En tierras de la provincia de Lugo hay diversos testimonios, en forma de construcciones de gran valor histórico artístico, de la presencia de la Orden de San Juan de Jerusalén (con posterioridad, Orden de Malta), que como es sabido tenía como actividad principal en estas tierras, la atención a los peregrinos. Así encontramos, por ejemplo, el Castillo de la encomienda en tierras de Quiroga, y las Iglesias de San Juan, en Portomarín, y San Pedro Fiz, en Hospital de O Incio.
Efectivamente, en las tierras montañosas de O Incio encontramos este excelente templo románico, que además de su valor patrimonial y artístico, es también uno de los templos más, ya que la iglesia de San Pedro Fiz es la única iglesia románica de mármol que encontraremos en tierras hispanas, y de las pocas existentes en el sur de Europa. Y más en tierras gallegas, donde para la construcción el material primordial es el granito. De hecho hay un dicho que se ha ido manteniendo a lo largo de los años y que dice: “Desde O Incio hasta Roma otra iglesia igual no encontrará”.
El uso del mármol obtenido en las canteras de la zona, fue habitual en época romana en diversas construcciones sobre todo en la ciudad de Lugo, pero su uso para la construcción de esta iglesia, la dota de una espectacularidad única, gracias a que a plena luz del día se manifiesta el contraste de los tonos azules del mármol y el verde del contorno en el que se sitúa el templo. No en vano se encuentra rodeada de bosques autóctonos. Este mármol, poroso y calizo, por lo que el aspecto no es el más reconocible, da a esta iglesia un brillo azulado cuando le da el sol y, según los visitantes, la tarde es el mejor momento para disfrutarlo.
Se trata de una iglesia románica del siglo XII, y su singularidad fue reconocida al ser declarada Monumento Nacional el 19 de junio de 1981.
Breve reseña sobre la Orden de San Juan de Jerusalén
La Orden de San Juan de Jerusalén o del Hospital fue una Orden Militar internacional nacida en Tierra Santa en la época de las cruzadas. Tienen su origen en unos comerciantes y navegantes italianos de la República Marina de Amalfi, situada cerca a Nápoles en el golfo de Salerno, interesados en fundar un hospital en Jerusalén para atender a los peregrinos italianos. El hospital se funda en el año 1065, luego de la conquista de Jerusalén por los cristianos.
Los monjes-soldados hospitalarios de la Orden San Juan de Jerusalén llevaban capas sobre su armadura, adornadas con la cruz que los caracterizaba, que denota al caballero como luchador por la liberación de Jerusalén.
La Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén gira en torno a la hospitalidad, pero a mediados del siglo XII se convierte también en una Orden Militar.
La Orden de San Juan u Orden del Hospital se implanta en España a comienzos del siglo XII. La Orden del Hospital se organizaba en España en cuatro grandes prioratos: Cataluña, Aragón, Navarra y Castilla-León. Los caballeros Templarios y los Hospitalarios en la Península Ibérica tenían por objetivo obtener recursos para Tierra Santa, pero los reyes cristianos buscaron implicar a las dos órdenes militares internacionales en la Reconquista, por lo que ambas órdenes participaron activamente en el gran avance de la reconquista durante el siglo XIII. En los siglos XIV y XV sólo la Orden del Hospital tuvo una pequeña presencia en la frontera ibérica con el islam.
Historia de la Iglesia de San Pedro Fiz
Abundantes testimonios arqueológicos dan cuenta de su ocupación en época castreña y romana.
Con la cristianización de la Gallaecia la zona fue refugio de eremitas y pequeñas comunidades religiosas de tipo familiar, una de las cuales debió de ser el origen de nuestra iglesia. Testimonio material de este origen es una lauda sepulcral de estola que fue encontrada semienterrada en el atrio cementerio de la actual iglesia y que se remonta, por su tipología tan característica, a la época altomedieval.
La mención documental más antigua de la existencia de un cenobio la encontramos en la colección diplomática del vecino monasterio de San Julián de Samos, en un pleito fechado el 4 de mayo del año 1003.
El monasterio debió de continuar teniendo este carácter familiar tan típicamente altomedieval hasta los años finales del siglo XII cuando consta que pertenecía al magnate castellano Gutierre Rodríguez de Castro, quien a fin de afirmar su poder procedió a la donación del Monasterio de San Fiz a la Orden de San Juan de Jerusalén. El documento de la donación está datado en el 29 de mayo de la era 1210 (año 1172) aunque debe de ser un error del copista, ya que la mención al rey Alfonso IX y al obispo Rodrigo II de Lugo obliga a situar su cronología entre los años 1188 y 1218. Sea como fuere, nos encontramos en unas fechas que coinciden con la introducción en Galicia de los Hospitalarios y la conformación de su patrimonio material. El texto de la donación es de gran interés ya que especifica que las posesiones de los Hospitalarios en tierra de Lemos, entre los ríos Lor y Miño, deberían de formar parte de una misma encomienda junto con O Incio. Además, siguiendo con la costumbre altomedieval de la traditio corporis, los donantes se habrían de enterrar, a su muerte, en la iglesia de San Fiz donde su cuerpos serían custodiados por los religiosos. Debido a esto obligan a la Orden a mantener allí al menos a tres monjes. Pero el dato que más nos interesa aparece en el apartado de la sanctio del documento, donde se especifica que si los hospitalarios quebrantasen el acuerdo, deberían pagar doscientas piezas de oro qui mittantur in opere ecclesie Sancti Felicis de Unitio. Es decir que en el momento de la donación ya se estaba construyendo la iglesia de San Fiz, o al menos era ya un proyecto a punto de realizarse, a cuya ejecución iría destinado el oro recaudado con la sanción.
Desde entonces la plaza perteneció a los caballeros del Hospital, formando parte de la Encomienda de Quiroga, de la que sólo se segregó a partir de 1776.
La iglesia formaba parte de un complejo integrado por una fortaleza, una hospedería, el hospital y la propia iglesia, todo ello encaminado a la atención de los peregrinos en su camino hasta Santiago. Durante siglos mantuvieron su Encomienda, una de las siete existentes en Galicia.
El templo fue construido a finales del siglo XII e inicios del XIII, en una antigua variante de las rutas de peregrinación que unía el Camino Francés y el Camino de Invierno. Se considera que el conjunto fue construido para que se convirtiese en un lugar sagrado y de oración, pero que también sirviese como punto defensivo.
Está construido sobre las bases de un templo anterior, del que aún se conservan algunas piedras. Se trata de una iglesia de pequeñas dimensiones, construida en un terreno a 710 metros de altura sobre el nivel del mar, en la antesala de las montañas de O Caurel.
En general, todos los datos permiten concluir que la iglesia de San Pedro de O Incio fue levantada por un taller procedente de la abadía cisterciense de Meira, de la que no dista más de sesenta kilómetros, planteando una iglesia adaptada a las necesidades de una pequeña, pero poderosa, comunidad monástico caballeresca como era la de San Juan del Hospital.
Característica de la iglesia de San Pedro Fiz
El interior de la iglesia mide unos 18 metros de largo por 8,70 metros de ancho. Es de planta rectangular.
Tendría a ambos lados, exentas del templo, dos torres cuadradas defensivas, pero de las que solo nos ha llegado una, hoy reconvertida en una torre campanario. La torre tiene una puerta de acceso con un arco apuntado. En su cara sur también cuenta con una ventana de arco apuntado, y otra en el norte con una piedra de armas en los arcos. En la actualidad cuenta con dos campanas, la más pequeña recientemente restaurada en tierras valencianas, que son accionadas de manera manual mediante unas cadenas que penden por una de sus caras. En el interior de la torre suelen anidar curuxas (búhos, mochuelos, aves de rapiña nocturnas).
Justo al lado de la torre apoyada en su pared, al lado de la puerta, encontramos una lápida, a cuatro aguas y sobre ella mediante dos anchas franjas, se presenta una cruz grabada, tal vez de origen suevo, aunque su cronología resulta bastante incierta.
La segunda torre fue reconvertida en el siglo XVI en el panteón para la familia Quiroga. Se encuentra junto al pequeño atrio y aún se pueden ver las troneras.
En su conjunto la iglesia de San Pedro Fiz presenta una gran sobriedad constructiva y ornamental.
El templo cuenta con tres portadas, la principal, la de poniente, está protegida y decorada por dos fuertes pilastras, con un arco triunfal de medio punto formado por cuatro arquivoltas adornadas con pequeñas rosetas decorativas. Está soportado por semicolumnas también trabajadas con motivos florales o geométricos. Además, como rareza, toda ella está rodeada de una greca en zigzag, algo que en Galicia tan solo se repite en San Pedro de Bembibre, en Taboada (Lugo). En lo alto, dentro de un tímpano monolítico, vemos un blasón de una cruz de Malta, coronada por una corona real cerrada. Estos elementos fueron añadidos con posterioridad.
Dos ménsulas a ras de la clave de la portada nos hablan de un atrio de madera como era habitual en muchos de estos templos. Los herrajes de la portada son los originales del templo, emparentándose en este detalle con otros de bella hechura, como son los existentes en la Catedral de Lugo.
Bajo el porche adosado al lado meridional hallamos la segunda portada decorada del templo. En este caso solo encontramos dos arquivoltas, siendo menos espectacular que la primera, aunque destaca la cruz de Malta coronada, que decora su tímpano, original en este caso.
La tercera portada, es la más sobria, completamente rectangular y sin columnas, la encontramos en el muro Norte. A sus lados presenta dos bancos de piedra.
En cuanto al interior del templo, la sorpresa es todavía mayor. Consta de una sola nave, orientada con una ligera desviación al nordeste. Con presbiterio y ábside poligonal, cubierta con bóveda de cañón con nervios de refuerzo apoyados en columnas angulares que la hacen tripartita en la cabecera. Algunos capiteles de estas columnas llevan decoración zoomórfica.
El interior vuelve a sorprender por el mármol de su construcción. Es sobrio, pero la luz natural y la artificial hacen que se vean los tonos blanco-azulados de sus paredes y columnas.
La nave está dividida en tres tramos mediante dos pares de pilastras con semi-columnas adosadas al muro.
En el muro septentrional se encuentra un arcosolio en mármol del siglo XV con sepulcro de don Frey Álvaro de Quiroga, comendador del Priorato Sanjuanista de Portomarín allá por el siglo XV.
El enterramiento de Frey Álvaro de Quiroga presenta su figura representada en una escultura, bajo la que se han labrado dos escudos y la cruz de Malta. A sus pies aparece un perro, símbolo de la fidelidad. Sobre los escudos existe una inscripción en letra gótica y sobre la faja de la inscripción se encuentra el lecho en que aparece representada la figura del Comendador. Las dos manos se juntan para sujetar el pomo de la espada que se extiende sobre la parte central de la escultura.
Entre las imágenes de la iglesia destaca una Virgen con el Niño, en madera, de los siglos XIII-XIV. Mide unos 65 centímetros. La Virgen está representada con el Niño sentado sobre su rodilla izquierda y le está dando el pecho, mientras un amplio manto le cubre desde los hombros hasta las rodillas, y debajo una amplia túnica que llega hasta los pies. Si se observa con detenimiento se puede observar que a la Virgen le falta un pecho.
En contraposición con la austeridad de la nave, en la cabecera se muestra un mayor esfuerzo decorativo a través de medios arquitectónicos y escultóricos.
El presbiterio se abre con un arco triunfal y otro, separa el mismo del ábside, sobre el que se encuentra colgado un Cristo crucificado protogótico, de brazos articulados con probable datación de finales del siglo XIII o comienzos del siglo XIV. Mide 1,70 metros. Parece ser que si se observa desde el lado izquierdo muestra un rostro disgustado, mientras que si se hace del lado derecho su expresión sería de alegría. Cristo aparece clavado por cuatro clavos, y no tres como es habitual. El paño de pureza le cubre hasta las rodillas.
El ábside, de dimensiones menores que la nave, tiene un cuerpo semihexagonal, algo poco habitual, pues lo normal es que sean semicirculares. El ábside está delimitado por tres semilienzos y en cada uno de ellos se abre un ventanal de amplio derrame interior. Las columnas de sus ventanitas tienen una decoración con motivos geométricos o vegetales.
La bóveda que cubre el ábside tiene una especial característica. No es una bóveda de horno al uso, sino que entre las dos nervaduras y el fajón respectivos, se tendió una cubierta de plementería marmórea, ya en una aproximación a lo protogótico. Los capiteles de la cabecera muestran decoración geométrica y vegetal, al igual que en el resto del templo si bien aquí podemos ver en varios de ellos motivos historiados: leoncitos, que en uno comparten cabeza en el ángulo o aves de sencilla labra.
El altar se sustenta sobre diversas piezas, dos de las cuales, dos pequeñas columnas, se cree que son prerromanas. Cada una de ellas presenta una cara y de sus bocas sale una argolla.
Además, durante la restauración de la iglesia en 1986, se encontró entre los escombros del presbiterio una pieza esculpida de excepcional valor que probablemente pertenecería a una decoración de un sepulcro o a un frontal del altar. Se trata de una obra paleocristiana, algo muy excepcional en tierras gallegas. Muestra la representación de la crucifixión de Cristo realizada en relieve en piedra caliza; está datada en el siglo VI y tal vez su destino fuese o bien encontrarse en el frontal del altar o formar parte de la decoración de algún sepulcro. Está realizada en piedra y mide el bloque unos 61 cm de largo por 55 cm de ancho y 8 de grosor.
La imagen representa a Cristo crucificado, y sobre sus brazos se observa la imagen de dos caras, representando al Sol y la Luna. En la parte inferior encontraríamos otros dos personajes, uno de los cuales parece estar haciendo una reverencia mientras que el otro se encuentra rezando o mirando hacia arriba. Las características del relieve con un modelado muy somero y cuerpos desproporcionados y rígidos es lo que ha llevado a datar esta pieza en torno al siglo VI. Pero como suele suceder, la datación no es plenamente aceptada, pues algunos autores identifican características coincidentes entre esta pieza y las que aparecen en el altar en relieve en la antigua Catedral de San Martiño en Mondoñedo (Foz), por lo que el autor habría sido un escultor del taller mindoniense en torno al año 1100.
Se conserva también la antigua pila bautismal, hoy situada en la nave, junto a la puerta de la sacristía. La copa se apoya sobre una base cilíndrica y tiene un gran desarrollo en altura. Se ha datado en torno a las primeras décadas del siglo XIII.
Si regresamos al exterior, vemos que junto a la Iglesia hay otra construcción, la que se hizo sobre la segunda torre defensiva que antes mencionábamos.
En el siglo XVI se utilizó como noble panteón de la Casa de los Quiroga, que tenían su Pazo (palacio gallego) justo delante de onces, la iglesia. Debió de construirse en época gótica y muestra de nuevo una cruz de Malta. Según la Asociación de Genealogía Heráldica y Nobiliaria de Galicia, probablemente sea del último cuarto del siglo XIV. Escudo blasonado de: 1º) Somoza; 2º) 3º) y 4) son Quiroga-Valcárcel. En el interior campean blasones heráldicos de la llamada “Casa de las Argollas” de Lugo y las mismas cadenas que esta tenía. La gruesa cadena metálica que cuelga desde el techo del panteón, según se dice tiene relación con el derecho medieval de asilo, y es que por entonces cualquiera que fuera capaz de llegar hasta dicha cadena y colgarse de ella, sorteando a los guardias que la custodiaban, obtenía el perdón por los delitos cometidos.
En el exterior encontramos también una escultura reciente, la que representa al párroco de esta iglesia Anxo González, uno de los principales promotores de la restauración del templo en el último cuarto del siglo XX. Tiene la siguiente inscripción: “No vine a que me sirvan sino a servir”.
Cerca de la iglesia se encontraron restos de fortificaciones y enterramientos abiertos en losas que se catalogaron como romanos.
Y al otro lado de la carretera encontramos la Casa de los Quiroga. Un pazo, propiedad privada, y actualmente en estado de aparente abandono. Fue construida en el siglo XVII y presenta en su fachada varios escudos del siglo XIX.
Está cerrada con un vallado, por lo que solo es posible observar su estructura y jardines desde el exterior o desde los caminos de la zona alta. Tiene bloques de mármol de O Incio en los dinteles de puertas y ventanas, además de disponer en un extremo de una cuidada y amplia galería y balconada que resalta con los jardines que rodean el caserón.
En el año 1968 se realizó una prospección en la que se encontraron restos de unos sarcófagos antropoides de mármol y en el año 1988 se observa un sarcófago de doble estola de granito (roca inexistente en la zona), descubrimiento a raíz de las obras de restauración de la iglesia.
Curiosidades y leyendas en torno a la iglesia de San Pedro Fiz
En primer lugar cabría decir que el mármol de la canteras de O Incio presenta tales tonalidades, de una hermosa inquietante, por sus tonos blanco-azulados, con matices amarillentos que se ven reforzados por la iluminación eléctrica, al caer la tarde, muestra una apariencia que parecería diseñada para acoger leyendas como las de la Santa Compaña.
Dos pequeñas leyendas en torno a esta iglesia. La primera, y más conocida, nos dice que su construcción fue obra del demonio, y que la hizo en tan sólo una noche. Según la otra leyendas, si alguien abriese el sepulcro de Fray Alonso de Quiroga, la iglesia se vendría abajo.
Por otro lado y tal y como explicó Henrique Alvarellos en 2004, en su obra “Galicia en cen prodixios”, en esos lugares fue donde el escritor Ánxel Fole se inspiró para escribir partes notables de su obra. En su obra “Terra brava” hace recuerdo del tiempo que pasó en O Incio y entre otras cosas, asegura: “Este paisaje es unas veces suave y amorosa; otras, recia, severa y grandiosa. Mejor dicho, los dos tipos de paisaje se dan la mano”.
En la casa de los Quiroga vivió Don Benigno Quiroga y López Ballesteros, que llegó a Ministro de Gobernación durante lo reinado de Alfonso XIII. Según señala el escritor e investigador lucense Luis López Pombo, a la gestión de este político se le debe la construcción de la carretera de A Ferrería do Incio. Además, fomentó el uso de las aguas medicinales de este municipio, que a finales del siglo XIX fueron declaradas de utilidad pública gracias a su gestión. Se casó D. Benigno, con la hermosa y culta dama, Dª Julia Espín y Pérez Collbrandt, que fue musa inspiradora de un buen número de versos del poeta Gustavo Adolfo Becquer. Su hermosura, un tanto inalcanzable, inspiró a Gustavo Adolfo Bécquer en alguna de sus rimas, quien también la homenajeó con dos álbumes con poemas y dibujos que se conservan en la Biblioteca Nacional. Hay quienes creen que en este panteón estaba Julia Espín, sin embargo, sus restos no descansan aquí, sino en el cementerio madrileño de Santa Justa, junto a su marido y otros parientes.
¿Cómo visitar la iglesia de San Pedro Fiz de Hospital de O Incio?
El conjunto se encuentra en la parroquia de Hospital en el término municipal de O Incio en la provincia de Lugo, a mitad de camino entre las dos hermosas villas de Sarria y Monforte de Lemos.
Una tortuosa carretera comarcal, la LU-644 nos lleva hasta O Incio, y para llegar a Hospital hay que salir por la carretera LU-642 en dirección a Ferrería. A la altura del km. 17 se encuentra la iglesia y el Pao de los Quiroga.
Para visitar la iglesia hay que llamar al 982 427 014 y concertar una cita. En principio el horario de visitas es de lunes a viernes de 8:00 a 15:00, pero como hay un vecino, Don Manuel (“O zoqueiro”), que vive cerda de la iglesia y es el hijo del antiguo sacristán, y participante en los procesos de restauración, él mismo se presta a enseñarlo y explicar su contenido, más que correctamente, agradeciendo cualquier donativo para continuar con el proceso de recuperación del templo.
Posiblemente por tratarse de mi tierra, Galicia, de la que me siento profundamente orgulloso no puedo más que afirmar, como lo hiciera el controvertido escritor, ensayista y político gallego Vicente Martínez Risco y Agüero, en “Leira” (1961, ensayo):
“Ti dis Galicia é ben pequena. Eu dígoche: Galicia é un mundo. Cada terra é coma se fose un mundo enteiro. Poderala andar en pouco tempo do norte para o sur, do leste para u oeste noutro tanto; poderala andar outra vez, mais non a has dar andado. E de cada vez que a andes, has atopar cousas novas e outras has botar de menos”.
“Dices que Galicia es muy pequeña. Te digo: Galicia es un mundo. Cada tierra es como si fuera un mundo entero. Podrá caminar en poco tiempo de norte a sur, de este a oeste en otro tiempo; ella podrá volver a caminar, pero no la harás caminar. Y cada vez que vayas allí, encontrarás cosas nuevas y extrañarás otras”.
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Referencias
https://archivoshistoria.com/las-ordenes-militares-de-tierra-santa-hospitalarios-y-templarios/
http://www.arquivoltas.com/11-Galicia/01-Incio01.htm
https://galiciapuebloapueblo.blogspot.com/2018/01/san-pedro-fiz-de-hospital-o-incio.html
https://www.romanicodigital.com/sites/default/files/pdfs/files/LUGO_Hospital%2C_O_Incio.pdf