Sin duda el antiguo Egipto es una fuente inagotable de temáticas de interés, no en vano, tras varios milenios, esta civilización nos dejó un legado, tan amplio y tan interesante, que podríamos estar publicando continuamente historias de interés.
En esta ocasión nos acercamos a la figura de un faraón diferente, un faraón atípico en aquellos tiempos, un faraón que fue un auténtico revolucionario que impulsó cambios radicales en la historia de Egipto, sobre todo en el ámbito religioso.
Hoy nos fijamos en la figura de Akenatón, el faraón revolucionario.
Empecemos conociendo algo sobre su biografía.
Biografía de Akenatón
Neferjeperura Amenhotep, también conocido como Amenofis IV, o como “Akhenatón”, “Ajenatón”, “Ecnatón” o “Ijnatón”, nombres que se pueden traducir como: “con éxito para”, o “de gran utilidad para” … el Dios Atón, fue el décimo faraón de la XVIII Dinastía del Imperio Nuevo de Egipto.

Amenofis III
Nació en torno al año 1372 aC. Era hijo del poderoso faraón Amenofis III y de su esposa real Tiyi. Originalmente, no era el heredero designado por su padre para sucederle, ya que ese puesto le correspondía a su hermano mayor, Tutmose, un sumo sacerdote de Memphis. Sin embargo, debido a circunstancias desconocidas, Tutmose murió durante el gobierno de su padre y Amenhotep IV accedió al trono. Desde el momento en que fue considerado el príncipe heredero, gozó de una situación privilegiada.

Tiyi
Apenas hay información sobre su infancia y juventud. Se cree que pudo formarse con Amenhotep, hijo de Hapu, una personalidad destacada de la corte de su padre, y también por su madre Tiyi.
El físico de Akenatón es una de sus muchas peculiaridades, abriendo el debate sobre una enfermedad degenerativa o su verdadero sexo.
Lo más probable es que asumiese la corregencia muy pronto, dada la avanzada edad y enfermedad de su padre.
Llegaría al trono a la muerte de su Amenofis III, momento en el que nuestro protagonista tendría unos 18 años de edad. Fue coronado en Karnak, donde adoptó el nombre de Nefer-kheperure Uaenre.
Contrajo matrimonio con Nefertiti, retratada por diversos historiadores como una mujer de gran belleza física.

Nefertiti
El faraón también contrajo nupcias con Kiya, quien obtuvo el título de la “amada esposa”. Con ella tuvo su único hijo varón, Tutankhatón, quien más tarde lo sucedió como rey. Pero pruebas de ADN realizadas mucho tiempo después indicaron que este era fruto de una relación de Akenatón con una de sus hermanas y no con ella.
Akenatón podría haber tenido siete u ocho hijos según las inscripciones. Los egiptólogos están bastante seguros acerca de sus seis hijas, que están bien atestiguadas en las representaciones contemporáneas. La Gran Esposa Real Nefertiti fue la madre de esas seis princesas:
- Meritaton, nacida el primer o segundo año de reinado.
- Meketaton, nacida al año siguiente que su hermana. Falleció en torno al decimocuarto año de reinado.
- Ankesenpaatón, nacida entre el cuarto o quinto año de reinado.
- Neferneferuatón-Tasherit, nacida entre el séptimo u octavo año de reinado y fallecida entre los últimos tres años de reinado.
- Neferneferure, nacida entre el octavo y décimo año de reinado y fallecida antes del final del reinado de su padre.
- Setepenre, nacida entre los años décimo y decimosegundo y fallecida poco después.
Así, desde el décimo segundo año hasta el final del reinado de Akenatón, Meketaton, Neferneferuatón-Tasherit, Neferneferure y Setenpenre fallecen; decesos que pueden estar relacionados con el bajo índice de esperanza de vida de todas las sociedades preindustriales, pero también con la peste que asoló buena parte del Próximo Oriente en estos años y que mencionan numerosas fuentes.
Algunos historiadores, como Edward Wente y James Allen, han propuesto que Akenatón tomó a algunas de sus hijas como esposas o consortes sexuales para engendrar un heredero varón. Si bien esto se debate, existen algunos paralelos históricos: el padre de Akenatón, Amenhotep III, se casó con su hija Sitamun, mientras que Ramsés II se casó con dos o más de sus hijas, aunque sus matrimonios podrían haber sido simplemente ceremoniales. En el caso de Akenatón, su hija mayor, Meritaten, está registrada como Gran Esposa Real de Smenkhkare, pero también aparece en una caja de la tumba de Tutankamón junto a los faraones Akenatón y Neferneferuaton como Gran Esposa Real.
El hecho de que Akenatón se hubiese casado con su hija y su hermana no es tan llamativo en las dinastías egipcias. Cleopatra, por ejemplo, también estuvo casada con uno de sus hermanos. Ahora bien, no estamos seguros de qué tipo de matrimonio fuese. Ben podría ser una cuestión administrativa o política, que nada tuviera que ver con una relación sexual.
La muerte de Akenatón se produjo en el decimoséptimo año de su reinado, por lo que se calcula que falleció entre los 30 y 36 años de edad.
Akenatón fue enterrado en la tumba que se hizo construir, llamada la Tumba Real de Amarna. La orden de construir la tumba y enterrar al faraón allí se conmemoró en una de las estelas que delimitan los límites de la capital: “Que se me haga una tumba en la montaña oriental [de Akhetaten]. Que se haga mi sepultura en él, en los millones de jubileos que Atón, mi padre, decretó para mí.”
En los años posteriores al entierro, el sarcófago de Akenatón fue destruido y dejado en la necrópolis de Aketatón; reconstruido en el siglo XX, se encuentra en el Museo Egipcio de El Cairo a partir de 2019. A pesar de dejar atrás el sarcófago, la momia de Akenatón fue retirada de las tumbas reales después de que Tutankamón abandonara Aketatón y regresara a Tebas. Lo más probable es que se haya trasladado a la tumba KV55 en el Valle de los Reyes, cerca de Tebas. Esta tumba fue profanada más tarde.
Los restos del antiguo faraón egipcio fueron destruidos, debido a que sus sucesores no querían dejar ningún rastro de Akenatón ni de su familia.
El final de la vida de Akenatón sigue siendo un misterio. Su momia nunca ha sido encontrada, y las circunstancias exactas de su muerte siguen sin esclarecerse. Tras su fallecimiento, su sucesor fue Smenkhkare, quien también tuvo un reinado efímero. Finalmente, el trono fue ocupado por Tutankhamón, cuyo reinado marcó el fin de la era de Akenatón y el regreso a las antiguas tradiciones religiosas.

Máscara de Tutankamón
Contexto histórico y religioso del momento
Para entender las motivaciones políticas detrás de esta decisión, es importante tener en cuenta el contexto histórico y religioso de la época. El Antiguo Egipto era una sociedad profundamente religiosa, en la que los dioses desempeñaban un papel crucial tanto en la vida cotidiana como en la política. El panteón egipcio estaba compuesto por una amplia variedad de dioses y diosas, cada uno con atributos y funciones específicas.
Antes del ascenso de Akenatón, Egipto era un imperio poderoso y consolidado, gobernado por una estructura política, religiosa y social profundamente arraigada. Durante siglos, el culto politeísta había sido el eje central del sistema egipcio. Entre todos los dioses, Amón ocupaba un lugar privilegiado, no solo como deidad principal de Tebas, sino también como símbolo del orden divino que legitimaba el poder del faraón.
La XVIII dinastía, a la que perteneció Akenatón, fue uno de los momentos de mayor esplendor del Imperio Nuevo. Durante este periodo, Egipto amplió sus fronteras desde el Éufrates hasta Nubia, consolidando su influencia mediante campañas militares, comercio y diplomacia. Faraones como Tutmosis III o Amenhotep III no solo extendieron el imperio, sino que también promovieron grandes proyectos arquitectónicos y reforzaron el papel del faraón como hijo y mediador de los dioses.
El clero de Amón, con centro en los templos de Karnak, se convirtió en una de las instituciones más poderosas del país, controlando vastas propiedades, tributos y recursos. Su influencia era tal que en ocasiones rivalizaba con la del propio faraón. Aunque algunos monarcas, como el propio Amenhotep III (padre de Akenatón), comenzaron a favorecer formas de culto solar más universales, estas prácticas coexistían aún con el complejo panteón tradicional.
El reinado de Akenatón
Akenatón reinó, aproximadamente, unos 7 años, en el período comprendido entre 1353 y 1336 aC., dando inicio al período conocido como “período de Amarna”, por el nombre de la ciudad en la que fundó la nueva capital de su imperio “Ajetatón” o “Aketatón”
En los años de Akenatón en el poder, Egipto gozaba de una posición excepcional. El imperio era toda una potencia militar y estaba en la cúspide de su poder económico. Debido a esto, tanto el faraón Akenatón como su padre embellecieron sobremanera Egipto y construyeron durante su época la mayoría de los monumentos que podemos admirar en la actualidad.
Su reinado como Amenhotep IV duró cinco años. En el quinto año sufrió una profunda transformación religiosa, cambió su devoción del culto de Amón al culto de Atón y durante los siguientes 12 años abolió los ritos religiosos tradicionales de Egipto e instituyó la primera religión estatal monoteísta conocida del mundo y, según algunos, el propio monoteísmo. A Nefertiti le dio el título de Gran Esposa Real e igualdad de poderes. Juntos viajaron unos 320 kilómetros hasta llegar a lo que en la actualidad es Amarna, donde construyeron una ciudad.
Su reinado se conoce como el periodo de Amarna porque trasladó la capital de Egipto del enclave tradicional en Tebas a la ciudad que él mismo fundó, Aketatón, que más tarde se llamaría Amarna (o también Tell el-Amarna).
Amenhotep inició su reinado con un proyecto de construcciones, nunca mejor dicho, faraónicas. Las pirámides de Giza ya dominaban el desierto desde al menos un milenio antes, y era difícil competir con ellas, así que nuestro amigo eligió dedicarse a los templos para ir más allá. Su primera actuación fue el templo dedicado al dios Atón, el Disco del Sol o Disco Solar, una de las formas que tomaba Ra. Dicho templo fue construido vecino al templo de Amón, en Karnak.
Akenatón podría haber gobernado junto con Smenkhkare y Nefertiti durante varios años antes de su muerte. Según las representaciones y los artefactos de las tumbas de Meryre II y Tutankamón, Smenkhkare podría haber sido el corregente de Akenatón en el año trece o catorce del reinado, pero murió uno o dos años después. Es posible que Nefertiti no haya asumido el papel de corregente hasta después del año dieciséis, cuando una estela todavía la menciona como la Gran Esposa Real de Akenatón.
En el ámbito religioso.
Durante los primeros años de su reinado, Amenhotep IV mostró su predilección por una divinidad que se había ido desarrollando en los círculos palaciegos, al menos, desde el reinado de su abuelo Tutmosis IV: Atón.

Aton
Se trataba de una de las numerosas formas del dios Ra, el dios Sol, en concreto, el disco solar. Atón evoluciona desde este aspecto del dios Ra a una imagen novedosa en la que se le representa mediante un disco solar cuyos rayos terminan en manos que acarician exclusivamente al rey y a la reina, a los que otorga la vida y la prosperidad.
Como faraón, Akenatón se destaca por abandonar el politeísmo tradicional de Egipto e introducir el atenismo, o culto centrado en Atón. Los puntos de vista de los egiptólogos difieren en cuanto a si la política religiosa era absolutamente monoteísta o si era monolatría, sincretista o henoteísta. Este alejamiento cultural de la religión tradicional se revirtió después de su muerte.
Se cree que Akenatón tomó esta decisión por varias razones. En primer lugar, puede que quisiera consolidar su poder y autoridad al establecer un culto único, ya que la religión tenía un papel importante en la vida de los egipcios y se consideraba una forma de control social. Además, Akenatón podría haber visto en el monoteísmo una oportunidad para centralizar el poder religioso en sí mismo y en su familia, lo que les otorgaría aún más poder político.
Otra posible razón es que Akenatón podría haber sido influenciado por ideas religiosas extranjeras. Se sabe que el faraón mantuvo relaciones diplomáticas con otras naciones, como el imperio hitita, y es posible que haya sido expuesto a nuevas ideas religiosas a través de estas relaciones.
Por último, algunos historiadores creen que Akenatón podría haber experimentado una especie de revelación personal que lo llevó a abrazar el monoteísmo. Es posible que haya sido influenciado por algún tipo de experiencia espiritual o que simplemente haya elegido seguir su propia visión religiosa.
El símbolo del culto familiar se consideró sagrado, mostrando en numerosas pinturas la imagen de Akenatón con su bella mujer Nefertiti adorando al círculo solar Atón junto con sus hijas, convirtiéndose en un icono de adoración de la nueva cultura oficial. La nueva institución también impulsó a un nuevo sistema de oración y ceremonias. Anteriormente, los templos donde se realizaban los ritos religiosos eran espacios oscuros y cerrados, donde unos pocos tenían acceso a diversas partes del mismo, generando una exclusividad total que solo era otorgada a los miembros de la realeza y el clero. Con la nueva reforma, los templos se abrieron hacia el exterior y fueron conformados por amplios balcones que se explayaban hacia la luz, para permitir que las ceremonias se realizaran al aire libre.
El politeísmo de los antiguos egipcios fomentaba una visión del mundo en la que se enfatizaban la paz y el equilibrio (ma’at) y la tolerancia religiosa no se consideraba un problema: ni siquiera existe una palabra que corresponda exactamente al concepto de “tolerancia religiosa” en los antiguos textos egipcios. La insistencia en ser el único juez de la verdad última conduce a la intolerancia de otras creencias y a su supresión; y esto es exactamente lo que ocurrió en Egipto. Los nombres de Amón y de otros dioses se borraron de los monumentos de todo Egipto a golpe de cincel, se cerraron templos y se prohibieron las antiguas prácticas. El egiptólogo Zahi Hawass explica:
“Fue en este momento del reinado de Akenatón cuando tuvo lugar la campaña para borrar el nombre de cualquier dios que no fuera Atón, especialmente Amón, de los monumentos de Egipto. Esto se hizo con violencia: borraron brutalmente los jeroglíficos de las paredes de templos y tumbas a golpe de cincel. Probablemente fueron iconoclastas analfabetos, al menos en parte, los que llevaron estas acciones a cabo, se entiende que siguiendo las órdenes de su rey. [Akenatón] llevó a cabo una revolución religiosa como nunca antes vista en Egipto”.
El faraón como un siervo de los dioses, e identificado con un cierto dios (la mayoría de las veces Horus), era una práctica común en la antigua cultura egipcia, pero nadie antes de Akenatón se había proclamado a sí mismo un dios encarnado. Como dios, parece haber sentido que los asuntos de Estado eran indignos de él así que sencillamente dejó de atender sus responsabilidades. Uno de los muchos resultados desafortunados de las reformas religiosas de Akenatón fue el descuido de la política exterior.
Gracias a documentos y cartas de la época se sabe que otras naciones, antiguas aliadas, escribieron muchas veces a Egipto pidiendo ayuda en varios asuntos y que el rey deificado ignoró la mayoría de estas peticiones.
Una nueva capital.
Otra de las innovaciones que surgieron en este corto reinado, fue la creación de una nueva capital, la cual se llamó Aketatón, que significaba “próximo a Aton”. Estaría situada entre las dos capitales del Imperio Egipcio, Tebas en el Alto Egipto y Menfis en el bajo Egipto.
La nueva ciudad fue delimitada con 14 estelas visibles para todo aquel que se acercase a la capital desde cualquier dirección. Incluía no solo el anfiteatro donde se levantarían el centro urbano y las necrópolis, sino también tierras de labranza. En total, Aketatón comprendía unos 162 km2 y en ella se pudieron establecer entre 20.000 y 50.000 personas en sus días de mayor gloria.
Aketatón se construyó con una rapidez inusitada —en apenas dos años— y su diseño respondía tanto a necesidades logísticas como a valores ideológicos. La ciudad se extendía en sentido norte-sur a lo largo del Nilo, abarcando una franja de unos 9 km de largo por 1 km de ancho. En su planificación destacan:
- El Camino Real, una avenida principal que conectaba las zonas administrativas, palaciegas y templarias.
- Templos abiertos como el Gran Templo de Atón (Gem-Pa-Atón), donde el dios solar era adorado al aire libre, sin techos ni imágenes antropomorfas.
- Residencias reales, talleres de artistas, barrios de funcionarios y un barrio obrero perfectamente delimitado.
Los templos contaban con cientos de mesas de ofrendas, patios sin techo y elementos arquitectónicos que permitían la entrada directa de la luz solar.
En Amarna, la vida giraba en torno a la familia real, presentada como mediadora entre Atón y el mundo. Las representaciones del faraón junto a Nefertiti y sus hijas dominaban los relieves y pinturas. El poder estaba centralizado, y la presencia de la familia real en escenas cotidianas —besos, juegos con los hijos, ritos en privado— marcó una ruptura artística inédita con la tradición egipcia.
Este cambio de capital, tuvo graves consecuencias. Hubo fuertes discrepancias entre la sociedad, ya que se había eliminado de cuajo el culto a los antiguos dioses, muy arraigado entre la población.
También provocó una crisis económica propiciada por el desmantelamiento de las actividades que giraban en torno a los lugares de culto y por la obtención de gran cantidad de recursos para la construcción de la nueva capital y los templos dedicados a Atón.
Debido a la centralización económica que llevó a cabo, la gestión comenzó a ser corrupta y caótica. Todo ello hizo que se granjeara gran cantidad de enemigos no sólo en el pueblo, sino también entre las familias nobles egipcias e incluso del clero.
Además, todo esto hizo que descuidara los asuntos de política exterior, por lo que Egipto fue perdiendo fuerza en favor de los hititas de Oriente Medio.
A pesar de su escala y ambición, Amarna fue una ciudad efímera. Apenas una generación después de su fundación, tras la muerte de Akenatón, la capital fue abandonada, su culto prohibido y su memoria condenada al olvido. Los templos fueron desmantelados, sus bloques reutilizados, y Tebas volvió a ser el centro religioso del país. Sin embargo, las ruinas de Amarna y las cartas de Amarna —correspondencia diplomática hallada en la ciudad— han proporcionado un testimonio único de una época singular, en la que el arte, la religión y el poder fueron reformulados radicalmente.
En el ámbito artístico.
El legado de Akenatón se manifiesta en la ruptura con siglos de convencionalismo, introduciendo un estilo más naturalista, íntimo y humano, donde se representaban escenas familiares, gestos afectivos y cuerpos con imperfecciones físicas. Esta nueva sensibilidad visual influyó en algunas expresiones posteriores, aunque el canon tradicional fue restaurado tras su muerte.
El arte de esa época rompió con lo tradicional del hieratismo que exaltaba la figura del rey y resaltaba su majestuosidad. En cambio, se empezó a pintar más los defectos, como nunca se había hecho.
En cuanto a la literatura, se conoció que la obra más emblemática de este periodo fue la del Himno a Atón, el cual es un canto de amor y entusiasmo que se compuso en el año 1360 aC.
Además, Akenatón es conocido por haber compuesto un “Himno a Atón”, una de las obras literarias más destacadas de su reinado. Este himno fue grabado en los templos de Tell el-Amarna y también se encontró en la tumba de Ay, el padre de Nefertiti y más tarde rey de Egipto. El himno es una de las primeras expresiones de un monoteísmo religioso en la historia del mundo, siendo un testimonio del fervor religioso de Akenatón hacia el dios Atón.
Las cartas de Amarna
Las cartas de Amarna se refieren a la correspondencia entre los reyes de Egipto y los de otras naciones encontrada en la ciudad de Amarna y que proporciona pruebas de la negligencia de Akenatón, también muestran que tenía un agudo sentido de la política exterior cuando la situación le interesaba.
Mientras que podemos ver que existen ejemplos de Akenatón ocupándose de los asuntos de Estado, hay más que corroboran la afirmación de que no le interesaba nada más que sus reformas religiosas y la vida en palacio. Sin embargo, cabe señalar que esto es algo muy debatido entre los expertos, al igual que lo es todo el llamado Periodo amarniense del gobierno de Akenatón. La preponderancia de las pruebas, tanto de las cartas de Amarna como del decreto posterior de Tutankamón, así como los indicios arqueológicos, sugieren ampliamente que Akenatón era un gobernante muy mediocre en lo que respecta a sus súbditos y sus Estados vasallos y su reinado, en palabras de Hawass, fue “un régimen centrado en el Estado que había perdido interés en la política exterior”.
El legado de Akenatón
El reinado de Akenatón tuvo un impacto profundo en la cultura egipcia. El nuevo estilo artístico y arquitectónico de la época, el “estilo amarniense”, influenció la producción artística de la época y dejó una huella duradera en la cultura egipcia. Además, la idea de un dios sol único y poderoso inspiró a otros líderes religiosos y políticos en la historia egipcia.
Con la muerte de Akenatón, el culto de Atón que él había fundado cayó en desgracia: al principio gradualmente y luego con una finalidad decisiva. Tutankatón cambió su nombre a Tutankamón en el año 2 de su reinado (1332 aC) y abandonó la ciudad de Aketatón. Sus sucesores luego intentaron borrar a Akenatón y su familia del registro histórico. Durante el reinado de Horemheb, el último faraón de la Dinastía XVIII y el primer faraón después de Akenatón que no estaba relacionado con la familia de Akenatón, los egipcios comenzaron a destruir los templos de Atón y a reutilizar los bloques de construcción en nuevos proyectos de construcción, incluidos en templos para el dios Amón recién restaurado.
Las reformas de Akenatón también tuvieron un impacto a largo plazo en el idioma del antiguo Egipto y aceleraron la difusión del idioma egipcio tardío hablado en escritos y discursos oficiales. El egipcio hablado y escrito divergieron al principio de la historia egipcia y se mantuvieron diferentes a lo largo del tiempo. Durante el período de Amarna, sin embargo, los textos e inscripciones reales y religiosos, incluidas las estelas de límites en Aketatón o las cartas de Amarna, comenzaron a incluir regularmente más elementos lingüísticos vernáculos, como el artículo definido o una nueva forma posesiva. A pesar de que continuaron divergiendo, estos cambios acercaron el lenguaje hablado y escrito más sistemáticamente que bajo los faraones anteriores del Nuevo Reino. Si bien los sucesores de Akenatón intentaron borrar sus cambios religiosos, artísticos e incluso lingüísticos de la historia, los nuevos elementos lingüísticos siguieron siendo una parte más común de los textos oficiales después de los años de Amarna, comenzando con la XIX Dinastía.
El estatus de Akenatón como revolucionario religioso ha dado lugar a muchas especulaciones, que van desde hipótesis académicas hasta teorías marginales no académicas. Aunque algunos creen que la religión que introdujo fue en su mayoría monoteísta, muchos otros ven a Akenatón como un practicante de la monolatría de Atón, ya que no negó activamente la existencia de otros dioses; simplemente se abstuvo de adorar a nadie más que a Atón.
La idea de que Akenatón fue el pionero de una religión monoteísta que luego se convirtió en el judaísmo ha sido considerada por varios estudiosos. Uno de los primeros en mencionar esto fue Sigmund Freud, el fundador del psicoanálisis, en su libro Moisés y el monoteísmo. Basando sus argumentos en su creencia de que la historia del Éxodo era histórica, Freud argumentó que Moisés había sido un sacerdote atenista que se vio obligado a abandonar Egipto con sus seguidores después de la muerte de Akenatón. Freud argumentó que Akenatón se esforzaba por promover el monoteísmo, algo que el Moisés bíblico pudo lograr. Tras la publicación de su libro, el concepto entró en la conciencia popular y la investigación seria.
Otros han comparado algunos aspectos de la relación de Akenatón con Atón con la relación, en la tradición cristiana, entre Jesucristo y Dios.
Algunas curiosidades en relación con Akenatón
Veamos algunas curiosidades reseñables…
Las enfermedades de Akenatón
A la vista de las representaciones artísticas de nuestro protagonista, los médicos se han aventurado a intentar identificar las posibles enfermedades que habría padecido y que justificarían su aspecto físico.
Para unos, su rostro, brazos y dedos son excesivamente finos y largos. Algo que algunos investigadores han reseñado como síntomas de un posible padecimiento de Akenatón, el “síndrome de Marfán”.
Otra enfermedad del farón podría ser la que se llama “lipodistrofia muscular”, enfermedad que se caracteriza por la desaparición de la grasa corporal de cintura para arriba, pero la acumulación de esa grasa de cintura para abajo, dando al individuo sus características caderas femeninas por lo anchas.
La damnatio memoriae.
Tras su muerte, los monumentos de Akenatón fueron desmantelados y escondidos, sus estatuas fueron destruidas y su nombre excluido de las listas de gobernantes compiladas por faraones posteriores. La práctica religiosa tradicional se restauró gradualmente, en particular bajo su cercano sucesor Tutankamón, quien cambió su nombre de Tutankatón a principios de su reinado. Cuando una docena de años más tarde, los gobernantes sin derechos claros de sucesión de la Dinastía XVIII fundaron una nueva dinastía, desacreditaron a Akenatón y sus sucesores inmediatos y se refirieron a Akenatón como ‘el enemigo’. o “ese criminal” en registros de archivo.
Su nombre fue borrado de la historia. El faraón Akenatón sufrió el peor de los males para los antiguos egipcios, la damnatio memoriae, que lo condenaba al olvido y, por la tanto, a la muerte definitiva, sin oportunidad de renacer cada vez que alguien leía su nombre. Hasta que la arqueología lo resucitó.
¿Akenatón en la Biblia?
Como principal representante de Atón en la tierra, Akenatón le dedicó un himno que al parecer escribió él mismo. Empieza así: “Forma las corrientes de agua en las montañas como el mar-muy-verde”. Y prosigue: “Cada rebaño está satisfecho de su hierba; verdean los árboles; los pájaros que se lanzan volando de sus nidos, con las alas desplegadas, están en adoración ante su ser”. El texto, traducido por el egiptólogo Josep Padró en su libro Secretos del antiguo Egipto, es mucho más largo.
Curiosamente, estas palabras resuenan en otro texto posterior, uno de los muchos que integran la Biblia. Se trata del Salmo 104 dedicado a Yahweh y que se atribuye al rey David. Empieza así: “Haces brotar en los valles los manantiales, que corren luego entre los montes”. A continuación: “Allí beben todos los animales del campo, allí matan su sed los asnos salvajes. Allí cerca se posan las aves del cielo, que cantan en la fronda”. Los paralelismos siguen a lo largo de los dos textos.
Parece que el rey David, o quien fuera, se inspiró en las palabras que Akenatón escribió a su dios Atón ensalzando la belleza de su creación y las transformó a su manera para dedicárselas a otro dios monoteísta con el mismo propósito.
Conclusiones
No fue hasta el siglo XIX, con el desarrollo de la arqueología egipcia, que Akenatón volvió a salir a la luz. Las ruinas de Amarna, los relieves de su familia y, especialmente, el hallazgo de las cartas de Amarna, permitieron reconstruir aspectos fundamentales de su reinado. El famoso busto de Nefertiti hallado en el taller de Tutmose también ayudó a despertar un renovado interés por esta etapa única del arte y la historia egipcia.
Hoy en día, Akenatón es visto como un faraón que desafió el orden establecido y trató de redefinir la relación entre el ser humano y lo divino. Su intento de imponer una religión sin templos oscuros ni imágenes antropomorfas, centrada en la luz solar y en la vida, ha sido interpretado tanto como una utopía mística como una estrategia de poder.
Referencias
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «Biografía de Akenatón o Ajnatón» [Internet]. Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/Akenatón.htm [página consultada el 5 de octubre de 2025].
MCN Biografías, 2025. “Akhenatón (1364-1347 a.C.): El faraón hereje que revolucionó la religión egipcia”. Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/Akenatón [consulta: 5 de octubre de 2025].
https://historiahistorica.site/biografias/Akenatón-faraon/
https://www.lavanguardia.com/cultura/20210328/6612500/faraon-Akenatón-biblia-moises-el-reto.html
https://redhistoria.com/Akenatón-el-faraon-hereje/
https://redhistoria.com/las-enfermedades-de-Akenatón-y-su-rebeldia/
https://www.worldhistory.org/trans/es/1-12688/Akenatón/












