Parece confirmado que el Mariscal Pero Pardo de Cela Aguiar e Ribadeneyra nació en Castro d’Ouro, en la comarca de Valadouro, en la provincia de Lugo. Hijo de uno de los más nobles linajes del Reino de Galicia. Contrajo matrimonio con Isabel de Castro, de la casa de Lemos, sobrina del Obispo de la Diócesis de Mondoñedo, quien incluyó en la dote de su sobrina el castillo de A Frouxeira
Si nos situamos en torno al año 1441 Pedro Pardo de Cela era el Merino (juez y administrador del Rey) en la ciudad de Mondoñedo. Años más tarde, entre 1467 y 1469 los rebeldes Irmandiños inician sus enfrentamientos con gran parte de la nobleza de Galicia.
En diciembre de 1474 fallece Enrique IV de Castilla, dejando una hija, a la que se le conocerá como Juana “La Betraneja” por la supuesta paternidad atribuida al consejero del Rey, Beltrán de la Cueva. La heredera, según los pactos acordados debía ser Isabel, la hermanastra de Enrique, pero entonces su viuda, Juana de Portugal, defendió los derechos de “la Beltraneja”, desposándola con su hermano, y por tanto tío de la pretendiente, Alfonso V de Portugal, provocando que el rey portugués se declarase también Rey de Castilla y León, comenzando así la guerra con la pretendiente Isabel de Castilla y su marido Fernando de Aragón.
La esposa de Pardo de Cela, Isabel de Castro, era prima de ambas pretendientes al trono. La historiografía ha venido manteniendo que su marido, el mariscal —como la mayor parte de los nobles gallegos vinculados a Portugal— se pronunció a favor de Juana la Beltraneja; aunque la reciente aparición del testamento de Pardo de Cela hace pensar que no fue así, sino que fue partidario de Isabel. Un tema que todavía no está definitivamente clarificado.
Según algunos historiadores, tras el fin de la guerra de sucesión, reorganizado el poder político de Castilla, los Reyes Católicos emprendieron la anexión del Reino de Galicia represaliando a las principales familias nobles gallegas. Don Pero Pardo de Cela, descendiente de Don Fadrique el hermanastro del rey Pedro I, se declararía fiel a la soberanía del Reino de Galicia y rebelde, en consecuencia, a la sumisión al Reino de Castilla.
Lo cierto es que por motivos todavía no aclarados, la reina Isabel adopta una sucesión de duras medidas contra Pardo de Cela. En 1476 los partidarios de la reina deciden que el Mariscal sea expulsado de la alcaldía que venía ocupando en el municipio lucense de Viveiro.
En el año 1480 llega desde Castilla un ejército al mando del capitán vasco-francés Mudarra manteniendo combates durante tres años en las tierras gallegas. El Mariscal se hizo entonces fuerte en la villa de Mondoñedo, donde Mudarra fracasó en sus intentos por detenerlo, recurriendo entonces a ofrecer tesoros y perdón a los nobles que le ayudaran a vencerlo. Los desleales vasallos abrieron, en setiembre del año 1483, las puertas del castillo de A Frouxeira a los castellanos aprovechando la estancia de Pardo de Cela en el castillo, logrando así Mudarra detener al Mariscal y a su hijo, llevándolos a Mondoñedo para, tras la celebración de un juicio, su ejecución pública ejemplar frente a la Catedral.
La esposa del Mariscal, doña Isabel de Castro, con algunos de los suyos, marchó, reventando caballos, a entrevistarse con la reina católica, y obtuvo el indulto de su esposo y de su hijo, así como del señor de Miranda. Pero no contaba con la enemistad del Obispo y cabildo de Mondoñedo. Conocedores éstos de lo que pasaba, por sus espías en la corte, se ingeniaron para que el indulto no llegase a tiempo. Amaneció, por fin, el día en que había de ejecutarse la sentencia. Doña Isabel de Castro se acercaba y debía llegar trayendo de su mano la carta real. Entonces, tres canónigos de Mondoñedo, disfrazados, salieron a esperarla a la entrada de la villa, donde hay un puente sobre el río. Al llegar la dama, la entretuvieron confiándole supuestos secretos y ofreciéndoles comida, hasta que al oir las campabas doblar a muerto en todas las iglesias, comprendió que su esposo e hijo habían sido ya ejecutados.
En efecto, en la plaza de Mondoñedo acababan de caer las tres nobles cabezas de Pedro de Miranda, del joven hijo del Mariscal y de Pero Pardo de Cela. La cabeza de éste, al rodar sobre el cadalso, dio tres botes y profirió tres palabras: «¡Credo! ¡Credo! ¡Credo!». No faltan quienes afirmen que lo que la cabeza gritó fue: «¡Clero! ¡Clero! ¡Clero!» para indicar quienes eran los causantes de su desgracia. También podría ser “Clock, Clock, Clock” u otro sonido parecido producto del golpeo de un objeto con el entarimado de madera… Hasta aquí una leyenda o historia no totalmente aclarada.
La fortaleza de la Frouxeira fue arrasada. A doña Isabel de Castro le fueron devueltos todos los bienes de ella y de su esposo. Pero el lugar de la sepultura de éste y de su hijo se ignora. En el Museo Provincial de Lugo se conserva una larga y pesadísima cadena de enormes eslabones, que se dice fue la que sujetó los pies de Pardo de Cela en su prisión, y que por ello es llamada la Mariscala. El puente, en Mondoñedo, donde se frustró el indulto se llama aún hoy Puente del Pasatiempo.
Con numerosos intentos actuales por arrimar a su ascua al Mariscal y su posición, a favor o en contra de la corona de Castilla, trasladando así su “supuesta” rebeldía como ejemplo a los tiempos actuales, lo cierto es que resulta muy complicado conciliar, historia, leyenda y documentos. En todo caso su vida e historia es digna de ser recordad, sea o no verdad.
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