Empezamos una serie de entradas con las que pretendemos hacer un repaso y divulgación de otra de las riquezas patrimoniales y culturales que, en el ámbito marítimo, tiene Galicia. En esta serie, que iremos alimentando de manera espaciada en el tiempo, con entradas que versen sobre los numerosos faros que dan mayor espectacularidad, si cabe, a la costa gallega.
Y como inicio de esta serie hemos elegido el espectacular Faro de Vilán, al que dedicaremos esta entrada.
En primer lugar hay que recordar que a lo largo de la historia, las primeras referencias en la costa para la navegación, fundamentalmente diurna, estaba formada por referencias memorizadas y transmitidas oralmente, pero con el incremento de la navegación y al multiplicarse el número de puertos, fue necesario contar con un mayor número de referencias y más precisas. Así, pronto se puso en práctica un aprovechamiento activo de las características del relieve costero, escogiendo montes y promontorios , que por su altura, sirvieran como atalayas naturales desde las que poder divisar los navíos, y buscar la forma de enviar nuevas señales a los navegantes, al igual que sirviese de función defensiva y vigilancia. Posiblemente de ahí que la forma características de los faros asemeje a torres de defensa. Esta circunstancia se observa ya en el diseño de los primeros grandes faros como construcciones prismáticas y elevadas, frecuentemente escalonadas, como ocurría con los faros de Alejandría, Ostia, Leptis, Magna y Cádiz.
El encendido de fuegos para guiar a los barcos aparece documentado ya en las costas mediterráneas desde la más remota antigüedad, prolongándose durante la Edad Media, al reactivarse los intercambios comerciales.
Se habla mucho de los faros fenicios en tierras gallegas, pero todavía no ha podido localizarse ninguna estructura o indicio, por lo que hay que hablar de la Torre de Hércules, en la ciudad de A Coruña, como el faro más importante de Galicia, supuestamente construido por los romanos, sobre una torre fenicia o púnica.
Para hablar del Faro de Vilán tenemos que decir que nos encontramos en Camariñas, en la Costa da Morte. El Faro se encuentra situado al noroeste de la Villa de Camariñas a unos 5 kms. en el cabo con su mismo nombre.
El primer faro de cabo Vilán, del que sólo conservamos las ruinas, data de 1854 y se construyó como complementario al de islas Sisargas, levantado también en esos años centrales del siglo XIX. Fue la Comisión de Faros quien determina el emplazamiento y la necesidad de luz en este tramo concreto de costa. Por cuestiones de financiamiento, el primer faro de Vilán será de 4ª orden pero además, la ubicación tampoco fue la mejor.
El faro primitivo, que se encendía mediante una lámpara de émbolo de aceite de oliva, no lograba superar con su luz el punto más alto del cabo Vilán, provocando zonas de oscuridad a pesar de que se intentó rebajar el terreno a base de dinamita.
Fue en el año 1885 cuando se aprobó la construcción de un faro de primer orden en la zona. El hecho de los desastres del Serpent en 1890 y del Tinacria en 1893 obligaron a acelerar su puesta en funcionamiento.
Y es que el naufragio del acorazado inglés HMS Serpent (1890) en Punta do Boi aceleró la construcción del actual faro y su paso a categoría de primer orden -como el de Fisterra o el de las islas Sisargas-. En este naufragio solo se salvaron 3 de los 176 tripulantes; los restos de los fallecidos, inicialmente reposaron en el denominado cementerio de los ingleses, próximo al Faro. La gravedad de este naufragio y las protestas hechas al Gobierno español sobre la pobreza de dotaciones en la zona para facilitar la navegación, protestas sobre todo de los embajadores ingleses (habituales navegantes en la zona). Como recuerdo de esta tragedia, además del citado Cementerio de los Ingleses, hay también una lápida conmemorativa situada en el jardín de San Carlos, en la ciudad de A Coruña, en el espacio consagrado a la memoria del héroe de guerra Sir John Moore, con el texto: “En sagrada memoria de 172 oficiales y hombres de la Real Armada que murieron en sus puestos a bordo del barco de su británica majestad Serpent, hundido en la roca Boi, cerca del cabo de Vilano, aproximadamente a 36 millas de este punto, el 10 de noviembre de 1890…” Otra forma de recuerdo era la protagonizada por los busques de la armada inglesa que pasaban frente al cabo, saludando con salvas de cañonazos en honor de los fallecidos.
En cuanto al caso del buque Tinacria, decir que naufragó entre la punta del Boi y las Baleas de Tosto. Se dirigía desde Glasgow a Livorno, vía Gibraltar a Génova. Su carga eran ladrillos, carbón, hierro y cera. El lamentable suceso aconteció en la noche del 6 al 7 de febrero de 1893, una noche con pésimas condiciones para la navegación: fuerte temporal, vientos de componente oeste, que impedía la visión de la luz del Faro Vilán. De las 37 personas que iban a bordo, (33 tripulantes y cuatro mujeres como pasajeras) sólo siete miembros de la tripulación iban a ver amanecer el día. Con la claridad aún vieron el casco del buque, desmantelado y barrido constantemente por las olas. Ya solo quedaba recuperar los cadáveres que el mar echaba en la costa y a los que la gente de la zona se encargaba de dar sepultura en los mismos lugares donde iban apareciendo. Pocos días después, el mar lanzó un ovillo formado por cera, trozos de velas, madera y cadáveres. Imposible de deshacer tan macabro ovillo, se encharcó todo con petróleo y se le prendió fuego. El lugar es conocido desde entonces como la «furna de los difuntos quemados».
Belén, Velem, Bellam, Veillane, Vilán, Villano… son muchos los nombres reproducidos en la cartografía para denominar uno de los puntos más peligrosos del litoral gallego, el cabo Vilán. La palabra gallega vilán y la castellana villano proceden ambas del latín villanus que hacía referencia al vecino o habitante de condición humilde de una villa o aldea pero con el tiempo adquirió el significado de rústico, ruín o indigno.
Esta definición no encajaría muy bien con el lugar a no ser que haga referencia a su abrupto y temible terreno. Por ello, se han buscado otros orígenes que expliquen este topónimo camariñán. Lo cierto es que podría derivar del vocablo gaélico bhfaoileán que se pronuncia /vuila:n/ y que significa gaviota.
Sería, por tanto, el cabo de las gaviotas y precisamente la gaviota tridáctila (Rissa tridactyla) es una de las habitantes de este espacio natural que sólo anida, en la Península Ibérica, en las Islas Sisargas y en el cabo Vilán. Se trata de una zona de alto valor ecológico candidata a la IBAs europea (Important Bird Areas) por su importante colonia ornitológica.
El proyecto del nuevo faro lo realizaron los ingenieros Francisco Lizárraga y Adolfo Pequeño.
La inauguración tuvo lugar el 15 de enero de 1896, constituyéndose este faro como el primero eléctrico de España, lo que suponiendo una notable mejoría para la navegación. La luz de producía por un arco eléctrico entre dos electrodos de carbón. Con una torre octogonal de 25 metros de alto su luminosidad alcanzaba las 10 millas, siendo uno de los más potentes de la época. Este faro fue declarado de Interés Nacional el 5 de noviembre de 1933. Ya en 1962 se reformó la óptica alcanzando unas 40 millas marinas (casi 70 kilómetros) y añadiéndole una sirena antiniebla.
El Faro Vilán tiene una altura de 25 metros, se eleva encima de un peñasco de unos 130 metros de altura. La luz del faro emite dos destellos blancos cada 15 segundos.
En sus orígenes, se necesitaron seis fareros, un maquinista y un fogonero para dar servicio al faro por lo que se construyó un edificio de servicio que se encuentra unido a la torre por un túnel con más de cien escaleras.
El granito rosado de la torre, extraído en canteras de la zona, se integra a la perfección con el paisaje geológico. La mano del hombre no ha conseguido modificar la belleza natural que continua mostrándose en estado puro aunque el faro compite en la actualidad con otros gigantes.
La vivienda y edificio de servicios del Faro Vilán es de planta cuadrada, con patio interior y dos plantas, destinado a los técnicos y que a través de un pasadizo cubierto conecta con la torre del faro. Está distribuida en alturas y adaptada a la orografía: la vivienda está separada de la linterna y comunicada por un túnel cubierto que llega hasta la torre. ¡Son 250 escaleras!
Como curiosidad decir que el faro se llenó de cultura y visitantes en los últimos años pero también de historias de vida. La más apasionante quizás sea la de su farera Cristina, una de las primeras mujeres en aprobar el examen para ocupar este puesto y la primera que se jubilará en esta profesión.
Actualmente el Faro, en su interior, alberga un centro de interpretación, una sala de exposiciones y eventos, un punto de información turística y una pequeña tienda de souvenirs y café-bar. Se puede visitar este edificio de manera libre y gratuita.
En las proximidades se encuentra el Parque Eólico de Cabo Vilán, en el Alto da Vela, inaugurado en 1989 y el primero que se hizo en Galicia así como una piscifactoría de rodaballo desde el año 2003.
Este faro, tan espectacular ha inspirado a numerosos autores, seguidamente os dejamos dos de las menciones más conocidas:
“Existe en mi tierra una costa brava que recibe, en el lenguaje popular, el nombre de Costa de la Muerte. Cada año la marina inglesa paga su tributo a los bajíos, escollos y arrecifes de la temible orilla. Allí, como en las costas de Bretaña, la niebla se condensa y espesa de tal modo, que el marino más experimentado corre al naufragio sin advertirlo. (…). La costa se halla desguarnecida de faros y señales, y la prensa regional riñe una campaña para que esta necesidad sea atendida ¿Nos lo agradecerán los ingleses? ¿Verán en ello un indicio de nuestro “saneamiento” como nación?”
Escrito por Emilia Pardo Bazán, “La vida contemporánea”, 1904.
Es quizás un gigante poderoso
que mirándonos está,
con un ojo resplandeciente que alumbra
en la azul inmensidad…
Bien lo veo, entre la niebla, allá lejos,
brillantes rayos;
yo bien veo entre la niebla su ojo
constante parpadear…
Es un cíclope soberbio que alumbra
a los que por el agua van,
es un cíclope soberbio que irradia
en el monte de Vilán.
Texto traducido del original en gallego, escrito por López Abente, “De Escumas da ribeira”, 1911.
Y para finalizar, solamente indicar que si estáis interesados en visitar el Cabo, y toda la espectacular y hermosa zona de la Costa da Morte, los horarios de visita del faro de Vilán son de lunes a domingo: 11.00 a 14.00 y 15.30 a 19.00 horas.
Nuestra Recomendación:
Bibliografía
Faros de Galicia, J.A. Sánchez García , 2004