Con esta publicación nos acercamos a la figura de una mujer singular, una mujer inconformista en la España del siglo XIX. Hoy vamos a hablaros de Concepción Arenal.
Una mujer singular que no quería que su figura destacase en exceso, así dehecho solo se han encontrado tres fogografías de ella, una de joven, otra en la madurez y una ya siendo bastante mayor. Quería que si se le recordase fuese por su obra y no por su vida. Un ejemplo de que esto lo llevó a la práctica fue el hecho de que a su muerte había dejado ordenes de quemar toda su correspondencia.
Bajo una de sus frases más conocidas. “odia al delito y compadece al delincuente”, encontramos una pista fundamental sobre una de sus principales preocupaciones, junto con la igualdad laboral del hombre y la mujer, y la problemática de los orfanatos. Nos referimos al sistema penitenciario español.
Otras afamadas frases de nuestra protagonista de hoy: “Abrid escuelas y se cerrarán cárceles”, “La ley es la conciencia de la humanidad” o “Las malas leyes hallarán siempre y contribuirán a formar hombres peores que ellas, encargados de ejecutarlas”, nos permiten acercarnos a su pensamiento. Pero veamos con más detalle su trayectoria e influencia en la sociedad.
Biografía de Concepción Arenal
Concepción Arenal Ponte nació el último día del mes de enero del año 1820, en la ciudad coruñesa de Ferrol, en el seno de una familia ilustrada con títulos de nobleza. Su padre era Ángel del Arenal y de la Cuesta, un militar, de origen coruñés, de ideas liberales. Su madre, Concepción Ponte y Tenreiro, era de origen santanderino.
En 1829 fallece su padre, y la familia Arenal Ponte se traslada, tras una breve etapa en el ayutamiento ourensano de Leiro, a vivir a Armaño, un pequeño pueblo en el valle de Liébana, provincia de Santander, donde la familia vive otra desgracia con el fallecimiento, un año más tarde, de la hermana más pequeña de Concepción, Luisa.
En 1835, cuando Concepción tiene 15 años, la familia se traslada a la Corte en Madrid, a fin de que las hijas reciban una buena educación para la época. Este tipo de formación dirigido a saber comportarse en sociedad no satisface las curiosidades intelectuales de Concepción Arenal, quien desea adquirir formación superior, algo inaudito en la época y que le enfrenta con su propia madre.
En pocos años, entre los años 1840 y 1841 fallece la abuela de Concepción, que le lega una importante herencia, y su propia madre. De esta forma, con apenas 21 años de edad, Concepción Arenal es dueña de su propio destino, y decide así abordar sus deseos de adquirir formación universitaria.
Para ello, según cuenta, aunque hay versiones encontradas, no le queda otra opción que vestirse de hombre para asistir a algunas clases de Derecho en la Universidad, si bien es cierto que como dice M.ª Ángeles Ayala Aracil, en su biografía de Arenal para el Instituto Cervantes: “esta curiosa práctica la llevó a cabo entre 1842 y 1845, y evidentemente no cursó la carrera, ni hizo exámenes, ni alcanzó ningún título, pues en este momento histórico las aulas estaban reservadas exclusivamente para los varones, pero sin duda enriqueció y afianzó su interés por las cuestiones penales y jurídicas”, afirma la experta.
Un día fue descubierta. El rector pretendió echarla, pero Concepción se empeñó en derribar otro nuevo muro. Para ello llegan a un acuerdo: podría quedarse sí demostraba su valía en un examen. La gallega aceptó.
Los resultados del examen fueron tan brillantes que el claustro de la universidad se vio obligado a aceptarla. Concepción Arenal se convirtió por méritos propios en una de las primeras mujeres españolas en pisar las aulas de una facultad. Sin embargo, solo podía seguir siendo oyente. Sin embargo, cada que vez que iba a clase tenía unas pautas que cumplir. Acompañada por un familiar se presentaba en la puerta del claustro, donde se trasladaba a un cuarto donde se mantenía sola hasta que el profesor de la materia la recogía. Sentada en un diferente de sus compañeros, seguía las explicaciones hasta que la clase terminaba y de nuevo, era depositada en el cuarto hasta la siguiente clase. Nunca se le dio la oportunidad de matricularse. Tampoco recibió ningún título. Ni siquiera podía tener contacto con el resto de alumnos de la titulación.
Encontramos en varias publicaciones referencias a que Concepción Arenal se vestía de hombre par apoder acceder a la Universidad, y no es correcta esta afirmación, pues loque hacía simplemente era vestirse para pasar desapercibida.
Se suele afirmar que fue en la Universidad, donde Concepción Arenal conoció al que sería su marido, Fernando García Carrasco, abogado y escritor, quince años mayor que ella, con quien tendría dos hijos, Fernando y Ramón, y una niña que no sobrevivió a la infancia.
Concepción Arenal fijó su residencia en Gijón al finalizar el verano de 1875 siguiendo el destino como ingeniero de su hijo Fernando.
Ya mayor se instaló en su Galicia natal, con su hijo mayor y sus nietos y allí murió, tras una larga enfermedad, en Vigo, Pontevedra, el día 4 de febrero de 1893. Y lo hizo en medio de una indiferencia general. Su carácter reservado y difícil hizo que fuera poco conocida por el gran público
Carrera profesional de Concepción Arenal
Durante los primeros años de matrimonio Concepción Arenal parece decantarse por la literatura. Escribe algunas composiciones poéticas, tres obras de teatro, una zarzuela, una novela que no se ha conservado y sus Fábulas en verso, texto que será declarado lectura obligatoria en enseñanza primaria.
Estas fábulas en verso, 50 en total, fueron poublicadas en 1851, y son de una gran belleza y gracia, como por ejemplo “El chaparrón de las truchas”.
En 1855 inicia su carrera como articulista en el diario liberal “La Iberia”, periódico que gozará de gran prestigio hasta su desaparición en 1898.
En este periódico escribe conjuntamente con su marido, pues ella no puede firmar los artículos.
En 1857 fallece su marido, y en 1861 participa en el Concurso de Ciencias Sociales y Morales, presentando un ensayo: “La beneficiencia, la filantropía y la caridad”, obra que presenta con el nombre de su hijo, pues una mujer no puede hacerlo. Gana el concurso. Además, dedica estaaobra a Juana de VEga, a la que todavía no conoce.
En 1858 escribió “Dios y Libertad” en el que intentaba congeniar el espíritu cristiano con la revolución política liberal y fue quedando inédito a lo largo de su vida.
En 1862 escribe el “Manual del visitador del preso”, aportando una visión más próxima a la enseñanza que al castigo. Esta obra circuló fuera de las fronteras españolas, siendo muy bien acogido, por ejemplo, por las iglesias protestantes.
Concepción Arenal llegó a tener un puesto en la Administración del Estado, cosa insólita si sólo se hubiese atendido a su condición de mujer. Su nombramiento como visitadora de Prisiones se produjo en 1863 y su destino era Madrid, pero ella forzó su destino en La Coruña apoyando la estructura de beneficencia de la condesa de Espoz y Mina. Dos años más tarde, y por mor de la recesión política, este puesto sería suprimido.
En estos dos años que ejerció como visitadora de prisiones, se dio de bruces con una triste realidad: las condiciones infrahumanas que tenían que soportar los reclusos españoles (desde la insalubridad, hasta los abusos) y el carácter punitivo (y no restaurador) de las cárceles. Por ello, abogó por una reforma del Código Penal y apostó por usar la bondad como arma de reinserción. “Si la sociedad no impone al delincuente más pena que la justa; si le envía al visitador, apóstol de abnegación, para que le consuele y procure combatir su egoísmo, aquel día habrá hallado eco en el mundo la voz divina que decía en la montaña: Amad a vuestros enemigos”, escribió en “El visitador del preso”.
Con la memoria de “La beneficencia, la filantropía, la caridad”, se convierte en la primera mujer premiada por la Academia de Ciencias Morales y Políticas y su nombre llega a oídos de la propia Isabel II, que la nombra, a través de su ministro de Gobernación, Visitadora de prisiones de mujeres en 1864. En esta obra Concepción Arenal señala que con “beneficencia” se alude al sistema de ayuda a los necesitados que adopta el Estado. El segundo, “filantropía”, es una preocupación de orden filosófico, por la dignidad del hombre, mientras que el tercero, “caridad”, señala la compasión cristiana, que obra de forma espontánea por amor a Dios y al prójimo. Obra dedicada a la condesa de Espoz y Mina, a quien le unirá posteriormente una fraternal amistad. ´
En 1865 escribe “Carta a los delincuentes” pretendiendo explicar la moral natural en la prisión lamentando no hubiese sido posible hacerlo antes en las escuelas. Es de alguna manera un manual de asistencia legal al condenado, a fin de que conozcan sus derechos.
En 1868 sería nombrada Inspectora de la Casa de Corrección de mujeres de Madrid. Ejercería este puesto durante cinco años.
En 1869 publicó “Examen de las bases aprobadas por las Cortes para la reforma de las prisiones”. Este año publica también “La mujer del porvenir” en la que señala la contradicciones en la consideración de la mujer: “Si la ley civil mira a la mujer como un ser inferior al hombre, moral e intelectualmente considerada, ¿por qué la ley criminal le impone iguales penas cuando delinque?”, combatió los prejuicios sobre la supuesta inferioridad fisiológica, moral e intelectual de la mujer y exploró las consecuencias de su acceso a la educación y al trabajo.
En 1870 fundó la revista “La voz de la caridad”, en la que, a lo largo de catorce años, denunció irregularidades y propuso actividades para la mejora de la situación asistencia y en los centros penitenciarios.
En aras de luchar por la igualdad laboral entre mujeres y hombres publicó, entre otras, obras “La mujer de su casa” en la que se ocupa del estudio de los problemas a que debía enfrentarse la mujer española de su tiempo para ocupar digna y eficazmente el puesto en que la sociedad humana la necesita. Sostuvo que era una profunda y nefasta equivocación del hombre la de mantener el principio de que la mujer perfecta “no piensa más que en su casa, en su marido y en sus hijos”.
Como secretaria de la sección femenina de Cruz Roja, Concepción Arenal escribió en la revista de la Organización desde su origen e impulsó, con una voz propia, ideas transformadoras y críticas hacia el status quo de la época.
También dirigió un hospital de soldados durante la Tercera Guerra Carlista.
Impulsó el llamado “Patronato de los diez”, consistente en que grupos de diez familias bien aposentadas ayudaran, como ya existía en Francia, a una familia desfavorecida. Para que el Estado no rehuyera sus obligaciones con los más desfavorecidos publicó La beneficencia, la filantropía y la caridad.
En 1872 contribuyó a fundar la “Constructora Benéfica”, destinada a la construcción de casas baratas para los trabajadores.
En el año 1881 participa en el Cuerpo Legislativo Penitenciario para reformar el Código Penal.
A lo largo del verano de 1891 se sondeó y creó un estado de opinión sobre la posibilidad de que las mujeres ocupasen sillones en las academias. Varios intelectuales promovieron la candidatura de Concepción Arenal para la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, y en medio de la polémica, cierto “político, académico y ex ministro”, cuyo nombre no se indicó, expresó tajante: “Conozco esas opiniones; pero siendo de tanto peso basta y sobra con el que tienen los libros de Concepción Arenal”. Llegaba a manifestar abiertamente que pocos de los académicos de entonces tuviesen su altura intelectual, salvo contadas excepciones.
También hay que decir que durante diez años, estando residiendo en A Coruña, escribió en el periódico “La Voz de la Caridad”, financiado por Juana de Vega.
En todo caso, había una máxima que mantenía “Que mi vida no haga sombra a mi trabajo”. Por eso guardó su intimidad todo lo que pudo y más. No solo no la aireaba, sino que Concepción Arenal se encargó también de hacer desaparecer cualquier papel que dijera algo sobre su vida privada; lo que importaba transmitir a las generaciones posteriores era únicamente su trabajo, su labor intelectual.
Conclusiones
Inspectora de prisiones y escritora, destacó por su activismo en pro de las mujeres y los más necesitados. Fue una de las pensadoras más rigurosas del siglo XIX. Luchó en múltiples campos, como el de la reforma de las prisiones o el de la educación de la mujer Vivió de primera mano las opresiones de una sociedad profundamente machista y en la que la mujer seguía condenada a un papel casi testimonial. Y fue testigo directo de la sordidez y la miseria más absoluta, especialmente en las cárceles, donde ejerció como visitadora e inspectora.
Concepción Arenal siempre tuvo interés por los marginados. Ella entendía la caridad como un deber social. Pero su sentido de la caridad no tenía que ver con limosnas y rezos, sino con empatizar realmente con el problema del prójimo.
Luchó principalmente por obtener cambios en los orfanatos, en el sistema penitenciario y por la igualdad laboral entre mujeres y hombres.
Concepción abogaba por la reforma del Código Penal, apostando por un trato reeducador del preso para su posterior reinserción social. Consideraba que el preso tenía que ser tratado con dignidad y apostaba por el trabajo penitenciario remunerado.
Denuncia las condiciones infrahumanas en las que se hacinan las presas. Concepción Arenal propuso que al mando de las cárceles estuvieran funcionarios preparados, el modelo celular y sobre todo la prisión como un sistema de reinserción más que de castigo.
Aunque se oponía a la pena de muerte –ganándose las críticas de los que la tenían por una pusilánime–, era partidaria de la cadena perpetua en algunos casos y una firme opositora de las condenas excesivamente cortas. Estas, pensaba, solo servían para que los penados se embrutecieran aún más en la cárcel, sin darles tiempo a reflexionar sobre su crimen.
Se opuso a las ejecuciones públicas, en las que la muerte se convertía en un espectáculo popular. Estaba segura de que este tipo de procedimientos no servía para disuadir a los futuros criminales. Se implicó, asimismo, en la lucha contra la esclavitud, aún vigente en las colonias.
Sin embargo, marcó distancias con el abolicionismo porque no aprobaba los ideales republicanos de muchos de sus miembros. Prefería una monarquía constitucional, convencida de que solo así se podrían mantener en el país los valores cristianos de los que era partidaria. En general, tendió a ser una mujer alejada de todo tipo de extremos. Propugnaba la reforma, no la revolución.
También fue feminista a su manera, según las ideas de su época. No estaba a favor de la intervención de la mujer en política, aunque, contradictoriamente, su vida era un ejemplo de lo contrario. Sin embargo, refutó los prejuicios acerca de la supuesta inferioridad intelectual femenina. La diferencia no estaba en las capacidades de cada sexo sino en la discriminación de naturaleza educativa. En el terreno moral, tampoco podía afirmarse que la mujer estuviera por debajo del hombre. ¿Acaso no cometían menos delitos y estaban más cerca de la virtud de la bondad?
En su ensayo “La educación de la Mujer” escribe: “Es un error grave y de los más perjudiciales, inculcar a la mujer que su misión única es la de esposa y madre […]. Lo primero que necesita la mujer es afirmar su personalidad, independientemente de su estado, y persuadirse de que, soltera, casada o viuda, tiene derechos que cumplir, derechos que reclamar, dignidad que no depende de nadie”.
No obstante, también es cierto que demostró una mentalidad puritana, en temas como el honor femenino, que pareció excesiva a muchos de sus contemporáneos. Para un político como Cánovas del Castillo, por ejemplo, resultaba incomprensible que expresara desaprobación si una viuda contraía matrimonio, o si una joven rompía un compromiso matrimonial. Su amplia actividad también abarcó el problema de la vivienda.
Sin duda, Concepción Arenal fue una de una de las pioneras del feminismo en España. Ser mujer en aquel momento y, al mismo tiempo, querer cambiar el statu quo, era una tarea casi imposible, pero Concepción Arenal se enfrentó con valentía a esa sociedad, con insistencia, para reivindicar la capacidad intelectual de las mujeres y su derecho a recibir la misma educación que los hombres. Concepción Arenal, ya en su juventud, dio muestras de su rebeldía e iniciativa, con su osadía al vestirse como un hombre para poder acceder como oyente a la Universidad de Derecho en Madrid, cuando la educación universitaria estaba vetada a las mujeres. Ella se dio la oportunidad de tener una formación universitaria, pese a tener que recurrir a disfrazarse de varón y a aceptar sólo el papel de oyente, pero fue suficiente para conseguir el bagaje necesario para afianzar unos valores y principios que quedaron reflejados en la inteligente psicología de sus ensayos donde deja constancia de su intensa preocupación por las más desfavorecidas.
Concepción Arenal, desde muy joven luchó por romper con los cánones establecidos para las mujeres, rebelándose contra la tradicional marginación por razón de género (del sexo femenino, se diría entonces) y reivindicando la igualdad en todas las esferas sociales. Aunque en muchos de sus escritos acepta que los papeles de madre y esposa eran fundamentales en la vida de las mujeres, siempre subrayó que la experiencia de la vida femenina no podía centrarse en el ejercicio exclusivo de ese rol.
Además de que su nombre identifica numerosas calles y plazas en toda España, y varios monumentos la recuerdan, hay que citar también un homenaje en la ciudad de Madrid. Se trata de una placa en la fachada del Paraninfo de la Universidad Complutense de Madrid, (UCM), en la calle San Fernando. La placa reza así:
Aquí cursó sus estudios de Derecho entre 1842 y 1845 Concepción Arenal, pionera en la defensa de los derechos de las mujeres y de los más vulnerables.
En su epitafio figura el lema que la acompañó y al que dedicó toda su vida: “A la virtud, a una vida, a la ciencia”.
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Referencias
Concepción Arenal: la caminante y su sombra. De Caballé, A.
Concepción Arenal, mentalidad y proyección social. De Lacalzada de Mateo, M.J.
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografia de Concepción Arenal». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/arenal.htm [fecha de acceso: 5 de febrero de 2023].
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