Encontramos en Galicia numerosas historias que todavía sobreviven en la memoria popular. En este Blog estamos intentando recoger muchas de ellas, y por eso hoy, con esta publicación queremos recordar la historia de María Soliña, la meiga de Cangas. Es la historia de la bruja que nunca lo fue.
La historia de María Soliña (Soliño según otras fuentes), es digna de película, de hecho incluso existe algún largometraje sobre su historia.
Leyenda que se ha transmitido de generación en generación entre los habitantes de la villa de Cangas, como símbolo de la enorme injusticia que se cometió sobre ella.
María Soliña, María Soliño o María Solinha (Cangas de Morrazo, Pontevedra, 1551 – siglo XVII, después de 1617) fue una pescadora y terrateniente gallega, juzgada por brujería en 1621, a los setenta años, por la Inquisición española en Santiago de Compostela. Fue torturada hasta confesar para evitar el martirio.
Pero… comencemos sabiendo algo sobre su biografía
Nació en la localidad Pontevedresa de Cangas, en el año 1551. Parece ser que se crió en el seno de una familia bien posicionada socialmente, ya que poseería por herencia varias fincas y derechos de presentación en varias capillas y feligresías de la zona, entre ellas de la Iglesia de San Mariño en Moaña, la Colegiata de Cangas do Morrazo y en la Iglesia de San Cibrán en Aldán.
Contrajo matrimonio con un pescadero, de nombre Pedro Barba, hombre emprendedor, pues llegaría a regentar su propio negocio de manufactura de pescado. Vivieron en una casa en el municipio de Cangas. Al parecer tuvieron varios hijos, aunque se desconoce el número exacto. Sin duda, protagonizaron una acomodada vida cuyo nivel económico constituyó el fundamento de la injusticia cometida contra María Soliña.
Para aquel entonces Cangas era un pueblo en pleno crecimiento económico. Se encontraba bien situado y el comercio del pescado estaba en auge. La mayoría de las familias que residían en la zona se dedicaban a este negocio. Algunos pescaban, otros manufacturaban el pescado para salarlo o prepararlo y otros lo exportaban a las ciudades o pueblos vecinos. La cercanía de Cangas y Vigo, colocaba a la aldea en un lugar privilegiado que le suponía tener un importador seguro y constante de su mercancía principal. Para algunas familias de Cangas, el pescado fue una certera forma de enriquecimiento y la familia de María fue una de ellas. Su marido fue haciendo crecer su negocio de pesca más y más, hasta que decidió montar una dorna mano a mano con Antón, hermano de María. Las dornas eran algo así como el escalón más alto en el negocio del pescado en las aldeas: llevaban a cabo todos los procesos dentro de la cadena de producción de la materia prima, desde la pesca hasta la exportación.
Pero… llegaron años difíciles, tras la devastación derivada del ataque otomano a la villa de Cangas, en diciembre del año 1617, como consecuencia del ataque de estos piratas berberiscos, María perdió a su esposo Pedro y a su hermano Antón. En este ataque los piratas saquearon y quemaron la villa.
El pueblo tardaría mucho en recuperarse, durante años quedó totalmente diezmado y su economía completamente destrozada provocando, como consecuencia, una gran hambruna que dejó una profunda cicatriz en la zona. Los ricos lo perdieron casi todo y los pobres no tenían ni para comer o vestir.
La nobleza vio mermar notoriamente sus ingresos de la nobleza, la cual buscó maneras de resarcirse, y en este caso concreto, María era un blanco fácil, tras quedar viuda, por lo que dado que poseía bienes y parcelas, fue denunciado como brujo, al igual que otras ocho mujeres de la villa de Cangas.
Cuentan las crónicas que el horror hizo que muchos supervivientes perdiesen la razón, y uno de ellos fue María Soliña.
Tenemos que situarnos en contexto: una pequeña localidad, Cangas, empobrecida, donde ni siquiera los vasallos podían entregarle sus rentas a los señores feudales. María era una mujer muy poderosa y desprotegida, y era poderosa por dos vías: la política y la económica. Con la muerte de su marido y hermano, la mujer se había convertido en propietaria de multitud de bienes. Además continuaba teniendo los derechos de presentación sobre las dos iglesias. Estos derechos le permitían por un lado llevarse una parte de los beneficios recaudados por la parroquia y por otro elegir al titular de las mismas. Esta herencia envenenada la colocó en el punto de mira de la nobleza y el clero que, desesperados ante la situación, harían lo necesario para arrebatar lo poco que quedase en Cangas.
En la acusación ante el Santo Oficio de Compostela se detallaba como prueba que acudía sola cada noche a la playa, el lugar donde su marido y su hermano habían muerto, asesinados por los turcos. Allí invocaba a Dios para que el mar devolviese los cadáveres y así pudiesen recibir cristiana sepultura. Sin duda, un acto de herejía pura para quienes no pudieron empatizar con el dolor de una mujer, ya anciana, que había quedado abandonada en un mundo de hombres.
Pero lo cierto es que María, como consecuencia del dolor recibido con la pérdida de sus seres más queridos, ahogaba sus penas en el Atlántico, sobre la arena de sus playas, donde suplicaba que el océano le devolviese sus cuerpos. Pero eso, para la Inquisición más que una prueba de amor, era la prueba del delito, que más podía hacer una mujer sola en la playa, que procurar la carnalidad del diablo, al amparo de la madrugada.
María fue juzgada en el año 1621 por el Tribunal de la Inquisición en Santiago de Compostela, y como resultado de esta acusación, por brujería, y tras una confesión obtenida mediante la tortura, María confesó que llevaba dos décadas practicando la brujería, e incluso que había tenido tratos carnales con el demonio. El resultado del juicio se recoge en la sentencia dictada el 14 de septiembre de 1621 por el Inquisidor Diego Vélez de Guevara, en la Plaza del Mercado de Cangas, condenando a las acusadas a morir quemadas en la hoguera. Pero a María le sería conmutada la pena, y fue condenada, además de a perder los derechos que tenía sobre varias iglesias (verdadero objetivo de los denunciantes), a llevar el sambenito durante seis meses. El sambenito era el hábito de penitentes que la marcaba como bruja proscrita.
Algunas de las otras mujeres acusadas, posiblemente para encubrir el verdadero objetivo de hacerse con las riquezas de María, terminaron de peor manera, pues fueron condenadas a muerte y ejecutadas. María sufrió el escarnio público, paseada, posiblemente, por la misma calle que hoy en día lleva su nombre.
Era un tiempo en que aquellas mujeres solas, solteras o viudas, mujeres que no estaban al servicio de ningún hombre, no resultaban útiles y eran una amenaza para el poder, pues subvertían el orden social.
No se sabe el lugar, fecha y causa de la muerte de María Soliña, aunque hay que suponer que no sería mucho más tarde de recibir su condena, ya que tenía en ese momento casi setenta años de edad. No se conserva su acta de defunción, ni constancia de esa condena. Hay quienes dicen que María jamás murió y continúa vagando por la playa de Cangas en la noche, pidiéndole al mar que le devuelva lo que le arrancó. Lo innegable es que María representa un ejemplo de la violencia que sufrieron las mujeres históricamente y que el relato de su vida nos servirá para plantearnos muchas cosas al respecto.
Según otras versiones María Soliña murió en el tormento en enero del año 1622 y como con su cuerpo no se pudo verificar el auto de fe correspondiente el Santo Oficio y sus colaboradores confeccionaron un muñeco de paja y cartón que llevaron por las calles de Cangas, subido sobre un asno.
Además, fruto de las condenas de las mujeres acusadas junto con María, surgió una copla popular:
Adeus meigas de Cangas,
Netas de María Soliño,
Queme levastes a rastras
Polo largo do camiño.
Y para mayor escarnio, la leyenda iría creciendo a lo largo de los años, señalando que fueran los Soliño los que había facilitado información a los piratas para el desembarco. Por ello, y escapando de esos rumores, supuestamente interesados los Soliño tuvieron que vivir apartados en la vecina parroquia de Hío.
En España desde unos cien años antes, la Santa Inquisición campaba a sus anchas. Recordemos que esta Institución fue creada por los Reyes Católicos en el año 1478 y abolida por Isabel II en el año 1834.
Una década antes de su procesamiento, eran incineradas en Zugarramurdi (Navarra) seis personas condenadas por brujería. Sin embargo, la canguesa María Soliño (o Soliña) se libró del fuego, pero se convirtió en un mito a quien se sigue cantando en Galicia.
Una práctica, la persecución de mujeres empoderadas, libres o no sumisa a los poderes y convenciones imperantes que haría que sucesos similares a los anteriormente narrados tuviesen lugar más allá de nuestras fronteras. Por ejemplo, en enero del año 1692 se iniciaban en las Colonias Británicas los conocidos como Juicios de Salem. En ellos se procesaron y condenaron a más de 20 personas, casi todas mujeres, acusadas de practicar brujería. Estos hechos marcarían la historia de los futuros Estados Unidos de América, que habían abrazado el puritanismo.
En todo caso, la causa seguida contra María está considerada como la mayor contra la brujería que hubo en Galicia.
La historia de María anidó en la memoria popular del pueblo, pero no solamente en la Villa de Cangas, ya que la historia de esta mujer traspasó fronteras e inspiró a numerosos artistas que crearon obras como los hermosos poemas que le dedicó Celso Emilio Ferreiro en el libro “Longa noite de pedra” (1962):
Polos camiños de Cangas
a voz do vento xemía:
ai, que soliña quedache,
María Soliña.
Nos areales de Cangas
muros de noite se erguían:
ai, que soliña quedache,
María Soliña.
As ondas do mar de Cangas
acedos ecos traguían:
ai, que soliña quedache,
María Soliña.
As gueivotas sobre Cangas
soños de medo tecían:
ai, que soliña quedache
María Soliña
Baixo os tellados de Cangas,
anda un terror de auga fría:
ai, que soliña quedache
María Soliña.
Otras obras literarias inspiradas en la vida de María Soliña, fueron:
- Una novela de Pemón Bouzas: “La voz del viento”, del año 2014 y que obtendría en LX Premio de Novela Ateneo Ciudad de Valladolid.
- Una obra teatral de Xosé Manuel Pazos, que lleva por título “A defensa da Vila. María Soliña”.
En el ámbito músico-teatral, encontramos una obra obre su vida, una ópera folk, compuesta por el ponferradino Nacho Mañá, sobre un libreto basado en la obra teatral antes reseñada.
En el ámbito cinematográfico, entre otras obras, podemos citar:
- “A Paixón de María Soliño”, del año 2012, un documental realizado por Emilio Fernández y Alfonso Castaño. Estrenada en el festival americano de Sundace.
- “María Solinha”, una película dirigida por Ignacio Vilar.
Si queréis sabe algo más sobre las meigas gallegas, os recomendamos leer nuestro post, publicado en este mismo Blog: Las meigas gallegas.Habelas, hainas!
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Lectura recomendada
Referencias
Mitoloxía de Galiza. Lendas tradicións, maxias, santos e milagres. De Vaqueiro, V.
“María Soliña” | Concello de Cangas
María Soliña, brujería e inquisición – Paperblog