Sin duda la Edad Media es una etapa histórica en la que encontramos multitud de aspectos que despiertan nuestro interés, no en vano es en esa época donde encontramos las bases y orígenes de muchos de los aspectos que hoy en día conforman nuestra sociedad.
En esta ocasión nos vamos a adentrar en un aspecto curioso, el de las supersticiones en la Edad Media. Y es que en esta época las supersticiones y las creencias populares suponían una cuestión de suma relevancia en la vida cotidiana de las personas. La magia, el mundo sobrenatural, determinadas creencias y prácticas, bien para atraer la buena suerte o bien para alejar y protegerse de potenciales amenazas y peligros, tenían mucho peso en aquella sociedad, y esas creencias fueron transmitidas a lo largo del tiempo, de generación en generación, asentándose en la cultura, y llegando así hasta nuestros días.
¿Qué son las supersticiones?
En primer lugar tendríamos que decir que entendemos por supersticiones. Pues bien, una superstición es una creencia irracional acerca de la explicación de un determinado fenómeno.
Intervienen por tanto dos cuestiones al menos, el corpus de creencias personales y el asumir que por alguna cuestión o condición sobrenatural, alguna cuestión, hecho u objeto está relacionado con nuestro propio destino, condicionando, ya sea de forma positiva o negativa.
Las supersticiones existen desde la antigüedad, y la encontramos en las diferentes culturas como la egipcia, la griega o la romana. Estas culturas creían en dioses y diosas que controlaban diferentes aspectos de la vida, como el amor, la guerra o la fertilidad. Los rituales y las ofrendas eran comunes para apaciguar a los dioses y obtener su favor. Pensemos que incluso en la antigua Roma a los adivinos se les denominaba “superstitiosus”. En Roma, se solía asignar un significado a diferentes elementos naturales, atribuyéndoles la condición de presagio de determinados fenómenos, que podrían ser de buena o de mala fortuna. Por ejemplo, creían que las abejas traían mensajes de los dioses y por lo tanto daban buena suerte. El vuelo del águila, presagiaba tormentas con rayos. Pensaban también que la simple escucha del tañer de las campanas actuaba como un analgésico para una mujer parturienta.
¿A qué responde esta necesidad humana de crear supersticiones?
Utilidad, esa es la respuesta. Las supersticiones son de gran utilidad pues dotan a las personas de una sensación de cierto control sobre situaciones en las que no lo tiene. La idea es asociar, sin ninguna base científica, causa y efecto a algún acontecimiento, y reducir así la incertidumbre que produce en el ser humano. Hablamos por tanto de un fenómeno psicológico, pues la reducción de incertidumbre que otorgaría una superstición no es, obviamente, más que una quimera.
Por otro lado, no se debe obviar la relación existente en muchos casos entre las diferentes religiones y las supersticiones. Con la llegada de las religiones monoteístas, como el cristianismo, el judaísmo y el Islam, la superstición se convirtió en un tema polémico. Estas religiones rechazaban las creencias paganas y consideraban la superstición como una forma de idolatría. Sin embargo, muchas de las creencias y prácticas supersticiosas se mantuvieron, bajo diferentes formas y nombres, en las tradiciones populares de las diferentes culturas.
El oscurantismo en la Edad Media
El oscurantismo fue una buena parte de la base para el desarrollo de numerosas supersticiones durante la Edad Media.
El término oscurantismo u obscurantismo adquiere su importancia durante la Edad Media. El concepto está ligado a la tutela eclesiástica, pero se registra un uso extendido en el tiempo. Para entenderlo hay que tener muy presente el poder que tuvo la Iglesia sobre los diferentes conocimientos y, de forma inmediata, sobre la moralidad y la vida en general de los poblados.
Se opone a lo que en el siglo XVIII se conoció como iluminismo. Éste, por el contrario, llamaría a librarse de la tutela religiosa.
El oscurantismo supuso una dificultad del conocimiento y la prohibición de la libre expresión, incluyen la prohibición explícita del pensamiento divergente. Pensemos, por ejemplo, en la Santa Inquisición.
El oscurantismo encontraba acomodo en el dogma o lo irracional. Y en este sentido tiene importancia el papel de la Biblia. Los dogmas establecían una jerarquización de origen “divino” que repercutía en las escalas sociales. Dios como centro generaba la siguiente organización: el clero, por supuesto, en situación privilegiada, después los señores feudales y por último los siervos y granjeros: estos eran instruidos por los primeros.
En la Europa latina del siglo XIII se observan dos procesos paralelos y relacionados entre sí: por un lado una eclosión mágico-astrológica provocada por el aumento del interés y conocimiento por parte de las élites del caudal ocultista y, por otro lado, una creciente preocupación por la magia y por la presencia del demonio perceptible en los escritos teológicos y filosóficos.
Mientras que la nigromancia parte de un enfoque espiritualista, la magia natural se fundamenta en las propiedades ocultas existentes en la naturaleza, que establecen una interrelación simpática entre todos los elementos del universo y que son causa de efectos portentosos en nuestro mundo, unos efectos que se corresponden con el gusto medieval por la maravilla.
Creencias y supersticiones durante la Edad Media
Sería un exhaustivo y muy denso trabajo la relación y exposición en esta publicación, de todas las creencias y supersticiones que encontramos en el Medievo.
Vamos a ver algunas de ellas:
- Creencias en brujas y hechiceros. Cuestión muy extendida entre la población, era una forma de defensa ante el miedo a lo desconocido. Así, aparece la creencia en seres maléficos capaz de hacer magia negra para causar males a determinadas personas o pueblos.
La Iglesia consideraba la magia y la brujería como herejías y las perseguía activamente, sometiendo a las personas acusadas de practicarla a una serie de torturas en incluso llegando a ser ejecutadas. Y es que las personas acusadas de brujería enfrentaban consecuencias graves. Una vez acusadas, eran sometidas a un proceso legal que incluía la tortura para obtener una confesión. La tortura era considerada una forma legítima de obtener información y era utilizada para confirmar la culpabilidad de la persona acusada.
Cabe resaltar la publicación de un libro en el año 1486: el Malleus maleficarum (El martillo de las brujas) escrito por dos frailes alemanes, Heinrich Kramer y Jacob Sprenger, para desacreditar los argumentos de que la brujería no existe. También estaba destinado a servir como un manual para la detección, el procesamiento y el castigo de las brujas. Fue responsable del frenesí resultante de la caza de brujas que cubrió Europa con la sangre de miles de víctimas, en su mayoría mujeres.
El libro decreta que la brujería es una herejía, y que no creer en ella también es una herejía. Afirma que las brujas son en su mayoría mujeres, y es la lujuria femenina lo que lleva a las mujeres a formar pactos con el diablo y copular con la incubación. Las matronas son especialmente destacadas por su supuesta capacidad para prevenir la concepción y interrumpir los embarazos. Los acusa de comer infantes y ofrecer niños vivos al Diablo. Pero la verdadera atrocidad de los Maleo y sus autores se encuentran en los procedimientos elaborados para identificar y exterminar a las brujas.
Sobre las brujas podéis leer algo más en nuestro post: Mujeres, brujas e inquisición en la Edad Media.
- Cruzarse con un gato negro
En la Edad Media los gatos callejeros sobrevivían, como en la actualidad, merced al alimento que le facilitaban algunos vecinos de las poblaciones, especialmente las mujeres ancianas.
Pues bien, en esta época se estableció una relación entre las brujas y los gatos, al pensar que las primeras podrían transformarse en los segundos a fin de poder camuflarse.
Los gatos negros eran considerados portadores de mala suerte y se les asociaba con la brujería y los espíritus malignos, por eso fueron perseguidos e incluso quemados vivos. Se creía que su presencia podía traer desgracias, enfermedades e incluso la muerte.
Esta superstición se extendió por toda Europa y se crearon diversas leyendas en torno a los gatos negros. Por ejemplo, se decía que si un gato negro cruzaba tu camino, era señal de que algo malo iba a ocurrir. También se creía que si un gato negro entraba en una casa, la desgracia caería sobre sus habitantes.
- La influencia de los astros
En la Edad Media, se creía que los astros tenían una gran influencia en la vida de las personas y en el destino de la humanidad. Se creía que los planetas y las estrellas influían en la personalidad y el carácter de las personas, determinando su destino y su suerte.
Los astrólogos también realizaban horóscopos, que eran mapas astrales que mostraban la posición de los planetas en el momento del nacimiento de una persona. Estos horóscopos se utilizaban para predecir el futuro y tomar decisiones importantes, como el momento adecuado para casarse o emprender un viaje.
- Los eclipses solares
Uno de los fenómenos celestiales que más temor y asombro causaba era el eclipse solar. Para la mentalidad medieval, los eclipses eran considerados como señales de malos augurios, preludios de desastres y catástrofes. La creencia popular sostenía que durante un eclipse solar, las fuerzas del mal se apoderaban del sol, sumergiendo al mundo en la oscuridad y permitiendo que las fuerzas demoníacas se manifestaran en la Tierra.
Ante la inminencia de un eclipse, la población solía tomar medidas para protegerse y alejar cualquier posible influencia negativa. Se llevaban a cabo rituales y prácticas supersticiosas, como encender hogueras, hacer ruidos fuertes o rezar fervorosamente para contrarrestar la supuesta maldición.
Además, existía la creencia de que mirar directamente al sol durante un eclipse podía causar daños irreparables en los ojos, por lo que se recomendaba encarecidamente evitar hacerlo. Esta creencia también estaba fundamentada en la idea de que los demonios estaban presentes durante el eclipse y podían aprovechar la vulnerabilidad de las personas que osaran desafiarlos.
- Visión de cometas
El visionado de una cometa era presagio de un evento desafortunado. La aparición de un cometa en el cielo supondría la llegada de un gran mal, como la peste, la hambruna o la caída de un rey.
- Los espejos
Existía la creencia de que al mirarse en un espejo, el alma de la persona quedaba atrapada dentro de él, y si el espejo se rompía, también se rompía el alma. Esta creencia llevó a que muchas personas evitaran mirarse en espejos o incluso a romperlos para liberar su alma. Además, se pensaba que los espejos podían ser utilizados por brujas y hechiceros para robar almas y controlar a las personas.
Esta superstición también se relacionaba con la creencia de que los espejos podían reflejar la verdadera naturaleza de una persona. Se decía que si alguien tenía malas intenciones o estaba poseído por el demonio, su reflejo en el espejo mostraría su verdadera apariencia.
- Romper un espejo
Como decíamos antes, el espero se consideraba un reflejo literal del alma. De modo que un espejo roto equivalía a una alma fracturada.
- Caminar debajo de una escalera
Se consideraba que causaba mala suerte. El auténtico origen proviene de la creencia cristiana. Esta religión considera que todo lo que tiene forma de triángulo simboliza la Santísima Trinidad. Una escalera de mano apoyada en una pared representa la Trinidad, y atravesarla quiere decir que la estás profanando. Con ello, o declaras tu adhesión al demonio o lo acabarás invocando.
- Derramar sal
Una de las supersticiones más comunes era evitar derramar sal, ya que se creía que esto traía mala suerte.
Hay dos posibles orígenes detrás de esta superstición. La primera explicación es muy efectista, pero se suele considerar errónea. Consiste en asegurar que Judas derramó la sal en la última cena tal y como se refleja en el famoso cuadro de Leonardo da Vinci. La otra nos dice que el posible origen real viene del manuscrito Hieroglyphica, escrito por el humanista Pierio Valeriano Bolzani en 1556. Al ser un condimento que preserva los alimentos, se creería que ofrecer la sal primero a los invitados era un gesto de querer que la amistad durara eternamente. De ahí que derramar la sal se considerara el fin simbólico de la amistad.
- Miedo a ciertos números
Uno de los temores más comunes en la Edad Media era el miedo al número 13, conocido como la “triscaidecafobia”. Este número era considerado de mal augurio y se creía que traía mala suerte.
Y el viernes tres era lo peor. Se pensaba que la combinación de dos elementos considerados negativos por separado: el viernes, asociado con la muerte de Jesús en la crucifixión, y el número 13, considerado un número de mal augurio desde tiempos antiguos.
Otro número que despertaba temor en la Edad Media era el 666, asociado con el diablo y el mal. Este número, conocido como el “número de la bestia”, se menciona en el Apocalipsis de San Juan y se creía que tenía connotaciones satánicas. Las personas evitaban cualquier referencia a este número, ya que se creía que atraía desgracias y calamidades.
Estos números se evitaban en la vida diaria de las personas. Estas creencias influenciaban las decisiones y acciones de la sociedad medieval, demostrando la importancia que se le daba a las supersticiones en ese período de la historia.
- La existencia de criaturas míticas
Una de ellas era la creencia en las propiedades curativas del cuerno de unicornio. Según la creencia popular de la época, el cuerno de unicornio poseía poderes mágicos y era capaz de curar enfermedades y neutralizar venenos. Esta creencia se basaba en la idea de que el unicornio era una criatura mítica y pura, por lo que su cuerno se consideraba un objeto sagrado y de gran valor.
La demanda de cuernos de unicornio era alta, lo que llevó a la aparición de un próspero mercado negro. Sin embargo, en realidad, los objetos que se vendían como cuernos de unicornio eran en su mayoría colmillos de narval, un tipo de ballena ártica. Estos colmillos tenían una forma similar a la de un cuerno y eran más fáciles de obtener.
La creencia en las propiedades curativas del cuerno de unicornio se extendió por toda Europa y se utilizaba en la medicina popular. Se creía que el polvo de cuerno de unicornio era especialmente efectivo para tratar enfermedades como la epilepsia, la peste y la fiebre. Además, se creía que el cuerno de unicornio podía purificar el agua y proteger contra los venenos.
- Existencia de vampiros y hombres lobo
La idea de ser atacado por una criatura sobrenatural aterraba a la población, y se tomaron muchas medidas para protegerse de estos seres malignos.
Los vampiros eran considerados seres que habían muerto pero que seguían viviendo y se alimentaban de la sangre de los vivos. Para evitar ser víctimas de ellos, la gente solía llevar a cabo rituales como clavar estacas en los cuerpos de los fallecidos o incluso decapitarlos. Además, se creía que los vampiros no podían entrar en una casa si no se les invitaba, por lo que era común colocar crucifijos o ajos en las puertas y ventanas para mantenerlos alejados.
Por otro lado, la creencia en hombres lobo también era muy extendida. Se pensaba que algunas personas tenían la capacidad de transformarse en lobos durante la noche y causar estragos. Para protegerse de ellos, se utilizaban amuletos o se llevaban a cabo rituales de exorcismo.
- Los sueños como predictores del futuro
En la Edad Media, se tenía la creencia de que los sueños eran mensajes enviados por el más allá y que podían predecir el futuro. La interpretación de los sueños era una práctica común y se consideraba una forma de comunicación divina.
Se creía que los sueños podían revelar signos y presagios, y que era importante prestar atención a los símbolos y las imágenes que aparecían durante el sueño. Estos sueños eran interpretados por especialistas, conocidos como “oniromantes”, que eran capaces de descifrar el significado oculto detrás de ellos.
Algunos sueños eran considerados buenos augurios, como soñar con una boda o con una cosecha abundante, mientras que otros eran considerados malos presagios, como soñar con la muerte o con desastres naturales.
Amuletos en la Edad Media
En la Edad Media, la creencia en la magia y en lo sobrenatural estaba muy arraigada en la sociedad. La gente común y corriente creía fervientemente en la existencia de fuerzas ocultas que podían influir en su vida diaria. Una de las creencias más comunes era la de que los amuletos y talismanes tenían poderes protectores. Por ello, en esta época, los amuletos tuvieron mucha importancia y llegaron a ser objetos considerados sagrados.
Estos amuletos eran utilizados por personas de todas las clases sociales, desde los campesinos hasta la nobleza, y eran considerados un elemento esencial en la vida diaria.
Los amuletos también tenían un significado social y cultural. El uso de amuletos era una forma de mostrar la fe y la devoción religiosa, así como una manera de identificarse como parte de un grupo o comunidad. Los amuletos eran considerados objetos sagrados y se les daba un gran valor sentimental.
Los amuletos podían ser elaborados con una amplia variedad de materiales, desde piedras preciosas hasta hierbas y metales, y se creía que tenían el poder de alejar el mal y atraer la prosperidad. Solían llevarse colgados al cuello, como colgantes, o también en forma de anillos. También podían colocarse en el hogar.
Los amuletos de la Edad Media solían tener una forma específica que se creía que tenía propiedades mágicas. Por ejemplo, el trébol de cuatro hojas era considerado un símbolo de buena suerte, mientras que las cruces y las estrellas de cinco puntas eran vistas como protección contra los espíritus malignos.
Entre los amuletos más habituales, cabe citar:
Los amuletos religiosos. Suponían además de tener una protección, también una conexión espiritual. Por ejemplo:
- La herradura era considera como un símbolo de buena suerte y protección contra el mal. Se creía que la herradura tenía el poder de alejar los espíritus malignos y atraer la fortuna.
- La cruz era uno de los amuletos más populares en la Edad Media. Un objeto sagrado, que tenía el poder de proteger a quienes la llevaban consigo de los peligros y los espíritus malignos.
- La piedra de luna, una piedra preciosa era considerada un poderoso amuleto que ofrecía protección y atraía la buena suerte. Se creía que tenía propiedades mágicas y que podía prevenir enfermedades y problemas.
- El escapulario, una pequeña tela con imágenes religiosas que se llevaban al cuello, y que proporcionaría la protección de la Virgen María.
- Reliquias de santos, como fragmentos de huesoso prendas sagradas.
- El ojo de Santa Lucía protegería contra el mal de ojo
- La cruz de Caravaca representaba protección.
- El anillo de Salomón, quien lo habría utilizado para controlar los demonios y obtener sabiduría divina.
Los amuletos naturales, como una piedra de ágata o de cuarzo que además de dar protección ayudaría a equilibrar las energías del cuerpo. El trébol de cuatro hojas otorgaría fortuna a quien lo encontrase.
Los amuletos animales, como un diente de tiburón que protegería contra los ataques de animales salvajes o el colmillo de un lobo que otorgaría a quien lo portase, fuerza y valentía.
Los amuletos astrológicos. Hay que recordar que el estudio de la astrología y la influencia de los astros en la vida cotidiana era considerada muy importante. Por ejemplo, llevar un amuleto con la imagen de tu signo zodiacal se consideraba una forma de atraer buena suerte y protección.
Otro amuleto muy popular durante la Edad Media era el colgante de la luna creciente. Este amuleto se asociaba con la diosa lunar y se creía que tenía poderes protectores y curativos. Era utilizado por muchas mujeres de la época como símbolo de protección y fertilidad. Se creía que llevar este amuleto cerca del corazón ayudaba a fortalecer el amor y atraer la buena suerte. Además, se decía que el colgante de la luna creciente tenía propiedades curativas y podía aliviar dolencias físicas y emocionales. Se utilizaba como un talismán para proteger contra enfermedades y maleficios.
Los amuletos místicos, como el ojo de Horus, que protegería contra el mal de ojo. Uno de los amuletos más populares era el Ojo Turco, también conocido como Nazar Boncuk. Este amuleto consiste en un ojo azul que se cree tiene el poder de desviar las malas energías y proteger a quien lo lleva. En versión general hablaríamos del ojo de gato que protegería contra el mal de ojo y las energías negativas.
Dentro de los amuletos místicos también encontramos el pentagrama, símbolo de protección y equilibrio.
Los amuletos hechos de hierro tendrían también propiedades protectoras contras las fuerzas malignas.
Se pensaba que el hierro tenía propiedades mágicas y que podía repeler a los demonios y espíritus malignos. Por esta razón, muchas personas llevaban consigo amuletos y talismanes hechos de este material para protegerse de cualquier influencia negativa. Además, el hierro también se utilizaba para proteger las viviendas y otros lugares de posibles intrusiones sobrenaturales. Se colocaban herraduras en las puertas y ventanas para evitar la entrada de brujas y espíritus malignos. Incluso se creía que clavar un clavo de hierro en la puerta principal de una casa podía proteger a sus habitantes de cualquier mal.
Otro objeto de hierro que se consideraba especialmente poderoso era la espada. Se creía que las espadas forjadas con hierro tenían un poder especial para derrotar a los seres malignos, por lo que los caballeros y guerreros medievales las llevaban siempre consigo en sus batallas contra las fuerzas del mal.
Los números también podrían tener un papel benefactor. Por ejemplo, el número siete era considerado como un número sagrado y mágico, asociado con la perfección y la protección divina. De igual manera, el número trece era temido por su conexión con la mala suerte y la desdicha. Estas creencias numerológicas influyeron en la forma en que las personas tomaban decisiones, e incluso en la manera en que diseñaban sus casas o planificaban sus actividades cotidianas.
Las supersticiones numéricas se reflejaban en prácticas como evitar el número trece, considerado como el sello del Diablo, o realizar rituales especiales en fechas marcadas por números poderosos, como el siete.
Cruzar los dedos. Se cruzan los dedos por 2 motivos: para invocar a la buena suerte y para impedir cumplir una promesa. Ambos motivos comparten un mismo origen. La ley mosaica o ley de Moisés dictaba que los jueves, cuando emitían veredictos, debían decir “Que Dios se apiade de tu alma”.
Pues, la mayoría de los jueces, cuando dictaban sentencia de muerte, sentían que no tenían autoridad para aniquilar el alma del presunto culpable. Eso quedaba en manos de Dios. Así que se cruzaban los dedos como para imitar la Cruz de Cristo y pedir así a Dios que se encargara él del alma del reo.
Con el tiempo, este uso se popularizó. Sirve para intentar tener suerte (invocar a la gracia divina por así decirlo) y desdecir promesas (como los jueces mosaicos cuando querían dejar temporalmente su autoridad y pasar la sentencia final a Dios).
Empezar el día con el pie derecho. Según explica el Instituto Cervantes, la superstición de empezar el día poniendo primero el pie derecho en el suelo para tener buena suerte (y al revés para tener mala suerte) tiene orígenes religiosos.
Cuando el sacerdote se disponía a celebrar la misa, subía las gradas del altar adelantando primero el pie derecho. Era un ritual sin más, pero el pueblo lo interpretó como un gesto imprescindible para empezar bien un nuevo proyecto, un nuevo día, un nuevo negocio…
Tocar madera. Los cristianos en la Edad Media creían que esta superstición venía del hecho de que Jesús hubiese muerto en una cruz de madera.
Conclusiones
La razón tiene una lógica propia en la Edad Media. Pero también lo que no se comprende, lo irracional era racionalizado por las gentes del medievo, bien se tratara de elementos de carácter credencial o mágico.
Las supersticiones durante la Edad Media jugaron un papel de gran incidencia en la vida y en la mentalidad de las personas de aquella época. Con numerosos orígenes y formas como podemos comprobar en esta publicación, estas creencias y costumbres revelan un mundo marcado por la espiritualidad, la magia y el misticismo. Aunque muchas de estas supersticiones puedan parecer extrañas o irracionales a la luz de la modernidad, es importante comprender que formaban parte integral del tejido social y cultural de la Edad Media.
Incluso en el ámbito de la medicina, en la Edad Media encontramos numerosas creencias religiosas, supersticiones y un conocimiento limitado sobre las enfermedades.
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Referencias
Magia, superstición y brujería en la Edad Media. De Bazán. I.
Las supersticiones en la Edad Media. De Verdon, J.
Mágico y sobrenatural. Creencias y supersticiones en la época del románico. De VV.AA.
Relaciones entre el deseo de control y la superstición. De de Miguel Calvo, J.M., Martín Sanz, M. y Márquez Sánchez, M.O.
https://historia.ovh/cuales-eran-las-supersticiones-y-creencias-populares-en-la-edad-media/