Dirigimos nuevamente nuestro camino en la senda de los castros que podemos encontrar en tierras gallegas. En este caso nos acercaremos al lugar de Armeá, en la parroquia de Augas Santas, en el concello de Allariz, en la provincia de Ourense.
Allí nos encontramos con el castro de Armeá, un complejo que tuvo ocupación inicial entre los siglos IV a III a.C. Mantendría ocupación hasta el siglo IV d.C. pero ya estaba para entonces muy romanizado.
También es conocido como Cibdá de Armeá.
Contexto histórico
La Edad de Hierro es una de las etapas más emblemáticas y mejor estudiadas de la arqueología gallega, donde se documenta una forma de asentamiento que dio nombre a la conocida como Cultura Castrexa. Y si bien se cuentan por millares el número de estos asentamientos, tan solo un centenar han sido excavados y estudiados.
Características del castro de Armeá
Se encuentra muy próximo del santuario de Santa Mariña de Augas Santas. Se eleva a unos 545 metros sobre el nivel del mar. Se encuentra en torno a las cimas Outeiro dos Pendóns y Outeiro dos Fornos.

Panorámica castro de Armeá
Se trata de un castro, de forma ovalada, que tiene una superficie de 4,8 hectáreas. Cuenta con dos reductos: uno exterior que mide 452 metros de longitud por 247 metros de anchura máxima; y otro interior de 378 por 115 metros.
Cuenta con una muralla defensiva de piedra, con aparejo irregular y muy poco labradas. El perímetro del externo es de 1239 metros y el del interno de 948 metros, y cuenta con una altura que oscila, según el tramo entre los 3 y los 5 metros, llegando en varios puntos a contar con una anchura de 3 metros.
Podemos diferenciar dos espacios, la zona más alta, donde encontramos el poblado, y una serie de terrazas en la zona noroeste, formadas por un entramado de calles, redes de saneamiento, canales de evacuación de aguas pluviales, etc.
Se estima que debió acoger en su día numerosas casas, mayoritariamente circulares, con aparejo poligonal.
En la zona se encuentran varios espacios habitacionales, que van desde la Atalaya, situada al norte, con una calle central, pavimentada de piedra y varias domus o casas romanas.
La domus de Hexáscele contaba con un patio central con columnas en torno a las cuales había diferentes estancias.
La domus da Roseta se ubica al sur.
La Domus dos Pináculos, consiste en una casa con atrio y estructura central a para la recogida de aguas. En torno a ella había una cocina y espacio para los dioses de la casa.
Además, en el denominado Monte do Señoriño se descubren en 2011 por un vecino de la aldea de Armeá unos escalones en la roca que formaron parte de una vivienda con varias estancias. Está a pocos metros del castro de Armeá y fue abandonada en el siglo II d.C.
En su última época, el castro de Armeá fue una auténtica ciudad romana emplazada en el rural.
Por otro lado, próximo al castro, se encuentra un lugar conocido como As Pías o Baños de Santa Mariña, según Vicente Risco. Se trata de dos piedras labradas en un afloramiento granítico. La mayor tiene forma rectangular y en ella conserva un buen caudal de agua durante todo el año, y cuenta con dos cazoletas circulares, una en la cabecera y otra en un lateral. La singularidad de esta construcción podría derivar, según la opinión de Conde Valvís, en que tal vez funcionase como prensa de aceita de oliva.
Este magnifico castro fue declarado Monumento Histórico Artístico en el año 1963, y con posterioridad accedió también a la categoría de Bien de Interés Cultural (BIC).
Excavaciones del castro de Armeá
El yacimiento se encuentra muy alterado debido a la proximidad de viviendas y numerosas fincas que presentan muros de mampostería que aprovecharon muchos de los sillares y piedras de las construcciones originales.
Las tareas de excavación se iniciaron en la década de los años 50 del siglo pasado. En concreto, la zona más antigua fue excavada en el año 1957, a cargo de Francisco Conde Valvís, posibilitando la identificación de estructuras romanas sobre otras anteriores de tradición castrexa. En esta campaña de excavación se encontraron varios espacios habitacionales y calles pavimentadas, así como numerosos restos materiales, tanto indígenas como romanos, y que actualmente podemos ver en el Museo Arqueológico de Ourense.
Entre los artículos encontrados, muchos de ellos cerámicos o metálicos, destacan especialmente los torques, las monedas romanas.
También hay que hablar de la campaña de excavación realizada en el período 2011-2014, en la que se produjo un valioso hallazgo arqueológico en el lugar conocido como Monte do Señoriño e interpretado como los restos de un posible santuario castrexo. Un vecino de la aldea de Armea lo encontró cuando buscaba un marco de una de sus propiedades, a pocos minutos de la Cibdá de Armeá.
En esta campaña también destaca la aparición de nuevos elementos materiales como piezas de vidrio galaico-romano, cerámica fina y objetos de un telar, además de unas cincuenta piedras de forma circular con esvásticas, piedras de jambas ornamentadas, cerámicas lisas y decoradas con incisiones y clavos de hierro. La estrella de los hallazgos, no obstante, hay que otorgárselo a una figura conocida como el guerrero alaricano, y que es un raspador para pieles en donde aparece un dibujo de una figura antropomorfa con el pelo encrespado y con un arma en cada mano.
Diferentes campañas fueron aportando información sobre este castro, y en el caso de la décima, que tuvo lugar en el año 2011, dirigida por David Pérez y Celso Barba, se pudieron localizar estructuras de ocupación previa.
En la campaña de 2014 se descubrió una domus romana con habitaciones y un patio exterior cubierto, además de varias piezas cerámicas, fíbulas, amuletos, etc.
En las excavaciones del año 2016 se pudo dejar completamente al descubierto la “domus sur” o la “domus de la roseta”, una de las casas grandes del yacimiento, de la que se identificaron dos atrios y columnas.
En esta excavación los arqueólogos también descubrieron una calle diagonal que delimita la casa antes citada, además de trabajar en una segunda casa grande, la denominada “domus norte”.
En estos trabajos se localizaron numerosos restos como fragmentos de cerámica, tégulas romanas, una pieza de vidrio millefiori, de origen italiano, una moneda romana, varios bronces y una cuenta de collar, entre otros objetos.
En el año 2018, durante la quinta campaña de excavación, a cargo de Adolfo Fernández, en la Atalaya se encontró una inscripción en dos piedras, con el texto: MAX, que según lo arqueólogos podría hacer referencia al propietario de la vivienda.
En la campaña de 2021 salieron a la luz fragmentos de vidrio, metales de bronce y hierro, varias joyas, calderos y remachas, pero la figura más importante hallada, se trata sin duda de una cabeza antropomorfa del siglo I d.C. Lo importante de esta pieza es además que es una de las pocas cabezas que se han localizado en tierras gallegas, siendo la mayoría de ellas de guerreros.
En el año 2022 se pudo localizar una estela funeraria.
Y en el 2023 al fin se localizaron los primeros vestigios de un poblado castrexo de la Edad de Hierro, al localizar en niveles muy inferiores, a casi tres metros de profundidad, una casa redonda circular.
Además, en esta última excavación se pudieron localizar también restos de una pequeña fortificación o castillo de época medieval, que podría ser la torre que aparece en el escudo de la parroquia de Santa Mariña.
Ya en 2025 arrancó la décimo cuarta campaña, dedicándose sobre todo a la zona este del yacimiento.
Como resumen, hay que destacar, entre los restos indígenas encontrados en todas estas excavaciones, los siguientes:
- Más de 50 piedras de forma circular decoradas con esvásticas
- Piedras de jambas ornamentadas y decorativas
- Cerámicas lisas y decoradas con incisiones
- Pájaros de agua
- Escarias y clavos de hierro
- Dos estatuas de guerreros galaicos, con cinturones y brazaletes
- Dos cabezas humanas de las llamadas trofeo.
Y entre los hallazgos romanos señalar las inscripciones aparecidas en los pueblos inmediatos al castro; además de fragmentos de cerámica (terra sigillata), vidrios, fustes, capiteles y bases de columna, 3 monedas y varios denarios (uno de la familia Furia del año 104 d.C, otro de los césares Cayo y Lucio, hijos adoptivos de Augusto; y un tercero del emperador Galieno del año 253).
Curiosidades sobre el Castro de Armeá
En primer lugar, vamos a conocer muy por encima la leyenda de Santa Mariña.
Cuando Olibrio, prefecto romano, conoció a Mariña, una huérfana pastora, este se enamoró perdidamente de ella. Ante su resistencia y a la negativa de abandonar la doctrina cristiana, la joven Mariña, padeció numerosos martirios, pero ninguno consiguió cambiar la idea de esta santa que, además milagrosamente, a los tres días estaba totalmente sanada de sus calamidades.

Santa Mariña
Así fue encerrada, colgada, herida con peines de hierro e incluso atada y lanzada a un estanque. La intentó quemar en un horno, pero fue salvada por San Pedro que la refrescó en una pila cercana. Por último, la mandó decapitar y su cabeza rebotó tres veces en donde surgieron tres manantiales de aguas cristalinas. Esto acaeció sobre el año 139 d.C.
No podemos dudar de la existencia de una historia remota relacionada con esta leyenda, dada la gran cantidad de restos arqueológicos de diversas épocas que se diseminan por la zona. Aparte del santuario, encontramos diversos petroglifos, un castro, penedos legendarios, pilas seculares, y una basílica románica inacabada que contiene una cripta templaria bajo el suelo en la cual podría haber los restos de una Pedra Formosa o lo que es lo mismo una sauna, horno prerromano o “monumento con forno”. En la leyenda se conoce como O Forno da Santa y según ella fue en donde se intentó quemar a la santa.
Además, en este castro abundan las leyendas sobre mouros, unos seres mitológicos gallegos que forman parte del imaginario popular y de la tradición oral gallega. Se les suele describir como unas criaturas sobrenaturales que bien en cuevas, montes y castros, y suelen vincularse con la construcción de monumentos megalíticos y estructuras antiguas. Su principal función sería ejercer como guardianes de tesoros ocultos.

Mouros
En este sentido, se cuenta que en tiempos de Zeudio, en una peña muy alta, de unos diez metros había un mouro que vigilaba si venían los romanos; en cuanto los veía tocaba la trompeta. Se dice que en esa peña, dado que está hueca, habría numerosas riquezas, pero si alguien las quisiese quitar, lo que haría es provocar la explosión de la parroquia de Santa Mariña.
Conclusiones
Fue en su día una ciudad castreña con dos zonas limitadas: una, la zona más alta en la cima, compuesta por el poblado Castreño Galaico, y otra, las terrazas del noroeste, formadas por un entramado urbano con calles pavimentadas, redes de saneamiento, canales de evacuación de aguas pluviales, casas circulares compuestas por dos pisos de altura, atrios porticados y obras de cantería.
Formaba así una pequeña ciudad rural romana de la Gallaecia del siglo II d.C.
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Referencias
https://galiciaencantada.com/lenda.asp?cat=17&id=426
https://www.galiciamaxica.eu/galicia/ourense
https://historiadegalicia.gal/2016/07/cidade-romana-que-xurdiu-entre-os-carballos/
https://trotandomundos.com/cibda-de-armea/














