Una de las fiestas de recreación histórica por excelencia es, sin duda, la “Romería Vikinga”, que desde los años 60, se celebra en la villa pontevedresa de Catoira. Su celebración tiene lugar el primer domingo del mes de agosto, por lo que en el año 2018, tuvo lugar el día 5, congregando a más de 30.000 visitantes.
Uno de los principales reconocimientos públicos de la valía de esta fiesta lo constituye que fuese declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional hace ya 30 años, allá por 1988. Como su fama y reconocimiento fue en aumento, enseguida llegó, en el año 2002, su distinción como Fiesta de Interés Turístico Internacional.
El objetivo, desde el punto de vista de la historia, es la representación de los ataques vikingos/normandos y sarracenos, que trataban de saquear, durante los siglos IX y X, el litoral gallego.
Catoira es un municipio que cuenta con unos 3.500 habitantes. Al borde del río Ulla, en Pontevedra, bajo el puente interprovincial, en un moderno muelle que contrasta con las torres medievales –lo que queda de ellas– que defendían la zona contra las invasiones normandas e inglesas, flotan tranquilamente dos barcos vikingos. Dos drakkar. Son el Torres de Oeste y el Frederikssund, orgullo de los locales, y no les falta detalle. Madera, rojo y negro, dragones labrados en los mascarones, y, por ahora y hasta el primer domingo de agosto, velas plegadas y remos recogidos. El lugar emblemático que hace de escenario para el desembarco vikingo de Catoira son las Torres del Oeste. Se trata de los restos de un conjunto fortificado que defendía el río Ulla de las incursiones de piratas escandinavos y sarracenos. Cabe explicar que éste era el acceso fluvial a Santiago de Compostela, cuyos tesoros eran objeto de la codicia de los piratas. De hecho, Galicia era conocida por los nórdicos como Jakobsland.
Una réplica de un drakkar de unos 17,5 metros de largo llega atravesando la ría comandado por decenas de guerreros, y se acerca a la costa gallega. Del barco salen normandos gritando y armados hasta los dientes. Entonces se produce una batalla simulada entre invasores y defensores, y es cuando los participantes acaban completamente empapados de vino. De esta forma, cada año, los vecinos de este pueblo de Pontevedra rememoran cómo las huestes del caudillo vikingo Ulfo fueron rechazadas por tropas locales, lideradas por el obispo Cresconio.
La fiesta, en la que participa toda la población de esta localidad, se atavían con ropas al estilo nórdico y recrean un desembarco en el litoral del pueblo.
La semana previa a la fiesta vikinga de Catoira alberga diversas actividades culturales. Representación de obras teatrales de ambientación vikinga, conciertos musicales, presentaciones literarias, etc. El primer día importante de esta celebración es el primer sábado de agosto. Es el sábado por la noche cuando tiene lugar la Cena Vikinga de Catoira.
El domingo es la cita imperdible. A las 10 de la mañana comienza la fiesta con la actuación de grupos musicales que realizan un pasacalles desde el centro de Catoira hasta las Torres del Oeste. Allí se instala un mercado medieval en el que se pueden comprar productos de artesanía y gastronomía gallegas. Poco después, sobre las 13 horas, llega el momento más importante: el desembarco vikingo de Catoira. Posteriormente todos juntos celebran una comida de confraternización. A los romeros se les obsequia con mejillones y vino del Ulla. Por la tarde nuevas actuaciones musicales y una representación de títeres mantiene los buenos ánimos de todos los participantes. La diversión continúa hasta por la noche, con la verbena popular que se organiza y se completa con otras actividades como un pregón literario o la escenificación de una obra de teatro.
La semana previa al domingo de celebración de esta fiesta comienzan una serie de actividades de carácter cultural y también lúdico. Presentaciones literarias que guardan relación con la historia de esta celebración y también con el pasado de Catoira. También se representan diferentes obras teatrales vikingas y se celebran varios conciertos musicales. Por último señalar, para aquellos que no conozcan la zona, que aprovechando el viaje, y si se dispone de tiempo y ”ánimos”, se puede aprovechar la oportunidad para visitar el Parque Arqueológico de Arte Rupestre de Campo Lameiro; conocer el Conjunto de Molinos de Barosa formado por 17 molinos tradicionales y/o buscar los Petos de Ánimas que se encuentran en la zona de Porrans.