Entre los seres y leyendas mitológicas en Galicia, sobre los que hemos escrito vario post e este blog, hay unos pequeños seres, los trasnos, que hoy van a protagonizar este post.
Las leyendas son simplemente relatos o narraciones, que pueden estar basados incluso en un hecho real, pero que se “decora”, por así decirlo, con elementos fantásticos e imaginarios propios del folclore de cada país o territorio y que, generalmente, se transmiten de forma oral.
Y la mitología es el conjunto de mitos, origen, historias y leyendas que han explicado el origen y cultura de las principales civilizaciones del mundo.
Si bien estos tres conceptos (historia, leyenda y mitología) definen cosas muy diferentes, existe una cierta relación entre ellos que se hace necesaria para comprender de mejor manera el comportamiento de una sociedad a lo largo de la Historia. De ahí que en este blog incluyamos publicaciones que nos hablan de los relatos, hechos, personajes o fenómenos que explican o tratan de dar respuesta a aquellas preguntas que no tienen bases históricas o científicas.
¿Qué es un trasno?
Obviamente estamos hablando de seres o entes mitológicos del acervo cultural gallego. Por tanto estos seres habitarían principalmente en un universo onírico, sobreviviendo a culturas extranjeras y al paso de los años y cambios de costumbres y creencias.
En la mitología tradicional gallega y del norte de Portugal, un trasno es una criatura que podría asimilarse a un duende. Le gusta hacer travesuras y pequeñas maldades, sobre todo accidentes domésticos y ruidos. Es un ser que no es fácil de ver. Es un enano casero, semejante al troll escandinavo, de figura humana. Es un ser feo, astuto y ruin.
Los trasnos serían espíritus de la noche, capaces de adoptar formas diferentes, incluso no humanas o animales, pues serían capaces de presentarse como viento, rayo de luna o murmullo de hojas.
En las antiguas creencias existentes en Galicia, los trasnos vivían en las casas, adaptándose tanto a la familia que moraba en ellas, que en el caso en que estos se cambiases de vivienda, el trasno siempre encontraba la forma de esconderse entre sus enseres para poder trasladarse con ellos a la nueva residencia.
Es una especie de diablillo invisible, pero sin la maldad propia del diablo. Pese a su capacidad para la invisibilidad, se han recopilado muchas descripciones sobre cómo es su aspecto. Es un hombre pequeño, suelo ir vestido con una sotana y cuernos. Porta una larga barba y un gorro de color rojo. Además, parece ser que lleva un agujero en su mano izquierda (algunos afirman que lo presentan en ambas manos).
Otras descripciones les atribuyen piernas de cabra, que tienen un prominente rabo y un solo cuerno. Serían capaces de mostrarse con forma de animal: caballo, perro, carneiro, oveja, gato, cerdo,…
Como los seres malignos, parece ser que huyen del agua bendita de la señal de la cruz o de cualquier otra representación que tenga que ver con la divinidad.
¿Cómo viven los trasnos?
Según la tradición algunos de los trasnos habitan en los bosques más frondosos o en las cunetas de los caminos esperando que pase alguien para desvalijarlo. También pueden vivir en las herrerías y en las fraguas, pero sobre todo lo hacían en las casas.
Es un ser nocturno, pues suele caminar de noche por los bosques y caminos que recorren las tierras gallegas, con la singularidad de que de vez en cuando practican algunas bromas (trasnadas).
Entre sus “trasnadas” (travesuras, bromas,…), el Trasno hace que se rompa la vajilla, que se pierdan las llaves, que caiga un vallado, que se líen los novillos que esté cosiendo una muchacha, etc… Pero el Trasno también puede andar detrás de una persona y seguirla a todas partes. Algunas veces toma forma animal (como un caballo, un perro abandonado, etc…) y es mencionable su asombrosa facultad para esconderse en cualquier momento y lugar.
Hay además un comportamiento del trasno que realizan con las mujeres a las que altera su sueño, pues les genera pesadillas.
Una forma de saber si hay un trasno en casa es observar el comportamiento de los animales que pudiesen estar en la vivienda, pues ante la presencia de un trasno, los animales se ponen nerviosos y están como asustados. Otra manera de saber si habitan con nosotros es escuchar atentamente si detectamos ruidos extraños, como el hecho de que se abren o cierran solas puertas o ventanas. También es síntoma de la presencia de un trasno el hecho de que al cargar con algo pesado, de repente pareciera que pese más, o si notamos que alguien, al que no vemos, nos da un azote.
Para librarse de los trasnos hay que dejarle un puñado de granos de maíz, o lentejas, habas o algo similar, esparcidos por la casa, ya que les gusta el orden y contar los granos, pero como son incapaces de contar más de diez (o cien, depende de las fuentes), al llegar a esa cifra, se ven obligados a volver a empezar. Además, el hecho de que tengan un pequeño agujero en su mano izquierda, les dificulta el recuento, con lo que de esta forma se mantienen ocupados.
Alternativas encontraríamos dejando en las juntas de las piedras unas cartas de baraja para que se entretengan, o se les puede espantar encendiendo la luz, bendecir la casa, meter dentro un cuerno de castrón: hierba de roble y cachos de evangelios cerrando bien el cuerno con un pellejo del mismo carnero.
En algunas zonas utilizan un cuerno de carneiro como amuleto, en el que se habría introducido hiedra y unas páginas del evangelio.
Otra forma para librarse de ellos, al igual que los elfos domésticos, es regalándoles ropa porque sienten que es una ofensa y así abandona la casa.
Por último cabe decir que se asumía la no conveniencia de balancear una cuna de un bebé sin que éste se encontrase en su interior, pues lo que haría es invitar al trasno a ocupar dicha cuna.
Llegados a este punto hay que decir que, a veces, suele confundirse a otro ser con los trasnos, serían los tardos.
El tardo es similar a un trasno pero mucho más malévolo. Se caracteriza por sus actitudes burlonas y su mal comportamiento. Es un ser pequeño, peludo, con muchos dientes, de color verde, con los ojos redondos y negros; tiene barba y usa ropas viejas y un gorro rojo. Además, se diferencia de otros duendes porque lleva una pequeña y afilada espada. Acostumbra a vivir bajo tierra y cava pequeños agujeros por los que colarse dentro de las casas. Una vez dentro le encanta fisgonearlo todo pero, a pesar de que es muy curioso, termina dejando las cosas como las encuentra. Le encanta alborotar a los animales de la casa. Su diversión preferida consiste en sentarse sobre el pecho de las personas mientras duermen, causándoles, además de una gran opresión, dolor y terribles pesadillas. En este caso se emparentaría con el Pesurole del mundo romano, que viene a personificar la pesadilla que oprime el pecho.
Es muy cobarde, y nada inteligente y cuando se encuentra en alguna situación complicada, no duda en suplicar dócilmente para salir bien parado. Además, teme a los perros y a los gatos porque lo pueden ver con facilidad. Aunque tiene un tamaño muy pequeño, pesa mucho. Aprovecha la oscuridad de la noche para entrar en las casas de los que están durmiendo, y así, sentarse sobre su pecho provocándole unas pesadillas terribles y dolor en el pecho, como si tuviese una gran pena dentro.
Trasnos en Galicia
En el diario Gaceta de Galicia, Compostela, del 28 de mayo de 1888 se recoge una historia que acontece en una casa rectoral y que pudiera deberse a la presencia de un trasno. Parece ser que el cura párroco oía extraños ruidos y golpes, impidiéndole conciliar el sueño y quitándole las ganas de comer, por lo que llamó a la Guardia Civil. Esa misma noche al producirse los ruidos la pareja de la Guardia Civil recorre la casa, pero no encuentra nada por lo que constata que debe tratarse de algo sobrenatural.
Este mismo diario, el 11 de julio de 1895 recoge el testimonio de unos vecinos que dicen que su vivienda, en el número 10 de la céntrica calle coruñesa de Riego de Agua, notaban ruidos extraños en la buhardillas, tras lo cual descubrieron que un baúl que tenían allí estaba abierto y on toda la ropa esparcida por el suelo. Los hechos, irónicamente, se achacan a un trasno. “Nunca se harta el trasno de hacer trasnadas”.
Ya en el siglo XX concretamente el 18 de marzo de 1832 el diario El Ideal Gallego recoge una historia sobre la presencia de un duende en la Colegiata, en la ciudad de A Coruña, que se remonta al siglo XIV, en tiempos del rey Felipe III. La historia, de manera resumida, es la siguiente: una noche una joven oyó un extraño ruido en exterior, al asomarse a la ventana vio un fantasma de más de dos metros de alto que avanzaba y retrocedía de espaldas a la Colegiata. Al conocerse los hechos ningún vecino se atrevía a salir ni asomarse a las ventanas tras el toque de silencio y reposo que anunciaban cada atardecer las campanas de la parroquia de Santiago. Los hechos, conocidos años más tarde, refieren que en la citada plaza y a esas horas se producían encuentros furtivos entre una gentil dama, sirvienta de profesión, con un gentilhombre. Con lo que se desmontaba la posible presencia de un trasno en tan sagrado lugar.
En Rianxo, en la costa coruñesa, recibe el nombre de porviso y hace sus trasnadas en os barcos.
También en O Viso, en Carnota, localidad de la provincia de A Coruña, se dice que el trasno a veces adopta la forma de una rueda de carro que persigue a la gente por los caminos. Otra historia de esta localidad nos cuenta que en una ocasión un pesados estaba cociendo unas sardinas en su lancha, cuando se le apareció un transo en la orilla que le pidió que le llevase alguna pues el no podía pasar por el mar, puesto que es sagrado. Esta consideración de sacralidad del mar puede achacársela la presencia de la sal, elemento utilizado también para ahuyentar a las meigas y demonios.
En los Ancares se acostumbra a poner cruz en la árboles que bordean el pueblo para impedir el paso del trasno, que en esta zona recibe el nombre de Trasno do choco y se dedica a extraviar a los caminantes.
Por otro lado, cuentan que en tierras ourensanas de Celanova, el trasno se transformó en un buey que destrozó un pajar por la noche y a la mañana siguientes estaba intacto.
En otra historia, en este caso en una parroquia de la localidad pontevedresa de Vila de Cruces, se cuenta que una mujer embarazada por un cursa, decido arrojar a la criatura al agua de un molino. Pero luego se arrepiente y acude a confesarse, por lo que el cura le pone como penitencia dar nueve vueltas alrededor de la iglesia vestida con la misma ropa que cuando cometió el infanticidio. Con la primera vuelta se le aparecieron dos perros negros que al finalizar las nueve vueltas se abalanzaron sobre la mujer. En ese momento el cura les lanza objetos benditos y los perros desaparecen, ya que no eran más que demonios que reclamaban el alma de la mujer homicida.
También en la provincia de Pontevedra, el Diario de Pontevedra, el 13 de diciembre de 1909, recoge los comentarios que hace el pueblo en torno a una casa de la calle Seijas donde aseguran que habitan varios duendes. La historia es la siguiente: en dicha casa vivían una señora y su joven hija. En ella se oían continuamente extraños ruidos al tiempo que diferentes objetos, como tijeras o paños andan por el aire, y que el cronista opina que no es debido a seres de otro mundo, sino más bien seres humanos. El caso es que personados frente a su casa numerosos vecinos, de repente empezaron a “llover” desde la casa diversos objetos: una alpargata, verduras, tenedores, un trozo de un viejo paraguas,… Según los vecinos una vez utilizada agua bendita y una buena dosis de oraciones, los duendes desaparecieron.
Trasnos fuera de Galicia
Los trasnos no son, en su concepción imaginaria únicos, pues se encuentran seres mitológicos similares en otras zonas tanto en territorio español, como en Europa. Así, por ejemplo, en Castilla sería el duende, en Asturias a estos trasnos, prácticamente iguales a como se recogen en la tradición gallega, les llaman trasgus; en Cantabria trastolillus, en Euskai iratxos, en Cataluña Follet.
En los países celtas hermanos también encontramos en Bretaña los korrigan, en Irlanda los leprechaun y en Gales los knocker.
En Francia serían los lutin, en Inglaterra serían los puck, en Portugal hay el pasadelo y o demo da mao furada; en Holanda el frodiken; en Alemania el elfo. Similares seres se encuentran también en Noruega, Finlandia, Suecia,…
Los trasnos han llegado incluso a la literatura. Los encontramos en “Los archivos del trasno” de Rafael Dieste, de 1926, en el texto del conjuro de la queimada escrito por Mariano Marcos en 1967, o recogidos de la tradición como en el Diccionario de Seres míticos de X.R.Cuba y otros, del año 1999. Donde más abundan es en la literatura infantil.
Conclusión
Pese a todo lo negativo que contamos en párrafos anteriores y que se relaciona con el comportamiento de los trasnos, también hay que decir que en ocasiones su presencia puede suponer un buen augurio. Así, si un pájaro se posa sobre una red de los marineros, eso significaría que ese sería un trasno y está anunciando que habrá buena pesca esa jornada.
Port último indicar que la figura del trasno se ha visto suplantada por la del demonio, por influencia del cristianismo.
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Referencias
Mitoloxía de Galiza. Lendas, tradicións, maxias santos e milagres. De Vaqueiro, V.
Mitología gallega. De Álvarez Peña, A.
Crónica de Galiza bizarra. De Solla, C.
https://anarival.blogspot.com/2015/11/mitoloxia-galega-os-trasnos.html
https://galiciaencantada.com/lenda.asp?cat=19&id=1878
https://mitologiaiberia.fandom.com