Nos adentramos hoy en la búsqueda de información sobre un personaje histórico que también se ha hecho un hueco entre las leyendas.
Viriato, el pastor que se enfrentó a un imperio, en este caso el romano en el siglo II a.C., manteniéndolo en liza durante siete años en las tierras de Hispania, hasta que fue asesinado, traicionado por sus lugartenientes.
Su vida, o mejor dicho, su historia legendaria, hay que entenderla a la par del proceso de la largan conquista de la península ibérica, por parte de las tropas del imperio romano. Escenario que se prolongaría entre los años 218 y 19 a.C.7
Contexto histórico
En el siglo III antes de Cristo, queriendo entorpecer la soberanía de Cartago y reforzando sus pretensiones como amo y señor del Mediterráneo, Roma posó sus ojos en ese lugar que acercaba Europa a África al que llamaron Hispania. Aquella tierra peninsular rica en pastos y metales ofrecía a Roma una fuente inagotable de suministros y riquezas y el orgullo de poder decir que su influencia llegaba hasta lo que entonces era el final del mundo conocido. En el 218 a.C., las legiones del águila desembarcaron en Ampurias y comenzaron la conquista, pero hubo un problema con el que no contaban: la fiera resistencia de los pueblos peninsulares.
Una vez expulsados los cartaginenses tras la Segunda Guerra Púnica, Hispania pasó a ser provincia de Roma (la Citerior y la Ulterior) y fue anexionando y romanizando a los diferentes pueblos indígenas. La resistencia de estos pueblos a la conquista de Roma fue desigual, siendo los celtíberos, lusitanos, y ya en el siglo I a.C., los pueblos de la cordillera Cantábrica (cántabros y astures), los que más oposición ejercieron.
Lusitania es el nombre de la provincia romana en el oeste de la península ibérica. En época Republicana, desde el siglo ii a. C., su territorio formaba parte de la provincia Hispania Ulterior. Su territorio ocupaba la mayor parte de la actual Portugal al sur del Duero y una zona de España, fundamentalmente Extremadura y la provincia de Salamanca. Su capital fue la ciudad de Augusta Emerita, en la actualidad Mérida.
Los lusitanos vivían en unas tierras poco fértiles y con escasos recursos mineros, por lo que solían hacer incursiones en las tierras del valle del Guadalquivir, ocupada por los turdetanos, para saquear los asentamientos de la zona.
En el año 149 a.C., el pretor de la Hispania Ulterior, el pretor Servio Sulpicio Galba tomó la decisión de combatir los saqueos de la provincia, y para ello recurrió a una estratagema consistente en prometerles tierras fértiles a cambio de deponer sus armas. En torno a unos 30.000 decidieron acudir ante la oferta pero lo que se encontraron fue una matanza, de los que apenas un tercio consiguieron escapar. Según se cree, Viriato sería uno de ellos.
Tras estos acontecimientos, Galba sería sustituido por Gayo Vetilio quien retomó la guerra contra los lusitanos y lanzó una nueva propuesta de acogerlos como colones a cambio de su lealtad a Roma. Pero tras lo acontecido con Galba, se rompieron las negociaciones y Viriato lideraría la resistencia contra el imperio romano, convirtiéndose en el general de los lusitanos durante las denominadas “guerras lusitanas”.
Biografía de Viriato
Viriato, nombrado como Viriathus en las fuentes romanas, parece ser que nació en tierras lusitanas, en lo que hoy es, más o menos, Portugal, concretamente en la sierra de Estrella, aunque se desconoce la fecha exacta, aunque se estima que debió ser en torno al año 139 a.C. Si bien hoy en día la mayoría de los historiadores no dudan de su origen, lo cierto es que a principios del siglo XX algunos autores le otorgaban un origen español, concretamente de Teruel o Valencia. Actualmente se señala la ciudad de Arsa, en la zona sur de Lusitania, como posible lugar en el que habría nacido.
No hay información tampoco sobre su linaje, ni formación, ni siquiera como logaría llegar a encabezar la rebelión contra las tropas romanas.
El mayor héroe de la Hispania antigua hoy en día a devenido en una figura casi mítica en las zonas donde desarrolló su actividad, desde el Alentejo portugués a las tierras hispanas de Huelva y Zamora.
Se suele decir que su sobrenombre, de raigambre prerromana, se relaciona con un adorno guerrero, la viria, una especie de brazalete.
Lo que se conoce de su vida tiene su origen mayoritariamente en escritos y leyendas, como lo que nos cuenta el historiador Diodoro de Sicilia, cuando afirma que Astolpas, un importante hombre de la sociedad lusitana, de alto rango, y por ende, padre de la que sería mujer del propio Viriato, organizó, para la entrega de la mano de su hija al guerrero, un ostentoso banquete de bodas con el que demostrar su rango ante todo sus invitados. Era habitual por aquel entonces demostrar con cada festejo las riquezas del anfitrión.
Sin embargo, cuando Viriato se presentó en el festejo y vio la opuloso del banquete, montó en cólera. Ante todos los presentes dirigió un discurso en el que venía defender al pueblo más llano, comparando su pobreza con la riqueza del banquete y criticando el despilfarro de aquéllos. Aquellas riquezas de poco valdrían ante la amenaza que los romanos suponían para la libertad del pueblo, dijo, y acto seguido tomó a la prometida, la subió a su corcel y partió ante la mirada atónita de los presentes y el desagraviado Astolpas.
Años después, éste, Astolpas, se entregó como rehén a los romanos, en cierto modo, para intentar ganarse el favor de éstos, pero en una de las treguas que en varias ocasiones se vieron forzados a pedir los lusitanos, Viriato aprovechó para reclamarlo.
Una vez en su pueblo, Viriato degolló a Astolpas acusándolo de haber pactado treguas con los romanos sólo para conservar sus riquezas.
Según autores de la antigua Roma, como Tito, el anteriormente citado Diodoro Sículo, o Don Casio, Viriato se habría dedicado a labores pastoriles durante su juventud, actividad que le facilitaría conocer bien las montañas de la zona.
Se suele asumir que en algún momento de aquellos años, Viriato se integró en una de las bandas de bandoleros que operaban en la zona de las llanuras de la Bética.
Defensor y luchador por los derechos de su pueblo, también tuvo fama de severo y a veces cruel en sus decisiones, aunque eso sí, siempre en interés de los lusitanos.
Viriato, el terror de Roma
La primera campaña de Viriato tuvo lugar en el año 147 a.C. cuando el líder lusitano decidió realizar una incursión en la Turdetania, al sur de la península ibérica, al mando de 10.000 guerreros que pronto se vieron rodeados por las tropas del pretor romano Cayo Vetilio. Como contábamos en párrafos anteriores, a pesar de la ventaja estratégica, Cayo Vetilio les llegó a ofrecer la paz pero la propuesta fue rechazada por los lusitanos ante el temor de que los romanos volviesen a incumplir su palabra tal y como hizo años atrás el pretor Servio Sulpicio Galba.
Viriato y los suyos se encontraban totalmente rodeados aunque finalmente lograron huir del cerco romano e incluso más tarde emboscar a las tropas del pretor Cayo Vetilio. Movimiento con el que Viriato lograría finalmente la victoria.
Viriato utilizaba una táctica que aterraba a los romanos y que denominaron bellum latocinium (guerra de bandidos). Con ella el líder lusitano logró derrotar a los ejércitos romanos uno tras otro. Viriato añade una novedad a este tipo de guerra, que bajo su mando abandona el carácter únicamente defensivo que tenía y se convierte en una guerra ofensiva, cuya finalidad fundamental es destruir al ejército enemigo poco a poco, mediante pequeños ataques que impiden al enemigo desplegar un combate regular y cuando lograban organizarse los atacantes ya se habían retirado. La finalidad no era ocupar el territorio dado que ello les obligaría a permanecer en él para defenderlo, sino esquilmarlo con lo que los mismos romanos no podían permanecer mucho tiempo en él pues no podían obtener los imprescindibles recursos para mantener al ejército; si querían quedarse tenían que traer los recursos de fuera, y en muchas ocasiones el ataque de Viriato iba dirigido contra estas caravanas de recursos, con lo que las legiones se debilitaban cada vez más. Esta táctica de combate era obligada, pues el ejército reunido por Viriato, integrado por lusitanos celtíberos e iberos de diferentes tribus, era muy inferior en número y en armamento que se componía de un pequeño escudo redondo, una espada en cuya vaina iba un cuchillo y una lanza de hierro; la cabeza la llevaban cubierta con casco adornado con crines y coraza. Solamente en raras ocasiones el casco y la coraza eran metálicos.
Frontino un importante aristócrata romano, a finales del siglo primero, escribió lo siguiente:
“Viriato, que de ser un pastor, se convirtió en el líder de los celtíberos, en una ocasión mientras pretendía retirarse frente a la caballería enemiga, les condujo a un lugar llena de huecos en el suelo; allí, mientras cabalgaba siguiendo un camino que conocía bien, los romanos desconocedores del terreno se hundieron en la ciénaga y murieron”.
Una actitud que sorprendió a los propios romanos, y que siempre alabaron, fue la actitud que adoptó Viriato frente a la distribución del botín que conseguía después de los combates, señalando todos los autores clásicos, cuando hacen referencia a este hecho, que era extremadamente justo y equitativo en el reparto.
Todo transcurría a favor de los lusitanos pero la victoria total de Roma sobre Cartago durante la Tercera Guerra Púnica en el 146 a.C supuso un auténtico punto de inflexión. El motivo: los romanos ya no tenían que preocuparse de un ataque desde el norte de África y ya podían destinar más tropas y atención en Hispania al haber derrotado a su mayor rival del Mediterráneo.
Por ello, en el año 145 a.C., el pretor romano Cayo Plucio fue cesado por sus fracasos militares, siendo sustituido por el proconsul Quinto Fabio Máximo Emiliano. En ese tiempo, Viriato había extendido la revuelta a los territorio celtíberos, consiguiendo que luchasen a su lado los vetones los arévacos, los tittos y los bellos.
Fabio Máximo Emiliano derrotó a Viriato en una campaña a campo abierto en el año 145 a.C., y le obligó a replegarse a Lusitania. La situación cambiaría con la guerra de Numancia, pues el grueso de las legiones romanas fue obligado a empeñarse en las durísimas campañas contra los celtíberos, lo cual permitió a Viriato pasar a la ofensiva de nuevo.
Ya en el 140 a.C. el cónsul Quinto Fabio Máximo Serviliano cae derrotado también por las tropas de Viriato, por lo que aquél debe firmar un acuerdo de paz, que luego sería ratificado por el Senado romano, otorgando la independencia a las tierras bajo el control de Viriato, y dando a su pueblo el título de “amigo del pueblo romano”.
Para Roma fue una humillación por lo que envió al hermano de Máximo Serviliano, Quinto Servilio Cepión para reanudar la guerra contra las tropas de Viriato, consiguiendo que Viriato tuviese que retroceder.
Además se produjeron varios acuerdos, a través de tres personas de confianza de Viriato: Audax, Ditalcon y Minuro. Y sería con estos tres personajes con los que Quinto Servilio Cepión, a cambio de promesas de riquezas y tierras, consiguió que traicionaran a Viriato, dándole muerte. Nos encontramos en el año 139 a.C.
No existe documentación sobre lo que sucedió realmente pero la leyenda cuenta tras concluir la reunión Audax, Ditalco y Minuro regresaron al campamento y mataron a Viriato al clavarle un puñal en el cuello mientras dormía, pues dormía siempre con la armadura puesta. Acto seguido regresaron al campamento romano para reclamar la recompensa prometida por Quinto Servilio Cepión pero este les negó lo que los tres hispanos pedían con una frase que pasaría a la historia: “Roma traditoribus non praemiat”, esto es “Roma no paga a traidores”.
La frase se le atribuye a Quinto Servilio Cepión pero los historiadores posteriores aseguran que la famosa cita pudo añadirse años más tarde con el propósito de mostrar que Roma nunca ha permitido algo semejante, que uno de sus grandes rivales muriese de forma deshonorable a manos de sus propios hombres y todo, gracias a unas monedas romanas.
Viriato recibió un digno funeral en el que fue incinerado y recibió distintos sacrificios animales y más de doscientos combates en su honor.
Tras la muerte de Viriato, los ejércitos lusitanos quedaron muy desmoralizados y empezaron a perder la guerra contra los ejércitos invasores. Finalmente, los romanos conquistaron casi toda la Península Ibérica, a excepción de la zona vasca del norte de España.
Viriato llegó a serconsiderado como “el terror de Roma” pues valiéndose de su conocimiento del terreno y los refugios de montaña de su época como cabrero y salteador y utilizando las técnicas de emboscadas y ataques rápidos propias de lusitanos y celtíberos, Viriato consiguió reunir a un considerable número de guerreros dispuestos a luchar para expulsar a los invasores de sus tierras. Estos guerreros, además de estar en inferioridad numérica, contaban con mal armamento y peor formación que las temibles legiones romanas, pues pensemos que el equipo habitual de un lusitano estaba formado por protecciones ligeras de cuero curtido (peto y grebas, con suerte), un casco también de cuero decorado con crines, un pequeño escudo, una espada y una lanza de hierro.
El cabrero convertido en guerrero que unió a su pueblo para luchar por una causa común y mantuvo en jaque a la todopoderosa Roma durante siete largos años.
Viriato según las fuentes clásicas
Muerto Viriato, comenzó su leyenda. Autores clásicos como el propio Apiano de Alejandría, Polibio, Diodoro de Sicilia, Dión Casio o Posidonio, muestran a un Viriato que roza la perfección.
En cuanto a la personalidad de Viriato, encontramos un texto de Diodoro Sículo, en el tomo XXXIII de la Biblioteca Histórica, diciendo:
“Viriato, el caudillo lusitano, era muy escrupuloso en la distribución de los botines: él basaba sus premios en el mérito, dando especiales regalos a los hombres que se habían distinguido del resto por su bravura y no tomando para sí nada que perteneciera a la comunidad. Como consecuencia, los Lusitanos le seguían de buen grado a la batalla, y le honraban como benefactor común y como sabio”.
Pero es que además, muchas de estas virtudes narradas por Diodoro están relacionadas con su fuente principal, Posidonio, así como con otras visiones del buen salvaje o que recuerdan a aspectos de las monarquías helenísticas, aún presentes en el Mediterráneo Oriental en época de Diodoro. Posidonio, geógrafo e historiador que vivió durante la misma época que Viriato, era un estoico.
Los estoicos ensalzaban, entre otras cosas, la virtud, la razón, el bien y el control de las pasiones. Por esa razón pudo haber deformado la personalidad real del caudillo lusitano para adaptarla a sus creencias y pensamientos.
Viriato se convertiría así en el prototipo del rey sabio, justo y providencial, a la vez que en el buen salvaje, que todavía no ha sido contaminado por el lujo y la civilización. Por otro lado, en el texto se dan dos adjetivos (benefactor y sabio) que se empleaban de forma habitual en los monarcas helenísticos.
Por otro lado, Dión Casio presenta una visión más personal de Viriato, y a diferencia de Apiano con una visión más crítica hacia Roma. Destaca el genio militar, el liderazgo y la sobriedad del lusitano. Encontramos coincidencias entre estas dos fuentes con Diodoro, pero hay que tener en cuenta que son escritores posteriores a Diodoro y no contemporáneos a Viriato, por lo que pueden haberse visto influenciados por sus fuentes primarias, por lo que tampoco nos sirven para comprobar si el fragmento de texto analizado se ajusta a la realidad o si las cualidades de Viriato tenían otros fines.
Estos fines podrían haber tenido un trasfondo propagandístico o una virtud moralizante, ya que alrededor de los textos podría haber existido cierta intencionalidad del autor para destacar las virtudes estoicas o de los monarcas helenísticos aprovechando la narración sobre Viriato. Viriato podría haber sido elegido como ejemplo del buen gobernante.
La muerte de Viriato también fue fuente de inspiración para algunos pintores. Como por ejemplo la obra “La muerte de Viriato, jefe de los lusitanos” de José de Madrazo.
En esta obra, Madrazo nos muestra a Viriato yaciendo en su lecho, asesinado, junto a sus generales y otros allegados, con sus armas en una mesilla, y los trofeos e insignias ganados a los romanos. Se convierte así en el ejemplo primigenio de pintura histórica hispana realizada durante el siglo XIX para desarrollar episodios históricos ocurridos en suelo peninsular. El objetivo de ensalzar la resistencia patria frente al invasor externo parece claro, en un contexto en el que Madrazo se oponía firmemente a la invasión napoleónica de España.
Existen otras obras de la misma temática, como por ejemplo “La muerte de Viriato” (1890), de José Villegas Cordero.
Conclusiones
Desde luego desde el punto de vista histórico no hay dudas Viriato existió, aunque muchas de las historias que se narran sobre él forman parte de su construcción como mito, pues existe una gran carencia de información sobre su vida.
Nos encontramos con un caudillo procedente de la Lusitania, que tuvo en jaque a los ejércitos de Roma en el primer tiempo de la romanización de Iberia. Su nombre está unido a Numancia, donde se concentraron sus soldados, antes de dispersarse y una vez muerto Viriato, y donde “con los numantinos, escribieron las heroicas páginas del asedio y de la destrucción de la ciudad”.
En todo caso, Con Viriato nos encontramos de un nuevo ejemplo de la lucha del débil contra el fuerte, de David contra Goliat. Nos encontramos con un hombre, líder de la resistencia, hecho a sí mismo, un líder nato, un guerrero implacable y un brillante estratega.
Viriato fue exaltado desde las crónicas medievales hasta el siglo XIX como símbolo de la resistencia ibérica. Los autores del Siglo de Oro, desde Cervantes a Quevedo, con su poema “Túmulo a Viriato”, lo idealizan totalmente y en Portugal será convertido en el héroe nacional por excelencia desde Camões a Pessoa. En la tradición popular, se le honra en diversos lugares de España y Portugal, con especial mención a la bandera de Zamora, la Seña Bermeja, con ocho bandas rojas que evocan las victorias de Viriato contra los romanos. En la literatura y el arte en nuestro país ha sido constantemente evocado como símbolo, de diversa inclinación, por autores como Joaquín Costa, Ángel Ganivet, José Madrazo, Ramón Padró o Alfonso Sastre.
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Referencias
Historia y Leyenda. De Hernando, V y Fernández, V.
Viriato, Iberia contra Roma. De Aguiar, J.
Viriato, el héroe hispano que luchó por la libertad de su pueblo, De Pastor Muñoz, M.
Viriato terror de Roma, De Historia 16
Viriato la lucha por la libertad. De Pastor Muñoz, M.
Breve historia de Hispania. De Pisa Sánchez, J.
https://www.buscabiografias.com
https://lacrisisdelahistoria.com