En Galicia, tierra de brumas y de meigas, la vida y la muerte han ido siempre de la mano. No se puede concebir la vida sin el misterio de la muerte. En una tierra donde históricamente ha imperado el minifundismo y el aislamiento, la presencia de la muerte afectaba a todos los miembros de la parroquia que eran avisados de su llegada a través de las campanas de la iglesia. Rituales como el velatorio, los responsos y el entierro no dejaban de tener un cierto aire “festivo” del que participaba, y participa todavía hoy, todo el pueblo.
Este ritual de carácter ancestral que se repite con cada fallecimiento tiene su explicación simbólica, aunque al practicarlo no seamos conscientes de ello. El traslado del difunto desde su casa a la iglesia por sus seres queridos que portan el féretro, simboliza el paso del mundo de los vivos al mundo de los muertos. En Galicia es habitual la celebración de una misa con el cuerpo presente. Después de la misa el destino de la comitiva es el cementerio, generalmente localizado en el atrio de la iglesia, que es el centro neurálgico del pueblo.
Pero el ritual no acaba con el enterramiento. A partir de ese momento empieza una retahíla de novenas (misas para rezar por su alma), la celebración del aniversario del fallecimiento (cabodano), el luto de la familia más allegada para visualizar el duelo, y la cita de noviembre (día de difuntos) donde toca engalanar el lugar del enterramiento.
Pero más allá de este ritual, encontramos también toda una serie de símbolos en los que se concentran muchas de las ideas sobre la muerte y cuya finalidad no deja de ser el no olvidarnos de los nuestros. Entre estos símbolos nos llaman la atención los llamados petos das ánimas.
Los petos das ánimas son pequeños santuarios realizados, habitualmente, en piedra que podemos encontrar en los caminos, encrucijadas e iglesias de Galicia y el norte de Portugal. Estos santuarios acaban formando parte del paisaje y aunque normalmente se identifique con el ámbito religioso, no nos paramos a pensar el motivo por el que se encuentran, fundamentalmente, en las encrucijadas de los caminos. Pero… vayamos por partes.
Finalidad
Los petos de ánimas son pequeños santuarios, realizados generalmente en piedra granítica, que sirven para mantener el recuerdo de las almas del Purgatorio y rogar por ellas. Cumplen una doble función: por un lado evidencian la buena acción de quien lo manda construir, y por otro lado son un beneficio para las almas en pena de la comunidad. Permiten dar limosnas para su ayuda y muchos de ellos llevan inscripciones como: “ACORDAOS DE NOSOTRAS….” para que se pida por su alma, con la esperanza de que se continúe la tradición y así, una vez muertos los que ahora rezan, se rece también por ellos. Los devotos pueden poner velas y rezar frente a la imagen que suele presidir estos pequeños santurarios.
Origen
La herencia celta del sentido de la muerte en Galicia sufrió una fuerte influencia del cristianismo donde, a raíz de la Contrarreforma del siglo XVI, la idea del Purgatorio se asienta con fuerza en todo el territorio. De ahí que la mayoría de estas construcciones sean, desde el punto de vista artístico, de estilo barroco.
Son los jesuitas los que difunden la idea del Purgatorio en respuesta a las nuevas corrientes protestantes, quienes defendían la inexistencia del Purgatorio, ya que Jesús nos había redimido del pecado con su muerte y resurrección.
La situación socioeconómica y geográfica de Galicia, caracterizada por el escaso ámbito poblacional de la parroquia, el autoabastecimiento y las difíciles comunicaciones con el exterior, debido a su orografía, conformaba un contexto ideal para que se produjese la intención de sus habitantes para enlazar la idea de la vida y la muerte, unido ello a la existencia del Purgatorio que justificaba el perdón de los pecados veniales, siempre y cuando los vivos que aquí dejaban imploraran su perdón.
En este contexto, los petos das ánimas vienen a ser una expresión artística y original de la intensa preocupación por la muerte, pero entendida ésta como un miedo al olvido, a que nadie nos recuerde, que es realmente lo que subyace en este sentimiento religioso.
Estructura
Los petos das ánimas no responden a un único modelo, sino que presentan diversas tipologías: móviles y fijos, de madera o de cantería,… Pero en esta publicación nos centraremos exclusivamente en estos últimos.
¿Cómo podemos identificar que estamos delante de un peto das ánimas?. Muy fácil! Los petos das ánimas son pequeñas capillas hechas en piedra granítica, que suelen tener una cavidad en el cuerpo central. A veces se representan, en un relieve o pintura, a las ánimas del Purgatorio. Cuentan también con una hucha (peto) donde depositar la limosna. La mayoría de estos santuarios suelen estar coronados por una cruz.
En los petos das ánimas, podemos distinguir tres partes fundamentales:
- Parte Inferior. Basa rematada, a veces, en forma de mesa. Sustenta la parte central. En ella se localiza una pequeña hondonada o lugar para depositar la limosna que, muchas veces, se tapa con una plancha de cerrada con un candado (alxibeira).
- Parte central. Donde se talla una cavidad u hornacina en forma de capilla rematada un con arco de medio punto (buqueira). En este vano se coloca el relieve de piedra o madera.
- Parte superior. Suelen estar rematados por un frontón coronado por una cruz. Dependiendo de su mayor o menor riqueza arquitectónica los remates pueden contener una figura de Cristo, unas borlas barrocas e incluso un reloj de sol.
Como curiosidad, he de decir que recientemente he tenido la oportunidad de visitar el peto das ánimas de Meiroá, en el camino hacia San Pedro de la Rocas, monasterio situado en el corazón de la Ribeira Sacra, en la provincia de Ourense. La curiosidad de este peto estriba en que cuenta con dos hornacinas. Se encuentra situado a escasos kilómetros del pueblo de Esgos, en la encrucijada de dos caminos de un hermoso paraje del bosque autóctono gallego, en el llamado Camino Real (preciosa ruta circular, de 9 kms de longitud, frecuentada por los senderistas). Es de claro estilo barroco y, aunque el tiempo lo ha deteriorado, no ha conseguido que pierda su halo de misterio. Aunque actualmente carece de imaginería y de su posible coronación con la cruz y borlas barrocas, no por ello ha perdido el impacto y respeto que ocasiona al caminante, imponiéndose en el camino y recordándonos que la vida es una encrucijada dónde debemos elegir, a riesgo de equivocarnos, entre la senda que conduce al bien y la senda que conduce al mal.
Ubicación
Ya hemos señalado que los petos das ánimas se localizan en lugares de gran visibilidad, al igual que los Cruceiros. Pero fundamentalmente se encuentran en las encrucijadas de caminos. Esa ubicación no es elegida al azar, sino que el cruce de caminos simboliza la dualidad: el bien y el mal; lo visible y lo invisible; la vida y la muerte.
Las encrucijadas de caminos en Galicia han sido el punto de encuentro de las meigas y el paseo obligado de la Santa Compaña. La Iglesia intentó cristianizar estas prácticas herejes mediante la colocación de símbolos cristianos en los cruces de caminos. Con lo que no contaba la Iglesia es que el hecho de colocar un símbolo religioso en las encrucijadas, confirmaba para la creencia popular la existencia de las meigas y de la Santa Compaña.
Interpretación
Podemos interpretar el significado de Los petos das ánimas desde un punto de vista ideológico, económico, artístico y social.
Desde un punto de vista ideológico, estas construcciones dejan constancia de la influencia cristiana sobre la mentalidad popular. Fue la Iglesia el artífice de la propagación de la doctrina del Purgatorio frente al castigo eterno. A mediados del siglo XVII, y a raíz de la Contrarreforma, en Galicia había calado la idea del Purgatorio como un castigo temporal y paso intermedio entre el Cielo y el Infierno, donde las almas podían librarse de este último y alcanzar el primero a través de las oraciones y de las buenas obras de los vivos que recordaban a sus muertos.
Desde una visión económica, no debemos olvidar que los petos estaban destinados a recoger ofrendas y limosnas de los caminantes. Las donaciones a la Iglesia depositadas en los petos junto con los cepillos limosneros, constituían importantes fuentes de la economía parroquial. Estas limosnas u ofrendas depositadas en los petos estaban destinadas a las misas por los difuntos.
Desde una perspectiva artística, los petos representan una manifestación artística popular de carácter local. Resalta el carácter colectivo y comunal de estas obras donde los artesanos permanecen en el anonimato, pero en las que sin embargo existe una preocupación por la calidad técnica, mayor que la existente en otros trabajos artesanales. Es evidente la influencia del barroco gallego en sus elementos: formas redondeadas, expresión, horror vacui, el uso de colores vivos y naturales, simetría compositiva,…
El lenguaje artístico empleado tanto en la forma como, en su caso, en los colores, es muy directo y fácilmente comprensible para un pueblo en el que el analfabetismo es predominante entre los siglos XVII y XIX.
Finalmente, desde un enfoque social, estas piezas diseminadas a lo largo de la geografía gallega y del norte de Portugal, evidencian una forma de entender la vida. Su elaboración en granito lo vincula al paisaje gallego y al oficio artesanal de fuerte arraigo en estos lares.
No quiero cerrar esta entrada sin significarme a favor de la conservación del Patrimonio gallego, utilizando esta herramienta para denunciar la falta de conservación de estos pequeños monumentos que, junto con los Cruceiros, forman parte del paisaje, la tradición y de la cultura gallega.
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