Con esta entrada hacemos una nueva inmersión en el mundo cultural gallego. Nos centramos hoy en la famosa obra, de título “El Bosque animado”, del escritor español Wenceslao Fernández Flórez.
Esta obra fue publicada en el año 1943, cuando ya era un autor muy reconocido y leído. Su contenido versa en una serie de historias que acontecen en un bosque gallego y en el que el protagonismo corresponde a una serie de personajes que viven en la fraga de Cecebre.
La obra se desarrolla a lo largo de dieciséis capítulos o estancias, cada uno de ellos autónomo, narrados en primera persona por un narrador omnisciente (que tiene el conocimiento absoluto de todas las cosas reales y posibles), ajeno al mundo que narra. Los personajes, tanto humanos como animales y plantas están en posesión de conocimiento y pensamiento, e incluso tienen alma, recurriendo el autor a una figura retórica denominada prosopopeya que consiste fundamentalmente en la atribución a series inanimados o abstractos características y cualidades propias de los seres animados, o a los seres irracionales actitudes propias de los seres racionales y también en hacer hablar a personas muertas o ausentes.
El protagonismo del entorno en que se desarrolla la obra, la fraga de Cecebre, es un bosque, hoy menguante, pero que a principios del siglo XX era un bosque frondoso y extenso. Cruzaba la vía del tren, llegaba hasta el río y, según cuenta Wenceslao Fernández Flórez, se podía llegar paseando entre sus árboles hasta Guísamo, continuando la ruta hasta la fraga dos Ríos. Esta fraga tiene en la actualidad unos 68.000metros cuadrados y mantiene numerosas especies arbóreas autóctonas. En la actualidad es un espacio protegido por sus especies y fauna, gracias sobre todo a su inclusión en el inventario de bienes de interés cultural y la especial protección por parte del Concello coruñés de Cambre.
La fraga misma es la vida que prevalece sobre la muerte, pues como Fernández Flórez deja escrito en el último párrafo:
“vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres (…) con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito”.
San Salvador de Cecebre es una parroquia de Galicia, rugosa, frondosa y amena. “Cuando un hombre consigue llevar a la fraga un alma atenta se entera de muchas historias… Entonces se comprende que existe otra alma allí, infinitas almas: que está animando el bosque entero”. Afinando su mirada poética, Fernández Flórez logró captar todas esas historias y comunicarlas en esta novela deliciosa y profunda. El lector que se acerca a ella descubre, bajo la seductora y mágica narración, los latidos ocultos del alma humana en consonancia con la naturaleza.
Por los senderos del bosque caminan los habitantes de la aldea, algún que otro fantasma, la Santa Compaña, sátiros e incluso un reputado bandido, Fendetestas, nombre de guerra de Xan de Malvís, un labrador que ha decidido hacerse bandido, haciendo de la fraga su hogar y campo para sus fechorías.
A lo largo de la obra, el lector conocerá la triste suerte de un poste de teléfono, los amores, sólo consumados tras la muerte, de Geraldo, un humilde labrador al que le falta una pierna por un accidente cuando era grumete en un barco ballenero, y Hermelinda, una criada de la que está platónicamente enamorado; la humilde existencia de la viuda Marica da Fame, aspirante a meiga; las actividades de Mucha, una meiga en ejercicio, que lee sus conjuros en el “Libro de San Ciprián”, reputado por libro de brujería, cuando en realidad no es otra cosa que un libro escrito en latín de los comentarios de Julio César de la Guerra de las Galias; adorará y sufrirá por la muerte de una niña, Pilara, casi esclava de las áreas que le encomienda su ama. Amelia y Gloria Roade son dos hermanas que viven en la ciudad y alquilan una casa en la fraga para pasar el verano, siguiendo la recomendación facultativa para curar los catarros que aquejan a la mayor. A pesar del regocijo causado por el descubrimiento de cosas hasta entonces desconocidas por ellas, se creen encontrar en un entorno hostil y amenazador, que se desata durante la noche haciendo a las hermanas presa del terror.
En el mundo de los animales el autor nos cuenta las penas del topo Furacroyos que pierde a su amada por culpa de una dama, la señora D’Abondo, deseosa de hacerse un abrigo con las pieles de estos pequeños animales. El clan de los gatos, con el gato Morriña, aburrido de la comodidad del pazo donde vive, por lo que se fuga para encontrarse con una hermandad de gatos que reniegan de su domesticidad y se proclaman bestias salvajes y cazadoras, y para demostrar su naturaleza. Por otro lado, las moscas se reúnen para felicitarse: su falta de inteligencia y su capacidad para encontrar alimento en cualquier sitio hacen de ellas la auténtica raza superior sobre todos los demás seres vivos. A pesar de eso, todas las demás criaturas las desprecian y odian, por lo que se juramentan para hacer la vida imposible a todos los hombres por medio de ataques suicidas.
La obra también nos cuenta por qué las luciérnagas brillan en la noche para compensar la poca gracia con que la Naturaleza la había dotado. Sin embargo, esa luz tiene también terribles consecuencias. Y por qué las truchas no pican con cebos metálicos, ya que tienen un espíritu deportista que las impulsa a intentar coger el cebo sin ensartarse en el anzuelo, para desesperación de los pescadores.
Nos acerca a las peregrinaciones a San Andrés de Teixido para liberar a algún fantasmas de los que vagan por la Fraga, como el alma en pena de Fiz de Cotobelo, un fantasma que suspira por no haber cumplido en vida sus dos sueños: ir a San Andrés de Teixido, y a América.
Se trata de una obra dedicada a las gentes y a la vida sencilla, a sus vivencias en la infancia, en la madurez y su relación con “criaturas del otro lado”, todo ello pasado por el tamiz de un tono nostálgico, a veces idílico, combinando en sus historias la dureza de la vida campesina con el pragmatismo con el que los campesino deben enfrentar su vida cada día.
Wenceslao Fernández Flórez nació en A Coruña en el año 1885. Estuvo muy unido a su tierra gallega. Tras trabajar en varios periódicos gallegos se trasladó a Madrid donde trabajó en la Dirección General de Aduanas. Se dedicó a la escritura de relatos y novelas, compaginándolo con su actividad de prensa y crónica parlamentaria. Fue Académico desde 1945 hasta 1964, año en que falleció. Su estilo suele definirse como de un rotundo lirismo y una gran sensibilidad, cargado además con un fuerte simbolismo naturalista.
Es una obra muy especial: ni siquiera las historias de amor resultan románticas, más que pasión se percibe en ellas resignación, salvo cuando sus protagonistas son animales, momentos en los que el autor se permite mayor efusividad. La obra presenta contrastes como el marcado sentido del humor aunque por momentos puede hacernos también sentir plenamente la desolación e injusticia de la muerte de la pequeña Pilara. El narrador, con cierta ironía, va dando cuenta de lo que ocurre en la aldea y en la fraga: los fantasmas son demasiado cotidianos para temerlos, el ladrón casi parece un funcionario que toma posesión de un puesto vacante… Pero a pesar del humor, o quizás gracias a él, estas historias nos hacen reflexionar sobre la vida y la muerte, sobre la relación del hombre con la naturaleza, sobre la justicia social o sobre el olvido de las viejas tradiciones.
Esta obra mantiene todavía una gran vigencia e interés, como demuestra que desde su primera edición original en español, en 1943, hasta 2010, El bosque animado ha tenido 114 ediciones (dos en gallego y una en esperanto), lo que confirma la favorable acogida de los lectores de esta obra.
Además se hicieron adaptaciones para el cine como la que guionizó Rafael Azcona y dirigió José Luis Cuerda en el año 1987, con el título “El Bosque animado”, y que fue galardonada con cinco premios Goya.
Posteriormente, en el año 2001, se hizo una versión en cine de animación 3D realizada por la productora coruñesa Dygra Films y dirigida por Manolo Gómez Santos, con el título “El bosque animado, sentirás su magia”, ganadora de dos premios Goya, numerosos premios internacionales y preseleccionada para com
petir por el Premio Oscar a la mejor película de animación. Ya en el año 2008, esta misma productora presentaría un segundo largometraje de animación basada en esta obra, con el título “El espíritu del Bosque”.
Además el cortometraje “Fendetestas”, dirigido en 1975 por Antonio F. Simón obtuvo el premio del jurado y la crítica en el IV Certamen Internacional de Films Cortos Ciudad de Huesca de 1976.
Y finalizamos esta entrada con varias sugerencias: leer el libro, ver las películas anteriormente citadas y si os pasáis por Galicia visitar la Fraga de Cecebre, donde además podréis visitar la casa museo de Wenceslao Fernández Flórez, que se encuentra en Apeadeiro, 14 “Vila Florentiana”, que se puede visitar en horario de mañana y tarde los fines de semana.
Hasta la próxima.