La cerámica de Sargadelos es sin duda una de las piezas de artesanía más especiales que se producen en Galicia.
Se trata de una empresa con más de dos siglos de historia y es sin duda un referente en materia de innovación artística e industrial. Desde la puesta en funcionamiento de la fábrica esta característica cerámica quedó ligada a la historia de la industrialización y la artesanía de España. La fama de esta cerámica se fraguó por su calidad, que deriva en gran parte de los yacimientos de caolín de la zona, con unas cualidades ideales para la producción de loza.
Hoy vamos a intentar recuperar, de manera ordenada y sencilla su historia, no en vano Sargadelos es mucho más que una popular marca de cerámica. Es un valle en la costa cantábrica gallega, es una aldea llena de rincones con encanto, pero sobre todo es un lugar en el que tradición y vanguardia.
Historia de la fábrica de Sargadelos
La Real Fábrica de Sargadelos comenzó su andadura en el año 1788. Fue entonces cuando Ibáñez abordó la búsqueda de un lugar fijo para sus industrias, iniciando los trámites pertinentes. Los antecedentes se hallan en la Compañía de la Vega de Ribadeo, en 1783, de la que el Marqués era accionista. En este sentido, la fundición de Sargadelos fue un establecimiento pionero de la industrialización en el norte de España.
Pero para el centro que nos atañe, la historia comienza en el año 1806, en una pequeña parroquia del municipio lucense de Cervo. Antonio Raimundo Ibáñez Gastón de Isaba Llano y Valdés, conocido como el Marqués de Sargadelos, un emprendedor ilustrado, de familia hidalga de escasos recursos y natural de Santalla de Oscos en Asturias, puso en marcha unos altos hornos, los primeros de Galicia, de los que salieron muchas de las tuberías, cadenas, ruedas hidráulicas, útiles de cocina y demás herramientas de las empleadas en la España de esa época. E incluso llegaron a crearse hermosos conjuntos escultóricos, fuentes públicas y balaústres decorativos que aún se pueden reconocer en algunas ciudades gallegas.
Parece ser que para la puesta en marcha de Sargadelos, Ibáñez contó con la protección de Godoy, primer ministro de Carlos IV. En el año 1798 un fuerte conflicto social en sus fábricas acabó con un gran incendio que arrasó la herrería. Por lo visto el marqués de Sargadelos no se llevaba muy bien con los vecinos y tenía problemas con las cláusulas de los terrenos comunales y con la tala de árboles. Después del incendio, Godoy le hizo una donación de dos millones de reales para que pudiera reconstruir su industria.
En 1806 Antonio Raimundo Ibáñez consiguió del Gobierno un privilegio exclusivo para la explotación de las minas de cuarzo descubiertas hasta la fecha y para las que estuvieran aún sin descubrir. De este modo tuvo asegurada la materia prima para la fábrica de loza, que había comenzado su andadura ese mismo año, paralela a la ya existente de fundición. El complejo fabril constaba de dos patios, varios hornos, oficinas, máquinas para romper las rocas y un molino para los barnices. El gusto de Raimundo por las artes plásticas hizo que decidiese experimentar con la fabricación de loza, principal sello de identidad de la casa.
En 1808, tras el éxito de la inauguración de la fábrica de cerámica, Carlos IV le condecoró con la cruz de la Orden de Carlos III, otorgándole los títulos de marqués de Sargadelos y conde de Orbaiceta.
Como consecuencia de la guerra de la Independencia y sus sucesos revolucionarios, Antonio Raimundo Ibáñez fue asesinado el año 1808, sucediéndole en el cargo de la fábrica su cuñado Francisco Acevedo, quien contrató para la dirección de la misma al portugués Antonio Correa de Saa.
En esta época todavía no se estampaba la corona real en las marcas, aunque a la fábrica se la empieza a llamar Real Fábrica. Se cree que el título lo autorizó Fernando VII desde el exilio.
En 1809 y tras la violenta muerte de Antonio Raimundo, sería su cuñado Francisco Acevedo y su hijo mayor, José Ibáñez, continuaron su obra hasta la muerte de éste, en 1836. Su viuda, Ana Varela, arrendó la fábrica al banquero y comerciante compostelano Francisco de la Riva -uno de los grandes empresarios de Galicia- que la llevó a su mayor esplendor. La dotó de nuevos almacenes, talleres, hornos, presas, molinos, máquinas y el más moderno instrumental. Y, sobre todo, contrató a Edwin Forester, un inglés que fue el gran director técnico de la historia de Sargadelos.
A partir de esta nueva dirección la fábrica produjo un tipo de cerámica decorada con filetes en rojo y azul y escudos en oro. Correa decidió en 1829 montar su propia fábrica, por lo que la dirección de Sargadelos recayó en esa fecha en Hilario Marcos. Las vajillas de ese tiempo eran realizadas en blanco, sin ser posible la competencia con las piezas inglesas, deseo de su fundador.
A lo largo de las décadas, cada pieza en la historia de Sargadelos ha ido encajando hasta confeccionar el alma de toda una institución para el mundo de la cerámica y la artesanía. Más allá de su puesta en marcha, la emblemática fábrica atesora varios momentos clave a lo largo de su trayectoria. José Ibáñez, hijo del fundador, abrió camino en el crecimiento de la empresa, ampliando la fábrica original y elevando la producción a unas 20.000 piezas anuales. Allá por 1835, Ibáñez decide asociarse con el empresario sevillano Antonio Tapia y la fabricación se centra entonces en el horneado de loza fina y blanca pintada a mano. También aparecen en esta segunda etapa las primeras pruebas de estampación y policromía, con motivos costumbristas, religiosos e incluso mitológicos.
En el año 1845 la empresa sería arrendada por Luis de la Riva y Cía, cuya gestión haría que Sargadelos creciese de manera importante, llegando a dar trabajo a más de mil familias, poseía trescientos pares de bueyes y veintidós buques de cabotaje- Fue el momento de máximo esplendor de que gozó la fabricación de esta cerámica.
En estos años se trazaron los paseos llamados Paseo de la Presa y Paseo de los Enamorados. Con la elevación de la presa se consiguió una mayor caída de agua. El uno de abril de 1848 se inauguró la carretera que unió las fábricas con el cercano puerto de San Ciprián.
El arriendo duró treinta años y en 1866 la industria revirtió en los Ibáñez que, con Carlos Ibáñez al frente, uno de los diez nietos herederos del fundador, se mantuvo en funcionamiento hasta su cierre definitivo en 1875. La familia quedó en la ruina y, poco a poco, todas sus propiedades fueron embargadas para ser subastadas pues los Ibáñez fueron incapaces de afrontar los gastos que ocasionaba un complejo que incluía las fábricas, los terrenos y el pazo.
La factoría sería vendida en el año 1882 a empresarios catalanes y adquirida por una casa comercial de Bilbao en 1891, pero ni unos ni otros fueron capaces de reflotar la empresa.
Fue entonces cuando la cubana, aunque de ascendencia vasco-asturiana, Antonia de Madariaga y Muñoz de Salazar, Marquesa de Cienfuegos, adquirió, en subasta pública, el complejo de las Reales Fábricas de Sargadelos en 1901. Su paso por ellas no dejó gran huella. Pero una decisión suya -legarlas en herencia a su sobrino, el asturiano Javier López y García Bandujo- cambió el rumbo de Sargadelos, de Burela y de A Mariña.
El mismo año en que recibió la herencia de la Marquesa de Cienfuegos, Javier López y García Bandujo constituyó con otros asturianos Cerámica de Sargadelos.
Tomaron la decisión de trasladar la factoría de Sargadelos a Burela por su proximidad al puerto natural de esta villa y el ahorro que suponía no contar con un almacén. La maquinaria de Sargadelos se trasladó a Burela y lo que quedó (moldes, planchas para loza…) fue expoliado.
La sociedad continuó pero sufrió dos grandes embargos que propiciaron su fin y la constitución de otra, en 1908, liderada por los catalanes Leandro y Marius Cucurny, padre e hijo, que continuaron con la producción de refractarios y gres en Burela, pero no loza.
En 1949 el intelectual y pintor gallego Isaac Díaz Pardo pone en marcha un taller cerámico que pronto se convierte en el complejo industrial de Cerámica do Castro, en el lugar de la parroquia de Osedo en el municipio coruñés de Sada. Fruto de su inquietud y talento, y con la colaboración de un grupo de artistas e intelectuales españoles exiliados, como Luis Seoane, Andrés Albalat y Fernando Arranz, entre otros, se pondría en marcha en el año 1963 un Laboratorio de Formas con el objetivo de relanzar la producción de Sargadelos, y de ahí surgen las obrasen la factoría de Cervo y la construcción de la sociedad Cerámica de Sargadelos.
La continuación y puesta en marcha de la idea del Laboratorio de Formas se manifestó en la recuperación de la antigua fábrica de Sargadelos cuya planta circular se inauguró en 1970, resurgiendo l fábrica de la mano de Seoane y Díaz Pardo.
Se levantó un nuevo edificio fuera de los restos del antiguo complejo industrial de fundición con el interés de conservar las ruinas para las que se obtuvo en 1972 el nombramiento de conjunto Histórico Artístico, lo que después se llamaría Bien de Interés Cultural.
A partir de ahí, y tras una reestructuración de la marca, vajillas, joyas, figuras que homenajean a la mujer, al mar, a la naturaleza… se ha ido creando y han dado forma y bagaje a la casa de cerámicas. Artesanos que tratan con mimo y retratan en cerámica la cultura gallega.
Tradición y vanguardia siempre han caminado de la mano bajo la calidad y el sello inconfundible de Sargadelos (en todas sus diferentes etapas): fondos blancos, esmaltes brillantes y motivos uniformes o estampados geométricos en azul cobalto han caracterizado el grueso de la producción desde sus inicios. De hecho, los objetos horneados por la legendaria fábrica han llenado desde hogares hasta salas de espacios tan representativos como el MoMa de Nueva York.
En la actualidad, la empresa cuenta con dos plantas de producción, más de 15 puntos de distribución exclusivos y otras 70 tiendas multimarca repartidas entre España, Asia y América. Y más allá de su actividad comercial, Sargadelos también está llevando a cabo una importante labor en cuanto a difusión y promoción de la cultura gallega se refiere, sobre todo a través de talentos jóvenes del arte y la literatura.
Por otro lado, dependiendo económicamente de la fábricas de Sargadelos y de Castro se puso en marcha una editorial llamada Ediciós do Castro; un museo de arte contemporáneo situado en Sada, llamado Museo Carlos Maside; un centro de comunicación que recibe el nombre de Instituto Galego de Información; el Seminario de Estudos Galegos. Para la difusión de la cerámica existen las Galerías Sargadelos distribuidas por toda Galicia, Madrid y Barcelona.
La producción de cerámica en Sargadelos
El fundador de Sargadelos, Ibáñez, contó en primer lugar con la materia prima necesaria que se encontraba además muy cercana: arcillas, caolines, leña, cursos de agua. Tenía además muy próximo el puerto de San Ciprián para enviar desde allí los productos a lugares lejanos, imitando así la iniciativa inglesa.
La creación de la fábrica de cerámica en 1806 supuso un nuevo sistema de producir, introduciendo el proceso mecánico que vendría a sustituir la pieza hecha a mano, con lo que se intentaba además abaratar los precios. La pintura a mano fue sustituida igualmente por el moderno sistema de estampación, importado de Bristol (Inglaterra). Los objetos se hicieron en loza fina, un producto intermedio entre la loza y la porcelana, un material duro y ligero a la vez, de paredes delgadas con cocción entre 1.100 °C y 1.200 °C. Tras la cocción el color resulta blanco y es entonces cuando se le aplica un barniz de plomo. Este sistema se diferencia de la loza en que en lugar de añadir arena a la pasta se añade sílice, feldespato, caolín y calcio, obteniendo resultados diferentes según las cantidades añadidas. Sobre esta pasta se superpone el estampado.
El proceso de fabricación fue de loza común, algo más fina para las vajillas en blanco con un ligero tinte azulado y un cuarteado característico que es el resultado de la diferencia entre el punto de cocción de la pasta y el esmalte. Para la forma se utilizaron moldes de yeso. Una de las piezas más características fue el florero de dedos, siendo también muy apreciados los otros floreros de peces y árboles cuyos ejemplares supervivientes se encuentran en colecciones particulares de Galicia y en los museos de La Coruña, Lugo y Pontevedra. También se fabricó el jarrón de jardín con pedestal inspirado así como las jarras de peregrino. Los botes de farmacia estaban decorados con relieves y tenían un pequeño estrechamiento en el centro.
También corresponde a esta época el relieve que representa la defensa del parque de Monleón en Madrid, que el propio Ibáñez dedicó a Fernando VII y que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional más la serie del Apostolado, más los relieves que representan héroes de la Independencia y bustos de hombres célebres de la Antigüedad que adornan el pazo de Antonio Raimundo Ibáñez.
Hacia 1838 empezó un cambio en la producción en blanco; se hicieron las primeras estampaciones con temas populares gallegos y empezaron a salir algunas vajillas con estampación de flores alemanas.
A partir de 1845 bajo la gestión del nuevo arrendatario Luis de la Riba de Santiago de Compostela, la empresa tomó un nuevo rumbo y llegó a contratar a numerosas familias que permitieron crear grandes cantidades de piezas de buena calidad tanto estética como de técnica y se llegó a fabricar algunas vajillas reales para Isabel II —parte de las cuales se exhiben en el Museo de Pontevedra—.
A partir de ese año, las vajillas y jarros presentaban una decoración estampada en gran parte de forma industrial, la técnica empleada era grabar una plancha de cobre o estaño con el dibujo a copiar —las primeras planchas fueron importadas de Inglaterra—, posteriormente se entintaba con color mezclado con grasa. Esta plancha se imprimía en un papel fino que se pegaba a la superficie de la pieza bizcochada. Esta pieza absorbía la tinta y el dibujo o decoración quedaba impreso, se eliminaba el papel con agua y se cubría con un barniz plumbífero y se pasaba a una segunda cocción.
La transparencia de este barniz permitía ver con la máxima claridad el dibujo impreso además de darle un brillo especial. La decoración más frecuente en esta época en Sagardelos fue la llamada de «góndola», que consiste en un dibujo paisajístico, en el que el primer término está formado por una balaustrada con un gran jarrón, tras el que se ve un río con una góndola; el fondo está compuesto por unas colinas con arquitecturas y árboles; otras decoraciones presentaban cisnes, pavos reales, o temas chinescos. Los colores empleados fueron, el negro, el violeta, el rojo, el verde y el azul cobalto claro. Otro tipo o serie fueron las decoraciones de «lozas iluminadas» que consistía, que una vez realizada la estampación se policromaban las piezas a pincel. Los temas más numerosos en este caso, fueron los florales en rojo, verde, amarillo y azul. En las jarras y piezas altas se hacía la decoración en la parte abombada y si el cacharro tenía tapa, ésta iba también decorada.
Ya en el siglo XX, tras la iniciativa de retomar los procesos de producción, Sargadelos comenzó la nueva época fabricando servicios de mesa y piezas de decoración, empleando como colores básicos el azul y el marrón dorado, incorporando el rojo en las piezas muy especiales pues el proceso de este color encarecía el producto. Se dio importancia a las formas clásicas incorporando además nuevas formas vanguardistas salidas del estudio de Laboratorio de Formas y diseñadas por Luis Seoane. Tuvieron especial interés los retratos de personajes célebres de las letras y el arte. La primera de esta serie fue la obra dedicada a Rosalía de Castro seguida por Antonio Machado, León Felipe, Castelao, Unamuno, Valle Inclán y Pérez Galdós y el pintor Picasso. Personajes del medioevo como el maestro Mateo, el obispo Gelmírez o la popular heroína, María Pita.
En 1981 salió la serie fauna gallega, con reproducciones de toda clase de aves y otros animales propios de Galicia, diseñados por Carlos Silvar, recién incorporado como diseñador de producto en las Cerámicas del Castro, donde permanecería hasta octubre de 2010.
Otra serie que tuvo una aceptación popular y de gran éxito fue la de los amuletos, figuras pequeñas para colgar del cuello, cada una con su leyenda particular, inspiradas en las historias de las meigas y la forma de defenderse de sus hechizos.
Las joyas de Sargadelos, diseñadas por Carmen Arias De Castro “Mimina”, fueron también muy apreciadas en su combinación de plata y cerámica; se fabricaron sortijas, pulseras, dijes, collares, pendientes, etc.
El Museo de Sargadelos
Entre las instalaciones de la fábrica de Sargadelos está el edificio que en su momento albergó el Seminario de Sargadelos, en el que actualmente puedes visitar el Museo de Sargadelos, conocido como la Galería de Sargadelos.
Se instaló en 1988 y en él está expuesto todo el material recuperado de las antiguas fábricas de fundición además de la zona dedicada a la cerámica española y en especial a la cerámica de Sargadelos de cada época, y su influencia en la cultura gallega.
En total son siete salas de exposiciones que cuentan con un auditorio, una galería de las obras de los estudiantes que formaron parte de las experiencias de verano en Sargadelos, algunos de ellos artistas de reconocido valor. Y también la biblioteca del seminario, con más de mil ejemplares en ella. La zona se completa con una taberna de comida gallega junto a una tienda en la que se podrán comprar algunas de las creaciones de los talleres que están tan próximos.
Las salas son:
- Sala de Olería tradicional y Sargadelos de la Real Fábrica: donde se encuentran piezas datadas entre 1870 y 1875, y piezas de olería tradicional gallega.
- Sala do Castro: con piezas muy conocidas, entre las que destacan las Jarras Hembras, realizadas por Isaac Díaz Pardo.
- Sala del Camino de Santiago y Casa de Isaac: una sala de dimensiones reducidas.
- Sala de experiencias: donde podemos encontrar piezas alternativas y de personajes conocidos, como la de Camilo José Cela; el Auditorio, la Biblioteca
- Sala Quinta etapa, desde 1969 hasta la actualidad: donde se exponen diseños de Luis Seoane, inspirados en la cultura de los castros, así como algunos prototipos de otras piezas y algunas de joyería.
- Sala de Sargadelos actual: que acoge una muestra de piezas encargadas de manera personalizada, como por ejemplo los tiradores de cerveza de Estrella de Galicia.
- La Biblioteca y el Auditorio completan las estancias del Museo.
El conjunto histórico artístico de Sargadelos
El antiguo complejo industrial de Sargadelos fue declarado Conjunto Histórico Artístico el 18 de agosto de 1972. Apenas 1 Km de distancia separa la fábrica nueva del Conjunto Histórico Artístico.
Inicialmente se concibió como un proyecto enfocado a la industria siderúrgica, y contaba con una ferrería y una fábrica de fundición de hierro colado, en cuyos altos hornos se empleaba carbón vegetal como combustible.
En su momento, el complejo industrial contaba con una casa principal, conocida como Pazo do Marqués, que incluía una capilla, oficinas, huerto y jardines; una fábrica de fundición con carboneras, refinería, hornos de calcinar y ranchos; una herrería; una fábrica de cerámica con sus hornos, molino y maquinaria, y también dos molinos de harina, un puente de dos arcos y cinco prados regadíos de gran extensión para obtener forraje para el ganado.
- La carretera de peaje o Camino Real
El complejo de Sargadelos contaba con una carretera propia de peaje. También recibía el nombre de Camino Real. Se construyó en el año 1849 y unía las Reales Fábricas con el Puerto de San Ciprián. A través de esta ruta llegaban hasta el mar los productos realizados en las fábricas para su posterior distribución. También se utilizaba para transportar las materias primas.
- Las antiguas caballerizas
Se trata de una construcción de finales del siglo XVIII y en ella se encontrarían las cuadras utilizadas como refugio para caballos.
- La nave de fundición
Contaba con un alto horno. Hoy en día se ha rehabilitado y acoge el Centro de Emprendimiento y Artesanía de Sargadelos.
- Las antiguas fraguas de Sargadelos
Las antiguas fraguas de la fábrica de Sargadelos no se conservan demasiado bien. En la zona encontramos diversos elementos, como un arco, perteneciente a uno de los altos hornos del complejo industrial, exactamente donde, y por debajo del mismo, pasaba el eje de la rueda hidráulica.
- Las antiguas carboneras
Lugar de almacenaje del carbón para su fundición. Este edificio se restauró en el año 2004 y se utiliza en la actualidad como sala de exposiciones y eventos.
- El paseo de los enamorados
Próximo a las ruinas de la antigua fundición, se encuentra un sendero, bordeando un canal, que se conoce como el Paseo de los Enamorados y que transcurre por el margen del río Xunco.
Se trata de un camino, de unos seiscientos metros de longitud de ida y vuelta, entre castaños, robles, acebos y laureles, muchos de ellos centenarios y que llega hasta una antigua presa, del año 1790, encargada de llevar agua hasta la fundición y en la que actualmente podemos ver una cascada, aunque artificial, no exenta de belleza y atractivo. Merece la pena recorrerlo pues su dificultad es extremadamente baja.
Cerca del inicio del Paseo encontramos también una fuente, la Fonte da Tella, que tiene dos caños.
- La senda Botánica
Justo antes del inicio del Paseo de los Enamorados se encuentra la Senda Botánica, que está en el Monte Escarabelada. Se trata de un proyecto municipal de reforestación con especies autóctonas. En esta senda se pueden observar unas 20 especies de árboles autóctonos, desde carballos, que están presentes en abundantes bosques gallegos, especies vegetales y herbáceas autóctonas de Galicia, aunque por desgracia también se encuentran especias invasoras como el eucalipto.
- La Casa do Peso
La Casa del Peso se cree que se realizó en la misma época que la Fábrica de Loza, y su función era la de pesar la loza para su venta, de ahí su nombre. Es un edificio aislado, con muros de mampostería y cubierto con losas de pizarra.
- El Pazo de Ibáñez
Se construyó en el año 1804 para servir de residencia del marqués. Es un pazo señorial, de estilo campesino, con planta cuadrada y mampostería blanqueada. La fachada principal es neoclásica y sus balcones se realizaron en la fundición. La fachada posterior está precedida de un pequeño jardín y orientada a las instalaciones de la fábrica.
- El Museo Histórico de Sargadelos
Está situado en la Casa de la Administración del complejo de la antigua fábrica de Sargadelos. El edificio data de 1840. El museo tiene un fondo permanente que funciona como centro de interpretación de las labores que se realizaban en esta zona. Expone una gran variedad de piezas a través de las cuales el visitante realizará todo un recorrido por la historia de la evolución decorativa de estas prestigiosas cerámicas; siendo las primeras lozas que se han fabricado en la antigua, fábrica de color blanco con esmalte brillante de remate cremoso o ligeramente azulado, pasando años más tarde a ser pintadas a mano, a su estampación, a la formación de relieves en las piezas,… todo ello representado en el Museo.
Visita a la fábrica de cerámica de Sargadelos
Una oportunidad única para ver el mimo, cariño y delicadeza con la que los operarios de la fábrica tratan cada una de las piezas. Un ambiente marcado principalmente por el silencio, invita todavía en mayor medida a prestar atención a las manos y concentración con la que se trabaja.
Curiosidades
- Trágico final del fundador de Sargadelos. Antonio Raimundo Ibáñez, el hombre que puso en marcha Sargadelos, tuvo un final trágico, pues murió en un linchamiento de motivos no muy claros poco después, acuchillado en los campos cerca de su casa y paseado luego, sin camisa, por las aldeas de la zona, con su familia encarcelada, su mujer fallecida a los pocos días y una hija que acabó perdiendo la cabeza, al más puro estilo de un drama novelesco romántico, dejó allí en marcha el germen de lo que sería uno de los grandes proyectos culturales del norte. Se cree los poderes tradicionales de la nobleza y el clero podrían estar detrás de su muerte, ya que chocaba constantemente con ellos por la modernidad de sus proyectos. Y los hechos se habrían producido como consecuencia de que tras el estallido de la guerra en el año 1808, Ibáñez formó parte de la Junta de Ribadeo, que acabó aceptando las condiciones del ejército francés en la villa. Esto no gustó al pueblo, que lo vio como un acto de traición y los miembros de la Junta se tuvieron que esconder. A Ibáñez lo consideraban como un afrancesado y, cuando intentó huir de Ribadeo, el 2 de febrero de 1809, fue interceptado con su mula, y se montó un tumulto que acabaría con su vida. Masas de gente provenientes de Asturias se abalanzaron sobre él y le apalearon y fusilaron con gran brutalidad, hasta la muerte, desnudándole aún atado a su mula, también asesinada. Fue envuelto en un sudario y enterrado en el convento de San Francisco de Ribadeo.
- La magia del Paseo de los enamorados. Dice la leyenda que si una pareja recorre este sendero sin estar enamorados, saldrán de ahí con sentimientos diferentes el uno hacia el otro. No se sabe qué hay de cierto en esta leyenda, pero el lugar es tan mágico y hermoso que no cuesta creerlo. Caer rendido a sus encantos no es tarea difícil.
- El curioso huerto alienígena. Curioso huerto, obviamente sin ningún valor histórico, que se localiza junto al Museo, pero que llama la atención, sobre todo de los visitantes más pequeños.
- Declaración de Bien de Interés Cultural. Dentro del reconocimiento de la nueva fábrica de Sargadelos como Bien de Interés Cultural se encuentran el edificio circular de Andrés Fernández-Albalat, la vivienda de Isaac Díaz Pardo, el Auditorio y Departamento de Arte y Comunicación, la Escuela de Tecnología y los Laboratorios. Pero no solo esto, también están incluidas en esta declaración la marquesina ondulada del aparcamiento, las torres y las pasarelas mecánicas que comunican los edificios, el zócalo de una piedra de la ampliación de la fábrica con los murales y las esculturas de Díaz Castro, el depósito de agua mirador, el edificio de tratamiento de minerales y la Pía del Xunco con el mosaico de Luis Seoane. Y también muchos muebles y enseres del interior de los edificios.
Conclusiones
La cerámica de Sargadelos es una marca con historia, que refleja la rica cultura y tradición de Galicia. Desde su fundación en el siglo XVIII hasta su resurgimiento en la década de 1960, Sargadelos ha sido una parte integral de la historia de la región. La calidad y la belleza de sus diseños la hacen una pieza imprescindible para cualquier amante de la cerámica y la historia de Galicia.
Cada pieza está cuidadosamente hecha a mano, y los diseños son una combinación de la tradición y la modernidad. Los diseños están inspirados por la tradición y la naturaleza de Galicia. Los motivos incluyen la flora y la fauna de la región, así como la mitología gallega. Los diseños son detallados y hermosos, y cada pieza es única.
Pero su historia está llena de avatares, no en vano la fábrica de Sargadelos fue fundada en un momento de gran cambio e innovación en Europa, conocido como la Ilustración. Los valores de la Ilustración, como la razón, la educación y el progreso, se reflejaron en la cerámica producida por Sargadelos. Los diseños de la cerámica eran inspirados por la naturaleza y la mitología, y eran conocidos por su detalle y belleza.
La llegada de la revolución industrial en España tuvo un gran impacto en la fábrica de Sargadelos. A medida que la industria avanzaba, la fábrica se quedó atrás en términos de tecnología y eficiencia. Además, la producción de cerámica se convirtió en una industria más competitiva, lo que significó que Sargadelos tenía que competir con otras empresas para vender sus productos. A finales del siglo XIX, la fábrica de Sargadelos cerró debido a problemas financieros y el declive de la industria en Galicia. Durante décadas, la fábrica permaneció cerrada y en ruinas, olvidada por la mayoría de la gente.
Hoy en día, Sargadelos continúa ocupando un lugar destacado tanto en España como en Europa, en el diseño y en la producción industrial de porcelana, llegando a convertirse en una de las empresas más representativas de este ámbito.
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Referencias
Cerámica de Sargadelos. De Bello Piñeiro, F.
Sargadelos, De Filgueira Valverde, J.
Sargadelos, una experiencia ilustrada precapitalista. De Prado Gómez, A.
La arquitectura de la Real Fábrica de Sargadelos. De Bas Ordóñez, G.
El marqués de Sargadelos. De Casariego, J.E.
https://www.galantiqua.com/2017/07/ceramica-de-sargadelos.html
https://sargadelos.com/es/historia
http://uvadoc.uva.es/handle/10324/8597. Sargadelos en los albores del capitalismo industrial español: entre la iniciativa privada y la promoción reformista. TFG de González Rivera, A., en Univ. Valladolid.