un cruce de caminos, entre el que recorrían los peregrinos a Santiago y el que hacían los nuevos colonos cristianos hacia los nuevos territorios en la frontera del río de Duero. Pero la gran ventaja venía de estar a suficiente distancia de esta línea de peligro, que representaba la frontera y que era víctima de las incursiones sarracenas.
Historia de la Iglesia de San Martín de Frómista
La iglesia de San Martín de Frómista fue construida en el siglo XI, formando parte de un conjunto monástico benedictino, hoy desaparecido. La fundación, en el año 1066, se debe a doña Mayor de Castilla, la viuda de Sancho III, monarca de Navarra durante el período de mayor hegemonía del reino. Pero hay que decir que según algunos investigadores, la cronología podría ser más bien la del año 1100.
Al contrario de lo habitual en la época, Iglesia y Monasterio serán dos construcciones diferentes; una enfrente de la otra, a muy corta distancia, pero separadas. Posiblemente y gracias a esto, nos ha llegado esta iglesia de San Martín como uno de los representes de mayor pureza en el estilo románico.
En torno al año 1118, el monasterio de San Martin fue concedido como donación por parte de la reina Urraca, biznieta de la fundadora de San Martín, a las posesiones del priorato cluniacense de San Zoilo de Carrión de los Condes y es a partir de este momento cuando el monasterio empieza a tener una importancia destacada.
Desde el siglo XII hasta el siglo XV, en Frómista convivieron dos administraciones jurídicas distintas: por una parte, el señorío eclesiástico, personalizado en el Abad de Carrión, y el otro, el señorío civil ejercido los señores de Frómista.
En el siglo XIII, los monjes abandonaron el monasterio y lo cedieron a Don Juan Gómez de Manzanedo. Tras cambiar de mano en varias ocasiones durante la Edad Media, y tras su definitiva separación del monasterio, la iglesia sufrió diversos añadidos durante el siglo xv: una torre que serviría de campanario sobre el cimborrio original, y varias dependencias que hicieron de sacristía.
Tras estas últimas noticias medievales, el templo sufre un progresivo deterioro, que lleva a que a finales del siglo XIX sea declarado inadecuado para el culto.
Tras su cierre, el deterioro se acelera, con varios desprendimientos en la bóveda y las paredes.
Si bien es cierto que la iglesia fue sufriendo las modificaciones habituales por el transcurso del tiempo además de las restauraciones realizadas en los siglos XIX y XX, hoy en día es una de las arquitecturas románicas mejor conservadas.
En la actualidad, la iglesia, único vestigio, se sitúa en una amplia plaza, lo que facilita una visibilidad de todo el edificio.
Fue declarada Monumento Nacional en 1894 y a raíz de ello, en los últimos años del siglo XIX y primeros del siglo XX, fue restaurada por el arquitecto Manuel Aníbal Álvarez Amoroso, siguiendo los criterios de la época, puestos de moda por Viollet-le-Duc, que consistía en devolver al estado original los edificios, aunque para ello hubiera que reconstruir partes completas. El objetivo era devolverle su aspecto románico original, pues con el paso de los siglos se le habían añadido torres y anexos que distorsionaban su imagen. Como consecuencia, se modificaron, trasladaron y replicaron elementos tan importantes como las fachadas, los contrafuertes, motivos decorativos, ventanas…
Hay que decir que varios elementos decorativos fueron trasladados al Museo Arqueológico de Palencia para su conservación, siendo sustituidos en el tempo por reproducciones. La mayoría de las réplicas tiene una “R” en el cimacio.
En 2015 la iglesia de San Martín de Tours fue incluida por la Unesco en la ampliación del Camino de Santiago, dentro del Camino Francés y Caminos del Norte.
La iglesia de San Martin de Frómista
La iglesia es un edificio pequeño, similar a la de la Catedral de Jaca, tiene una planta de tipo basilical, con tres naves, la central más alta y de anchura doble que las laterales, de cuatro tramos y un transepto con brazos reducidos. Además cuenta con sus respectivos ábsides de planta sermicircular, escalonados y sin altar, que enlazan directamente con el transepto.
Las tres naves se separan mediante arcos formeros que apoyan en pilares de sección cuadrada con semi columnas en sus cuatro frentes. Están cubiertas con bóvedas de cañón apoyadas sobre arcos fajones. En el espacio central del crucero se levanta un cimborrio octogonal que está cubierto por una cúpula cuyo peso recae sobre cuatro trompas. Recordemos que e cimborrio es una aportación bizantina a la arquitectura románica.
En el exterior se puede comprobar un total predominio del muro sobre el vano, como es típico en el estilo románico que necesita de una fuerte sustentación, añadiéndosele potentes contrafuertes que ya nos encontrábamos en planta. Destaca el juego de volúmenes, la gran nitidez con la que los distintos volúmenes del edificio que se recortan, limpia y armoniosamente. También hay que hablar de las dos torres circulares que flanquean la portada central en la fachada occidental, así como el extraordinario cimborrio octogonal que corona el crucero. Asimismo, podemos observar vanos escalonados en arquivoltas y columnas acodilladas, una rica decoración bajo los aleros de las puertas.
Como era habitual en esta época, el material de construcción predominante es la piedra, caliza en este caso, con el aparejo empleado es sillería, perfectamente tallada, y el sistema constructivo es abovedado.
El tejado exterior es a dos aguas, siendo a una sola la de las dos naves laterales.
La iglesia de San Martín de Frómista tiene cuatro puertas: tres repartidas en las fachadas sur, oeste y norte más otra en el fachada sur del transepto.
La puerta norte es la que mejor se conservaba originalmente, ya que la sur estaba tapiada y la occidental fue más bien un ”invento” del restaurador. Por su parte, la curiosa puerta de arco medieval del portal sur del transepto (siglo XII) comunicaba el templo con una sacristía moderna y se especula que en los tiempos medievales se abriera a alguna de las dependencias monacales hoy desaparecidas. La estructura es igual en todos ellos: doble arquivolta, de bisel la exterior y de baquetón la interna, que apea en capiteles de diversos motivos y columnillas. Por fuera, guardapolvo de ajedrezado jaqués que continua con moldura del mismo tema a la altura de los ábacos recorriendo el muro. Otra moldura ajedrezada paralela a la anterior, corre por los muros a nivel del alféizar de los ventanales. Dos torres cilíndricas enmarcan el hastial de poniente aportándole una especial gracia y equilibrio de formas y volúmenes.
Las ventanas se generan a través de arcos de medio punto, siendo abocinadas y con columnas adosadas que se corresponden, en el arco, con arquivoltas. Su contemplación nos hace patente el grosor del muro, como es normal en esta época.
Vemos también una importante serie de canecillos, hasta 315, en el remate del alero que sostiene las cubiertas. La iconografía de estos canecillos es muy variada, destacando los animales: cabezas de lobos, perros, leones, aves, bóvidos,…, pero también zoomorfos, seres humanos, fantásticos y mitológicos, figuras geométricas, entre otros. También se resalta esa decoración ajedrezada de piedra a diferentes alturas en las fachadas, a modo de cornisas, y también en los vanos.
Hay que destacar también la perfección de los ábsides y el tambor, todos ellos segmentados por semicolumnas, o de los ventanales con arquivoltas
En el interior destaca por su sobriedad. La austeridad constructiva solamente se ve alterada por los elementos decorativos y el ajedrezado. Presenta una desnudes en muros y paredes casi insultante.
Al interior del templo llega la luz natural a través de los tres vanos que hay en cada uno de los muros de las naves laterales, los cuatro del cimborrio y los siete de los ábsides, tres en el central y dos en los laterales. Los vanos son de medio punto abocinados, de doble arquivolta, la exterior de bisel y la interior de baquetón, que apea en columnas, además cuanta con un guardapolvo en el que se reconoce el taqueado jaqués, y que enlaza con una moldura de idéntico motivo que recorre el muro en horizontal.
En el interior de la iglesia encontramos 50 capiteles, 30 de ellos con decoración vegetal y los 20 restantes con decoración figurada o historiada, unos pocos reconstruidos y otros tantos restaurados, pero todos ellos impolutos y sin mácula.
En el ábside central encontramos en el centro y sobre el altar un Cristo de finales del siglo XIIII y a ambos lados dos esculturas exentas, una de ellas representando a San Martin de Tours talla del siglo XIV, y la otra a Santiago peregrino obra del siglo XVI.
Tres vanos abocinados en el ábside central y dos en los laterales, todos ellos formados por arcos de medio punto iluminan el interior de la iglesia, junto con la luz que entra por los vanos del cimborrio, el situado a los pies y tres más en cada uno de los muros laterales.
En la clave de la bóveda se puede leer para aquel que tenga buena vista, la siguiente inscripción:
“Reconstruydo por el arquitecto Manuel Anibal. Reynando S.M.don Alfonso XIII. 1901”.
No obstante, la parte más destacada del interior son los capiteles.
En cuanto a la decoración, el interior de la iglesia, aunque en general sobrio, tiene algunos elementos decorativos de interés que se centran fundamentalmente en los capiteles de las columnas, las trompas del cimborrio y en las cornisas.
La decoración de la iglesia se compone de tres grandes grupos desarrollados a gran escala:
- el uso de las molduras de ajedrezado que recorren todo el perímetro de la iglesia a distintas alturas
- los capiteles, esculpidos en las columnas que forman las ventanas de los ábsides al exterior y sobre todo en el interior de la iglesia, cuyas columnas están decoradas con capiteles de inspiración vegetal, animal y humana
- los canecillos, que recorren todo el perímetro exterior del tejado de la iglesia.
En cuanto a los capiteles de las columnas (algunos de ellos, reconstrucciones modernas de los originales), presentan una iconografía, pudiendo clasificarse estos en varios grupos temáticos:
- Los que tienen representaciones vegetales, y que son los más numerosos
- Los que representan animales, con una clara función didáctica, representan el bien animales como el águila, y el mal otros como la serpiente
- Los que tienen una temática moralizadora o simbólica: una reyerta entre soldados, la fábula del cuervo y el zorro,… Entre ellos merece la pena observar con detenimiento los dedicados a la historia de Adán y Eva, o a la fábula de “La zorra y el cuervo”
- Los historiados, que representan escenas bíblicas, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Entre los que encontramos los dedicados al Pecado original, la expulsión del Paraíso o la Adoración de los Reyes Magos.
Hay que tener presente que los elementos arquitectónicos y decorativos tenían una finalidad moral, un recordatorio que los visitantes no debían olvidar, y dado que las gentes medievales no sabían leer y escribir las representaciones gráficas era la única forma eficiente de comprender la doctrina católica. En este sentido respeto a los elementos decorativos habría que decir que “todos estos huéspedes extraños de los claustros y las iglesias románicas son otros tantos centinelas, que están dictando al pasajero de la vida una lección de moral”.
En las esculturas de Frómista trabajó el “Maestro de la Orestíada”, también conocido como el “Maestro de Jaca-Frómista”, que dota sus obras de un gran naturalismo y perfección del cuerpo humano desnudo, algo propio de la escultura grecorromana clásica.
También hay que citar el crismón, en la puerta de acceso de la torre norte. Algunos autores consideran que no es el original, y que tal vez procediese de otro lugar. En todo caso, no es un crismón tipo trinitario, que es lo más habitual en los templos que se encuentran en el Camino de Santiago, puesto que carece de la “S” del Espíritu Santo. La “X” y la “P” se refieren a las dos letras iniciales de Cristo en griego.
Por último resultan de interés las réplicas de los símbolos de los Evangelistas en el interior de las trompas que sujetan la bóveda del cimborrio.
Advocación de la Iglesia de San Martín de Tours
Esta iglesia tiene su advocación a San Martín de Tours, quien fue obispo de esta ciudad francesa.
San Martin, de nombre César Juliano Martín había nacido en Hungría en el año 316, y en su trayectoria vital se recoge que lucho con los ejércitos imperiales romanos.
Iconográficamente a San Martín de Tours se le suele representar narrando un hecho muy concreto: estando en la ciudad francesa de Amiens, encontrándose montado a caballo, se le acercó un mendigo solicitando una limosna, Martín como no llevaba monedas encima, lo que hizo fue coger su capa y partirla en dos, dando una mitad al citado mendigo. El caso es que el mendigo sería Jesús.
Y si visitas Frómista aprovecha para conocer también…
Aunque la visita de San Martín de Frómista ya justifica cualquier desplazamiento para conocerla. Una vez allí, siempre resulta gratificante aprovechar para conocer otros elementos de interés.
- La Iglesia de san Pedro de Frómista, una coqueta iglesia gótica del siglo XIV.
- El Museo Vestigia se encuentra dentro de la Iglesia de Santa María del Castillo. Nos cuenta los orígenes de Frómista y el camino de Santiago.
- Hacer senderismo por el canal de Castilla. Es una Obra de ingeniería hidráulica civil con mayor relevancia de la España Ilustrada, su finalidad es impulsar la economía. Pero hoy en día se ha trasformado en un atractivo turístico en donde se practica el senderismo.
Algunas curiosidades con respecto a Frómista y la iglesia de San Martín
En la Frómista medieval aparecen los otros tres motivos que más fama han dado a esta población: San Telmo, los judíos y el milagro.
- San Telmo. En la localidad de Frómista nació, Pedro González Telmo (1185-1246), siendo bautizado en la iglesia de San Martín. Pedro González Telmo, más conocido hoy como San Telmo es uno de los patrones de los marineros cuyo origen parece estar en la Frómista del siglo XIII. Fue sobrino del obispo de Palencia y orientado por este hacia la vida religiosa, fue nombrado canónigo y deán de la Catedral de Palencia. Pero este joven excesivamente orgulloso, tuvo una cura de humildad al sufrir una humillación pública fruto de su vanidad. Debido esto, se realizó un cambio en su actitud y es su forma de vida. Así pues, ingresó monje dominico y tras varios años de estudio, predico su mensaje evangelizador por Galicia, donde muere a mediados del siglo XIII.
- La comunidad judía. Los judíos fueron unos de los primeros repobladores de Frómista. El Rey Fernando I de León concedió facilidades para su llegada por su justa fama de hábiles, emprendedores y activos. Durante el reinado de Alfonso X, el número de judíos se incrementó gracias a los que huían del Al-Ándalus perseguidos por almorávides y almohades. A finales del siglo XV suponían una cuarta parte de la población de la villa. Tras su expulsión decretada por los Reyes Católicos, la villa perdió una parte muy importante de su población que además era muy activa.
- El milagro. Según la tradciión en la iglesia de San Martín tuvo lugar un milagro, pues parece ser que en 1453, un tal Pedro Fernández pidió dinero prestado a un judío llamado Matudiel Salomón. Al llegar el momento de satisfacer la deuda, al no poderle hacer frente, el judío denunció a Pedro a la autoridad eclesiástica, que terminó excomulgándolo. Pedro terminó pagando su deuda pendiente. Pero cerca de su muerte, quiso comulgar, y cuando el párroco quiso darle la comunión, ésta quedo adherida con tal fuerza que no pudo ser administrada. El sacerdote preguntó al enfermo si ocultaba algún pecado o tenía pena de excomunión. Pedro recordando lo sucedido, confesó su pecado, con lo que finalmente sí pudo comulgar, aunque con otra Forma consagrada. El Sacerdote recogió la Forma sagrada original con la que no pudo comulgar Pedro y la colocó en la custodia en San Martín, donde aún se conserva, así como la estola de este sacerdote. Para su recuerdo, en la puerta de la casa dónde esto sucedió aún se puede ver la llamada “piedra del milagro”.
Conclusiones
San Martín es una preciosidad de templo. Estilísticamente, exhibe un estilo románico puro, fruto seguramente del hecho de que se debió construir en un plazo de quince a veinte años, sin interrupciones y ajustándose al diseño original.
Desde la plaza en la que se localiza, y libre de cualquier impedimento que dificulte su contemplación podemos circunvalarlo y hacernos una perfecta idea de su estructura. Resulta sorprendente la perfección de sus formas, sus volúmenes, su exacta y perfecta construcción, su belleza arquitectónica y su riqueza ornamental.
En lo relativo a la arquitectura es evidente la deuda que esta iglesia tiene con la arquitectura bizantina medieval (consolidada a partir del siglo IX por influencia armenia) y que se fusionó con la tradición de los templos basilicales latinos hasta configurar un mestizaje tan sobresaliente como el de Frómista.
San Martín es un ejemplo de cómo se difundió el arte románico por los caminos de peregrinación. Recoge todas las características del 1º estilo internacional europeo, un arte al servicio de la iglesia, que surge en pleno feudalismo y en la Europa rural y estamental. Es un reflejo de cómo el Norte Peninsular vivía una situación política, cultural y artística muy diferente al resto del territorio que estaba bajo influencia de Al-Andalus.
El estilo de Frómista representa la plenitud del modelo Jaqués, edificada con un claro programa y sin interrupciones, lo que se aprecia en la coherencia de sus volúmenes. Junto con Santiago de Compostela, San Isidoro de León y Jaca representa la cumbre del arte románico español del siglo XI.
La magnífica iglesia es sin duda uno de los hitos del románico español y, ciertamente, del mejor románico del Camino de Santiago, pudiendo relacionarse y situarse a la altura de grandes centros románicos jacobeos: Jaca, San Isidoro de León y Compostela.
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El arte románico. De Bango Torviso, I.
El neorrománico de Frómista. De Navascués Palacio, P.
Folleto Turístico Ayuntamiento de Frómista
Frómista 1066-1904: San Martín, centenario de una restauración. De Rivera, J.
Historia del Arte I: De la Antigüedad al final de la Edad Media. De Martín González, J.J.
San Martín de Frómista. De Arroyo Puertas, C.