Los orígenes de este grupo social se remonta al siglo IV a.C, cuando los jinetes de Asia central descubrieron que usando unos apoyos para los pies, colgados de los flancos del caballo, aumentaban su estabilidad y su capacidad de maniobrar al liberar las manos, que hasta entonces se usaban para sujetarse al animal y sostenerse sobre él.
Guerreros de la estepa como los hunos usaron con gran eficacia estos apoyos, los estribos, y también los emplearon algunos pueblos germánicos. Ello les confirió superioridad en sus enfrentamientos con el Imperio Romano. Las legiones romanas, que en el siglo V d.c seguían considerando la caballería como una mera tropa auxiliar de la infantería legionaria, no supieron adaptarse a las nuevas tácticas y sucumbieron.
A comienzos de la Edad Media, en el siglo VIII, la caballería militar, ya con el estribo y la silla de montar integrados con eficacia, comienza a convertirse en la principal fuerza de combate.
Cuando los normandos (vikingos), dirigido por Guillermo el Conquistador invaden Inglaterra (900), se necesitaban muchos y preparados hombres para proteger las tierras. Inicialmente, los hombres jóvenes hacían juramentos de fidelidad para proporcionar su servicio militar para proteger a un señor o noble.
Con el tiempo estos hombres de servicio guerrero comenzaron a acumular riquezas y adquirieron su propia tierra lo que les permitió pagar los suministros necesarios para llevar a cabo campañas militares y mantener sus propios hombres ejércitos. En poco tiempo, los caballeros eran una clase de nobleza a todos a sí mismos.
En el siglo XI el caballero alcanza una situación predominante en la escala social y un esto privilegiado en la batalla. Desde el siglo XI hasta el siglo XV, la caballería vive una auténtica edad dorada, en a que se destacan valores como el honor, la fama y la honra.
La época medieval fue dominada por el sistema feudal y el papel de los caballeros medievales fue muy destacado, tanto que cuando pensamos en la época medieval el primer pensamiento a menudo que nos llega es el de los caballeros medievales y sus damas. El deber de un caballero medieval era aprender a luchar, a manejar las armas, para poder así servir a su señor feudal de acuerdo con el Código de la Caballería. La edad media fue una época muy violenta en la historia europea, donde el caballero medieval era un “animal de combate”.
Su estatus se consolidó gracias al uso de símbolos y ceremonias públicas en las que el señor les daba su ayuda y aprobación, que consistía en posar la espada o la mano en el hombro del caballero. Con el reconocimiento de este estatus especial, del caballero se esperaba que luchara por su señor y defendiera a aquellos grupos, como el clero y los pobres, que le habían confiado su protección.
Inevitablemente, la conducta de los caballeros no siempre se adecuaba al código caballeresco. Hacia el final del período medieval, sobre todo, las obligaciones feudales se mezclaron con los acuerdos monetarios. En el s. XIV, cobraban por sus servicios, e incluso ellos mismos podían pagar un impuesto en lugar de prestar su ayuda. Con todo, los caballeros siguieron siendo una élite social y militar.
El caballero medieval fue uno de los tres tipos de hombres de guerra durante la Edad Media: caballeros, soldados de infantería, y arqueros. El caballero medieval era el equivalente del tanque moderno. Estaba cubierto de varias capas de blindaje, y era muy difícil enfrentarlo, y menos aun de a pie o de parado. Generalmente eran de una familia de buena posición económica, pues era sumamente caro conseguir las armaduras y el caballo ideal para la batalla. El caballo de batalla podría costar el equivalente hoy de un automóvil.
Convertirse en un caballero era parte del acuerdo feudal. A cambio de su servicio militar, el caballero recibía un feudo. En la Baja Edad Media, muchos caballeros prospectivo comenzó a pagar “dinero de protección” a su señor para que no tendría que servir en el ejército del rey.
No había muchas formas en que una persona podía convertirse en un caballero, o era hijo de otro caballero, hijo de una familia aristocrática o bien había tenido una acto de valentía y honor en el campo de batalla, pero normalmente eran hijo de un un caballero o de noble que desde niño, de unos ocho años de edad, era enviado para que sea preparado en arte de guerrear.
Pasaba mucho tiempo fortalecimiento su cuerpo, practicando lucha libre y montando a caballo. Aprendía a luchar con una lanza y una espada. Practicaba golpeando sobre una bolsa pesada con forma humana colgada de una cuerda. Por otro lado también recibía instrucción intelectual, a leer, escribir, lenguas como latín y francés, a bailar, cantar y a comportarse en la corte frente a un rey.
A los 15 años podría convertirse en escudero al servicio de un caballero. Sus deberes incluían vestir al caballero en la mañana, servir las comidas al caballero, cuidar el caballo, y también la limpieza de la armadura y sus armas. Acompañaba al caballero a todos los torneos y ayudaba a su señor en el campo de batalla.
Los caballeros tenían un “código” por el que se comprometían a defender a los más débiles, ser cortés con todas las mujeres, ser leal a su rey, y servir a Dios en todo momento.
En el siglo XV, el último de la Edad Media, las cosas empieza a cambiar y el tiempo de los Caballeros inicia una lenta pero irreversible decadencia. El inicio de la nueva época está marcado por la aparición de la pólvora y las armas de fuego. Con la artillería los jinetes pueden ser derribados a larga distancia; frente a lo cañones y los mosquetes, de esta manera una carga de caballería deja de ser eficaz.
Nota: imagen de http://lacavernadelescriba.blogspot.com/2016/11/el-caballero-medieval.html