En pleno Medievo, en la corte del rey Alfonso X, el Sabio, encontramos un personaje de indudable atractivo: María Pérez, la Balteira, la soldadera gallega
Esta mujer es protagonista en numerosos pasajes, pues estuvo presente de manera recurrente en la poesía juglaresca de la época. En efecto, hasta dieciséis poemas o cántigas hablan de ella, escritos por once trovadores, entre los que se encuentra el propio Rey Sabio, que relatan sus andanzas y amoríos con no poca burla y escarnio.
Su vida se encuentra a caballo entre la historia y la leyenda.
Es la historia de una rebelde, pero también de una pícara, una tahúr sinuosa e insinuante. Es el relato de una cantante y bailarina, además de la historia de una superviviente en un mundo hostil a la contumacia femenina.
Contexto
En los siglos XII y XIII debían hacerse muy largas las tardes en los castillos de los poderosos, sobre todo porque no trabajaba ninguno. Aparte de entrenarse en el manejo de las armas y procurar no ser envenenado, poco más había por hacer. Así que, armas aparte, los que no se daban a la oración y la mística se dieron a la literatura y el canto.
Los trovadores componían y cantaban en poesía culta y refinada. Una poesía profana sometida a unas reglas estilísticas muy marcadas que cantaba lo que se ha venido a llamar el “amor cortés”: en teoría una concepción platónica y mística del amor, un estado de sufrimiento gozoso que lleva al nirvana, pero en el que no se consuma nada de nada. El trovador canta las excelencias de su inalcanzable amada.
Pero en ese contexto también surgieron mujeres que componían versos y luego los cantaban o recitaban, son las llamadas trobairitz, entre las que podríamos encuadrar a la protagonista de esta publicación.
Por otro lado, el trovador es la primera manifestación literaria de la lengua gallega. La lírica medieval gallega nace en el siglo XII, tras la tradición oral anterior, pero sin negar el fuerte influjo de la lírica cortesana de la Provenza, que llega a Galicia a través del Camino de Santiago.
Las cantigas galaico-portuguesas presentan muchas singularidades respecto a la tradición provenzal, ya que junto con la trova, en el romance galaico-portugués aparecen dos géneros autóctonos como son la cantiga de amigo y la de maldizer, junto con las provenzales de amor y de escarnio.
Biografía de María Pérez
María Pérez, conocida como la Balteira, fue una soldadera (mujer que acompañaba a los soldados en las campañas de guerra), de origen gallego, que, como decíamos anteriormente alcanzó importantes cotas de relevancia durante el siglo XIII en los reinos hispánicos.
Básicamente lo que se sabe sobre María Pérez es lo que figura en las cántigas de escarnio medievales que diversos trovadores le dedicaron, especialmente Pedro Amigo de Sevilla, Pedro de Ambroa, Pero da Ponte e incluso el propio rey Alfonso X.
Los datos que se conocen sobre María provienen, en su mayoría, de un documento del monasterio de Santa María de Sobrado dos Monxes (La Coruña), firmado en 1257 y de la mención a ella en varias cantigas de escarnio e maldizer. En ese diploma de 1257, citado por Martínez Salazar, en el que María Pérez otorga una donación al monasterio cisterciense de Sobrado. A cambio de unas tierras heredadas de su madre y de los servicios que ella misma en persona se obligaba a prestar a los monjes “como familiar e amiga”, la Balteira recibiría una renta vitalicia y, a su muerte, un honorífico entierro. No especifica el documento cuáles eran los servicios que la Balteira se comprometía a conceder a los buenos frailes. Pero, conociendo los encantos e inclinaciones personales de doña María y el relajamiento de las costumbres monacales, no sería descabellado pensar que se trata de cierta prestación amatoria o derecho de pernada. El citado diploma dice:
“Doña María Pérez entrega una rica herencia de su madre a los monjes cistercienses de Sobrado, a cambio de una renta vitalicia que cobrará en su casa de Armeá (A Coruña) Doña María debe servir al monasterio además de familiar y amiga, y a su muerte los monjes la llevarán a Sobrado en un ataúd cubierto de tres varas de oropel rojo, y le darán el luto a modo de familiar”.
María Pérez nació en la parroquia de Armea, en el municipio coruñés de Coirós. Sus padres eran Pedro Eanes de Guimaráns y de Azenda Peláez, miembros de una familia de hidalgos con cierta fortuna.
En tiempos del rey Fernando III, María, siendo todavía muy joven empezó a ejercer su oficio como soldadera, y para ello utilizaba su arte para amenizar la jornada a los nobles y cortesanos, mediante su dominio del cante y el baile, además de que realizaba acrobacias y ejercicios durante las actuaciones de juglares y trovadores. Como contraprestación María recibía un salario, denominado “soldada”, lo que le permitía cierta autonomía y libertad para moverse a su antojo.
Su fama, ya en tiempos de reinado Alfonso X, hijo de Fernando III, llegaría incluso a tierras portuguesas, merced sobre todo a su relación con los trovadores. Y es que acumulaba arte, belleza y vida licenciosa, lo que en una sociedad tan machista, reforzaba su atractivo.
Tal fue difusión que aparecen varias cántigas de escarnio, un género satírico de la lírica medieval galaico-portuguesa, que criticaba utilizando sobreentendidos y palabras encubiertas. en la que describen a María como una mujer prototipo de todas las transgresiones y desvíos que eran reprobados en la época: deslenguada, jugadora, tramposa, chismosa, alcahueta, cortesana y transmisora de enfermedades carnales, si bien solían enjuiciar con una doble moral, censurándolas en una dama de prestigio, pero que consentían y mencionaban el ella con divertimento tras el que se intuía cierta complicidad. De María cantaron sus colegas juglares que poseía una gran belleza, que bailaba con gracia y que tocaba varios instrumentos, como la guitarra, la viola o el pandero. También cantaron que era viciosa y jugadora, que le gustaba andar entre soldados, frecuentar tabernas, acostarse con quien le apeteciera.
Como era común en las soldaderas, no se hace valoración de su arte, en línea con tiempos en que la mujer solo tenía como opciones el matrimonio o la vida religiosa. Excepcionalmente algunas mujeres optaban por ser soldaderas para llevar una vida dedicada al divertimento musical a través de la danza y el acompañamiento en el contexto de una amoralidad marginal. Aunque no han llegado testimonios de sus dotes artísticas, ni en el baile, el canto o la música, sin embargo su valía se puede deducir de la fama alcanzada en la corte y las múltiples cantigas de escarnio a su persona.
Sin embargo, diversas fuentes de la época pintan a la Balteira como una persona que supo amasar poder en su época y utilizarlo eficazmente.
Por otro lado por encargo del rey Alfonso X, María Pérez llegó a viajar a tierras andaluzas, donde se le encomendó mejorar las relaciones entre el emirato granadino y el propio rey, algo que se veía amenazado por los walíes (caudillos árabes) de Málaga, Guádix y Comares.
Pero su periplo vital le llevó muy lejos, tan lejos como Tierra Santa, a donde partió como cruzada en torno al año1257, sin que se tenga constancia fehaciente de si pudo llegar o no a Jerusalén. Incluso sus colegas de juglaría comentaron con sarcasmo el fervor cristiano en la licenciosa soldadera. Su vuelta a Castilla fue saludada con cántigas de maldizer, es decir, de chanzas y burlas. En concreto, el trovador Pero da Ponte escribe:
“Ya nuestra cruzada María Pérez vino de ultramar, tan cargada de indulgencias, que no se puede con el peso tener derecha. Las indulgencias debían guardarse con cuidado, como algo muy precioso, pero la maleta de María Pérez no tiene cerradura, y los mozos del lugar se la trastornan a cada momento; húrtanle las indulgencias, y todas las perdió como cosa, al fin, mal ganada”.
Se conservan cantigas de escarnio que hablan de ella, compuestas por 11 trovadores, entre otros el rey Alfonso X, Pero García de Ambroa, Pedro Amigo de Sevilla y Pero da Ponte. Las cantigas de escarnio eran un género satírico de la lírica medieval galaico-portuguesa, que criticaba utilizando sobreentendidos y palabras encubiertas. En las cantigas de maldizer, sin embargo, el poeta criticaba e insultaba abiertamente.
María es el caso más conocido de una serie de mujeres que vivían de la interpretación y de la escena, tocaban varios instrumentos, cantaban, entretenían a los soldados, barrando las gestas de los héroes y dioses.
Pero, al final de su vida, el temor al infierno le lleva a querer confesarse sin obtener otra razón de arrepentimiento que el de la edad: “Soy vieja, ay capellán”, lamento que Menéndez Pidal atribuye a Balteira. Cuando, con el paso de los años, la Balteira sintió que las fuerzas y galas de la juventud la abandonaban se retiró a su Galicia natal. Seguramente se estableció no lejos de Sobrado, donde seguiría cobrando su renta anual.
Los últimos años de su vida los pudo pasar en su Armea natal, o en Salamanca, tal y como sostiene Ramón Menéndez Pidal, en unas casas propiedad de Pedro Amigo, las cuales donó al cabildo de la iglesia salmantina con la única condición de que María Pérez siguiera viviendo en ellas de por vida sin pagar por ello más de 25 maravedíes. Nada se sabe del lugar y la fecha de su muerte y entierro.
María Pérez tuvo que sobrevivir en un mundo de reyes, reinas, cortesanos, pícaros, frailes borrachos y juglares, viajando desde su Galicia natal por diferentes lugares de Castilla y participando, incluso en acontecimientos políticos y bélicos de relevante importancia.
Enamoró a bastantes cortesanos y trovadores galaico-portugueses, y fue amante de algunos. Pero de Ambroa estuvo muy enamorado de ella y Pero Mafaldo escribió que estuvo “moi coitado” por amores de la Balteira.
Las cántigas sobre María Pérez
En el cancionero de Ajuda (es uno de los cuatro cancioneros conservados de la lírica galaicoportuguesa medieval) encontramos ilustraciones de algunas mujeres danzando y tocando el pandero, en compañía de un juglar tocando un instrumento de cuerda.
Las cantigas sobre María relatan con burla sus andanzas y amoríos. El rey Alfonso X se inspiró en sus relaciones con un tal Juan Rodríguez, para componer una cantiga picante: la Balteira pide que le construya una casa de madera y Juan Rodríguez debe calcular exactamente los troncos que va a necesitar.
“Si lo quieres hacer bien -sugiere la Balteira-, de buena medida la debes coger, así y de ninguna manera más pequeña. Esta es la madera adecuada, si no, yo no os la señalara. Y como ajustada se ha de meter, bien larga toda ella ha de ser para que vaya entre las piernas de la escalera. Esta es la medida de España, no la de Lombardía o de Alemania; y porque sea gruesa no os parezca mal, pues si es delgada no sirve para nada”.
Las cantigas la presentan como una mujer un poco supersticiosa, que jugaba a los dados, hacía trampas, al principio fingía perder para luego desplumar a los otros jugadores y tenía un mal perder que la llevaba a blasfemar. Parece que desplumaba a los ballesteros en el frente de guerra y en la frontera, probablemente en Murcia (estas cantigas la sitúan en las zonas fronterizas entre el reino de Castilla y el de Granada). Los ballesteros, las tropas armadas con ballestas, tuvieron un importante protagonismo en las tierras peninsulares de frontera. Desempeñaban principalmente labores de escolta de los reyes. Llegaron a ser tan eficaces y mortíferos, que el uso de la ballesta contra otros cristianos fue castigado con la excomunión en el II Concilio de Letrán de 1139.
Otra imagen que ha llegado hasta nosotros de la Balteira la describe como hábil tahur desplumando a los ballesteros en la frontera, probablemente en Murcia, en el frente de guerra.
Fingía perder al principio para luego dar el golpe de mano y machacarles. Otro trovador, Pedro de Ambroa, habla de ella en estos términos:
“Os besteiros daquesta fronteira,
pero que cuidan que tiran muy ben
quérollis eu consellar hua rem:
que non tien con María Balteira”
Básicamente aconseja a los ballesteros que, por buena puntería que tengan, que no se les ocurra jugar a los dados con María Pérez.
En relación con su participación en la cruzada encontramos esta cántiga de Pero da Ponte:
Maria Pérez, a nossa cruzada
quando veo da terra d’ Ultramar,
assi veo de pardon carregada
que se non podia con el en erger;
mais furtan-lho, cada u vai maer,
e do perdon já non lhi ficou nada.
E o perdon é cousa mui preçada
e que se devia muit’a guardar;
mais ela non á maeta ferrada
en que o guarde, nena pod’aver,
ca, pois o cadead’en foi perder,
sempr’a maeta andou descadeada.
Tal maeta como será guardade,
pois rapaces albergan no logar,
que non aja seer mui trastornada?
Ca, o logar u eles an poder,
non á pardon que s’i possa asconder,
assi saben trastornar a pousada.
E outra cousa vos quero dizer:
atal pardon ben se dev’a perder,
ca muito foi cousa mal gaa[nha]da
Respecto a la posible participación de la Balteira en las cruzadas. Pedro de Ambroa escribe:
“Ya nuestra cruzada María Pérez vino de ultramar, tan cargada de indulgencias, que no se puede con el peso tener derecha. Las indulgencias debían guardarse con cuidado, como algo muy precioso, pero la maleta de María Pérez no tiene cerradura, y los mozos del lugar se la trastornan a cada momento; húrtanle las indulgencias, y todas las perdió como cosa, al fin, mal ganada”.
Conclusiones
Queda la duda sobre si los datos que encontramos en las cantigas son reflejo de la vida de María Balteira o solamente son un artificio literario en el que confluyen la sátira y el ánimo de provocar la risa. En todo caso, la visión que nos ofrece responde al imaginario masculino de la época, lleno de prejuicios machistas entre la loa a las santas y las críticas a las soldaderas. Pero lo cierto es que la leyenda de María traspasó los siglos para llegar hasta nuestros días.
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Referencias
María Balteira a soldadeira mais fermosa da corte do Rei Saio. De Romay López, M.
https://www.acalexandreboveda.gal/maria-balteira/
http://acorunhadasmulleres.gal
https://bibliotecagonzalodeberceo.blogspot.com/2013/01/maria-perez-balteira-y-alfonso-x.htm
https://www.celtiberia.net/es/biblioteca/?id=1761&cadena=&pagina=1
https://elmundoentrenosotras.com/maria-perez-la-balteira-trovadora-la-corte-alfonso-x-sabio/
https://iconosmedievales.blogspot.com/2014/11/la-historia-de-maria-perez.html