En esta ocasión retomamos la senda de la mitología para recoger uno de los grandes mitos: el mito del río del olvido.
El nombre del río mitológico Lethe, ἡ Λήθη), el río del olvido, proviene de λανθάνω, que significa “oculto”: precedido por un α privativo, denota revelación, revelación: entonces ἀλήθεια es el estado de no estar oculto.
Leteo, cuyo nombre significa “olvido” era una divinidad nacida del Éride (La Discordia), concebida como una abstracción, y hermana de Hipno (el Sueño) y Tánato (la Muerte).
En la Grecia clásica se creía en la existencia del río Lete que recorría los Campos Elíseos, que quiere decir el Pais de los Muertes, donde vagaban las almas de los seres justos y bondadosos después de fallecer. En estas tierras la felicidad era eterna pues después de que las almas bebiesen las aguas de este río, sus moradores vivían en el olvido definitivo, con ausencia de vicios y dolor y presidido por una eterna primavera. Este lugar los situaban los griegos en el extremo occidental de Europa.
Origen del mito del río del Olvido
Tanto en la mitología griega como en la romana encontramos el Lete, el rio del olvido, nombre que se correspondía con el de la hija de la diosa Eris.
En la mitología griega, el reino de Hades es la neblinosa y sombría morada de los muertos (también llamada Érebo), a la que van todos los mortales. Está surcado por cinco ríos que reflejaban las emociones asociadas con la muerte: el Arqueronte, que es el río del dolor y de la pena, el Cocido, río de las lamentaciones, el Flegonte, el del fuego, el Estigia, que es el del odio, además de ser el rio que forma la frontera entre los mundos superior e inferior, entre la tierra y el mundo de los muertos. La leyenda también cuenta que el Estigia volvía invulnerable cualquier parte del cuerpo que se sumergía en él. Así, Tetis bañó a su hijo Aquiles en el río y este logró la invulnerabilidad, a excepción del talón por el que su madre lo sujetó al sumergirlo y que se convirtió así en su único punto vulnerable.
El quinto río es el Lete, y se caracteriza porque sus aguas poseen un poder sobrenatural, pues cuentan con el poder de borrar la memoria de cuantos la toquen o se sumerjan en su interior.
Se cree que el río Lete fluyó a través de las cuevas de Hypnos, el dios del sueño, en el inframundo. Se dice que la entrada de la cueva está poblada de amapolas y otras plantas hipnóticas. Ni la luz ni el sonido entraron en la cueva. El río bordeaba el Elíseo, el paraíso donde sólo los héroes, y los mortales relacionados con los dioses, eran enviados a vivir una vida inmortal de felicidad.
Las aguas del río Lete son de color blanco lechoso, y recorren un lecho de piedras de poca profundidad. Su suave gorgoteo induciría la somnolencia. Una sola gota de sus aguas es capaz de borrar los recuerdos más recientes de una persona, aproximadamente las memorias de toda una semana, mientras que bañarse en él borrará absolutamente todos los recuerdos. A lo largo de los bordes del río crecen amapolas, y en un punto el río se curva alrededor de una oscura cueva donde vive Hipnos, el dios del sueño. El río también es utilizado por algunos espíritus para poder olvidar sus vidas, ya que de esa manera no pueden extrañar algo que no recuerdan. Ocasionalmente, a algunos espíritus se les permite reencarnar y volver al mundo de los mortales para vivir otra vida, por lo que primero deben bañarse en el río para olvidar su vieja vida y así renacer.
En las tranquilas aguas del Lete, las almas de los muertos bebían el olvido de su vida terrestre. Y es que en determinadas doctrinas que postulaban la reencarnación, las almas, purificadas de sus antiguas manchas después de una estancia más o menos larga en el Hades, bebían sus aguas para perder todos los recuerdos del mundo subterráneo, que iban a abandonar para entrar en un nuevo cuerpo. Algunas religiones mistéricas privadas enseñaban la existencia de otro río, el Mnemósine, cuyas aguas al ser bebidas hacían recordar todo y alcanzar la omnisciencia. A los iniciados se enseñaba que se les daría a elegir de qué río beber tras la muerte y que debían beber del Mnemósine en lugar del Lete.
Testimonios literarios del río del olvido
En la mitología griega, el mito de Orfeo nos cuenta que Dionisos dijo a Orfeo que para encontrar el reino de Hades, este debería ser capaz de cruzar el Leteo, el río del olvido, donde las almas de los muertos bebían de sus aguas para olvidar su existencia terrenal.
Encontramos numerosas citas del río Lete, así, por ejemplo, lo encontramos en el Libro X de la “República”, obra de Platón, en la que el autor aborda el desarrollo de un mito, el de Er, quién descendió al inframundo para conocer los misterios de la reencarnación de las Almas.
En la Eneida de Virgilio, nos dice que las almas de los Campos Elíseos se sumergen allí cuando deben reencarnarse olvidando vidas pasadas, según la concepción pitagórica de la metempsicosis. Almas que por el destino deben buscar otro cuerpo, beber aguas seguras y largo olvido en la ola del río Lete.
Dante Alighiere, en la divina Comedia, la corriente del Leteo fluye al centro de la tierra desde su superficie, pero su nacimiento está situado en el Paraíso Terrenal localizado en la cima de la montaña del Purgatorio. Y, en el Purgatorio, narra: “en este río, ubicado en el paraíso terrenal, en el Monte del purgatorio, las almas purificadas se lavan antes de ascender al Cielo, para olvidar sus pecados terrenales”.
El río Lete influyó no sólo en los filósofos, sino también en escritores y poetas de la época clásica, como Dante, Keats y Byron, hasta obras contemporáneas de escritores como Sylvia Plath, e incluso el novelista Stephen King.
Vestigios del mito del río del olvido en tierras gallegas
El geógrafo de origen griego, Estrabón, intenta explicar el origen de los pueblos célticos en el Noroeste a través de la leyenda del río del Olvido, identificado en Galicia con el río Limia, diciendo que los celtas que habitaban a orillas del Guadiana llevaron a cabo una expedición militar hacia el norte y, al llegar al Limia, se rebelaron y tras haber perdido a su jefe, se dispersaron.
Se cuenta que en torno al año 137 a.C. llegó a las tierras gallegas el primer general romano, enviado por el Senado Romano. Se trataba de Décimo Junio Bruto. Al entrar en estas tierras del noroeste de la Península Ibérica, los soldados romanos, siempre pasto de supersticiones, al llegar a las orillas del río Limia, creían haber llegado al río Lete, motivo por el cual se negaban a cruzar sus aguas, para no caer presas del inevitable olvido en que caerían si lo hiciesen. Entonces, el general Décimo Junio Bruto, agarrando el estandarte de las águilas de la legión romana, cruzó el río y, desde la que hoy sería ribera gallega, llamó uno a uno y por su nombre a sus soldados, para convencerlos de que no había olvidado nada y poder proseguir la campaña. Una vez franqueada esta frontera fluvial, siguieron su avance por territorios galaicos hasta llegar al Atlántico, donde una puesta de sol les provocó tal temor que les hizo dar la vuelta. La hazaña limiana y su triunfo contra los bracarenses llevó a Bruto a conseguir el sobrenombre de “Galaico” y el título de procónsul de los Lusitanos y Galaicos.
Este hecho ha sido recogido por numerosos historiadores clásicos, como Salustio, Estrabón, Tito Livio, Papiro Oxyhryncos, Apiano, Plinio, Silio, Plutarco, Floro,… Estos politeístas creían que al norte del Limia se encontrarían los felices “Campos Elíseos”, una especie de Paraíso, pero atravesar sus tranquilas aguas conllevaría perder los recuerdos para siempre (e incluso la vida); pues lo identificaban con el río Lethes (nombre griego), o Flumen Oblivionis –“río del Olvido”–.
Narrando los hechos acaecidos con las tropas de Décimo Junio Bruto, Estrabón, siglo I a.C. – I d.C., nos cuenta:
“Después hay otros ríos, y luego de estos, el Lethes, que unos llaman Limia y otros Belión. Y este río viene del país de los Celtíberos y Vacceos (…) este río fue el límite de la expedición de Bruto”.
…
“Alrededor del Cabo (Nerión) habitan los Célticos, emparentados con los del Anas. Se dice que estos y los Túrdulos, que hacían una expedición militar se rebelaron tras el paso del río Limia. Se añade a esta rebelión también la pérdida de su jefe, y quedaron por allí dispersos. Por eso el río se llama Lethes”.
O Tito Livio, que narra:
“Décimo Junio Bruto sometió la Lusitania con la conquista de las ciudades hasta el océano, y no queriendo (sus soldados) pasar el río del Olvido, él mismo pasó el estandarte arrebatado al signífero y así los convenció para que pasasen”.
Y por citar alguno más, veamos lo que nos cuenta Floro, siglo I – II d.C:
“Décimo Bruto, recorrida toda la costa del Océano como vencedor, un poco más allá de los Célticos y Lusitanos y los pueblos de toda Gallaecia, y el río del Olvido, pánico de los soldados, no retiró sus estandartes antes de descubrir, no sin cierto miedo y horror de sacrilegio, el sol que cae en el mar y el fuego surgido del agua”.
Como nota curiosa, remarcar que tal y como podemos ver en el texto de Floro, la superstición sí pudo con Décimo Junio Bruto al ver hundirse el Sol en medio del océano.
Y es que, los romanos, inspirados por la mitología griega, situaban el río Lethes en Galicia porque esta tierra se encontraba en los confines del mundo que ellos conocían. Todo río supone un límite físico, pero el Limia suponía también una frontera mental para los soldados de Roma; la acción de Décimo Junio Bruto rompe el mito en favor de la razón. Otra explicación que se le viene dando desde hace años es la indígena, de influencia celtista; serían los propios castrexos los que infundieron en los romanos este miedo para mantenerse a salvo de la conquista. Y otras teorías más recientes lo achacan al parecido del nombre Lethes con topónimos locales.
Cabe decir que el río Limia, si bien no cuenta con un enorme caudal ni una longitud digna de mayor mención, lo cierto es que gozó de trascendencia internacional durante la Edad Antigua. Este río nace en la Sierra de San Mamed y recorre el territorio gallego hasta desembocar, ya en territorio portugués, en Viana do Castelo. Cuenta con una longitud de 135 kilómetros.
En conmemoración de estos hechos, la localidad ourensana de Xinzo de Limia, organiza todos los años, en el penúltimo fin de semana del mes de agosto, un evento de recreación histórica, con el nombre de “Festa do Esquecemento”.
Y por último, decir que en tierras hispanas no solo se identifica al río Lete con el río Limia, del que hablamos en párrafos anteriores, sino también se le ha asociado con otro río, el Guadalete, que fue llamado el Leteo por los colonos locales de Grecia y Fenicia. Los dos grupos estaban a punto de ir a la guerra, pero en cambio resolvieron sus diferencias amistosamente nombrando al río el Lete y olvidando así su antigua disputa. El río fue rebautizado como Guadalete cuando los árabes conquistaron la región más tarde, pero Guadalete significa “río Lete” en árabe.
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Referencias
El gran libro de la Mitología griega. De Hard, R y Cano Cuenca, J.
Mitología griega y romana. De Humbert, J.
Descubriendo la Mitología griega: una guía… De Russo, L.
Diccionario de la mitología griega y romana. De Martín, R.
Mitología gallega. De Álvarez Peña, A.
Mitoloxía de Galicia. De Vaqueiro, V.