Mucho se ha escrito sobre los hunos, ese pueblo nómada que conquistó una gran parte de Europa y Asia durante el siglo V d.C. Y más todavía, si cabe, sobre Atila, su líder, un guerrero que pasaría a simbolizar la devastación y que puso al Imperio romano contra las cuerdas.
Aunque se ha escrito mucho sobre este pueblo y su líder, con esta publicación queremos hacer un breve resumen para ver de manera panorámica su vida y trayectoria como líder de los hunos.
El surgimiento de los hunos se remonta al siglo IV d.C. cuando emigraron desde Asia Central hacia Europa Oriental. Este periodo de la Edad Antigua estuvo marcado por migraciones masivas de pueblos nómadas que buscaban nuevas tierras y recursos. Entre estos grupos se encontraban los hunos, quienes lograron consolidarse como una fuerza poderosa en la región. Fue durante el reinado de Atila (434-453 d.C.) cuando el imperio alcanzó su máxima expansión, extendiéndose desde el Danubio hasta el Mar Negro y parte de Asia Menor.
Pero vayamos por partes…
¿Quiénes eran los hunos? ¿De dónde procedían?
Si bien en cuanto al origen de los hunos ha habido, desde hace al menos tres siglos un gran debate, llegando a encontrarse su posible origen entre los turcos, mongoles, etc. De hecho, ni siquiera en fuentes romanas encontramos mucha información sobre su origen
Los estudiosos han debatido los orígenes del término “huno”, algunos sostienen que se deriva del turco y otros afirman que es un término mongol. Así, para algunos autores, la denominación proviene del término chino “xiongnu”, que se refería a una confederación de tribus nómadas que habitaron Asia Central; aunque otros investigados sugieren que podría derivar de la palabra persa “hun”, que significa “mendigo”
En todo caso, parece que los hunos serían una confederación de pueblos, originarios, seguramente, de las estepas de Asia Central, y que se expandirían hacia Europa y Asia durante la Edad Antigua
Independientemente de dónde se originó el término, los hunos están asociados con incursiones violentas que diezmaron todo a su paso.
Los historiadores antiguos describen las características físicas de los hunos como piel bronceada, ojos pequeños y narices planas. Eran bajos y robustos con cabezas grandes, lo que lleva a creer que eran de ascendencia mongoloide. Sin embargo, los hallazgos arqueológicos argumentan que los hunos eran más un grupo mixto con rasgos asiáticos y caucásicos. La evidencia respalda ambas afirmaciones, lo que sugiere que la inclusión de tribus germánicas condujo a la mezcla de razas.
Los hunos eran un pueblo nómada que se movía constantemente en busca de nuevos recursos y tierras. Eran conocidos por su capacidad de adaptarse a diferentes entornos geográficos y por su habilidad ecuestre, lo que les permitió desarrollar una técnica militar sin igual.
Poco se sabe sobre ellos. Registros romanos los describen como bestias, carentes de Dios y de ley. Esta descripción parece estar ligada al terror que infundían en Occidente. Para los hunos no existían las dinastías, sino que el más fuerte era quien tomaba el mando. Al ser nómadas, no conquistaban las ciudades que sometían, solo se limitaban a saquearlas y destruirlas.
En el año 350 es cuando tenemos información sobre la primera aparición de los hunos como tales, siendo las fuentes persas y romanas las que nos hablan de un pueblo llamado huno que había atacado al Imperio sasánida. Fue en esta época que una gran cantidad de pueblos que podemos considerar como hunos comenzaron a conquistar numerosas regiones de la zona Persa y de la India, trayendo numerosas guerras a esta zona y siendo una de las causas de que estos pueblos no pudieran progresar lo suficiente. Esto se puede considerar el nacimiento del llamado pueblo huno, iniciando su etapa de conquista sobre todo aquel pueblo que se atreviera a enfrentarse a ellos.
Poco después, los hunos atacaron a pueblos como los godos o los alanos, obligándolos a marcharse hacia Roma, siendo estos ataques claves por la influencia que estos pueblos bárbaros tuvieron para la historia de Europa y también por ser la causa de que los hunos marcharan hacia Europa. La retirada de estos pueblos hacia Europa hizo que los hunos los persiguieran, iniciando los contactos de los hunos con los romanos.
En el 395 los hunos comenzaron sus primeros ataques contra el Imperio Romano, sus ataques fueron tan duros que existen numerosos textos romanos hablando de los hunos como si fueran auténticos monstruos. Durante los primeros años los hunos atacaron las provincias romanas más orientales, acercándose poco a poco a Roma, y ya era normal escuchar desde la capital historias sobre las atrocidades de los hunos.
En 434 Atila y Bleda fueron nombrados gobernantes de los hunos, obligando a Roma a pagarles un tributo anual para no recibir sus ataques. Poco después los romanos rompieron el acuerdo de paz y los hunos arrasaron con numerosas ciudades romanas, causando que Roma tuviera que volver a firmar un acuerdo de paz mucho más caro que el anterior. Tras dos años, los romanos dejaron de pagar y los hunos volvieron a atacar, estando muy cerca de tomar Constantinopla. Fue en esta etapa que Bleda murió y Atila se convirtió en el único gobernante de los hunos.
Durante años, Atila fue el azote de Europa, derrotando a romanos, francos, visigodos, saqueando Italia, y arrasando con todo lo que podía. Se dice que tan solo se detuvo cuando el Papa León I le suplico que no arrasara la ciudad santa de Roma, siendo entonces cuando Atila se retiró de Europa y murió en su noche de bodas en 453, terminando con el mayor enemigo de Roma en siglos.
Atila
Atila reinó a los hunos entre los años 434 y 453 d.C, está considerado como uno de los guerreros y reyes bárbaros más importante. Fue el último caudillo de los hunos, y también el más poderoso.
Una historia antigua dice que su nombre procede del río Volga, al que los hunos llamaban Atil. También se dice que Atila era la palabra huna para decir “hierro” y por último, que es una palabra compuesta que quería decir algo parecido a “padre de la patria”.
Hoy en día está generalmente aceptado que el nombre de Atila proviene del idioma gótico y significa “padre de la familia”. Para algunos autores Atila no sería su verdadero nombre, sino más bien un término o mote con el que referirse a él.
Suele afirmarse que Atila nació en las llanuras Danubianas, de hecho algunos autores fijan su nacimiento en el año 406, en Pannonia (Hungría). Sobre su vida, especialmente sus primeros años, poco se sabe. Su padre parece ser que sería un noble, de nombre Mundzuk.
Al cumplir 13 años fue a Roma enviado por su tío Rugila, quien era soberano de los Hunos en el Danubio, para que pudiera estudiar la lengua latina, aprendiera historia, costumbres y todo lo relacionado con los romanos y con el Imperio.
Sobre su apariencia física, según Prisco, un historiador que lo conoció, sería un hombre de baja estatura, piel morena, ojos pequeños, y lucía barba. En cuanto a su personalidad pese a la imagen que ha trascendido, Atila sería un hombre culto, pues entre otras cosas, hablaba varios idiomas, el latín entre ellos.
En cuanto a su vida familiar, se conocen al menos dos de sus esposas: Kreka, probablemente de origen gótico; madre de Ellac, uno de los hijos de Atila. Se cree que tuvo una influencia significativa en Atila y en sus políticas hacia los pueblos germánicos. Y además Ildico, de origen germánico.
Atila heredó el trono de su tío (el rey Rua, o Rugila), en el año 434, con su hermano Bleda. Ambos lideraron las negociaciones que su tío tenía con Teodosio ll. Los hunos exigían la entrega de varias tribus que se había refugiado en Oriente. Los romanos, sin muchas opciones, decidieron ceder ante los hunos.
A partir del año 440 cruzaron el Danubio y penetraron en los Balcanes.
Bleda, murió en el año 445, durante una cacería, existiendo dudas sobre si fue fortuito o Atila tuvo algo que ver. En todo caso, este pasó a reinar en solitario.
Atila, una vez consolidado su poder entre el pueblo de los hunos, decidió volver las miras hacia el Imperio de Oriente.
En el año 447, entraba de nuevo en el imperio a través de Moesia enfrentándose al ejército romano en el río Vid, donde obtuvo una victoria. Sin oposición, Atila se dedicó al pillaje en toda la región de los Balcanes llegando hasta las conocidas Termópilas.
Aliado con el emperador de Occidente Valentiniano III, Atila promulgó en el año 450 su deseo de invadir el reino visigodo de Toulouse.
En la primavera de este mismo año, Atila recibió un mensaje: era el anillo de Honoria, la hermana de Valentiniano, que pedía ayuda al rey huno ya que querían casarla contra su voluntad con un senador. Atila interpretó ese mensaje como una pedida de matrimonio y aceptó, pidiendo como dote la mitad del Imperio de Occidente. Cuando Valentiniano se enteró de lo sucedido quiso matar a su hermana, pero finalmente la envió al exilio.
Después, contactó con Atila para decirle que la propuesta de matrimonio que había recibido no era legítima pero el rey huno respondió alegando la inocencia de Honoria y amenazando con acudir él mismo a reclamar lo que era suyo por derecho.
En el año 451 Atila penetraba en Bélgica con un ejército de 500.000 hombres, conquistando Metz en Francia el 7 de abril de ese mismo año.
Aecio, el general romano del Imperio de Occidente, se vio obligado a salir al encuentro de los hunos con sus tropas de francos, celtas y burgundios.
Al comprobar el avance de Atila, Teodorico I, el rey de los visigodos, se alió rápidamente con el Imperio Romano y juntos le cortaron el paso en la ciudad francesa de Orleans. La batalla entre las tropas de Aecio y Teodorico por un lado y las de Atila por otro se produjo el 20 de junio de 451, con la victoria de los primeros, tras la retirada de Atila.
Atila no tardó demasiado en reaparecer: en el año 452 volvió para reclamar su matrimonio con Honoria, no dudando en arrasar y saquear Italia a su paso devastando ciudades como Milán o Padua.
De hecho, es en este momento cuando se funda la ciudad de Venecia por parte de aquellas poblaciones que habían huido a las lagunas del Adriático ante la llegada de los tremendos hunos.
Otros decidieron refugiarse en las montañas. El emperador Valentiniano dejó Rávena para refugiarse en Roma y el general Aecio, aunque estaba en activo y en campaña, no tenía suficientes fuerzas como para enfrentarse a las tropas de Atila.
A orillas del río Po se produjo un encuentro entre Atila, el Papa León I, el prefecto Trigecio y el cónsul Avieno entre otras autoridades. Una vez terminado, Atila accedió a abandonar tanto Italia como sus pretensiones de casarse con Honoria.
En realidad no se sabe exactamente qué es lo que ocurrió durante ese encuentro como para que Atila decidiera dejar a un lado sus pretensiones.
Se han ofrecido varias respuestas. Una de ellas alude a las epidemias y hambrunas que asolaban Italia en aquel momento y que quizá afectó también a las tropas de Atila, debilitándolas. Otra opción es la presión ejercida por las tropas que Matrubio tenía en el Danubio y que pudieron hacerle sentir amenazada.
Otros investigadores creen que pudieron ser las dos cosas. El historiador Prisco ofrece otra alternativa: Alarico había muerto poco después de saquear Roma en el año 410 y los hunos pudieron tener un ataque de superstición que les impidiera avanzar hasta la capital.
Por último, se dice que Atila se enteró por el Papa León I de que Honoria había muerto por lo que su incursión en Roma y sus exigencias habrían perdido el sentido.
Luego de esta campaña, los hunos volvieron a sus tierras en el Danubio. Atila, a pesar de no haber conseguido a Honoria, se trajo consigo a una nueva esposa.
Para varios autores, historiadores investigadores de la Universidad de Cambridge, Atila no invadió Roma para salvar a su pueblo del hambre, ni por tratarse de un bárbaro en busca de oro, tal vez el verdadero motivo era buscar mejores tierras en las que no tuviesen que padecer las sequias que sufrían en sus territorios en Asia, y que limitaba los recursos disponibles.
Durante su reinado, Atila tuvo una relación compleja y multifacética con el Imperio Romano. Inicialmente, firmó un tratado de paz con el imperio, pero más tarde lo violó al invadir los Balcanes y Grecia. Su habilidad para manipular las políticas romanas y sus incursiones devastadoras en territorios romanos occidentales y orientales lo convirtieron en una figura temida y respetada en su tiempo.
Erra tal su capacidad de liderazgo, mostrando habilidades como la de dominar un enorme ejército de guerreros, que a menudo se nutría de gente de tribus diferentes, como los alanos, los alemanni o los ostrogodos, también contrastaba con los generales romanos de la época, que tenían problemas para mantener el control sobre los contingentes no romanos.
La muerte de Atila
En el año 453, Atila falleció en la noche en que celebraba una nueva boda, en este caso con una goda, llamada Ildico. Según parece, y en versión de Gayo Julio Prisco, Atila tuvo una hemorragia nasal que terminaría siendo mortal. Si bien se desconoce la causa exacta, se ha apuntado el exceso de bebida, o tal vez un veneno, como uno de los posibles motivos.
Atila tenía 58 años, y para algunos autores sería encontrado muerto sobre un charco de sangre, con su esposa a su lado.
Su muerte ha dado lugar a numerosas especulaciones. Al igual que con Alejandro Magno, se han sugerido versiones alternativas de su muerte.
Pero otros historiadores, cada vez menos, siguen la versión que ofrece el cronista Conde Marcelino, quien afirma que fue su propia esposa quien acabó con su vida, clavándole una daga. Estaría inducida por Marciano, el emperador romano en Oriente.
Fue tal el impacto de su muerte, qué hasta sus propios soldados, en señal de duelo, se cortaron el cabello y se provocaron heridas con sus propias armas. Todo el ejército se sumió en una aflicción intensa por la pérdida de su líder. Los jinetes de Atila se untaron la cara con sangre y cabalgaron lentamente, en un círculo constante, en torno a la tienda en la que se encontraba su cuerpo.
Atila fue enterrado en un triple sarcófago hecho de oro plata y hierro junto con su botín acumulado fruto de las conquistas. Aun, hoy en día, se desconoce dónde fue enterrado. Según la leyenda, se desvió el curso de un río, enterraron a Atila en el lecho del río, y después dejaron que las aguas volvieran a fluir sobre él para ocultar el lugar.
Se dice que todos los que participaron en su funeral fueron asesinados para que jamás se supiera dónde estaba enterrado.
El reinado de Atila solo duró ocho años, pero fueron suficientes para sembrar el caos en Roma y los bárbaros que se oponían a su avance. Su frase donde pisa mi caballo no vuelve a crecer la hierba, sin duda quedó demostrada por sus acciones.
En cuanto a los hunos, tras su fallecimiento, tuvieron que convivir con el hecho de que los tres hijos que sobrevivieron a Atila: Elac, Dengizic y Ermnakh, combatieron entre si por la sucesión al frente del imperio que había levantado su padre. Esta división interna provocó que el pueblo huno se dispersase definitivamente tras ser vencidos por una coalición de varios pueblos, en la batalla de Nedao.
Impacto de Atila en el imperio romano
El impacto de Atila en el Imperio Romano y Europa fue significativo y duradero. Bajo su reinado, los hunos lanzaron una serie de invasiones devastadoras en Europa Oriental y Central durante el siglo V. Su imperio se extendía desde las estepas de Asia Central hasta los Balcanes, y su ambición de conquista no conocía límites.
El principal objetivo de Atila era saquear y extender su dominio sobre vastas regiones. Sus incursiones en el Imperio Romano de Occidente provocaron el saqueo de ciudades como Aquilea, Milán y Roma misma. La amenaza constante de los hunos obligó al emperador romano a pagar tributos para evitar sus ataques, lo que debilitó aún más la ya frágil estructura del Imperio.
El legado de Atila como conquistador y líder militar se refleja en la forma en que su figura ha sido representada a lo largo de los siglos. Su reputación como un líder despiadado y cruel ha perdurado en la memoria colectiva, y su nombre sigue siendo sinónimo de barbarie y destrucción.
El impacto de Atila en el Imperio Romano y Europa fue profundo y duradero, marcando una era de inestabilidad y conflicto que cambió el curso de la historia en la región.
“El pueblo bárbaro de los hunos… se hizo tan fuerte que se apoderó de más de un centenar de ciudades y casi llegó a poner en peligro a Constantinopla […] Han dejado la Tracia tan devastada que nunca volverá a recuperar el aspecto que tenía antes.
Hipacio (Heather 2006: 395).
De hecho, Atila fue un factor determinante en la caída del Imperio Romano de Occidente. Sus incursiones y el terror que sembraba en las poblaciones debilitaron al imperio, que ya enfrentaba problemas internos como la corrupción y las crisis económicas.
A pesar de su reputación como un conquistador brutal, Atila y los hunos dejaron un legado duradero en la historia. Su táctica de guerra de guerrillas influyó en las estrategias militares de las generaciones posteriores. Además, su presencia en Europa Oriental sentó las bases para la formación de futuros estados y civilizaciones.
Y como todo personaje histórico, trascendente, que se precie, de Atila también nos queda, o eso parece, el nombre de su caballo: Othar, un caballo de una raza ya extinta, Tarpán, de pelo gris, y con una altura de unos 1,3 metros. El caballo no llevaba adornos, pues los hunos consideraban ofensivo colgar cosas de sus monturas. Para los hunos los caballos eran considerados animales sagrados, como una prolongación de us propia existencia.
Haciendo balance, podríamos decir que los hunos transmitieron habilidades militares, fueron capaces de ampliar su territorio uniendo diferentes tribus, además de dejar en la cultura popular un símbolo de poder y brutalidad, tal y como podemos leer y ver en numerosos libros, películas, medios de comunicación, artículos, …
Fue tanta su trascendencia que lo vemos reflejado de manera relevante en diferentes obras de arte. Así, en literatura, vemos referencias a los hunos en “La leyenda del Gran Inquisidor”, de Fiodor Dostoievski; o “La caída de Constantinopla” de Steven Runciman. También “El azote de Dios”, de Louis Wohl; “La muerte de Atila”, de Cecilia Holland, entre otras muchas.
En cine, encontramos series y largometrajes, como “Atila, rey de los hunos”, del año 1954, dirigida por Douglas Sirk; “Atila, hombre o demonio”, también de 1954, dirigida por Pietro Francisci; “El conquistador de Mongolia”, de 1956, dirigida por Dick Powel; o la más reciente “Atila, rey de los hunos”, del año 2001, dirigida por Dick Lowry.
Incluso videojuegos como “Age of Empires II” o “Total War: Atiila”.
Conclusiones
No se sabe cuándo ni dónde nació Atila. El historiador Peter Heather dice:
“Nuestra ignorancia de los hunos es asombrosa. Ni siquiera está claro qué lengua hablaban. La mayor parte de los indicios lingüísticos provienen de nombres personales: de gobernantes hunos y sus seguidores de la época de Atila. Pero para entonces el germánico se había convertido en la lengua franca del Imperio huno y muchos de los nombres que se conservan son casi con toda probabilidad germánicos. El iranio, el turco y el finoúgrio (como los magiares posteriores) todos tienen proposiciones [de la lengua de los hunos], pero la verdad es que no sabemos qué idioma hablaban los hunos y probablemente nunca lo sepamos. Los indicios directos que tenemos de los motivos y las formas de la migración huna son igualmente limitados. Según Ammianus [el escritor de la antigüedad], no había nada que explicara “el origen y el fundamento de todos los males: los hunos que viven más allá del mar de Azov cerca del mar océano helado, y son salvajes en desmedida”. Eran tan fieros que para ellos era normal ir por ahí pegando a la gente. Se pueden encontrar otras imágenes parecidas de la ferocidad huna en otras fuentes”.
Atila se encargó de devastar las tierras que iban desde el Mar Negro hasta el Mediterráneo, inspirando temor en todo el Imperio Romano. Apodado también con el nombre de “Flagellum Dei” (Azote de Dios), Atila consolidó su poder después de asesinar a su hermano para convertirse en el único gobernante de los hunos, expandiendo su gobierno para incluir muchas tribus germánicas atacando el Imperio Romano de Oriente en guerras de extracción.
Llegaría a dominar desde Centroeuropa hasta el mar Negro, y desde el mar Báltico hasta el río Danubio.
En todo caso, hablamos de un personaje controvertido. Prisco de Panio, un filósofo e historiador, contemporáneo de Atila, escribió sobre éste:
“Un hombre digno y compasivo, modesto en sus hábitos y requisitos personales, cuya corte atrajo a hombres reflexivos procedentes de diversas naciones”.
Dentro del conjunto de elementos que constituyeron el éxito de un pueblo nómada como el huno, se ha de subrayar el aspecto bélico como uno de los más importantes dentro de la vertiginosa ascensión que experimentó el pueblo huno hasta llegar, a mediados del siglo V, a controlar una enorme confederación de pueblos poniendo en jaque al Imperio (Oriental y Occidental).
Ascenso y caída fueron igual de vertiginosos, aunque este patrón no será excepcional a lo largo de la historia puesto que, en cierta medida, se repetirá en aquellos momentos en que Genghis Khan o Tamerlán lleguen al poder.
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Referencias
“Atila: El rey bárbaro que desafió a Roma.” De Man, J. 2006
“Los hunos, tradición e historia”. De Bock, S. 1992.
“Atila”. De Bussagli, M. 2005.
https://archivoshistoria.com/hunos-y-atila/
https://conceptosdelahistoria.com/edades-de-la-historia/edad-antigua/los-hunos-y-atila/
https://muchahistoria.com/hunos/
https://www.unprofesor.com/ciencias-sociales/los-hunos-resumen-de-su-historia-4326.html
https://www.worldhistory.org/trans/es/1-13266/atila-el-huno/