Sin duda, aunque no resulte a priori el más atractivo de los lugares, un cementerio acumula mucha historia. Por ello, hemos decidido contaros algo sobre uno de los cementerios más importantes de Galicia, el cementerio coruñés de San Amaro.
Por si esto fuera poco, National Geographic incluyó a este camposanto como uno de los más bonitos del planeta, argumentando, entre otros motivos, que el cementerio de San Amaro es uno de los pocos cementerios marinos del mundo, y uno de los que goza de mejores vistas al Atlántico”.
Como uno de los cementerios más antiguos de Europa, San Amaro es el lugar de descanso eterno de grandes nombres de finales del siglo XIX e inicios del XX, un momento “de esplendor de la ciudad”. Más de dos siglos después, se ha convertido ya en un “cementerio histórico y monumental”
Contexto histórico
A Coruña, una hermosa ciudad situada en la costa de Galicia, al noroeste de España, es conocida por sus impresionantes paisajes, su rica historia y su gran cantidad de lugares de interés turístico. Entre ellos, se encuentran los cementerios de la ciudad, que albergan no solo a los difuntos, sino también un pedazo importante de la historia local.
A lo largo de los siglos, los cementerios han sido lugares sagrados en los que se ha rendido homenaje a los fallecidos y se ha reflexionado sobre el tránsito de la vida a la muerte. En A Coruña, la existencia de cementerios está documentada desde hace siglos, lo que demuestra la importancia que siempre se ha dado a la sepultura y al respeto hacia los difuntos.
El primer cementerio en A Coruña fue el antiguo camposanto de San Pedro de Mezonzo, ubicado en el casco antiguo de la ciudad. Sin embargo, debido al crecimiento de la población, se hizo necesario construir nuevos cementerios que pudieran albergar a un mayor número de fallecidos.
Con el paso del tiempo, se fueron creando nuevos cementerios que se han convertido en auténticos lugares llenos de historia y simbolismo, reflejando la evolución de la sociedad coruñesa a lo largo de los años. Cada uno de ellos tiene su propia personalidad y encanto, y en conjunto forman un importante legado cultural y arquitectónico de la ciudad.
El cementerio de San Amaro
En este caso, el cementerio de San Amaro, se encuentra en uno de los extremos de la ciudad de A Coruña, en un lugar con el Atlántico a sus pies y desde el que se contempla el Faro de Mera.
Sin duda, el nombre de San Amaro no es pura coincidencia, ya que cómo explica Felipe Senén López Gómez, del Instituto José Cornide de Estudios Coruñeses:
“En la tradición popular gallega San Amaro o San Mauro se asocia con el más allá. Cuenta la leyenda que fue santo peregrino a Compostela, que desembarca en un puerto y hace el camino sin llegar a poder entrar en la catedral por la multitud. Retoma entonces para coger el barco y ve nuevamente en aquel puerto de inicio una fila de gente que peregrina a otro templo. Pregunta y le dicen que son devotos de un santo que 300 años atrás había peregrinado a Compostela, sin poder cumplir su meta y que se llamaba San Amaro. Leyenda sobre la intemporalidad, sobre la búsqueda del Paraíso, siguiendo al Sol”.
El cementerio de San Amaro fue inaugurado en 1813, y desde entonces se ha convertido en el lugar de descanso de numerosas personas anónimas y no tan anónimas. Es uno de los cinco cementerios más antiguos de Europa, dos en París, otro en Londres y el cuarto en Praga le preceden
Y en su día se puso en marcha después de la prohibición por cédula de Carlos III, en 1812, de realizar enterramientos en las iglesias y alrededores.
Entrando en el cementerio cruzando la puerta principal, podrás leer: “Año de 1812. El término del cuerpo es el que veis, El del alma será según obréis”.
Se amplió en 1883 y se construyó un templo funerario en la puerta de entrada de portada dórica.
La capilla del Cementerio es de estilo neoclásico con planta de cruz griega coronada por cúpula rebajada y flanqueada por dos torres. La puerta es de inspiración clásica imitando la entrada de templo dístilo con dos columnas in antis.

Capilla cementerio coruñés
En el interior del cementerio encontramos tres ámbitos diferentes: el cementerio religioso, el civil, y uno británico, con un paseo por sus caminos se encuentran nombres que también se repiten en el callejero de la ciudad, ya que aquí yacen grandes personalidades de la política, las artes o la literatura gallegas.
En la arquitectura del cementerio, además de las estatuas de mármol que pueblan tumbas y nichos, destacan curiosidades como una sepultura con un dolmen y un cruceiro o cruces celtas.
Cabe destacar el panteón modernista de la familia Bolívar (1912) obra del arquitecto Pedro Mariño, algunas lápidas muestra de la represión ideológica del franquismo como alguna que reza “Un Dia de Abril” en referencia al 14 de abril de 1.931 en él que se proclamó la II República Española, y dos monumentos colectivos que son el Monumento a los Mártires de la Libertad. Además, cuenta con la columna tronzada en recuerdo de la huelga general de 1901.
Por otro lado, con las tumbas de San Amaro se puede hacer un cursillo rápido de arquitectura. Obeliscos egipcios, pequeñas capillas modernistas… esta monumentalidad se hace especialmente patente en el pasillo central del cuarto departamento. Desde las escaleras se pueden contemplar todas las arquitecturas históricas religiosas de Galicia.
Destacan especialmente los impresionantes panteones de diferentes estilos: El panteón neogótico dedicado a Salorio y Rubine, el neorrománico de la familia Río y Santos o el jónico de Fernando González Valerio, que preside la avenida.
En San Amaro se pueden encontrar dos extraordinarias cruces celtas, más propias de camposantos de Irlanda, en sendas tumbas del cementerio. Una de ellas está situada en el panteón de Josefa Magadan, que data de 1885. Otra, la de G.E. Mitchell, se puede localizar en el segundo departamento, y se acompaña de la imagen de una virgen con el Niño.
Su valor histórico, arquitectónico y artístico hicieron que el cementerio pudiese ingresar en la Asociación Europea de Cementerios Significativos (ASCE), red de organizaciones que se dedican a la preservación y presentación de los cementerios como parte importante del patrimonio cultural y, posteriormente, en 2013, en la Ruta de Cementerios Europeos, que busca poner en valor el patrimonio funerario europeo, un reconocimiento equivalente al Camino de Santiago.
Pasear por las amplias avenidas del Cementerio de San Amaro es como adentrarse en un museo al aire libre. Cada tumba cuenta una historia y cada monumento es una obra de arte en sí misma. Es un lugar de paz y tranquilidad, ideal para reflexionar sobre la fugacidad de la vida y la importancia de recordar a quienes nos precedieron.
La mejor manera de describir este bello cementerio es tomar las palabras de uno de los mejores cronistas literarios de A Coruña: Julio Rodríguez Yori quien dijo:
“No es un cementerio-museo como los de Génova o Pisa, ni un ruinoso cementerio el de Adina. Más hay bellas obras… y la suficiente naturaleza en forma de árboles, flores y aves para hacer desaparecer la desolación que produce una visita a estos tristes lugares. Hay pulcritud municipal, esmero, policía y recato, además, la visión reconfortante del mar azul y don montes de tonos violáceos en segundo término”.
¿Quiénes están enterrados en el cementerio de San Amaro?
Como es obvio, además de miles de vecinos, en el cementerio también se encuentran numerosos gallegos ilustres, huellas de personalidades de las artes y las ciencias, de muchos de los que escribieron páginas de la cultura de Galicia. Casos como los de Eduardo Pondal, Manuel Murguía, Curros Enríquez, Wenceslao Fernández Flórez, o Juana de Vega, entre muchos otros.
De hecho, en este cementerio hay más personalidades que en el Panteón dos Galegos Ilustres de Santiago. Y es que en el cementerio de San Amaro descasan buena parte de las personalidades que acogió la ciudad de A Coruña desde el siglo XIX.
Sin ánimo de ser exhaustivo, recogemos algunas de las personalidades cuyos restos reposan en este campo santo:
Manuel Murguía, escritor, poeta y periodista, y cinco de los hijos que tuvo con Rosalía de Castro también descansan en el cementerio de San Amaro. Por su lado, Rosalía ocupa un lugar de honor en el Panteón de Gallegos Ilustres del Convento de Santo Domingo de Bonaval, en Santiago de Compostela, a donde sus restos fueron trasladados desde el cementerio de Iria Flavia en 1891.
Eduardo Pondal Abente, autores de la letra del Himno de Galicia, galleguista fallecido en el año 1917, encontró aquí su última morada. Definido como “o cantor da raza galega” en su lápida.
En el caso de Curros Enríquez, fallecido en la Habana descansa en este cementerio, pese a que nunca vivió en la ciudad herculina, pero era una ciudad de la que decía sentirse profundamente enamorado. todavía perviven en las hemerotecas y en la historia oral transmitida de generación en generación, su multitudinario entierro, a principios del siglo XX, al que según las crónicas asistieron unas 40.000 personas.
Wenceslao Fernández Flórez, el mundialmente conocido escritor, sobre todo por su novela “El Bosque animado” también descansa en este camposanto, tras su fallecimiento en Madrid en 1964, siguiendo su voluntad pues quiso que sus restos regresaran a la ciudad que le vio nacer y cerca de su lugar favorito, San Salvador de Cecebre, donde Flórez pasaba los veranos con su familia.
Juana de Vega, destacada figura del liberalismo coruñés, se casó con el general Espoz y Mina en 1821 y ambos estuvieron exiliados en Inglaterra por su apoyo al rey Fernando VII. Durante este tiempo, poetas como Lord Byron o William Wordsworth conocieron al general, a quien admiraban. El segundo de ellos llegó e escribir un romance sobre él, muy conocido en Inglaterra, en el que declara que “en el corazón de Mina late Viriato”. A la muerte del general, este fue enterrado en Pamplona pero su corazón fue entregado a la coruñesa en una caja de plomo negro. Tras el fallecimiento de Juana de Vega, esta caja se incluyó en su nicho en el que se puede leer “aquí yace Juana de Vega, viuda del general Espoz y Mina, cuyo corazón se halla aquí”. Por este motivo, cuando cruceristas ingleses llegan a la ciudad, muchos de ellos se acercan al lugar en el que descansa el corazón del general protagonista de uno de los poemas de Wordsworth.
También Elisa Lestage, escritora pionera, pues fue una de las que publicó en el Album de la Caridad. Editado con motivo d ellos primeros Juegos Florales de la ciudad, allá por el año 1861.
Miguel González Garcés, fallecido en 1989. Poeta, historiador, crítico de literatura y de arte, dinamizador cultural a través de la Asociación Cultural Iberoamericana.
Francisca Herrera Garrido, escritora, fallecida en 1950. Fue la primera mujer académica gallega (cuyo apellido familiar fuera Ferreira).
Luísa Villalta Gómez, fallecida en 2004. Escritora, filóloga y violinista coruñesa. Homenajeada con motivo del Día das Letras Galegas del año 2024
Eugenio Carré Aldao y Leandro Carré Alvarellos. Padre e hijo, ambos escritores, ambos miembros de la Academia Gallega, aquel librero e impresor y cronista oficial de la ciudad y este, promotor del gallego, como editor y lexicógrafo
Alejandro Pérez Lugin, fallecido en 1926, era escritor, periodista, novelista y director de cine. El autor de la casa de Troya, descansa en una sepultura en la que encontramos una máscara mortuoria, al estilo de la máscara de Agamenón, obra del escultor gallego Rodríguez Bonome.
Antón Vilar Ponte y Ramón Vilar Ponte, el primero licenciado en farmacia, periodista y político (diputado), fundador, y el segundo licenciado en Filosofía y letras e ideólogo. Ambos fundaron as Irmandades da Fala
César Alvajar Diéguez. Periodista y político republicano. Murió en el exilio y sus restos fueron traídos a Santo Amaro en el año 2006.
Pedro Galán Calvete, fallecido en 1936. Secretario de la organización de Mocidades Galeguistas, asesinado con diecinueve años en Corveira, en el Concello.
Emilio González López, fallecido en 1991. Político republicano (diputado), propulsor, junto a Castelao, del Estatuto de autonomía en las cortes de Montserrat, profesor en el exilio e historiador. Cronista general del Reino de Galicia. Sus restos fueron traídos desde Estados Unidos (1903-1991)
Aureliano Linares Rivas, fallecido en 1903. Fue abogado y político. Este benefactor de la ciudad tiene dedicada aquí una columna llamada obelisco, un monumento en los jardines con su nombre y un peirao en el puerto. Padre del dramaturgo Manuel Linares-Rivas.
José Villaverde Velo. Fallecido en 19326. Tallista de oficio, sindicalista de gran actividad en el anarquismo gallego, periodista, orador y dirigente del CNT.
Segundo Moreno Barcia, fallecido en 1909. Fue un político, redactor, con Santiago Casares Paz, del Proyecto de Constitución para el futuro Estado Galaico, presidente de la librepensadora Sociedad Miguel Servet, que fundo aquí la primera escuela laica galega.
Ramón Pérez Costales, fallecido en 1911. Médico, orador, diputado, ministro de la I República. Presidente del Colegio Médico y de la Academia de Medicina y honorario de la Academia Gallega, filántropo, protector del niño Picasso (que lo retrató).
Alfonso Molina Brandao. Fallecido en 1958. Ingeniero. Alcalde popular.
José García García, conocido como Pepín de la Lejía. Luchó para el Ejército Republicano durante la guerra civil española.
Emilio González López, impulsor del Estatuto de Autonomía de Galicia.
Manuel Lugrís Freire, escritor y activista galleguista.
Andrés Martínez Salazar, presidentes de la Real Academia Galega.
Rafael González Villar, fallecido en 1941. Arquitecto al que se deben, entre otras obras coruñesas, el Kiosco Afonso, la Casa Molina (Porta Real), el edificio Cine Avenida y el monumento a Concepción Arenal. También fue presidente de la Academia de Bellas Artes, académico de Galega.
José Rodríguez Martínez, fallecido en 1921. Popular médico con abnegada actuación durante la epidemia de coleraa en Valenci. Como político republicano participó decididamente en el movimiento de Solidaridad Gallega.
Ramón Valcarce Vega (Moncho Valcarce, o Cura das Encrobas): sacerdote cristiano muy comprometido con los más necesitados. Referente carismático en Galicia (1935-1993).
Manuel Casás Fernández, fallecido en 1960. Abogado, escritor, fundador del Instituto de Estudios Gallegos, presidente de la Academia Galega y, sobre todo, alcalde con importante pegada cultural.
Ángel del Castillo López, fallecido en 1961. Maestro, licenciado en Filosofía y Letras, historiador del arte local en su obra Inventario monumental y artístico de Galicia; presidente da Universidad Popular y de la Comisión Provincial de Monumentos, cronista oficial de la ciudad, de la Academia Galega y presidente de la de Bellas Artes.
Francisco de la Iglesia González. Maestro, estudioso de la antigüedad, autor de la primera obra teatral de cierto nivel en gallego “A fonte de xuramento” y de la letra de la popular “Alborada” (con música de Pascual Veiga).
Andrés Martínez Salazar, fallecido en 1923. Librero y editor del resurgimiento, director del Archivo del Reino de Galicia, presidente de la Academia Gallega, primer cronista oficial de Coruña, fundador, con ayuga de Fernández Latorre de la Biblioteca Gallega.
Juan Fernández Latorre, fallecido en 1912, creador del periódico “La Voz de Galicia” en 1882.
Bernardo Barreiro de Vázquez Varela. Periodista fundador da prestigiosa Galicia Diplomática e historiador de Galicia, republicano. Se le atribuye el descubrimiento de Picasso durante su primera exposición infantil.
Juan Jacobo Durán Loriga, fallecido en 1911. Militar y eminente matemático, numerario de la Academia Gallega.
Marcial de Adalid, famoso compositor, uno de los pioneros de la música culta en España, esposo de la anteriormente citada Fanny Garrido, es otro de los gallegos ilustres que reposan en San Amaro.
El maestro Castro González, conocido como Chané. Fallecido en 1917, fue un músico, virtuoso de la guitarra y de la cítara. Compositor y director de “El Eco” (Coral más antigua del estado). Musicó casi todo lo que escribió Curros, también encontró su última morada en este lugar.
José Baldomir Rodríguez, fallecido en 1947. Músico conocido entre otras, por la balada “Meus Amores”, sobre un poema de Salvador Golpe. Perteneció a las Academias Galega y de Belas Artes.
Canuto Berea Rodríguez. Músico, propietario del primer establecimiento musical de Galicia, presidente de la Academia de Bellas Artes y alcalde. Su composición más destacada lleva por título: “Un sospiro”.
Igualmente reposa el añorado musico Pucho Boedo (José Boedo Núñez). Cantante muy popular, cuenta con dos monumentos en la ciudad, que en los últimos años de su carrera recorrió el mundo con su conjunto Los Tamara.
Luis Seoane. Seoane pintor, grabador y escritor de origen argentino que vivió varios años en la ciudad coruñesa, donde también ejerció como abogado.
Y muy cerca de él descansa Francisco Llorens, fallecido en 1948, pintor de la Academia de Bellas Artes madrileña y honorario de la equivalente gallega.
Isidoro Brocos Gómez. Escultor de primera línea, académico de Belas Artes, profesor de modelado de Picasso (quien lo retrato).
María Barbeito y Cerviño, escritora que prestó especial atención a la emancipación femenina, y sobre todo, a los niños.
Ánxel Casal Gosenje. Maestro, fundador en la ciudad de la primera escuela gallega, cofundador con Leandro Carré de las editoriales Lar y Nós. Fue Asesinado en Teo, en 1936, y sus restos fueron traídos a este cementerio en 1950.
Álvaro Cebreiro Martínez. Dibujante e intelectual comprometido, redactor, con el poeta Manuel Antonio, del manifesto Máis alá.
Empresarios como Dionisio Tejero, Pedro Barrié de la Maza, conde de Fenosa, o Claudio San Martín Pérez. También el general Salcedo Molinuevo.
Conchita Picasso, hermana del mundialmente conocido pintor Pablo Picasso falleció en 1895, cuando contaba con 4 años de edad, víctima de la difteria, y fue enterrada en esta ciudad, hecho que, según algunos autores, precipitó la marcha de la familia Picasso hacia otras tierras. El cuerpo de la niña fue enterrado en una fosa común de San Amaro, pero se desconoce dónde está. Podría estar enterrada en la zona ajardinada que hay frente a la entrada, dedicada a los niños desde que fueron enterradas ahí víctimas del cólera en 1854. También se baraja la parte baja del cementerio, en la zona de tierra más próxima al mar, como posible ubicación.
También alcaldes como José Marchesi Dalmau, Federico Tapia Segade o Francisco Mariño García.
Muchas de estas tumbas se concentran en la avenida principal del cementerio, que recorre el camposanto desde el portalón para casi desembocar en el mar, en lo que el guía llama “la otra calle Real de A Coruña” (una de las calles principales de la ciudad).
También están entre los muros del camposanto los restos mortales de niños como el pequeño héroe coruñés Juanito Darriba, quien murió, en 1896, a los once años al tirarse al mar para salvar a una mujer de ahogarse en el Orzán. Un siglo después, los hijos y los nietos que pudo tener aquella mujer gracias a su héroe se acercan con frecuencia al lugar para cuidar el nicho.
Dentro de las arquitecturas religiosas del cuarto departamento, destaca una sepultura única: la del regueifeiro Pena. Se trata de un dolmen con un cruceiro enraizado. La tumba de granito, que data de 1957, fusiona el dolmen, una manifestación funeraria del neolítico, con un cruceiro, homenaje omnipresente en toda la geografía gallega. Se trata de un monumento único, con reminiscencias celtas que no dejan atrás el carácter fundamentalmente católico de Galicia.
El cementerio inglés de San Amaro
En San Amaro, además de la parte civil y la religiosa, existe un área separada propiedad del estado británico.
Un terreno en el cementerio coruñés que fue comprado en 1867 por el cónsul británico en Galicia para establecer un cementerio privado para los ingleses.
No es posible acceder al recinto que es como un pequeño pedazo de Reino Unido en A Coruña.
Allí descansan los restos del propio cónsul que compró esos terrenos y británicos fallecidos en la ciudad, como las víctimas inglesas de la batalla de Elviña.
Curiosidades sobre el Cementerio de San Amaro
Como es de imaginar, encontramos numerosas curiosidades relacionadas con el cementerio coruñés. Seguidamente reseñamos aquellas que más nos llamaron la atención.
Fosa común con víctimas pandemia de cólera.
Debajo de la pequeña capilla del cementerio hay una fosa con cientos de víctimas de la pandemia de cólera que asoló la ciudad en 1854. Esta terrible plaga se cobró la vida de la tercera parte de la población. Por eso es curioso que sea una etapa tan poco conocida dada la magnitud de la tragedia.
Mausoleo nazi
El 9 de noviembre de 1944, cinco meses después del desembarco de Normandía y con el régimen de Hitler agonizante, fue inaugurado el mausoleo nazi que llegó a contar con 16 sepulturas, ocho de las cuales correspondían a las víctimas del submarino U-966 hundido por los ingleses en Estaca de Bares. Del secreto nazi actualmente sólo existe una esvástica tras un bloque de nichos.
Monumentos a destacar
Aunque los citamos antes, vamos a conocer algo más.
- La Columna dividida en recuerdo de la huelga general de 1901, según reza la sepultura, el monumento fue erigido por suscripción popular y por iniciativa de las sociedades obreras, a las víctimas de los sucesos de 30 y 31 de mayo de 1901, a raíz de la que está considerada como la primera gran huelga general de la historia del movimiento obrero gallego, con un paro absoluto en todos los sectores.
- El Monumento a los Mártires se erigió en el año 1901 para recordar a los protagonistas de la huelga general del movimiento obrero gallego.
- Monumento a las victimas de accidente aéreo. Recuerda el accidente de avión del vuelo 118 de la compañía Aviaco en el año 1973 (el más grave de la comunidad gallega), que procedente de Madrid, e intentando aterrizar en el aeropuerto de Alvedro, se estrelló en Montrove, falleciendo la totalidad de sus pasajeros.

Monumento víctimas accidente aéreo
Enterramiento aviadores alemanas muertos durante la Segunda Guerra Mundial
Se levantó la Columna trenzada de la Libertad” para marcar el lugar en que fueron enterrados estos soldados, y que posteriormente fueron trasladados al Monasterio de Yuste (Cáceres)
Posteriormente se retiraron estos restos y ahora ocupa ese lugar los soldados marroquíes que ayudaron a los sublevados en la Guerra Civil Española.
Nichos comunicados
Se cuenta que los nichos de los alcaldes Alfonso Molina y Linares Rivas se comunican.
Epitafios singulares
- Está el que quiso incluir el escudo del Deportivo al lado del tradicional crucifijo en una lápida para hacer valer su amor por el club.
- También hay alguien que quiso vengarse del médico que atendió a su finada progenitora: «Dulce y amadísima madre mía, torturada y muerta por la medicina, nos rompieron la vida. La sangre de los mártires caerá sobre ellos», lamenta una de las lápidas de San Amaro.
Simbología en San Amaro
- La simbología de las tumbas de San Amaro incluye diferentes figuras relacionadas con el paso al “alén”, o más allá. Una de ellas es el búho de la tumba del nicho de Babé y Gely, que podría actuar como psicopompo, un ser encargado de conducir las almas de los difuntos hacia la ultratumba.
- En la tumba de Ramona Monge de Pla se piensa que aparece la figura de la “Moura”, en forma de matrona que conduce el alma de la persona fallecida al más allá. Destacan también las escaleras en la roca del panteón de la Familia de la Iglesia, a modo de “Portalén” celta para ascender a la tierra de los muertos.
Epitafios sentidos
Letras o estilos de lápidas que se acomodan a la moda de la época, epitafios breves y sentidos como “Mamá”, o ”María”, alguno escrito a mano por falta de dinero u otros con poemas enteros.
Desde 2001 está necrópolis dispone de visitas guiadas tanto diurnas como nocturnas. Estas visitas son gratuitas aunque de acceso limitado.
Y esto es todo por hoy.
Referencias
https://www.corunavirtual.com/cementerio-municipal-san-amaro/3-2873-448-2873.htm
https://entrepiedrasycipreses.com/cementerio-de-a-coruna/
https://www.lavozdegalicia.es/
https://sonmaravillas.com/misterios-del-cementerio-de-san-amaro-a-coruna





















