La estigmatizada gordura de nuestra sociedad actual no siempre ha tenido la consideración de una patología con graves riesgos para la salud y de estética discutible. Así, dependiendo del momento histórico ha habido épocas en que estar gordo era considerado un motivo de orgullo y un reflejo del éxito social.
En la Edad Media cuando las hambrunas acechaban a la población, la gordura era señal inconfundible de riqueza mientras que la delgadez se asociaba a la pobreza. La grandeza de los banquetes de los grandes señores eran una manifestación de poder, prueba de ello nos han llegado a nosotros grandes retratos como el del francés Luis el Gordo o el inglés Enrique VIII de Holbein.
La literatura reflejó la idea de la felicidad con la comida y el descanso. De ahí las frases que han llegado hasta nosotros de “vive como un cura” que deriva de los antiguos monasterios que representaban la abundancia de la Iglesia con sus monjes rubicundos y oriondos que lucían una prominente barriga ganada a través del descanso y el buen “Yantar”.
También las mujeres aspiraban a tener una imagen rolliza ¡quién lo iba a decir hoy en día!. La belleza era representada en la mujer con carnalidad exuberante asociándose la flacura con la tristeza y la avaricia. Recordemos que las caderas anchas y los senos abundantes se asociaban con la maternidad. De esta manera el sobrepeso femenino era asociado a la salud y al atractivo sexual en el barroco (frente a la estilización del arte griego). Prueba de ello lo encontramos en las famosas pinturas de la época como “las tres gracias” de Rubéns para el que utilizó como modelo a su segunda esposa, Helene Fourment y a sus hermanas. En esta pintura queda en evidencia la fisonomía carnosa reproducida con extremo realismo.
No debemos olvidar tampoco las representaciones de los “Putti”, motivos ornamentales de niños, frecuentemente desnudos y alados en forma de querubín, angelote o amorcillo que triunfan durante el renacimiento y el barroco y que podemos encontrar en múltiples iglesias y catedrales de la época. Estos angelotes se representante entraditos en carnes por entender que los infantes regordetes eran sanotes, hermosos y angelicales.
La gordura como reflejo de estatus elevado se mantuvo en los siglos XVI y XVII en parte debido a que las clases altas se alimentaban, fundamentalmente, de carne.
Sin embargo no siempre la gordura fue vista como un reflejo del “éxito” ni en todas las épocas históricas se alabó como símbolo de belleza. También la religión tuvo algo que decir al respecto e influyó en la conceptualización de la gordura al tratar el pecado de la gula.
En la Grecia Clásica, se valoraba el cuerpo delgado, siendo sinónimo de salud. Se consideraba a la obesidad como un defecto físico e incluso mental.
Los espartanos eran aún más estrictos respecto a las personas obesas. Cada mes revisaban a los jóvenes, y aquellos que habían subido de peso se les obligaba a bajar de peso siguiendo un rígido programa de ejercicios.
Por su parte, en el Imperio Romano la obesidad era mal vista, las mujeres de la clase alta pasaban hambre para lograr un cuerpo delgado. Los hombres eran más tentados, y disfrutaban de grandes y suculentas comidas. Para poder comer más y evitar la gordura que este exceso de comida les podía producir, era frecuente el acto de vomitar la comida ingerida hacia unas canaletas que atravesaban la zona de banquetes y que fueron construidas especialmente para tal propósito.
00n la Edad Media, la Iglesia Católica adjudicó a la glotonería como pecado venial. Sin embargo los artistas hicieron caso omiso y pintaban como algo hermoso un cuerpo obeso. Sin embargo fue en el siglo XIII, cuando el Papa Inocencio III, insistió en el pecado de la gula y recriminó a todos los sacerdotes y monjes obesos. Se inició entonces la penitencia de largos ayunos, con los que lograron eliminar el exceso de grasa del cuerpo.
Ya en el siglo XIX los cánones de belleza, aunque repudiaban la delgadez extrema, ensalzaban las siluetas esbeltas y elegantes. La moda tendía a lo ajustado. Las mujeres eran torturadas con corsés, fajas y corpiños que estrechaban su figura.
En la década actual los cánones de belleza son representados por cuerpos esbeltos, estilizados y atléticos, convirtiéndose la gordura en un problema de salud pública que afecta, fundamentalmente, a los pobres en los países ricos y a los ricos en los países pobres.
Por tanto en la evolución de la historia vemos como la gordura ha pasado de representar el éxito social a convertirse en un problema de salud.