A estas alturas, resulta indudable la presencia templaria en Galicia. Documentos de la época recogen los nombres de las seis encomiendas templarias que había en Galicia: Faro, en las inmediaciones de A Coruña; Amoeiro, en la provincia de Ourense; Coia, próxima a Vigo y Canabal, San Fiz do Ermo y Neira, en la provincia de Lugo. Se sabe que existió una séptima encomienda en la villa de Betanzos, ya desaparecida por aquel entonces.
Pero, ¿cómo y cuándo se produjo el asentamiento de la Orden del Temple en el Reino de Galicia?.
Parece que la llegada de los caballeros templarios a tierras gallegas tuvo lugar a mediados del siglo XII, pues en un documento del Monasterio benedictino de Celanova, de 1142, figuran unos denominados “seniores cavallaria de Iherusalem”. No obstante, su casa principal en el reino gallego se establecerá en una localidad llamada Burgo de Faro (repartida actualmente entre los municipios de Cambre y Culleredo), donde progresivamente fueron ampliando sus posesiones creando la susodicha bailía de Faro que llegaría a ser una de las que mayor importancia.
La bailía de Faro, considerada como la más importante dentro de la estructura templaria del reino leonés, estaba plenamente constituida ya en el año 1200. Tenía su núcleo central en lo que hoy son las actuales villas de O Burgo y O Temple. En el caso de la última localidad, la propia toponimia ya nos una pista más que nítida. Hay dos puntos de atención clave en la zona: la Iglesia de Santa María do Temple y el llamado Puente de los templarios sobre la ría de O Burgo, que comunica las dos parroquias. Dos elementos que, ocho siglos atrás, incluían un tercero: la fortaleza de O Burgo, hoy desgraciadamente ya desaparecida.
A escasos cinco kilómetros de O Temple se encuentra la localidad de Cambre, otro de los enclaves relacionados con la Orden del Temple, dependiente de la bailía de Faro. Lo que permanece hoy en el lugar es la Iglesia de Santa María de Cambre, en cuyo interior vamos a encontrar una leyenda muy particular que vincula directamente a Jesucristo y a los caballeros templarios.
La ermita de Santa María se encuentra en el centro de la ciudad coruñesa, rodeada de zonas verdes. De estilo románico, pero con una ornamentación más rica que la de Santa María do Temple, fue erigida en el siglo XII- 1194 concretamente- como parte de un monasterio del que nada se conserva hoy y la tradición dice que la construyeron los propios caballeros templarios. La iniciativa de la construcción, según se cuenta, partió de la familia de Traba, de la cual ya he mencionado su vinculación con el Temple.
Sin duda, lo realmente destacable de Santa María de Cambre se esconde en su interior. Nada más atravesar la puerta de madera, a la izquierda se encuentra una especie de pila de piedra, con símbolos esculpidos. Se trata de la Hidria de Jerusalén. Se cuenta que es nada menos que una de las hidrias en que Jesucristo obró el milagro de convertir el agua en vino durante las bodas de Caná, tal y como relata la Biblia. La hidria fue expuesta en un primer momento en la iglesia de Santa María do Temple, más se cuenta que, tras la disolución de la Orden en el siglo XIV, encontró su hogar definitivo en Santa María de Cambre. Pero, ¿cómo llegó la tinaja desde Jerusalén? Existen dos hipótesis acerca de su traslado: una de ellas afirma que fue el conde Fernando Pérez de Traba quien la trajo de Tierra Santa en uno de sus viajes; la otra, que fueron caballeros templarios los responsables de su llegada a Galicia.
La extensión de las propiedades templarias a lo largo de Galicia la llevará a crear otros asentamientos, otras bailías:
- En la actual provincia de A Coruña, creará las de Betanzos, San Sadurniño (en la zona de Ferrol) y Lendo (en el ayuntamiento de A Laracha, comarca de Bergantiños).
- En la provincia de Lugo, las de Sanfiz do Hermo (municipio de Guntín), Neira (municipio de Láncara) y Canabal (municipio de Sober).
- En Ourense, creará la bailía de Amoeiro, en el municipio del mismo nombre.
- Y en la provincia de Pontevedra la bailía de Coia (actualmente un barrio de la ciudad de Vigo).
Todas estas bailías estaban estratégicamente emplazadas: en los caminos de peregrinación a Compostela -tanto el camino francés como los secundarios (inglés, vía de la plata..)- y en puertos de mar.
Estas bailías administraban numerosas propiedades: casas, iglesias, montes, leiras, etc., estando al frente de ellas un comendador. Se ocupaban también de proteger a los peregrinos: la de San Sadurniño, por ejemplo, tenía un hospital.
En cuanto a su día a día, la vida de los templarios gallegos, como la de sus hermanos de otros reinos hispánicos, transcurrió con calma hasta que, en 1308, se inició en Francia, a iniciativa del monarca Felipe El Hermoso, un fraudulento proceso judicial. Detenidos y encarcelados por sorpresa, los caballeros templarios son acusados de comportamientos heréticos, de practicar la sodomía, etc. Sometidos a terribles torturas, algunos, entre ellos el gran maestre, Jacques de Molay, admiten las acusaciones.
En 1312 el papa Clemente V toma la decisión de suspender “a divinis” a la Orden del Temple.
Los bienes de las bailías gallegas pasan en un primer momento a las manos de Fernando IV, que ya había repartido anteriormente algunos de los castillos de la Orden. Aunque Clemente V asigna los bienes templarios a la Orden del Hospital, en la Corona de Castilla se produce un tira y afloja entre los monarcas y los hospitalarios, que solo recogerán unas migajas.
En próximas entradas iremos rastreando huellas templarias, como las que podemos encontrar en Padrón (Iria Flavia), Noia, …