En tierras gallegas, en la parte más occidental de Europa encontramos una de las obras cumbre del arte románico en la Costa da Morte, la iglesia de San Xiao de Moraime, sita en la localidad coruñesa de Muxía.
El hermoso monasterio benedictino de San Xiao de Moraime llegó a ser el centro religioso más influyente de esa zona de la costa gallega, conocida en tiempos de los romanos como la Finis Terrae. Y es que la Costa da Morte es una tierra repleta de historia y con huellas patrimoniales de enorme valor.
San Xiao de Moraime ha visto, desde su privilegiada posición, junto a la Ría de Camariñas, ha visto como por sus tierras han pasado durante los últimos ochocientos años peregrinos, religiosos, piratas, reyes , turistas, curiosos, amantes del arte,…
Historia de San Xiao de Moraime
En tierras de Moraime se ha constatado la existencia de una villa romana y una etapa germano-visigoda, de los siglos V a XI, identificada en la necrópolis descubierta en el año 1972. De hecho en las excavaciones realizadas en la zona se localizaron resto de lo que pudo ser un complejo termal, algo de cerámica y diversas monedas.
Nos encontramos pues ante un núcleo habitado al menos desde época romana y que luego se convertiría en un lugar de culto cristiano.
Esta iglesia es un edificio románico, datado en el siglo XII.
La iglesia formaba parte de un antiguo monasterio benedictino. Los orígenes de este monasterio podemos remontarlos al siglo XI, pues hay una mención datada en el año 1095 y que refiere una donación realizada por Argilo Páez, ligada a la familia de los Condes de Traba.
El Monasterio sería destruido por un ataque normando en el año 1105., tras el cual don Pedro Conde de Traba, haría una nueva donación monetaria para reparar los daos producidos.. Por si fuera poco, un nuevo ataque en esta ocasión por pate de los sarracenos, diez años más tarde, dejarían el monasterio seriamente dañado y mermado.
Gracias a una donación por parte del rey Alfonso Reimúndez, que luego se convertiría en Alfonso VII de León y más tarde de Castilla, pero que era natural de Caldas de Reis y había sido criado por el Conde de Traba, realizada cuando apenas contaba 14 años de edad, pues aparece documentada en el año 1119, fue posible recuperar parte del esplendor del monasterio. Las obras se cree que fueron finalizadas entre 1140 y 1150. Este apoyo por parte del Rey Alfonso VII tenía su origen motivacional en el hecho de que fue en ese lugar donde, siendo un niño, el futuro monarca se vio acogido y protegido de las intrigas acaecidas con motivo del segundo matrimonio de su madre, la reina Urraca I con Alfonso (el Batallador) de Aragón.
Esta donación realizada en elaño1119 se formalizó en un privilegio que, entre otras cosas, recoge lo siguiente:
..) decidí hacer una escritura de testamento (…) al monaste[1]rio de Moriames, que está situado en la tierra de Traba en el territorio de Nemancos y junto al mar de mi realengo de los hombres pertenecientes al realengo de mi Imperio, tanto de hombres como mujeres cuantos hay en la actualidad son moradores en ese mismo coto como aquellos que en su generación y heredades sirvan al fuero real en el citado monasterio (…) y por el honesto servicio que en nuestra adolescencia y en tiem[1]po de la guerra el abad de dicho monasterio me hizo diligentemente y así este coto yo lo confirmo (…) con la intención (…) a la restauración de este cenobio que en nuestro tiempo fue destruido por los sarracenos …”.
En uno de los privilegios que otorgó al cenobio y a su abad, el monarca destacaba también el papel que el lugar desempeñaba en la atención de los peregrinos del Camino de Santiago.
Moraime también se benefició de la protección de los descendientes de Pedro Froilaz y del sucesor de Alfonso VII, el rey Fernando II, cuyas donaciones y privilegios también contribuyeron a la riqueza patrimonial del monasterio y de la iglesia.
La decadencia del monasterio se iniciaría en la segunda mitad del siglo XIV, sobre todo por los ataques y saqueos que protagonizaba la pequeña nobleza rural, desobediente al monarca.
Funcionó de manera plenamente independiente hasta finales del siglo XV, momento en el que el templo pasaría a estar supeditado al cenobio de San Martín Pinario, en la ciudad de Santiago. Este acontecimiento lo podemos ver reflejado en el escudo con el árbol y dos conchas situado en la fachada principal de la iglesia. Al poco tiempo, estamos hablado del año 1489, los Reyes Católicos ordenaron qu este monasterio pasase a depender del Real Monasterio de San Bieito de Valladolid.
Durante los siglos XVI y XVII el lugar se vio asaltado en diversas ocasiones por piratas ingleses, lo que forzó su abandono, pasando a ser su templo iglesia parroquial y reconvirtiéndose parte de las dependencias monásticas en casa rectora durante el siglo XVIII.
Con la Desamortización de Mendizábal, en la primera mitad del siglo XIX, el monasterio fue exclaustrado, dedicándose desde entones la iglesia a funcionar como iglesia parroquial de la población que habitaba el núcleo en que se encontraba edificada.
Por otro lado, hay que tener presente que el actual Concello de Muxía, tiene su origen en este cenobio, ya que los monjes otorgaron, en su día, permiso para edificar casas en la villa a los habitantes de la aldea de Cereixo, ya que las suyas habían sido arrasados por los ataques normandos antes citados. También estos monjes cristianizaron algunos lugares donde se practicaban antiquísimos cultos paganos, dando así origen al santuario da Virxen da barca y su curioso culto a algunas de las rocas del lugar.
La iglesia fue declarada conjunto histórico-artístico.y Bien de Interés Cultural en el año 1972.
Descripción de la iglesia de San Xiao de Moraime
Está construido sobre una antigua necrópolis romana.
En la actualidad del conjunto monacal solamente podemos ver la iglesia.
Está orientado con notable desvío a sudeste. El desnivel del terreno, descendente hacia la cabecera, hace aparecer la fachada del templo como de muy poca altura, flanqueada por dos torres bastante modificadas, dividida en tres calles pertenecientes a cada una de las naves separadas por contrafuertes, abriéndose, en cada una de las laterales, una ventana de arco ligeramente apuntado coronado por un sobrio rosetón moldurado, que aparenta puerta al quedar a nivel del terreno.
Es de planta basilical, con tres naves, la central más ancha, que desembocan en sus correspondientes ábsides semicirculares, abovedados en cuarto de esfera. Lamentablemente solo conservan su estado original las laterales, ya que la central como podrán observar los visitantes es de planta cuadrangular y construcción posterior. La nave central está dividida en cinco tramos mediante arcos de medio punto. En este tramo se encuentra, alternando, unas hermosas ventanas ciegas con unos vanos que se abren al exterior en talud.
Las naves están separadas por pilares de sección cuadrada. Cada pilar tiene adosadas cuatro semicolumnas circulares, cuyo fin es dar sustento a los arcos formeros y transversales. Estos arcos son de medio punto en la nave central, y ligeramente apuntados los situados en las naves laterales. La cubierta es de madera, a dos aguas.
La nave lateral sur presenta las mismas características que la norte, aunque con ciertas diferencias motivadas por estar adosado a ella al antiguo monasterio, que comunicaba con la iglesia por una puerta de gran valor arquitectónico, que hasta hace poco estuvo tapiada.
En cada cuerpo lateral se abre una ventana semicircular de hermosa construcción, habiendo encima de cada una un rosetón. Cada ángulo lateral de la fachada acaba en un campanario: el del lado norte conserva su forma originaria, el del lado sur está modificado.
En cuanto a la decoración interior cabe reseñar los capiteles decorados fundamentalmente con motivos vegetales, y una serie de pinturas, localizadas en las paredes interiores en el año 1970, bajo una capa de cal, y que, en la actualidad, lamentablemente están en mal estado debido a la fuerte humedad del templo. Se desconoce cuando fueron pintadas y el abanico temporal asignado es demasiado amplio, entre la época medieval y el siglo XVII. Se trata de ocho lienzos de estilo gótico-flamenco, que mediante su personificación, representan la muerte y los siete pecados capitales. En estas representaciones se contrastan los vicios, instigados por demonios (por ello su asociación con la muerte), con las virtudes o remedios. Estos frescos serían utilizados por los monjes a la hora de predicar y hacer llegar su mensaje a los fieles. Su origen podría encontrarse en los intercambios culturales propiciados por el Camino de Santiago.
Este ciclo pictórico representa con escenas teatrales, los vicios que todo cristiano debería evitar. El sermón eucarístico se vería apoyado de manera visual con imágenes que recurren a la realidad de la época para representar una codificación moral.
Cada uno de los siete paneles se componen de dos figuras que aluden a la presentación de la virtud o buena conducta y a la del vicio. La contraposición entre unas y otras se realiza mediante las posiciones de las figuras, como la disposición de las manos en jarras del caballero que alude a la soberbia en contraposición de los brazos abiertos de la figura femenina que lo acompaña.
El pecado adscrito al sexo femenino se alude en la mayor parte de los paneles donde la mujer encarna la personificación de los vicios como en el de la ira donde una dama ataviada con los ropajes de la época se clava armas en su cuerpo poseída por un demonio que se encuentra a su espalda. También la envidia representada por una mujer que se tapa los ojos pero que mira por el rabillo del ojo como gesto que alude a la incapacidad de ver las alegrías y logros de las personas.
En el caso de la pereza es el hombre que alude a un carpintero que se ha quedado dormido en un banco y cuya desidia ha provocado que un caldero con brasas queme sus pies.
Investigadores, como Cristina Cabada, aseguran que en el mural aparece una figura singular y de representación poco habitual: la personificación de la penitencia, enmascarada en las figuras de algunas virtudes que se oponen a los pecados. Teniendo en cuenta que la penitencia se compone de contricción, confesión y satisfacción, encontraríamos estas tres cuestiones bien diferenciadas, así la contricción o dolor por el pecado cometido se representaría en algunas virtudes que tuercen la boca en gesto de amargura, al tiempo que brotan lágrimas de sus ojos; la confesión se simbolizaría a través del color claro y limpio de su indumentaria, mientras que las atisfacción e la penitencia se reflejaría tanto mediante la mortificación del cuerpo (vemos las disciplinas y cinturones de cuerda que llevan las virtudes), como con la oración, representada por su gesto de plegaria con las manos y por lo que pareceser un rosario, que portan en sus manos.
En el exterior, la decoración de la fachada presenta unos rosetones y pequeñas ventanas románicas que flanquean el pórtico principal que se adapta al relieve del terreno, dando una ligera impresión de desequilibrio.
En los cilindros de los ábsides vemos una decoración austera sobre hiladas sobresalientes. En esta zona la única decoración que localizamos es la de los canecillos que sustentan la cornisa.
En la fachada principal del templo aún podemos contemplar su bello pórtico, en el que los expertos han identificado similitudes con el famoso Pórtico de la Gloria de la catedral compostelana. Este pórtico da acceso a la iglesia y vemos como presenta una forma abocinada por tres pares de columnas acodilladas con figuras, que según algunos autores representan los Apóstoles, están alzadas sobre plintos y basas y rematadas en altura por capiteles decorados con motivos vegetales y bolas, en algunos casos con la representación de una cara. Esta serie de personajes orantes, que por sus vestiduras podrían personificar las jerarquías eclesiásticas, bien podrían hacer alusión a los bienaventurados, que otros identifican con los Ancianos del Apocalipsis. Sobre estos elementos encontramos tres arquivoltas con la representación de numerosos personajes. La arquivolta exterior tiene 28 dovelas, dos de ellas decoradas con elementos geométricos y las 26 otras con personajes que muestran las palmas de sus manos. Estos personajes han venido siendo interpretados como los ”ancianos del apocalipsis”. La arquivolta media contiene 15 personajes.
En el tímpano encontramos siete figuras, de ellas destaca el personaje central, el Salvador, que porta un báculo y con la expresión de estar bendiciendo. Los personajes que aparecen a sus lados muestran libros o señalan con el índice para fijar la atención sobre él. Estos personajes podrían ser apóstoles o miembros destacados de la orden benedictina.
Según algunos autores, en los relieves de esta iglesia se pudo haber inspirado el Maestro Mateo para su composición del Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago.
El muro lateral norte está compuesto de cinco contrafuertes unidos en arco. El muro de la parte sur está dividido por tres pilares y dos grandes contrafuertes, recorrido por un alero a mediana altura que nos indica que este muro estuvo adosado al antiguo monasterio. Es en este muro donde se encuentra la puerta descubierta en al año 1975, adornada con cuatro columnas decoradas con motivos geométricos y flores de lis en sus fustes y acabados con diversos motivos, completan el trazado arquitectónico de esta hermosa puerta.
Esta portada presenta tres arquivoltas, decoradas de dentro a afuera con pequeños botones florales, líneas de zigzag y motivos esculpidos de aves y vegetación
Los capiteles que vemos en esta potada son de difícil descripción pues están muy deteriorados, pese a lo cual se observa una escena con centauros sagitarios lanzando sus flechas contra una arpía sita en el borde del capitel.
En las jambas encontramos la figura de un obispo y justo en frente la de San Bieito que parece llevar un báculo en la mano izquierda, mientras que con la derecha de sujeta su propia garganta. Otros autores interpretan que lo que está en su mano es el libro de su Orden.
En el tímpano vemos una mesa que recuerda a la Última Cena, en la que faltan comensales, pues se pude ver a Jesucristo en el medio y tres apóstoles a su izquierda y otros tres a su derecha que señalan a Jesús con su dedo extendido. Todos aparecen tras la mesa del banquete, cuyo borde libre se decora con un zig-zag. Las vestiduras y pies de los participantes aparecen bajo el tablero de la mesa.
Según algunos autores, la Última Cena que podemos ver aquí representada tiene ciertas características que la aproximan a la que, sobre el mismo asunto, hizo Leonardo da Vinci. Así, la representación que vemos en este tímpano, se constatarían las paulas que caracterizan la obra de Leonardo, dentro de una corriente filosófica que llegó al Renacimiento. En este sentido, cabe recordar que Leonardo sigue las bases de la tradición cátara que entre otras cosas, considera que en la mesa de la Última Cena no habría un cordero, el alimento tradicional de la Pascua judía, sino aquellos alimento que estaban autorizados por la fe cátara: pan, vio, pesado, naranjas, sal y agua. Tampoco aparecería el cáliz, el Santo Grial.
Además, en este caso, en el relieve de San Xiao de Moraime vemos que los apóstoles aparecen, a diferencia de Jesús, sin nimbo.
Por otro lado, es conocida una leyenda de tierras cátaras sobre la descendencia de Cristo, María Magdalena, y la línea de sangre real salida de esta unión. En la puerta sur de Moraime, en los fustes de los dos pilares centrales, el boaz y el jaquin del Templo, aparecen en uno el zig-zag de origen sajón, las lineas ^^ que marcan el carácter femenino y el masculino que forman en su unión el sello de Salomón, la estrella de David. El símbolo de Venus y de lo sagrado femenino. En otro fuste, nada menos que la flor de lis, marca de origen de los canteros que trabajaron en Moraime, y señal de la linea sagrada, la sangre real, el Santo Grial, Sángreal.
Para el del frente interior, el tema elegido fue un Agus DeiI sostenido por ángeles en postura de genuflexión.
También encontramos dos torres con campanarios a ambos lados de la fachada, de los cuales el de la izquierda conserva grandes rasgos de la torre primitiva. En el interior adosado a la fachada se encuentra un porticado más moderno que esconde un pórtico románico de gran belleza escultórica. La torre del ángulo Norte de la fachada está formada por dos paralepípedos rectángulos superpuestos. En el superior se abren cuatro arcos de medio punto donde están situadas las campanas y con una cubierta a cuatro aguas. Por el contrario, la torre del ángulo sur de la fachada fue modificada en época barroca, presentando actualmente tres cuerpos: uno inferior con apenas dos troneras, uno intermedio de planta cuadrada con aberturas en arco de medio punto para las campanas y uno superior formado por una linterna de planta octogonal.
Por otro lado, en el exterior de la iglesia, frente a ella, en la parte sur de la fachada, se encuentra un edificio, del siglo XVIII, que sustituyó inicialmente al antiguo monasterio para terminar convirtiéndose en casa rectoral. Hoy en día conforma el Hostel Monasterio de Moraime.
Al lado del muro sur de este campo pasaba el Camino Real que se dirigía hacia Muxía.
En las proximidades de la zona se encontraron restos de una necrópolis, posiblemente romana o visigótica que nos hace pensar en la existencia de una posible ermita de orígenes prerrománicos. Además se encontraron otros materiales de época romana, visigótica y bajomedieval.
En concreto el yacimiento romano-medieval de Moraime fue escavado por Chamoso Lamas en 1972, y fruto de esta campaña se pudo localizar un hipocausto, sistemas de calefacción subterráneo, cerámica, tejas, monedas de época imperial y diversos objetos de vidrio y adornos.
Un crucero en el campo que rodea la iglesia completa este excelente conjunto histórico-artístico. La necrópolis de inhumación, de la época altomedieval, presenta tumbas construidas con bloques de granito irregulares con pequeños calzos de piedra.
También cabe citar la fuente de Moraime, totalmente abandonada en la actualidad pese a tratarse de uno de los tres ejemplares que se conocen en el mundo de la tipología denominada “Meta Sudans”, o “fuente de elevación”, como la de Roma, ya desaparecida y que le dio nombre a las otras, o la de la ciudad romana de Djemila, en Argelia, que es Patrimonio de la Humanidad. La fuente de Moraime estaba formada por una base pétrea circular, de nos dos metros de diámetro, y tenía un estanque así como un elementos uperior de carácter decorativo.
El cementerio de San Xiao de Moraime
Próximo a la iglesia se encuentra un curioso cementerio, bueno según los vecinos son dos: el viejo y el nuevo.
En el llamado cementerio viejo se encuentra un mausoleo, obra del escultor gallego Francisco Asorey, que resulta cuanto menos curioso. Este mausoleo coronado por un busto de Don Juan Bautista Durán Insua, que fue párroco de San Xiao de Moraime, está compuesto por una parte trasera, inapreciable debido a encontrarse en una hornacina, y el busto que muestro el rostro del citado párroco, en un estilo realista. Por si fuera poco este atractivo llama también la atención la curiosa inscripción que figura en el frente del nicho:
“Es propiedad de D. Juan Bta. Durán Insua párroco de esta feligresía y deja prohibido tanto a herederos como a extraños el que en ningún tiempo usen y usurpen esta propiedad R.I.P.”
Sin duda, tan curioso como ilustrativo sobre la personalidad del párroco.
¿Qué hacen varias piezas de San Xiao de Moraime en el Pazo de Meirás?
Parece confirmado que en el coruñés Pazo de Meirás, residencia vacacional del dictador Francisco Franco durante los 40 años que rigió los destinos del estado español, se localizaron dos pilones bautismales, datados como originarios del siglo XII.
Parece ser que a principios de la década de 1960, la esposa de Franco, Carmen Polo, habría visitado la iglesia de San Xiao de Moraime, quedando prendada de dos hermosos pilones bautismales que se encontraban en el patio del templo. Como fruto de ello, y parece ser que sin oposición por el párroco de turno, ambas piezas de gran valor histórico y artístico pasaron del templo para el que originalmente se construyeron, a formar parte de la decoración del Pazo de Meirás.
Conclusiones
Del Monasterio de Moraime, del siglo XI, perteneciente a la orden de San Benito, hoy en día tan solo nos queda como elemento visible la iglesia, del siglo XII.
El monasterio de Moraime, que sin duda jugó un protagonismo esencial en la difusión de la leyenda jacobea de Muxía, representó también un importante papel en la acogida de los romeros que, desde Santiago de Compostela, se acercaban al santuario de A Virxe da Barca. El rey Alfonso VII, gran protector del monasterio -no en vano se refugió en él frente a las acechanzas de Doña Urraca y Alfonso el Batallador bajo la protección de Gelmírez y el conde de Traba- señala, en el privilegio que le concedió en la persona de su abad Ordoño (1119), la gran labor que desempeñaba el cenobio en la atención de pobres y peregrinos: “[…] et ut proficiat ad victum et substentanionem monachorum pauperum et hospitum peregrinorum adveientum […]”
Debemos resaltar el serio deterioro del ciclo mural, si bien hay que decir también que el Concello está tratando con la Dirección Xeral de Patrimonio de la Xunta de Galicia, la forma de proceder a su conservación y restauración.
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Referencias
Monasterios románicos del ámbito de la Costa da Morte. De Ferrín González, J.R.
https://concellomuxia.com/es/item/san-xiao-de-moraime/
https://www.elcorreogallego.es/hemeroteca/pinturas-peligro-extincion-PHCG473792
https://www.estudioshistoricos.com/
https://galiciapuebloapueblo.blogspot.com/2018/01/san-xiao-de-moraime-muxia.html
https://onosopatrimonio.blogspot.com/2011/07/romanizacion-de-galiza.html
https://patrimoniogalego.net/index.php/2694/2011/07/igreja-de-moraime/