Como siempre, con una espectacular puesta en escena, el pasado día 4 de agosto tuvo lugar la LIX Romería Vikinga de Catoira, Fiesta de Interés Turístico Internacional con 59 años de historia a sus espaldas, y que se realiza en esta localidad pontevedresa, cada primer domingo del mes de agosto, en el que los habitantes de Catoira escenifican con un singular espectáculo las invasiones vikingas sufridas hace mil años, batallas que siempre terminan bien y tras las cuales hay hasta una deliciosa comida y verbena.
Antes de la escenificación del desembarco se representó el espectáculo “Desastronauts: más alto aún” y los integrantes del grupo de animación Troula hicieron de teloneros de los guerreros nórdicos.
A las 12.30 horas tuvo lugar la dramatización del desembarco de los bravos guerreros nórdicos a los pies de las Torres de Oeste. Altos, rubios y fuertes, así es la imagen tradicional de estos hábiles navegantes y además magníficos artesanos, aunque en la animada contienda celebrada el domingo entre los lugareños y los bárbaros, en la que el vino reemplaza a la sangre, había humanos con morenos típicos de agosto portando cascos.
Los invasores saltaron de sus drakkar sobre el fangoso lecho fluvial para tratar de invadir Galicia enfrentándose a cuantos los esperan en tierra firme, dando lugar a una lucha sin cuartel con espadas, escudos, cascos, mazos y todo tipo de armas que hace que se derrame abundante vino tinto, como si de sangre se tratara.
En tierra, legiones de mujeres y hombres, armados con martillos de madera, espadas, cuchillos, así como hachas y grandes escudos. En la pugna, se han enzarzado unos con otros, todo ello con mucha comicidad, sudorosos, entre el fango y el agua sucia, y sin hacerse daño, por supuesto. Ellos han lucido rudos y aguerridos; ellas, fieras y con trenzas.
Tras la lucha, y bien llevados, todos los que así lo han querido han podido disfrutar de una comida campestre de las de confraternidad, amenizada con el sonido de las típicas gaitas y con productos de la tierra, tales como pulpo, sardinas asadas, churrasco y empanadas.
Decenas de miles de personas presenciaron esta “dramática” batalla que se ha convertido en todo un acontecimiento sociocultural y festivo.
Todo un acontecimiento mediante el cual se rememoran las invasiones de las huestes de Thor durante el siglo X, cuando los vikingos en efecto pretendieron introducirse en tierras gallegas a través de la ría de Arousa. Según los historiadores, los invasores nórdicos intentaron ocupar la Comunidad numerosas veces, muy especialmente la zona de Catoira, entre esos siglos IX y XI.
La historia de esta conmemoración festiva vinculada a la desembocadura del Ulla está íntimamente ligada a la importancia estratégica del complejo militar del Oeste. No en vano, las Torres de tal nombre ubicadas en este municipio sirvieron de escudo defensivo a Galicia desde el comienzo de la Edad Media hasta el reinado de los Reyes Católicos.
Y este ritual se celebró por vez primera en 1960, cuando el Ateneo do Ullán, formado por un grupo de intelectuales de la comarca, decidió conmemorar el desembarco del rey Ulfo.
Después, ya en 1965 la organización pasó a manos de los trabajadores de una empresa de cerámica ubicada en Catoira, hasta que en 1988 se logró la declaración de Interés Turístico Nacional. Desde entonces es el propio Ayuntamiento de Catoira el que organiza tal exhibición, que logró el hermanamiento con la localidad danesa de Frederikssund.
En el año 2002 arañó un escalón, al alcanzar la denominación de “Interés Turístico Internacional”, de la que, por la múltiple procedencia de su nutrido público, hace gala.