Dedicamos hoy el contenido de este post al pintor más importante del barroco español, Diego Velázquez.
Considerado uno de los artistas más importantes de la historia, desarrolló la mayor parte de su carrera al servicio del rey Felipe IV en el ambiente jerárquico, burocrático y ceremonioso de la corte real de la casa de los Austrias.
Biografía de Diego Velázquez
Su nombre completo era Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, nacido en Sevilla el 6 de junio del año 1599. Sería el mayor de ocho hermanos. Su padres, Joao Rodrígues da Silva, era notario eclesiástico, un oficio que por entonces era propio de la baja nobleza, lo que hace presuponer que vivirían con cierta modestia. Su madre era Jerónima Velázquez. Su progenitor era hijo de comerciantes portugueses, y posiblemente judíos conversos, que se establecieron en Sevilla procedentes de Oporto.
Esta situación familiar, cómoda pero no perteneciente a la hidalguía provocó que cuando muchos años después, Velázquez quiso ver reconocida su hidalguía y conseguir el anhelado título de caballero de la Orden de Santiago, el Consejo de las Órdenes Militares no consideró válida la condición aristocrática de su padre, y se lo negó. Solo la intervención del rey y del Papa lograría vencer esta resistencia y conseguir para el pintor el ansiado título en noviembre de 1659.
Enseguida, Diego empezó a mostrar una gran destreza y talento para el dibujo, motivo por el cual su formación inicial tuvo lugar en su ciudad natal, donde se formaría con dos grandes maestros, en principio, con apenas 11 años de edad con Francisco de Herrera, grabador y pintor, y más tarde con Francisco Pacheco, retratista granadino, y pintor manierista, quien terminaría convirtiéndose en su futuro suegro.
Durante su aprendizaje, aprendió el naturalismo tenebrista imperante en su época, derivado del realismo italiano y del flamenco. Concluiría este período en el año 1617 y Francisco Pacheco y Juan de Uceda realizaron un examen el cual fue aprobado por el joven artista y le permitía incorporarse al gremio de pintores de Sevilla. El título que le fue conferido era de maestro de imaginería y al óleo, lo que le permitía ejercer el arte de la pintura en todo el reino, también tenía la licencia para fundar una tienda pública e iniciar su propio taller, ya que podía contratar aprendices.
Un año más tarde se casaría con Juana, hija de su maestro Francisco Pacheco, y fruto de su matrimonio tendría dos hijas, Francisca e Ignacia. Además Velázquez tendría más tarde, en Italia, un hijo, Antonio, fuera de su matrimonio.
Cuando contaba con 24 años de edad, se trasladó con su familia a Madrid, entrando al servicio del rey, desde ese momento, hasta el de su fallecimiento.
Su servicio como pintor de cámara de Felipe IV le permitió estudiar a los grandes maestros del arte nacional e internacional.
Diego Velázquez falleció de una enfermedad desconocida el 7 agosto de 1660, a los 61 años de edad, luego de ocuparse de la organización de la boda entre la infanta María Teresa, hija de Felipe IV, con Luis XIV, el rey de Francia, en la frontera franco-española. Una semana más tarde falleció su esposa Juana Pacheco. Ambos fueron sepultados en la cripta de Fuensalida, de la Iglesia madrileña de San Juan Bautista. Lamentablemente este templo fue destruido por las tropas francesas en el año 1811, por lo que se perdieron sus restos.
Como anécddota reseñar que tras su muerte fue acusado de desfalco. Una comisión del fisco revisó sus libros de cuentas y fue condenado a devolver 35.000 reales. Se procedió a embargar parte de sus bienes y su yerno, el pintor Juan Bautista Martínez del Mazo, tuvo que hacer frente al resto de la deuda.
Trayectoria artística de Diego Velázquez
En una sociedad en la que la “pureza de sangre”, el linaje y la actividad que realizaban las personas condicionaban el lugar que éstas ocupaban en las jerarquías sociales. La tarea de pintor, si bien era valorada, no gozaba del prestigio de otras artes, como la música o la literatura, por su condición de actividad manual. Por lo tanto, a pesar del enorme aprecio del rey por su trabajo y de la valoración que tenía de su persona, Diego Velázquez permaneció hasta prácticamente el final de su vida como un funcionario más dentro de la estructura burocrática de la corte.
Velázquez era consciente de su valor como artista y en numerosas obras estableció discursos sutiles, pero evidentes para los conocedores, en los que equiparaba la creación artística con la creación divina y el rol del artista con el del creador. Con un estilo austero y economía de recursos plásticos creó obras profundas con simbolismos ambiguos que desafían la precepción del espectador.
Si bien en todas sus etapas Velázquez demostraba gran maestría, es reconocible la transformación de su trazo a lo largo de los años, gracias a lo cual logró desarrollar un lenguaje particular y distintivo que lo inmortalizaría. Por ello, para hablar de sus características de estilo es necesario tener en cuenta su evolución en el tiempo.
Asumió influencias de pintores como Tiziano, Rubens, Tintoretto, Rafael y Miguel Ángel, entre otros.
Etapa sevillana. Entre 1618 y 1623
Ya desde sus inicios, en Sevilla, manifestó la originalidad en el tratamiento de los temas que lo caracterizaría a lo largo de su carrera. Adoptó un estilo naturalista, influenciado probablemente por la pintura de Caravaggio, que privilegiaba la representación de personajes populares y escenas de la vida cotidiana, incluso para tratar temas mitológicos o religiosos.
No obstante, Velázquez se decantará pronto por un realismo barroco, audaz y estremecido, grave y lleno de contrastes, seguido igualmente por Francisco de Zurbarán o Alonso Cano.
Durante su etapa sevillana, Diego Velázquez desarrolló ampliamente los bodegones, así como escenas de taberna o escenas de cocina y cuadros religiosos. En todo, Velázquez hacía gala de un naturalismo tenebrista de gran factura que le mereció amplio reconocimiento. Durante este período pinta “El aguador de Sevilla”, “Vieja friendo huevos” y la “Adoración de los Reyes Magos”.
Esta etapa se puede calificar como de naturalismo tenebrista, con un modelado preciso y un gran realismo en las escenas. Utiliza una iluminación con grandes contrastes, manipulando las fuentes de luz en función de los efectos. Utiliza pinceladas pastosas y una paleta de colores entre terrosa y encarnada.
Etapa madrileña. Entre 1623 y 1630
El 6 de octubre del año 1623, llamado por el conde duque de Olivares, Velázquez ya ha sido nombrado pintor del rey, con un salario, 10000 ducados al mes, los retratos propiamente como encargo que haga, los cobrara aparte.
Su presencia constante en la corte le permitió asimismo estudiar la magnífica colección de cuadros que poseía el monarca, gran coleccionista de arte, y viajar a Italia en dos ocasiones para conocer de primera mano la obra de los grandes maestros italianos, sobre todo Tiziano. Como el gran genio veneciano, Velázquez se dedicó a pintar retratos de la familia real, de cortesanos y distinguidos viajeros, contando, sin duda, con la ayuda de un taller para hacer las réplicas de las efigies reales.
Convertido en el pintor de cámara del rey Felipe IV, Diego Velázquez dedicó gran parte de su vida a realizar retratos del rey y de su familia, y a decorar las residencias y estancias reales.
De esta época son “retrato de Conde Duque de Olivares” y “El triunfo de Baco”.
Maestro del retrato. Las pinturas de Velázquez eran consideradas como ”la verdadera imitación de la naturaleza”.
Quizás fue influenciado en gran medida por el arte italiano, aunque fuera capaz de perfeccionar vivazmente la perspectiva en sus composiciones, así como también la anatomía de los cuerpos.
Se enfocó aún más en la luminosidad con el uso de fondos claros, al dejar un tanto la pastosidad para darle pinceladas más sueltas. Sustituyó las pinceladas acabadas por pinceladas sueltas, con aplicación de colores traslucidos para acentuar los detalles. Perfección la perspectiva. Además, sus últimos cuadros muestran este nuevo concepto del trazo pictórico que no se agota en el detalle, sino que deja abiertas las texturas para que la imagen se complete en el ojo del espectador. Quizá por ello, Velázquez fue una importante influencia para los impresionistas.
Terminó adquiriendo un estilo tan original, que fue de influencia para los impresionistas muchos años después.
Primer viaje a Italia. Entre agosto de 1628 y diciembre de 1930
En el año 1628, Rubens, el famoso maestro flamenco, llegaría por segunda vez a Madrid en misión diplomática, y no tardaría en trabar una profunda amistad con Velázquez. Sería el propio Rubens quien animó a Velázquez a trasladarse a Italia para perfeccionar su arte.
Es el primer pintor que recibe un permiso real para salir de viaje de formación. En esta época para viajar tenías que ir en grupo, y él lo hace con una expedición presidida, embarcando en Barcelona hasta Génova. Necesitaba cartas de representación que lo dieran a conocer, requería una carta por parte del rey, que son cartas que marcan el itinerario de su viaje.
Pretende estudiar a los grandes maestros y perfeccionar su técnica artística. Durante este período, estudia consecuentemente la obra de Tintoretto, Miguel Ángel Buonarroti y Rafael Sanzio. Amparado por tales estudios, perfecciona su modelo de perspectiva.
Etapa entre 1631 y 1639
De regreso a Madrid en el año 1631, su obra es ya madura y sometida a un cambio de estilo perceptible.
En el año 1633 también le concede una serie de cargos, y en 1636 le dan también el cargo de Guardarropa, con sus atribuciones.
Velázquez retomó entonces su trabajo como pintor de cámara y entre los años 1634 y 1635 el maestro sevillano realizó, para decorar el gran Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro, en Madrid, una serie de cinco retratos ecuestres de Felipe III, Felipe IV, las esposas de ambos y el príncipe heredero. Para las paredes laterales de esta estancia le encargaron asimismo una serie de lienzos de batallas entre los que destaca, por encima del resto, “La rendición de Breda”, también conocido como “Las lanzas”.
En esta época, Velázquez pintaría algunas de sus obras de temática religiosa más famosas: “Cristo después de la flagelación” y el “Cristo crucificado”.
Etapa en la década de 1640
En esta quinta etapa del autor podemos encontrar un único tema como es la pintura de retratos.
Segundo viaje a Italia. Entre noviembre de 1648 y junio de 1651
Antes del segundo viaje a Italia hace muy pocos cuadros en ocho años, es una época en la que pinta muy poco. Es una época en la que Felipe IV quiere completar las esculturas clásicas del Alcázar, el rey quiere copias encargadas de esculturas clásicas, para parecerse a las grandes cortes, y el rey decide mandar a Diego Velázquez hacerlo, y es el origen y motivo de su segundo viaje.
Va de Málaga a Génova, va porque tiene interés y porque se ha ocupado de la decoración de nuevas salas del Alcázar, y el rey ha decidido que estas salas se han de decorar con esculturas antiguas, material que tiene que ir a buscar a Italia.
Es un viaje oficial, ya no va como pintor del rey, va como ayudante de cámara real, con un trato muy respetable. Es un viaje de consolidación de su itinerario y de demostración de sus capacidades.
Influenciado por la técnica, la composición y el sensualismo de los grandes maestros italianos, el artista hizo en Roma su único desnudo femenino: Venus en el espejo. El prestigio del pintor era tal que, tras su insistencia, logró que el papa Inocencio X le concediera hacerle un retrato. En dicho retrato, Velázquez haría gala de un nuevo trazo artístico acrisolado en Italia, el cual le garantizaría su consagración definitiva de regreso a España.
Como se puede ver, Velázquez ganaba en técnica y ampliaba el espectro de temas y géneros pictóricos que ejecutaba con igual maestría: bodegones, retratos, cuadros de historia, escenas de género, escenas religiosas y escenas mitológicas. El ascenso de su prestigio era indetenible.
Los últimos años de Velázquez. De 1652 a 1660
En junio de 1651, tras regresar de un segundo viaje a Italia Felipe IV encumbró a Diego Velázquez en la corte nombrándolo aposentador real, un cargo de gran importancia. El cometido de Velázquez sería encargarse de preceder a los monarcas en sus viajes, preparándoles un adecuado y cómodo alojamiento.
Velázquez había traído de Italia una dotación de 300 piezas nuevas para la colección de la casa real.
Aunque el rey le concede en 1652 el honor de Caballero de Santiago que lo califica como noble, al no ser noble tuvieron que hacer una excepción pidiendo al Papa que se la concedieran. Al final hasta el 28 de noviembre del 1659 no le concedieron el hábito de ser Caballero de Santiago, aunque al morir el 6 de agosto de 1660 solo la pudo disfrutar durante seis meses, y no paso a sus herederos.
Diego Velázquez pinta en esta época dos obras muy excepcionales, “las Hilanderas” y “las Meninas”.
Temática en la pintura de Diego Velázquez
La importancia de Velázquez, al margen de su propia personalidad, radica en su capacidad de tratar de un modo magistral, a lo largo de su dilatada carrera, la mayoría de los grandes temas pictóricos de su época. Consumado retratista, no fue sin embargo inferior su calidad en obras de género mitológico, religioso, alegórico y paisajístico.
Sus obras representaban principalmente temas religiosos y culturales, aunque compuso innumerables retratos del rey Felipe IV y su familia e importantes figuras europeas.
En sus comienzos como pintor Diego Velázquez comenzó a realizar pinturas con temas religiosos pero que se desarrollaban en escenarios muy cercanos a la realidad de la época, lo que se acepta como una característica del estilo Barroco sevillano, propio de Velázquez.
Se debe resaltar que en los retratos femeninos, el artista hace énfasis en el vestuario, donde muestra el gran dominio en el uso del color. La evolución de sus retratos es sorprendente, advirtiéndose en ellos la falta de amaneramiento de los artistas que cultivaron de este género. Sus primeras obras dentro de esta temática son los retratos de “Sor Jerónima de la Fuente” y del poeta “Luis de Góngora y Argote”.
Hizo varios retratos de miembros de la familia real y del mismo monarca. En todos ellos el esquema es casi idéntico, consiguiéndose la profundidad visual gracias a la sombra que proyectan los cuerpos de los retratados.
Después de su viaje a Italia en el año 1629, la representación de los miembros de la realeza adquiriría un mayor realismo, huyendo de la enfatización. Velázquez los pinta no como ellos hubieran querido ser representados, sino como él los ve. Sólo de esta época, el “Retrato ecuestre del conde duque de Olivares” se aparta de la actitud comedida de este pintor, para mostrarnos una representación resuelta en clave barroca.
Otros retratos fueron el de “Mariana de Austria”, “La infanta María Teresa a los trece años”, y “la infanta Margarita”.
Mención aparte merecen sus series de enanos y bufones, iniciadas en 1626 con el “Juan Calabazas, llamado Calabacillas”, y continuada por “El príncipe Baltasar Carlos con un enano” , y unos cuantos más. Todos ellos están tratados con gran humanidad, con el mismo énfasis y realismo que los retratos regios. Nunca sabremos si el pintor realizó estos cuadros por propia iniciativa o a requerimiento del monarca. Pero lo cierto es que Velázquez nos ha dejado una galería de personajes tristes, vistos con una atención que podía parecer despiadada, si no estuvieran velados por un tono de melancolía y conmiseración, que los llena de una innegable humanidad.
La mitología es tratada por Velázquez con el concepto propio de los pintores naturalistas. Al igual que Caravaggio, humanizará el mito haciéndolo cotidiano, casi protagonista de una escena de género. Hacia 1629 pinta Velázquez su primer gran cuadro de tema mitológico, “El triunfo de Baco”, llamado también “Los borrachos” porque el asunto dedicado a Baco se convierte en sus manos en una estampa de las francachelas populares de la época. De temática mitológica son también las magistrales “Venus del espejo” y “Las hilanderas” .
Su ideal clasicista de gran contención es evidente en la solución que da al tema de las infidelidades de Venus. En “La fragua de Vulcano”, obra realizada en Italia, narra cómo Apolo, al descubrir la infidelidad de Venus con Marte, esposa de Vulcano, comunica a éste tan cruel acto. Vulcano aparece como un mortal, confundiéndose con sus trabajadores. Igual ideario está presente en la representación del dios Marte en “La Venus del espejo” o en su Mercurio y Argos, llegando a la trivialización del mito en su conocida Fábula de Aracne, popularmente conocida como “Las hilanderas”.
La alegoría se resume en su emblemática composición “Las Meninas”, único retrato de grupo en la producción velazqueña que puede interpretarse como la defensa de la nobleza y liberalidad de la pintura. Mucho se ha especulado sobre su significado. La infanta Margarita parece advertir la presencia de sus padres (Felipe IV y Mariana de Austria) que aparecen reflejados en el espejo del fondo que transmite su imagen pintada en el lienzo. Está acompañada por su séquito, compuesto de izquierda a derecha por doña María Agustina de Sarmiento, doña Isabel de Velasco, la enana Maribárbola y el enano Nicolasito Pertusato. En segundo término se hallan doña Manuela de Ulloa, encargada del servicio de las damas de la reina, y, quizás, don Diego Ruiz de Azcona; en el vano de la puerta del fondo, el mayordomo de palacio, don José Nieto de Velázquez.
Por último, muestras de su tratamiento del género paisajístico son sus pequeños cuadros “Vistas del jardín de la Villa Médicis” “la Cacería real del jabalí” y la “Vista de Zaragoza”.
Estilo y técnica pictórica de Diego Velázquez
Velázquez estuvo influenciado en sus inicios, por otro grande las bellas artes como fue Caravaggio, un pintor italiano, sobre el que Velázquez fundó las bases de las pinturas realizadas. Diego Velázquez desarrollo un estilo naturalista.
Las obras realizadas por Diego Velázquez, se caracterizan por tener gran realismo, son pinturas en las que se reconoce la sobriedad, lograda con el uso de la luz. Los fondos que acompañan a los personajes en las pinturas iniciales eran muy recargados, sin embargo, en la medida que va evolucionando como artista, los fondos se fueron haciendo menos densos.
Como rasgos generales podemos mencionar los siguientes: profundidad espacial, uso de la perspectiva aérea y trabajo directo sobre el lienzo, es decir, sin bocetos, técnica llamada “pintura alla prima”.
Diego empleó diferentes tipos de lienzo a lo largo de su vida artística, dato importante dentro las técnicas de Velázquez, todos de excelente calidad, lino o cáñamo, y los elegía cuidadosamente en función de los efectos finales que esperaba obtener. También según el soporte aplicaba diferentes preparaciones.
La paleta de Velázquez es bastante reducida, conocemos que, salvo puntuales excepciones, utilizó siempre los mismos pigmentos de origen orgánico, lacas e insectos, o inorgánicos, minerales, realizando las moliendas en su propio taller, vigiladas por el propio pintor.
Es de remarcar que Velázquez siempre utilizó pigmentos de la mejor calidad posible, aceites súper refinados, preparados y depurados, por lo que sus pinturas han llegado hasta nuestros días en una estado admirable, apenas han envejecido manteniendo perfectamente su colorido.
En las obras de Velázquez se aprecia una mezcla de esquemas de colores brillantes y apagados, especialmente negros, grises, rojos y azul verdosos.
Conclusiones
“Pintor de pintores” (según Manet), maestro indiscutible del arte universal, genio del barroco sevillano, “el más grande pintor que jamás ha existido” (dice Dalí)….
Tras su muerte, Velázquez fue objeto de admiración por parte de muchos pintores. La huella de su genio se pone de manifiesto en los trabajos de artistas tan extraordinarios como Francisco de Goya.
Muchos especialistas han puesto de relieve la importancia de Velázquez para la pintura del siglo XIX. A partir de una deslumbrante variedad de pinceladas y una sutil armonía de colores, logró efectos de forma, textura, luminosidad y atmósfera que lo convirtieron en un precedente de la pintura impresionista. Las propuestas de artistas como Édouard Manet, Pierre-Auguste Renoir o Claude Monet deben mucho a la lección de Velázquez.
No menos significativa ha sido la huella de Velázquez en el arte del siglo XX. Nada menos que el malagueño Pablo Picasso, el más importante artista de la centuria, se basó en Las meninas para elaborar diversas series de composiciones. Otros notables artistas modernos, como Francis Bacon, Antonio Saura o Manolo Valdés, también se inspiraron en su pintura para elaborar algunas de sus propuestas más destacadas.
Lo cierto es que Velázquez es un pintor barroco que es considerado por muchos como el pintor universal con más talento de toda la historia, aunque su importancia no empezaría a ser reconocida hasta dos siglos después de su muerte.
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Referencias
Estudios completos sobre Velázquez. De Angulo Iñiguez, D.
Velázquez. La obra completa. De López-Rey, A, y Delenda, O.
Velázquez. Pintor y cortesano. De Brown, J.
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/v/velazquez.htm
https://blogdeculturilla.com/tecnicas-de-velazquez/
https://www.culturagenial.com/es/diego-velazquez/
https://enciclopediadehistoria.com/diego-velazquez/
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/diego-velazquez-maestro-pintura-barroca-espanola_18042
https://muchahistoria.com/diego-velazquez/