Posiblemente fuese el fugitivo más famoso y escurridizo de cuantos combatieron en tierras gallegas tras la guerra civil. Hoy vamos a hablaros de Foucellas, un maquis de leyenda.
Foucellas, cuyo nombre era Benigno Andrade García, tomó su apodo de la aldea en la que había nacido.
Y pese a que hace ya 72 años que este guerrillero antifranquista fue apresado y posteriormente ejecutado, su nombre todavía evoca recuerdos, historias y leyendas.
Antes de iniciar esta entrada, hay que decir que la guerrilla gallega fue una parte de un movimiento antifascista y antifranquista español que no se puede entender sin el contexto europeo. La guerrilla estuvo esperando la intervención contra Franco de los aliados de la Segunda Guerra Mundial, que nunca llegó. El régimen pasó de estar aislado internacionalmente a ser aceptado en la estrategia anticomunista de la guerra fría.
Biografía de Benigno Andrade, Foucellas
Benigno nació el día 22 de octubre de 1908 en la aldea de As Foucellas, en la parroquia de Cabrui, en el municipio de Mesía, en la provincia de A Coruña.
De sus primeros años de vida se sabe que estudió en la escuela primaria de su localidad natal, onde apenas aprendió a leer y escribir y poco más, compaginando esta actividad con las tareas propias del campo.
Los vecinos decían de él, que por entonces era un chico de carácter alegre, simpático y con ganas de divertirse en fiestas y ferias. Era un hombre de baja estatura, delgado y con el pelo rizado.
Trabajaría luego en una lechería y más tarde empezaría a hacerlo, como minero, en las minas de carbón de Fabero, en la localidad leonesa de Ponferrada.
Tras retornar a Curtis, contrajo matrimonio con María Pérez, una española nacida en Argentina y que trabajaba en casa del médico del pueblo, Manuel Calvelo.
Tuvieron dos hijos, Josefa y Sergio.
El último trabajo de Benigno fue en un depósito de maderas, donde entraría en contacto con la célula comunista de Curtis, dirigida por el antes citado doctor Calvelo, y su esposa Isabel Ríos, célula llamada Sociedad Republicana Radio Comunista en Curtis.
Posteriormente, Benigno simpatizó con los anarquistas y se afilió a la CNT.
Cuando estalló la guerra civil, tras el alzamiento contra la República, en julio de 1936, Benigno se enroló inmediatamente en una columna de voluntarios que pretendía combatir en A Coruña a los sublevados, pero viendo que no se podía hacer nada, regresó a Curtis, donde permaneció escondido por miedo a las represalias.
Intervino en una requisa de armas y otra de dinamita, y temiendo represalias de los sectores fascistas, tomó la decisión de echarse al monte.
Pasado unos meses, Benigno fue llamado a filas por el ejército nacional, y dado que no se presentó, se le declaró en rebeldía. Benigno junto con unos compañeros se echó al monte, y empezarían entonces las órdenes de búsqueda y captura del huido.
Foucellas va al monte, convencido de la nobleza de la causa republicana y huyendo de las represalias que se avecinaban con la ascensión del fascismo, ya que tenía relaciones con la célula comunista y también había participado en expropiaciones de armas y dinamita a personas de extrema derecha, por orden del alcalde republicano de Curtis.
Durante la guerra civil, Benigno padeció de difteria, por lo que pudo sobrevivir gracias a la ayuda de los vecinos de la zona.
Benigno Andrade formaba parte del Exército Guerrilleiro de Galicia.
A pesar de todos los delitos a mano armada y a veces con la cara cubierta, por lo que resulta difícil afirmar su autoría, no figuró en los registros policiales hasta el año 1941. Sus compañeros eran entre otros Pérez Vilariño y Manuel Pena Camino.
Y es en el año 1941, cuando la Guardia Civil sitúa a Benigno como el jefe de un grupo de guerrilleros que operaba en tierras de Sobrado y Arzúa, cuadrilla formada por prisioneros republicanos fugados.
En torno a 1943 pasó al grupo del Teniente Freijo de Lugo, que operaba principalmente en la zona de Curtis y Ordes.
Permanecería varios años en esas tierras realizando varias incursiones, hasta que en el año 1947 Benigno se incorporase en tierras pontevedresas, al frente de la Quinta Agrupación, acompañado de sus lugartenientes Tino y Ricardito
Según se cuenta, Foucellas era un combatiente hábil, escurridizo y astuto, lo que le permitió sobrevivir en el monte tanto tiempo.
El día 26 de junio de 1946, cuando Marrofer se dirigía con el destacamento Santiago Álvarez hacia Lugo. fueron rodeados en Fervenzas, cerca de Betanzos, y allí cayeron muertos el propio Marrofer, el Teniente Freijo y dos más, solamente consiguió escapar ileso de aquella matanza, Foucellas.
Era un hombre precavido lo que le permitió evitar varias emboscadas, como la acontecida en 1949 tendida a su compañero Riqueche.
En los primeros años de la década de los 50, Benigno, tras un período de escasas intervenciones, regresó a tierras coruñesas, asentándose en tierras de Betanzos, donde estaría acompañado de Manuel Villar, Manolito.
Pero llegaba el fin de la guerrilla, todas las agrupaciones fueron cayendo, en el año 1950 no quedaba casi hombres en el monte, pero Foucellas aún resistía. Y todos los hechos se le atribuían, llegando incluso a realizarse atracos a la misma hora y día en lugares diferentes, siendo todos atribuidos a Foucellas.
Finalmente, Benigno sería detenido, tras una refriega con la Guardia Civil, el 9 de marzo de 1952, a escasos 200 metros de su cueva-campamento en la Costa, en Rodeiro, Oza dos Ríos. Los guerrilleros fueron cercados por la Guardia civil, y perdieron la vida seis compañeros de Foucellas, saliendo solo con vida Ricardito y él.
En la detención resulta muerto un agente de la guarda civil y otro herido. El guerrillero recibe seis impactos de bala en las extremidades. Un balazo le rompe un hueso de una pierna.
Se producía así el fin del período de 16 años en los que Foucellas estuvo burlando la represión franquista, huido en el monte coruñés.
Juicio y ejecución de Benigno Andrade
Tras la detención de Benigno, este sería interrogado, siendo torturado, aprovechando que tenía una herida en una pieza, producido por un balazo durante su detención. Los encargados de su interrogatorio le quitaron la venda y le movían el hueso fracturado para provocarle dolor y forzar su confesión.
Aunque hay versiones encontradas sobre la amplitud o no de su confesión, lo cierto es que inmediatamente fueron detenidas varias personas en la provincia acusadas de haberle ayudado durante su permanencia en la clandestinidad.
Foucellas sería juzgado el 26 de junio de 1952, en la Agrupación de Sanidad Militar de A Coruña en un consejo de guerra, causa 53/52, estando el tribunal presidido por el coronel de ingenieros Gaspar Herraiz, y siendo vocal ponente el capitán auditor Narciso Alonso; fiscal el teniente Balbino Teijeiro y defensor el capitán de Artillería Benito Rivas Pichel.
Antes de iniciarse el juico, Benigno ya dijo a sus familiares que no había nada que hacer, que estaba todo decidido y que él no saldría de allí con vida.
Al Consejo de Guerra, Benigno llegó cojeando de su pierna derecha, apoyado en una muleta. Y eso que en una visita realizada por el comandante médico había dicho que estaba curado anatómicamente de todas sus heridas, si bien es cierto que la pierna le quedara algo más corta, aproximadamente unos cinco centímetros.
Según contaba el redactor de La Voz de Galicia: “Foucellas contestaba con voz segura, expresándose con facilidad, si bien con modismos de típica fonética rural”.
Tras narrar el episodio de su detención, se pasó a las declaraciones de Foucellas ante el juez, manifestando aquel que el 23 de julio de 1936 huyó al monte porque debido a sus antecedentes izquierdistas temía represalias de algunos elementos de la comarca. Dijo que permaneció aislado hasta 1945 en el que se unió a otros bandoleros, habiendo cometido numerosos asaltos. Respecto a las muertes, reconoce haber participado en algunas de las imputadas, pero que no había sido el autor material de las mismas.
Calificó el fiscal a Benigno como «el mayor criminal de cuantos en estos últimos años se han sentado en el banquillo» y añadió: “Las tragedias griegas quedan pálidas comparadas con lo que se ventila aquí. Aquello eran abstracciones estéticas; hoy nos encontramos ante hechos reales integrados en una espantosa cadena de delitos, que constituyen páginas funestas en la historia de la sociedad”.
Concluyó pidiendo para el procesado dos penas de muerte, aparte una indemnización para los herederos de las víctimas y las cantidades sustraídas.
Seguidamente intervino el defensor, que dijo que no podía juzgarse basándose en suposiciones sino en hechos, remarcando finalmente: “Benigno Andrade no ha cometido personalmente ningún delito de sangre. Pasó además un año alejado de toda actividad terrorista tras ser operado en A Coruña. Su único delito es haber formado una partida de bandoleros. Es un ladrón vulgar al que hicieron ingresar entre los bandoleros y lo hicieron testigo de sus fechorías. La fama que ha adquirido no está justificada por los hechos”.
Llegó entonces el momento en que el presidente del Tribunal permitió a Benigno que hiciese las alegaciones que considerase. Éste dijo: “Solamente quiero decir que espero del Tribunal que me haga justicia. Nunca disparé sobre ningún ser humano y si lo hice obligado fue al aire. Creo que está muy claro que en nombre de Foucellas ha habido muchos atracos y que los seguirá habiendo. En el año 45, estando en el sanatorio, todos cuantos hechos se hacían eran en nombre de Foucellas. Pido otra vez que se me haga verdadera justicia”.
El Tribunal se retiró posteriormente a deliberar, tras lo que emitió su esperado veredicto: pena de muerte.
La ejecución se produjo el 7 de agosto de 1952, y fue a la antigua usanza, garrote vil, ese anillo fatídico que se cierne en torno al cuello y una aguja en la parte trasera es liberada con un juego de rosca que se introduce en la nuca del reo, tronzándole huesos vitales.
“Muero por mis ideas y por defender la libertad y un gobierno legítimamente elegido”, dijo justo antes de ser ajusticiado.
Benigno Andrade tenía 43 años. Moría el hombre y comenzaba la leyenda.
Su cadáver fue enterrado en el cementerio coruñés de San Amaro, supuestamente en el nicho 312, aunque luego se aclararía que realmente fue enterrado en una fosa común.
La Voz de Galicia no informó de la ejecución de Benigno Andrade, y no lo hizo por la férrea censura existente. Solamente se había informado de la celebración del Consejo de Guerra contra el citado bandolero (expresión del lenguaje del franquismo utilizada para referirse a los guerrilleros)
Algunas curiosidades sobre Foucellas
En marzo del año 1945, tras herirse involuntariamente con su propia arma, Benigno, tras ser atendido primero en el municipio de Ordes, y luego en un Sanatorio de Santiago, terminaría siendo operado en el Sanatorio de San Nicolás en A Coruña, un centro médico situado en pleno centro, en la Plaza de Vigo, situado muy próximo a la Comisaría General de Policía de la ciudad.
Tras ser intervenido de manera exitosa, residiría durante unos meses en la ciudad herculina, permitiéndose realizar paseos a menudo, tomar algún café e incluso asistir al estadio de Riazor para asistir a los partidos de futbol del Deportivo de A Coruña, posiblemente motivado por la enorme admiración que sentía por el entonces guardameta de este club, Acuña, y como era habitual en él, recurrir al disfraz para evitar ser capturado parece que incluso se vestía de cura para ver jugar al Deportivo.
También se dice que en otras ocasiones se disfrazó de Guardia Civil, e incluso de mujer. De hecho se dice que, en una ocasión, y dada esta pasión por los disfraces, Foucellas escribió una carta al alcalde de Silleda exigiéndole 80.000 pesetas, las cuales debería tener en su casa los últimos cinco días de ese mes, el alcalde le entregó la carta al sargento de la Guardia Civil y este y cinco Guardias más custodiaron la casa con el dinero, cuando entra Foucellas por la puerta disfrazado de Guardia Civil acompañando a un comandante y un teniente, y así logró llevarse el dinero ante las propias narices de los Guardias y el alcalde.
Durante sus años en la clandestinidad, Benigno pudo sobrevivir bajo la protección de amigos y familiares, entre ellos su propia hermana, Consuelo, que trabajaba en el cuartel del Guardia Civil.
Por otro lado, según el testimonio de otro guerrillero, Couto Sanjurjo, que compartió una celda próxima a la de Foucellas, éste era una persona con un carácter especial, siempre estaba alegre y tenía una personalidad que resultaba atractiva, si bien no destacaba por tener una gran inteligencia.
Benigno pudo la última noche recibir, paras despedirse de él, la visita de sus familiares más allegados, incluidos sus dos hijos.
En el momento de su ejecución, parece ser que el verdugo, Mariano mantuvo una conversación breve con él, diciéndole: “si no te pones nervioso, no te haré daño”. Y es que la muerte por incisión del garrote vil produce la misma en pocos minutos
También hay que hablar de la carta que en su día remitió la hija de Benigno Andrade a Carmen Franco, la hija del General Franco. Pepiña, la hija de Foucellas, que estaba siendo hostigada continuamente por la Guardia Civil, quien se presentaba en su casa de Curtis a cualquier hora del día o de la noche para hacerla un registro o preguntarla por el paradero de su padre. La niña decía que no lo sabía, aunque si lo supiese no se lo diría pues, lógicamente, no iba a delatarla ella misma.
El gobernador, sorprendido por la franqueza de Pepiña, le dijo que no fuese más al cuartelillo de la Guardia Civil y que ya hablará él con ellos para que no la molestasen. No obstante, siguieron molestándola. A pesar de este acoso, y cuando su padre ya había sido condenado, Pepiña escribió una carta a Carmencita Franco, la hija del Caudillo, en la que, muy cortesmente, le rogaba que intercediese ante su padre solicitando clemencia para el guerrillero. Carmencita le contestó diciéndole que comprendía su dolor, pero que ella no podía meterse en asuntos políticos y que sería lo que la ley dictaminase. Pepiña no conservará dicha carta, pues la rompió un familiar suyo por temor a que fuese descubierta.
En cuanto al destino de sus familiares más próximos, hay que decir qué a la esposa de Benigno, María, fue detenida cuando iba a Lugo y llevaba una multicopista en una bolsa (era el año 46). Fue encarcelada en A Coruña y al final la desterraron a Tordesillas. Acabó enfermando, de un aneurisma, y fue internada en un hospital de Valladolid, donde fallecería tiempo después.
Conclusiones
Tras su ejecución, Foucellas entraría en el ámbito de la leyenda, y su figura fue mitificado por el pueblo, extendiéndose así comentarios como los que decían los mayores a los niños cuando les quería asustar, afirmando: “Cuidado, que viene el Foucellas”.
La vida de Benigno Andrade está iluminada por la leyenda forjada entre el pueblo, que conoció su lucha por la libertad en Galicia y el resto de España, hasta el extremo que los maquis fueron llamados “Foucellas” en general. Se le atribuyeron multitud de actuaciones, también llevó a cabo extorsiones y robos a gente del pueblo sin vinculación política, que le permitían sobrevivir a él y a sus compañeros escapados. Algunos delincuentes comunes culpaban a Foucellas de sus propios crímenes, debido a su gran fama.
Y es que Foucellas reunía las características que identifican a un mito: astucia, valentía e intuición para sobrevivir con una dosis añadida de temor popular pese a lo cual creó poco a poco una infraestructura clandestina de ideologías diversas.
Pero Foucellas tuvo más fama que otros muchos, seguramente por que estuvo muchos años en la lucha, pero también hay que decir que hubo guerrilleros tanto o más importantes que él, como O Piloto, Curuxás, Alparte, Chelo, Gayoso, Seoane, etc.
A las nuevas generaciones la figura de este maquis les queda muy lejano, pero su memoria forma parte de nuestra historia y jamás debiera olvidarse.
Por último recomendar encarecidamente a los atentos lectores que estén interesados en profundizar más allá en la figura de Foucellas y los maquis gallegos, que recurran a una de las mejores fuentes, que no es otra que la de las obras del respetado, riguroso y serio historiados Luis V. Lamela García, de quién recomendamos encarecidamente su obra: ”Foucellas, el riguroso relato de una lucha antifranquista. 1936-1952”.
Y rematamos esta publicación, confiando en que, pese a su larga extensión, haya resultado de vuestro interés, y en ese caso nos gustaría que nos lo hicieseis saber pulsando en el botón “Me gusta”. Además, te animamos a aportar algún comentario, y si tienes interés, suscribirte gratuitamente a la Newsletter del Blog para mantenerte siempre informado sobre las nuevas publicaciones del Blog.
Por último, si os ha gustado lo suficiente como para compartirlo en vuestras redes sociales, estaríamos realmente encantados de que así lo hicieseis.
Referencias
Foucellas, el riguroso relato de una lucha antifranquista. 1936-1952, De Lamela García, L.
https://gazeta.gal/web/es/foucellas-guerrillero-y-mito-popular/
http://www.xoanarcodavella.com/2012/10/benigno-andrade-foucellas.html