En esta entrada vamos a intentar hacer una aproximación al concepto que de la enseñanza se tenía en la antigua Roma. Muchas de las materias e instituciones creadas por esta civilización permanecen en uso aun hoy en día.
La educación en Roma estuvo muy ligada a los acontecimientos históricos y sociales, principalmente, al proceso de helenización que sufrió Roma y a la estrecha relación de la educación con la sociedad romana. La enseñanza en Roma, como en Atenas, no era obligatoria ni estaba controlada por el Estado. En principio debemos tener presente que la enseñanza respondía a motivos de moral civil y religiosa, y estaba ligada a la familia. Al igual que en Esparta, en Roma el recién nacido tenía que ser aceptado por su padre, mediante una ceremonia denominada sublatus y que se manifestaba con la elevación del bebé por parte del padre.
La educación se circunscribe a la población ciudadana y libre del Imperio al tiempo que la mayoría de las escuelas se instalan en los municipios.
En sus primeros años el menor se criaba y formaba con una nodriza. Empieza también a aparecer la figura del criador que se encarga de acompañarlo en sus años de estudio. La mayoría de los niños romanos recibieron su educación de sus propios padres. Se les enseñaba a tirar lanzas, usar una espada, cazar, nadar y montar a caballo. Se cuidaba mucho el entrenamiento físico debido al futuro papel del alumno como defensor del Imperio.
Había partidarios de las escuelas y otros que preferían utilizar profesores particulares, en muchos casos un esclavo griego. En general, las escuelas eran sólo para niños, y pocas veces se trataba de un edificio individual. Estas solían ser una extensión de una tienda separada de la gente únicamente por una simple cortina, o una sola habitación con los pupitres dispuestos en gradas. Las niñas raras veces acudían a estas escuelas, ya que a ellas se las educaba en casa, y para otros fines completamente distintos, como era llevar bien un hogar.
Las primeras escuelas en Roma surgieron a mediados del siglo IV a.C., coincidiendo con el ascenso de la clase plebeya al poder político. Estas escuelas fueron llamadas Ludi, la palabra latina para “juego”, y como “escuelas de juego” modernos estaban preocupados con la socialización básica y la educación rudimentaria para los niños pequeños.
Durante el día escolar, el niño se levantaba al amanecer, trabajaban todo el día, con un breve descanso en el almuerzo y volvían a casa con la puesta del sol.
Había dos tipos de escuelas en la Antigua Roma. El primero era para niños de hasta 11 o 12. Aquí aprendían a leer, escribir y matemáticas básicas. Para esta última materia se usaba el ábaco.
A partir de los 12 años los niños iban a las escuelas más avanzadas. En ellas estudiaban materias específicas sobre temas tales como hablar en público (oratoria), estudiar los escritos de los grandes personajes de la Antigua Roma, como Cicerón y libros sobre la historia de Roma.
Los estudiantes que deseaban alcanzar los niveles más altos de educación iban a Grecia para estudiar filosofía. Pero sólo la élite romana recibía una educación formal completa, ya que la educación superior en Roma era más un símbolo de estatus que una preocupación práctica.
El aprendizaje en las escuelas romanas se basaba en el miedo. Un dicho popular decía que “Un hombre que no ha sido azotado no está entrenado.” Los niños eran golpeados por el más mínimo error que cometieran porque se pensaba que así aprenderían a tener miedo a fallar. De este modo se esmerarían más para no ser azotados.
Por lo general, la educación primaria en el mundo romano se centró en las necesidades de la vida cotidiana, la lectura y la escritura. Los estudiantes podrían progresar a partir de la lectura y la redacción de cartas hasta llegar al dictado de textos. La mayoría de los textos utilizados en la educación romana temprana era literatura, sobre todo poesía.
El rhetor era la última etapa en la educación romana, aunque muy pocos alumnos llegaban a estudiar retórica. Al comienzo, los estudios de retórica no se enseñaban exclusivamente a través de un maestro, estos se adquirían mediante la observación cuidadosa de los mayores. La práctica de la retórica fue creada por los griegos antes de convertirse en una institución en la sociedad romana, y se necesitó largo tiempo para que ésta materia se ganara la aceptación de los romanos.
El orador, o estudiante de retórica, fue importante en la sociedad romana debido a la lucha política constante que se produjo a lo largo de su historia.
Para ver la evolución de la forma en que se abordaba la educación en la antigua Roma, podemos hablar de tres períodos:
Durante la época antigua (hasta el siglo II a.C.):
La familia romana era la célula económico-política en la que se apoyaba la vida misma de la comunidad. El padre, el pater-familias, era a un tiempo amo y sacerdote, juez y custodio de las tradiciones morales y religiosas.
La educación se limitaba a la preparación que podía darle su padre. Era una educación basada en el respeto a las costumbres de los antepasados (mos maiorum). Se les enseñaba que la familia de la cual eran miembros constituía una auténtica unidad social y religiosa, cuyos poderes estaban todos concentrados en la cabeza, en el paterfamilias, que era el propietario de todo, con derecho de vida y muerte sobre todos los miembros de la familia. Aprendían a leer, escribir, usar las armas y cultivar la tierra, a la vez que le impartía los fundamentos de las buenas maneras, la religión, la moral y el conocimiento de la ley. El niño acompañaba a su padre a todos sus paseos, visitas, a los convites, al foro, etc, para servirle como ejemplo. Por eso la educación tenía una orientación utilitaria y profesional, porque el muchacho, que vivía en constante relación con el padre, aprendía y se ejercitaba en todas las tareas que más tarde desempeñaría en la vida.
Por su parte, la niña seguía bajo la dirección y el cuidado de su madre, que la instruye en el telar y en las labores domésticas.
El ideal educativo estaba esencialmente formado por la fidelidad a las costumbres de los antepasados.
El definitivo perfeccionamiento a su formación lo daba el ejército, en el que se ingresaba a la edad de 16 o 17 años. La fuerza del ejército romano residía en su disciplina: el cobarde era azotado hasta morir, el general podía decapitar a cualquiera por la menor desobediencia, a los desertores se les cortaba la mano derecha, y el rancho consistía en pan y legumbres.
Esta etapa de la educación terminaba cuando el adolescente llegaba a la mayoría de edad, o sea cuando el muchacho cambiaba la túnica que estaba adornada por una franja de color (toga pretexta) por la túnica de adulto completamente blanca (toga virilis) para entrar a formar parte oficialmente de la república, en condición de ciudadano.
Para señalar todo este proceso los romanos acuñaron la palabra educatio, que significa todo lo que era necesario hacer en el orden moral y profesional para que el adolescente llegara a ser un hombre maduro. Los hijos debían crecer con todas las cualidades morales y civiles que habían recibido de sus antepasados. No había que traicionar el exemplum de los padres, había que cultivar la píetas (piedad) o sea el respeto filial y la devoción a las divinidades, la constantia o firmeza de ánimo, la gravitas, la gravedad, la seriedad, la severidad de vida y la fides, o sea la lealtad, la confianza.
A partir del siglo II a.C.:
Tras conquistar la Magna Grecia, Roma entró en contacto con la cultura griega, que la educación romana. Maestros y rétores llegaron como esclavos a Roma y se dedicaban a impartir la docencia en las casas de sus dueños e incluso abren escuelas, una vez obtenida la libertad. La implantación del sistema educativo griego no se hizo esperar, y así la Roma rústica se conviritó en portadora y transmisora del caudal humanístico griego.
La formación elemental era para alumnos entre los 7 y los 11 años, recibían sus clases en las Ludi magister o en las Litterator Lectura, en las que se formaban en materias como: lectura, escritura, cuentas, ejercitación memoria, etc.
El aprendizaje de la lectura comenzaba con el reconocimiento de las letras, seguía el de las sílabas y todas sus combinaciones y terminaba con el reconocimiento de palabras aisladas. Antes de entrar en la lectura directa de los textos literarios, los niños se ejercitaban leyendo los preceptos contenidos en la Ley de las Doce Tablas, instrucción jurídica y religiosa considerada imprescindible para la formación del ciudadano.
El aprendizaje de los números se hacía con la ayuda de piedritas, cálculi, o con la mímica simbólica de los dedos.
La formación de nivel medio estaba destinada a niños entre los 12 y los 16 años. Se formaban sobre los poetas griegos y romanos, el dominio de la gramática, la métrica, la historia, mitología y geografía.
El nivel superior estaba destinado a los jóvenes con edades comprendidas entre los 17 y los 20 años. Era los alumnos que aspiraban al cursus honorum –carrera política-. Se formaban en oratoria, con sus reglas, fórmulas, discursos y declamaciones.
Período de expansión del genio latino:
El tercer momento de la educación romana estaría señalado por la imposición en todos los países bárbaros de Europa, de los ideales de la cultura latina (la justicia, el orden, la paz) organizándolos de un modo tal que permitió que se expandiera el espíritu romano.
Roma supo implantar sólidamente la civilización helenística que ella misma había conquistado.
Roma preparó a Europa para que en ella pudiera arraigar, florecer y perdurar el cristianismo.
En cuanto a los profesores, se les exigía que asumiesen un espíritu de padre con respecto a sus alumnos. No debían tener vicios, ni tolerarlos. No ser desagradable su actitud austera, ni tratarlos con excesiva familiaridad. No debía dejarse llevar nunca por la ira, pero tampoco dejar pasar lo que debiera corregirse. Ser sencillo en su enseñanza, sufridor del trabajo, estar siempre cercano, pero no en exceso. Responder gustoso a los que le preguntan. En las alabanzas de las exposiciones de sus alumnos no ser tacaño, pero tampoco exagerado. Al corregir, no ser duro, y mucho menos, amenazador, pues a muchos les aleja del propósito de estudiar el que algunos les repriman como si les odiasen. Presentar constantes ejemplos sacados de la lección para su imitación
Por su parte los alumnos, debían respetar a sus maestros y creer que eran sus padres, intelectualmente hablando.
Cabe recordar que no todo el mundo tenía las mismas posibilidades, los hijos de esclavos no podían ir al colegio, solos los hijos de las familias ricas o normales.
Por lo que se refiere a los materiales que utilizaban, cabe citar el papiro (πάπυρος), junco que crecía a las inmediaciones del Nilo, en Egipto. Se empleaba como alimento y para elaborar diversos objetos. Se emplea la parte central del tallo que se corta en finas láminas (φιλύραι), que se colocan en una tabla unas al lado de otras. Este tipo de libro se enrollaba en torno a una varilla de madera de la que colgaba un trozo de etiqueta de papiro con el nombre del autor de la obra y diversas indicaciones.
También se utilizaba el pergamino, es una piel de animal tratada para recibir la escritura, procedente de Pérgamo. Se suele emplear piel de ternero, cabra, carnero y oveja. El proceso de elaboración era: remojar la piel, encalar, depilar, descarnar, tensar y pulir. Y finalmente el papel, a partir del siglo II d. C., procedente de China.
Los métodos eran pasivos: la memoria y la imitación constituían las cualidades más apreciadas en el alumno. Se utilizaban frecuentemente los reproches y castigos. El maestro apoyaba su autoridad en la férula (especie de bastón).
Las escuelas fueron siempre de carácter privado. El maestro suministraba el local en algún rincón o pórtico poco concurrido de un templo, en un edificio público o en el cruce de las calles. Un cortinado lo aislaba de los curiosos. No era fácil mantener el orden, pues el ruido de la calle distraía a los alumnos. Los padres y los amigos se presentaban en la escuela de improviso y asistían a las lecciones. Se pensaba que la presencia de extraños estimulaba a los niños. El maestro ocupaba un sillón (cáthedra), los niños se sentaban en el suelo o sobre alguna piedra, rara vez en bancos. Los alumnos tenían rollos de pergamino donde estaban escritos los trozos de lectura, que guardaban en cajas cilíndricas. En tablillas enceradas escribían con el estilo, provisto de aguda punta por un extremo y aplastado por el otro para poder borrar lo mal trazado.
La escuela estaba abierta todo el día, desde el amanecer, salvo una interrupción para comer.
En cuanto a la educación física, los antiguos romanos, pueblo de soldados campesinos, no despreciaron las actividades deportivas, pero la educación impartida a los jóvenes fue en este terreno, como en los demás, estrictamente utilitaria.
Las competiciones atléticas penetraron en las costumbres romanas a partir del año 186 a. C. y se multiplicaron bajo el Imperio, pero eran espectáculos cuyas realizaciones estaban reservadas a los profesionales. SI el deporte formó parte de la vida romana, fue en categoría de higiene, como complemento de las termas.
El romano con su salud moral, con su sentido profundo de la vida, se opuso al deporte como actividad gratuita e inútil.
Cuando comenzó la decadencia del Imperio, los ideales de la formación romana se desvanecieron. Los gramáticos y retóricos, tenidos en alta estima, servían para acompañar a los gobernantes de las nuevas provincias imperiales, pero ya no enseñaban sino que empleaban la oratoria para exponer argumentos triviales o absurdos.
La gente acudía a oírlos recitar como hoy se acude a escuchar un actor, considerándose estas exhibiciones como la más alta prueba de talento y cultura. Señalado este ideal, no es de extrañarse que la obra de la escuela resultara artificial e infructuosa.
Si estáis interesados en otras entradas relacionadas con la Roma Antigua, en este Blog podéis encontrar:
Los romanos y el origen del turismo
Vías romanas: huellas de una ingeniería perdida
Los espectáculos públicos en Roma. El circo romano
Las tabernas en Roma. Vino y comidas
El aseo personal en la Roma antigua
Indumentaria en la Roma antigua. Ropa de mujer
Indumentaria en la Roma antigua. Ropas de hombre
Indumentaria en la Roma antigua. Ropa infantil