Lo suevos formaron en nuestras tierras el primer reino post romano de Europa.
El término suevo ha sido usado para nombrar a una gran variedad de pueblos, tantos que incluso pudo llegar a sustituir a la denominación “germanos”, cuyos rasgos más comunes eran la gran facilidad para trasladarse de un territorio a otro y su poca dependencia de la agricultura.
Los suevos, como otros pueblos germánicos, se caracterizaron por ser un pueblo guerrero, destacando por su valentía y por su habilidad en el combate.
Una vez allí, los suevos se asentaron en varias localidades, entre ellas, la actual ciudad de Santiago de Compostela. Los suevos se establecieron en esta ciudad durante el siglo VI, siendo uno de los primeros pueblos en habitarla. Los suevos fueron una de las principales influencias en la cultura gallega. Dejaron su impronta en la lengua, en la mitología y en algunas costumbres de la región. Estos pueblos proporcionaron a Galicia una identidad propia, siendo uno de los principales responsables de las tradiciones locales.
A principios del siglo VII, los suevos fueron expulsados de Galicia por las tribus visigodas. Esto marcó el fin de su presencia en la región. Aunque su estancia en Galicia fue corta, los suevos dejaron una profunda huella en la cultura y el legado de la región.
El reino suevo de Galicia ha sido muy poco estudiado y referenciado a lo largo de estos años de revisionismo historiográfico de hoy en día. Es necesario un estudio más profundo, no solo de las fuentes escritas, también de las arqueológicas, para poder aclarar muchos aspectos que hoy siguen en la sombra. Una sociedad como la sueva, capaz de dominar sobre tan amplios territorios, bien merece un lugar destacado de la Historia española.
Contexto histórico
El Imperio Romano fue el Estado de mayor tamaño que haya conocido nunca la Europa Occidental. Pero este gran imperio comenzó a dar muestras de un claro hundimiento en torno al siglo III. Su poderío, antes temido por todos, se va a debilitar. Entre, otras causas, las sucesivas filtraciones de los pueblos bárbaros en sus dominios acarrearán su total destrucción: En el año 409 bandas de suevos, vándalos y alanos que recorrían las Galias desde hace varios años antes, pasarán a Hispania.
Consumada la penetración de los suevos, vándalos y alanos en las tierras peninsulares, las autoridades imperiales aceptarán, en un principio, firmar con ellos un pacto o foedus que les permitirá el reparto entre sí del territorio, excepto la provincia Tarraconense que seguía adscrita a la autoridad directa de Roma. Este reparto al parecer se hizo por sorteo. Hidacio, en su crónica, habla del sorteo de las tierras peninsulares para la instalación de los diferentes pueblos germánicos. Así, los alanos se instalan en las provincias de Lusitania y Cartaginense, los vándalos silingos en la Bética.
Y Gallaecia será repartida entre los vándalos asdingos y los suevos.
En el siglo IV existirán en Galicia tres sedes episcopales:
Tui, Iría y Lugo. Estos centros supondrán la iniciación deuna fuerza que, con carácter religioso, se consolidará con la llegada de los suevos al N.O. hispánico en el 411 y la conversión de este pueblo al cristianismo (S.VI).
El origen de los suevos
Los suebi, o suevos en español, fueron un pueblo germánico que se estableció en la península Ibérica durante el siglo V.
Los suevos proceden de una zona cercana al mar Báltico, en el norte de Europa, fueron llamados así por los romanos, pues llamaban Mare Suebicum, a ese mar que los albergaba, aunque con esa denominación comprendían también a otros pueblos germanos residentes en las cercanías.
Según la historiografía tradicional, los suev0s pertenecen al grupo de los horminóns, que habitaban en la zona noroeste de la actual Alemania y el sur de la Escandinavia en la Edad del Bronce.
Empezaron su expansión hacia el occidente europeo, pero a pesar de su victoria sobre los celtas en la batalla de Magetóbriga, los suevos encontrarán un serio obstáculo en su avance hacia Occidente: Julio César.
Al comenzar a desplazarse, ocuparon la actual Alemania, donde una región tomó el nombre de Suabia. Algunos grupos se separaron del tronco común y se denominaron alamanes, que darían el nombre al país de Alemania.
Los suevos llegaron a tierras gallegas y crearon un reino que duró poco más de 50 años, y que sería el primero en separarse del imperio romano y acuñar moneda. Llegaron a estas tierras en torno a los años 409 a 411, con una población no muy grande, en torno a unas treinta mil personas, que querían controlar una zona, la galaico romana, que por aquellas fechas alcanzaría los 700.000 habitantes, algo que marcaría a la larga su fracaso militar. Tuvieron que combatir con vándalos asdingos por estos territorios. Y se asentaron de acuerdo con un foedus con Roma.
Ante la imposibilidad de ocupar todo el territorio de manera uniforme, deciden situarse en los lugares de mayor valor estratégico y económico: las ciudades y las villas más grandes y las zonas fronterizas. La capital del reino suevo la fijarían en Braga. Es importante tener en cuenta que en el siglo V, Gallaecia, incluía la actual Galicia, el norte de Portugal y la Meseta Norte, llegando a Somosierra en su límite sur y a la provincia de Soria hacia el Este.
El proceso de asentamiento y dominio suevo sobre la provincia de Gallaecia fue lento y lleno de contratiempos para ellos, porque gran parte de la población local era reacia a su presencia y a entregarles tributos y suministros.
Los suevos estaban en una situación legal difícil, porque su presencia en Gallaecia se debía a un pacto con un emperador usurpador y los romanos no les reconocían su estatus de aliados federados, algo que hubiera permitido asentarlos como un ejército a cambio de quedarse con parte de la recaudación en la provincia. Este fue un período muy inestable para Gallaecia, porque con el vacío de poder dejado por la administración imperial y la llegada de los suevos había mucha intranquilidad y desorden. Los suevos de vez en cuando llegaban a acuerdos de paz con las élites locales, pero esos acuerdos se rompían y reestablecían constantemente.
El primer rey fue Hermerico al que sucedería su hijo Requila, que se dedicó a luchar para expandir su reino por el norte de la Lusitania, llegando a conquistar Mérida e incluso Sevilla.
El sucesor de Requila sería el primer rey suevo nacido en Galicia, su hijo Requiario, quien adoptó el catolicismo. A partir de la derrota de este rey y sus tropas en la batalla del río Órbigo contra los visigodos, empezó la lenta agonía del reino suevo, pues empezaría a manifestarse la influencia visigoda. A partir de ese momento el reino suevo se divide y reagrupa en diferentes momentos, pero inmersos en una secuencia de hechos en la lucha por sobrevivir, como la adopción del arrianismo en el año 465 por la influencia visigoda y la vuelta al catolicismo en el 550. Tras la muerte de Remismundo se entra en una época oscura que durará hasta 550, en la que desaparecen prácticamente todos los textos escritos.
Con el reinado de Teodomiro (559-570) se fija la capital en Ourense. Y el final del reino suevo se produce en el año 585 con la anexión por parte de los visigodos.
Durante su estancia en Galicia, los suevos construyeron una serie de fortificaciones para asegurar sus posesiones. También desarrollaron una serie de actividades económicas, como la agricultura y la ganadería, para obtener los recursos necesarios para la supervivencia. Además, los suevos se asentaron en la parte occidental de Galicia, donde desarrollaron una cultura propia.
Uno de los principales rivales de los suevos eran los vándalos, antiguos aliados de los mismos y convertidos a rivales debido a las ambiciones territoriales. Acorralaron a los suevos y no pudieron acabar con ellos gracias a la intervención romana que con el apoyo suevo desterraron a los vándalos hacía el sur.
A partir de su llegada a Hispania, la supervivencia de los suevos como entidad étnica y política dependerá no tanto de ellos mismos, como de los siempre inestables y cambiantes equilibrios de poder, por ejemplo, entre el titular de la dignidad imperial en Occidente, los distintos usurpadores, los visigodos, los vándalos, los francos o el Imperio Romano de Oriente.
Estos acontecimientos, los conocemos gracias a las crónicas de Hidacio, obispo galaico, cuyo testimonio es fundamental para entender el desarrollo social ocurrido en Hispania hasta el 469. Por ejemplo, Hidacio nos cuenta cómo los suevos fueron capaces de aprovechar las diferencias entre católicos y priscilianistas (seguidores del supuesto hereje Prisciliano de Ávila) para poder formar una brecha entre las tropas de resistencia galaicas.
Características de la sociedad sueva
Los sucesivos hallazgos arqueológicos y las crónicas medievales permiten conocer algunos aspectos de su cultura. Los suevos eran agricultores y también desarrollaron la artesanía, creando joyas y objetos de bronce y hierro. Además, eran conocidos por su habilidad como jinetes y por su capacidad para la guerra.
El reino de los suevos estaba gobernado por un rey, que ejercía el poder político y militar. Los cronistas se refieren al Regnum suevorum, Suevorum patria, Gallicianse regnum: Reino de los suevos, patria de los suevos, reino gallego.
El poder del rey era absoluto, con jueces supremos y jefes del ejército. Estaba asesorado por un consejo de nobles y contaba con el apoyo de una clase militar.
A nivel administrativo, el reino estaba dividido en comarcas y cada comarca estaba a cargo de un líder local.
La sociedad sueva estaba estructurada en diferentes estratos, siendo la nobleza la clase dominante. Por debajo de la nobleza se encontraba la clase libre, compuesta por agricultores, artesanos y comerciantes. En la base de la pirámide social se encontraban los siervos, que trabajaban la tierra y estaban sujetos a la servidumbre.
El reino de los suevos contaba con un sistema legal basado en las leyes germánicas, conocidas como “leyes suevo-visigodas”. Estas leyes regulaban aspectos como la propiedad, los contratos, el matrimonio y los delitos. La justicia se administraba a través de tribunales compuestos por jueces y se basaba en la mediación y la compensación económica.
La economía de los suevos se basaba principalmente en la agricultura y la ganadería. Los suevos cultivaban cereales, legumbres y vid, y criaban ganado ovino y bovino. Además, también se dedicaban a la explotación de minerales, como el oro y la plata, y al comercio con otros pueblos de la península ibérica y del Mediterráneo.
Los suevos cobrarán los tributos denominados capitatio e ingatio, como los habían hecho los romanos.
El reino de los suevos estableció relaciones comerciales tanto con otros pueblos de la península ibérica como con el Mediterráneo. Los suevos comerciaban con productos agrícolas, como cereales, vino y aceite, así como con productos minerales. Estas actividades comerciales contribuyeron al desarrollo económico y a la prosperidad del reino.
Los suevos acuñaron su propia moneda, conocida como “triens”, que era una moneda de oro.
La cultura de los suevos estaba influenciada por la tradición germánica y por la cultura romana. Los suevos desarrollaron su propia literatura y poesía, así como manifestaciones artísticas en cerámica, orfebrería y escultura. Además, practicaban rituales religiosos y celebraban festividades relacionadas con la agricultura y la caza.
Las mujeres tenían un papel subordinado a los hombres y su principal función era la de esposa y madre. Las mujeres no tenían derechos políticos ni acceso a la educación y su vida estaba fuertemente regulada por normas y costumbres sociales.
Religiosamente, los suebi practicaban una forma de paganismo germánico, con un panteón de deidades similar al adorado por otras tribus germánicas, basado en la tradición germánica y en la adoración de dioses y espíritus naturales. Creían en la existencia de múltiples dioses y rendían culto a través de rituales y sacrificios. Sin embargo, después de su asentamiento en Hispania, los suebi gradualmente adoptaron el cristianismo, particularmente el arrianismo, que era predominante entre los pueblos germánicos de ese tiempo.
Como los suevos adoptaron rápidamente la lengua latina vulgar local, quedaron pocos rastros de su lengua germánica en las lenguas gallega y portuguesa. Distinguir entre préstamos del gótico o del suevo es difícil, pero hay una serie de palabras, características de Galicia y de la mitad norte de Portugal, que se atribuyen o bien a los suevos o bien a los godos, aunque no se conoce una gran inmigración visigoda en Gallaecia antes de la siglo VIII.
La escritura sueva es una de las fuentes principales para el estudio y comprensión de la sociedad y cultura sueva. Durante su reinado, los suevos utilizaron diversos sistemas de escritura y lenguas, tanto latín como gótico. Los primeros escritos identificados como suevos datan del siglo V. Los documentos suelen estar escritos en letra uncial o visigótica.
Al igual que otros pueblos antiguos, los suevos utilizaban diversos materiales para escribir, como pergamino y papiro. También usaban cera y bronce para escribir sobre tablillas.
Los principales autores de textos escritos en paleografía sueva fueron los monjes, que eran los encargados de recopilar y copiar los documentos religiosos y seculares de la época.
La escritura sueva está formada por caracteres muy particulares que se asemejan a las runas germánicas.
El legado suevo
La presencia de los suevos en la península ibérica tuvo un impacto en la política y la cultura de la época. Los suevos introdujeron elementos propios de su tradición germánica, como su organización política y social, y también adoptaron aspectos de la cultura romana. Además, su conversión al cristianismo influyó en la difusión del catolicismo en la región.
La cultura Sueva se caracterizó por su rica producción artística, su avanzada técnica orfebre y la elaboración de cerámicas muy detalladas. Además, dejaron una huella importante en la literatura popular y obras del rey Miro o el Obispo San Martín de Dumio, quienes escribieron poemas y obras religiosas.
En cuanto a su legado social, los suevos introdujeron un sistema feudal basado en la propiedad privada y la jerarquía social. También, sentaron las bases para la organización política y administrativa de las regiones donde se establecieron. Asimismo, los suevos fueron los primeros en imponer la obligación del servicio militar a los hombres nobles y comunes.
Hay un documento único, el famoso Parroquial Suevo. Es una aburrida lista de diócesis con sus respectivas parroquias. Los suevos no nos dejaron murallas, pero nos dejaron las parroquias, que hoy siguen funcionando como el mejor sistema para distinguir y gestionar núcleos de población, organizados en parroquias. La estructuración parroquial pervive en casi todo el antiguo territorio suevo, conformado por las actuales Galicia y Asturias y el norte de Portugal. Allí se les llama freguesías pero viene siendo exactamente la misma cosa.
Nos dejaron también estructuras administrativas y organizativas que mantenemos hoy. Las comunidades de montes, por ejemplo. Servía para que los vecinos organizaran el mejor aprovechamiento de los recursos locales. El ganadero tenía su zona de pastos, el agricultor su espacio para plantar cosechas, el maderero sus árboles, el molinero su agua. De esa manera, el monte comunal era de todos y se organizaba de la manera más productiva y sensata.
Los Suevos lograron influir en la música, la arquitectura y las tradiciones populares gallegas. Su presencia y su legado siguen presentes en la cultura popular de la región.
La arquitectura de los suevos estaba influenciada por la tradición germánica y por la arquitectura romana. Los suevos construyeron iglesias y edificios administrativos utilizando técnicas y materiales propios de la región, como la piedra y la madera. Algunos ejemplos emblemáticos de la arquitectura suevo son el puente de Bibei, y la iglesia de San Pedro de Rocas (ver nuestro post: El singular y espectacular Monasterio de San Pedro de las Rocas)
El templo de San Trocado de Santa Comba (Bande, Ourense) está considerado como una de las edificaciones del arte suevo-visigodo (o hispano-visigoda, ya que desde el punto de vista artístico conjuga distintas tendencias de los sucesivos pueblos conquistadores) más importantes de todo el Estado español. Conserva elementos de la época de la romanización como un miliario que sirve ahora de fuste a una pila bautismal, y el templo posiblemente existía ya como tal en el siglo VII. Alrededor de los siglos IX y X fue objeto de una importante restauración. Se encuentra cerca de la vía romana XVIII y del campamento romano de Aquis Querquennis.
Por parte de algunos autores se afirma que la imagen de la virgen que se venera en el santuaria de Pastoriza (A Coruña) perteneció al rey suevo Requiario, considerado el primer monarca católico de un reino germánico. La imagen estaría en una primitiva iglesia y fue escondida en el monte para protegerla de las invasiones normandas y de los sarracenos.
La música tradicional gallega tiene influencias de la cultura germánica, tanto en melodías como en instrumentos musicales.
En la zona de la actual Galicia hay varias localidades con toponimia germánica, como es el caso de Arteixo, Ames, A Baña, Sandiás, Mondariz, Guitirrz, Baltar, Gondomar,…
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Referencias
Historia antigua de la Península Ibérica, época tardoimperial y visigoda. DE Sayas Abengoechea, J.J. y Abad Varela, M. Ed. Uned
El reino suevo en Galicia. De López-Dafonte Sanjuán. J.M.
De los vándalos a los suevos en Galicia. De Quiroga, J.L. y Lovelle M.R.
https://arteguias.com/reinosuevo.htm
https://historiadegalicia.gal/2019/07/o-reino-suevo-en-galicia-so-50-anos-de-independencia/
https://institutointernet.net/la-historia-de-los-suevos-origen-y-caida-del-reino-germanico/
Imágenes
https://www.regionalgeographic.com/2020/04/los-caminos-de-santiago-por-la-historia.html
https://institutointernet.net/la-historia-de-los-suevos-origen-y-caida-del-reino-germanico/