Aunque hoy en día se consideran bárbaras y supersticiosas, en su momento, las ordalías fueron vistas como una manera legítima de buscar la verdad en ausencia de evidencia concreta, ofreciendo un fascinante estudio sobre cómo las sociedades humanas han luchado con los conceptos de justicia, inocencia y culpabilidad a lo largo de la historia.
Teniendo en cuenta su fundamental dimensión propagandística, el Auto de Fe como ceremonia, resulta inseparable de los relatos de su celebración, dado que, como auténticos medios de adoctrinamiento de masas, los papeles impresos subrayaban su sentido, ayudando a una comprensión posterior de tales ritos, tanto a los espectadores visuales que los habían seguido, como a los imaginarios de entonces y ahora.
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