Entendemos por pueblo celta al grupo de sociedades tribales de Europa, que compartieron una cultura material iniciada en la primera Edad de Hierro (1200-400 a. C.) en torno a los Alpes (periodo Hallstatt) y más tarde en el hierro tardío (periodo La Tène), y que fueron así llamados por los geógrafos griegos y latinos.
Los celtas llegan a Europa en torno al 1200 AC, procedentes de Anatolia o de las estepas entre el mar Negro y el mar Caspio. Alcanzan la Península Ibérica en torno al 900 AC.
Estaban formados por un número de pueblos interrelacionados entre ellos que habitaban en Europa Central y que hablaban lenguas indoeuropeas como indicativo de un origen común.
No se puede hablar de un Estado propiamente celta, ya que cada zona tenía su líder y existían rivalidades entre ellos.
Su vestimenta, al igual que su lengua, era muy uniforme. Los coloridos atuendos diseñados con cuadros o barras eran perfeccionados con lanas o hilos rojizos, amarillos y azules, aunque los nobles vestían trajes de seda con hilos dorados y bordados.
La vestimenta femenina se caracterizaba por el uso de extensas túnicas o péplum, sujetas con un cinturón a las que colocaban encima un manto o sagunque para cubrir el cuerpo.
Otra prenda habitual era la falda ancha de cuadros enrollada a la cintura y que dejaba al aire libre el tobillo.
Las mujeres se adornaban con todo tipo de joyas como collares, brazaletes, pulseras de tobillo y broches que acompañaban con un ligero maquillaje facial hecho de extracto de fresas.
Los hombres celtas solían llevar pantalones o braccae sujetos a los tobillos. Se cubrían con una túnica corta bordada y con flecos, que les caía hasta las rodillas que recogían con un cinturón que era adornado con incrustaciones de bronce y con un saquito llamado pouch.
El papel de la mujer en la cultura celta estaba muy valorado y formaba parte muy activa de la actividad de este pueblo. Así, tenemos conocimiento de que luchaban al lado de los hombres, tal y como los historiadores de la época reflejaron en sus escritos, con la misma brutalidad y fiereza que ellos. Amíano Marcelino, militar romano (330-395) escribió que “una patrulla entera no podría resistir el ataque de un solo galo sí este se hiciera acompañar por su esposa”.
Existía un sistema matrilineal por el que las mujeres trabajaban el campo, otorgaban la dote, heredaban y decidían sobre el matrimonio de sus hijos y sus hermanos, además de poder divorciarse. Resulta curioso, pues, la autonomía que se le atribuía a esas mujeres que contaban con mayor status que sus contemporáneas griegas o romanas.
La organización social de la cultura celta estaba constituida por clanes familiares dividida en 3 estamentos:
- Nobleza. Representaban a la aristocracia que normalmente ocupaban jefaturas militares y que podían ser:
– Guerreros. Principales representantes de la sociedad, siendo su única función la de batallar.
– Druidas. Formaban parte de la clase intelectual, recibiendo el nombre de dryades. Se encargaban de todo lo que afectara al pueblo, su poder se basaba en que sabían leer y escribir, realizaban sacrificios rituales y funerales. A su vez se clasificaban en: vates o sacerdotes (consejeros guerreros y transmisores verbales de mitos, creencias y conocimientos al pueblo) o bardos (representados por cantantes y poetas). - Hombres libres. Clase compuesta por campesinos, agricultores, artesanos y metalurgos.
- Esclavos. Personas compradas para ponerlas a trabajar en el hogar y el campo.
Los pueblos celtas nunca llegaron a formar un reino, todos los integrantes de una tribu eran descendientes de un antepasado común, que solía ser un héroe mítico, siendo el gran lazo que los unía.
En lo que respecta a la religión, cada territorio de la cultura celta se caracterizó por tener dioses y mitos de acuerdo a la particularidad local. Generalmente sus dioses, que tenían forma de un animal, gobernaban las fuerzas de la naturaleza.
Poseían la creencia de la inmortalidad y reencarnación de las almas, ya que cuando alguien moría, su alma renacía en el cuerpo de un recién nacido.
Ofrecían sacrificios humanos para calmar la ira de los dioses. Fue común, asimismo, la práctica de la adivinación y el culto a los muertos.
Los druidas utilizaron monumentos de piedra o dólmenes como altares de templos. Los dólmenes son una construcción megalítica consistente, generalmente, en varias losas (ortostatos) clavadas en la tierra en posición vertical y una o más losas, a modo de cubierta, apoyadas sobre ellas en posición horizontal.
Entre las deidades celtas más importantes se encuentran Tutates (dios del rayo), Esus (dios de las artes) y Cernumnos (dios del sueño y de la muerte).
La religión de la cultura celta desapareció a raíz de la invasión romana, lo que llevó a muchos a seguir la religión cristiana.