Durante la época de la antigua Roma había una impresionante máquina militar que eran las denominadas legiones romanas. Simbolizaron el poder, grandeza y dominio de uno de los imperios más grandes de la historia antigua: Roma.
Las legiones romanas eran la unidad militar básica de infantería del ejército romano. Tenían una serie de características que lo convertían en una unidad casi invencible:
- Eran una fuerza de carácter permanente, que entrenaban de manera constante.
- Contaban con una organización única con diversas tácticas y formaciones muy eficaces.
- Los legionarios tenían una gran destreza en el manejo de armas. Eran soldados disciplinados que cumplían ciegamente las órdenes.
- El orden de batalla era suelto, adaptable y flexible a todo tipo de terreno.
- Con el tiempo, las legiones romanas fueron formadas por soldados profesionales.
- Se ejercitaban con armas falsas pesadas, así las armas normales les resultaban más ligeras.
Las estructuras, componentes y cantidades de legionarios, fueron cambiando según el progreso militar de Roma y a las continuas reformas.
Inicialmente, el término legión era aplicado a todo el ejército romano, hasta el siglo IV a.C cuando recibió un significado más familiar para representar una unidad de infantería pesada. Durante los siglos I y II, la jabalina y la espada eran las armas que más caracterizaban a las legiones romanas y las que les resultaban más eficaces.
La estructura de la legión podríamos resumirla en un conjunto de hombres, ciudadanos romanos, que se unían al ejército de manera voluntaria, durante un período en torno a los 20 a 25 años de servicio. A esta base de la legión le acompañaban las tropas auxiliares que estaban compuestas por hombres que no eran considerados ciudadanos romanos.
A principios del siglo II a.C. se eliminaron las condicionantes de propiedad, exigibles hasta entonces, para entrar en la Legión. Los ciudadanos de las clases más pobres, que carecían de elementos para lograr elevar su estatus social vieron así una posibilidad de mejoras a través de una carrera militar, y se enrolaron en masa. El período de servicio se hizo de 25 años en los cuales el legionario no podía casarse.
Roma contaba así con una fuerza militar permanente, entrenada y armada. El grueso de la Legión era un tipo de tropa de Infantería pesada, y las labores de la infantería más ligera, arqueros, honderos y de caballería de choque pasaron a formar parte de las tropas auxiliares, que sustituían a las tropas asociadas, y eran tropas extranjeras que combatían por Roma, a cambio de conseguir la ciudadanía al fin de su período de servicio.
Si bien era el propio estado romano el que A pesar de que el facilitaba el equipamiento al legionario, éste era el responsable del mismo, debiendo custodiar y transportar ellos mimos tanto las armas como sus enseres personales como víveres o ropas. Por esta razón los legionarios pasaron a ser llamados jocosamente “las mulas de Mario”, viendo todo el equipo que cargaban durante la marcha.
A diferencia con los períodos anteriores al siglo II a.C., las motivaciones del legionario cambiaron. Anteriormente el legionario pretendía preservar su estatus propio de su clase, el de la clase media romana. Pero a partir de este momento, el legionario busca subir en la escala social para llegar a ser parte de esa clase media.
La legión era la unidad principal de aquél ejército. Cada legión estaba conformada por diez cohortes, numeradas del I al X, siendo la primera de ellas la principal, por lo que sus centuriones tenían un rango especial en comparación con el resto. Las nueve cohortes restantes, identificada cada una de ellas con un estandarte, se componía de 6 centurias de unos 80 hombres cada una. De esta manera cada cohorte estaría conformada por unos 480 legionarios, aproximadamente. Si repasamos los conceptos comprobamos, pues, que cada legión estaba formada por 60 centurias. Las centurias, a su vez, se agrupaban de dos en dos, dando lugar así a los manípulos. Estos manípulos estaban al mando de dos centuriones, uno por cada una de las centurias que lo componían, pero uno de ellos, adicionalmente asumía el mando del manípulo.
En términos generales, a partir del siglo II a.C. podemos decir que una Legión constaba ahora de unos 6.000 hombres, de los cuales 4.920 eran soldados (el resto era tropa no combatiente). Al revés que en el sistema manipular, los soldados más veteranos, los de la I Cohorte, combatían en posiciones primordiales del campo de batalla (a la derecha y a la vanguardia), mientras que los más bisoños, los de la X Cohorte, lo hacían en posiciones menos relevantes (segunda o tercera líneas, a la izquierda).
Las Centurias estaban compuestas por 100 hombres, 80 soldados y 20 no combatientes, y estaba al mando de un soldado profesional ascendido de entre la tropa y llamado Centurión. La Centuria era la unidad combativa mínima de la Legión. Acarreaba con ella todas las armas y demás provisiones e instrumentos necesarios para mantener a la unidad. Sólo a efectos de montar campamento, cada una de estas Centurias se dividía a su vez en contubernia de 8 hombres, que compartían una carpa en el mismo. El Centurión más veterano de cada cohorte, llamado Pilus Prior era el comandante de la misma.
Con la reforma acaecida a partir del II a.C., los manípulos son sustituidos por las Cohortes, y cada uno de los soldados a cargo de cada cohorte, tenía a su cargo un asistente llamado Optio, junto a otros cargos de suboficiales que se verá más adelante. El Centurión de la I Cohorte era el soldado más experimentado de todos, llamado Primus Pilus (o primipilo), que era un soldado de carrera y asesoraba directamente al Legatus, el comandante de toda la Legión en asuntos de la tropa.
Una legión contaba con un grupo de jinetes (équites legionis), quienes habitualmente procedían de familias importantes. Eran los legionarios que recibían mejores pagos ya que tenían la obligación de mantener sus cabalgaduras. Cada Legión contaba con 120 soldados de caballería, que realizaban tareas de reconocimiento y enlace.
En cuanto a la jerarquía de mando dentro de la legión, tenemos que hablar del comandante, el Legatus. En la Cohorte/Centuria el mando correspondía al centurión, y entre la tropa, los milites, se elegía al jefe del Contubernium o Decanus.
El legionario iniciaba su carrera militar como recluta (tiro), dedicándose fundamentalmente a su formación militar durante un período de unos seis meses. Luego accedería al cargo de Miles gregarius. Seguiría su formación especializándose, llegando incluso a obtener la consideración de Inmunes, que eran los legionarios que poseían alguna especialidad y podían ser relevados de ciertas tareas de campo, aunque por supuesto no todas.
Respecto al equipamiento, el legionario utilizaba como protección corporal una coraza, la lorica sementata, realizada formada por láminas metálicas o de cuero. Calzaban las sandalias, caligae y un caso o cassis. En cuanto al armamento, hablaríamos de una espada o gladio, un escudo, scutum y dos jabalitas o pilum.
Si hablamos de la caballería, se trataba de un cuerpo formado por legionarios de rango básico. Sus funciones eran fundamentalmente: labores de exploración, escolta y envío de despachos. En combate no tenían un papel de importancia, pues en estas lides utilizaban tropas auxiliares.
El equipamiento del personal de caballería estaba formado por una lorica hamata (cota de malla), una lanza (hasta) y una espada (spatha). Estaban comandados por un Decurio, un rango de suboficial, y dependían de las órdenes del Legatus. Al igual que los infantes, recibían la paga básica.
Entre los suboficiales, cabe citar a los Cornicen, cabos especialistas que se encargaban de tocar el corno, una especie de trompeta, durante los combates o para marcar la cadencia en la marcha, marcar las horas y toques (rancho, silencio, fajina, diana, etc). Poseía el mismo equipo que el legionario común, salvo que su protección era una cota de mallas (lorica hamata). Un detalle distintivo era que estaba tocado por una piel de animal salvaje, generalmente un lobo.
Había uno por Cohorte, es decir 59 en la Legión imperial, y marchaban al frente de ellas. En caso de ausencia de otros suboficiales también servían de asistente al Centurión. Recibían paga 1.5 veces superior a la de tropa.
Los Tesserarius, eran los cabos de guardia en el campamento. Organizaban y comandaban por ejemplo las guardias nocturnas en campamento durante los acantonamientos o en épocas de guerra. Su nombre proviene de la tessera, una especie de tableta de cera, donde se anotaba el santo y seña del día, para poder entrar al campamento. Eran, al igual que los Cornicen, uno por Cohorte, en total 59, y también marchaban al frente de ellas. También recibían una paga y media.
Los Optio, eran los segundos al mando del Centurión. Podía ser designado por el Centurión o por sus compañeros, valorándose su valor, destreza militar y dotes de mando. Los optiones eran soldados vitales dentro de la estructura de las Legiones. En orden de marcha y de combate se colocaban siempre en la retaguardia de los legionarios (el Centurión iba al frente), para mantener el orden de las tropas. Las tareas que le eran encomendadas consistían en hacer cumplir las órdenes del Centurión, sucediéndolo en el mando de ser necesario, supervisar a las tropas y llevar tareas administrativas de la Centuria o la Cohorte. Se diferenciaba por el uso de dos plumas en el casco, visibles a los legionarios. Estaba clasificado de entre los milites principales y poseía la categoría de duplicarius, es decir, estaba rebajado de tareas pesadas y cobraba doble paga. Aspiraba a ser nombrado centurión, y cuando había alcanzado la cualificación suficiente.
Los Portaestandartes, de los que había varias categorías. El Signifer era el que llevaba el estandarte (signum) de la Centuria o la Cohorte. Este estandarte era el emblema militar de la unidad, y un elemento importante como referencia visual en el campo de batalla. El estandarte generalmente venía acompañado de philarae (medallones), o también una mano humana abierta (manus) que significaba el juramento de honor de la unidad a Roma. Había un Signifer por Cohorte y Centuria, por lo tanto 59 en total y cobraban paga doble. Al igual que los Cornicen, usaban en combate una piel de lobo sobre su casco.
El más importante de los portaestandartes era el Aquilifer, que llevaba el Águila de la Legión, el elemento simbólico más importante de la misma. Había uno sólo por toda la Legión, y era generalmente un soldado veterano, curtido y premiado por su conducta y valor. Aparte de servir como el referente simbólico de toda la unidad servía como custodio de los valores de la misma. Tenía una gran responsabilidad a cuestas, pues si el Águila se perdía en combate significaba una deshonra enorme para la Legión.
Entre la tropa y los oficiales superiores se encontraban los Centuriones. El rango de Centurión no era un rango único. La definición estricta de Centurión es la del comandante de una Centuria, es el rango táctico de mayor relevancia dentro de la Legión.
Eran hombres que se distinguían del resto de los legionarios, por su sentido táctico y administrativo, por sus dotes de mando, disciplina, resistencia, capacidad de enseñar y templanza. Eran nombrados de acuerdo a esas capacidades por el Legado, a veces siguiendo la recomendación de la misma tropa.
Los Centuriones marchaban al frente ya a la derecha de su Cohorte/Centuria, liderando a los hombres desde la primera línea, por eso la proporción de bajas entre este rango era más elevada que en el resto de la tropa. Estaba asistido por los suboficiales, el Optio que era el segundo al mando y marcha en la parte de atrás de la unidad; el Tesserarius, que organizaba las guardias, y el Cornicen que transmitía sonoramente sus órdenes al resto de la tropa.
En la legión Imperial había 59 Centuriones en total. Había uno frente a cada Centuria, siendo el más veterano de ellos el comandante de la Cohorte.
Los Centuriones podían clasificarse en los siguientes rangos:
- Primus Pilus, el Centurión de mayor rango, uno sólo por Legión. Dependía directamente del Legatus.
- Primi Ordinis, los Centuriones que comandaban cada una de las restantes Centurias de la Primera Cohorte, 4 en total. Se dividían en orden por: Primus Princeps, Hastatus, Princeps posterior, Hastatus Posterior.
- Pilus Prior, los Centuriones que comandaban las restantes 9 Cohortes.
- Ordinarii, eran el resto de los Centuriones, 36 en total. Estaban divididos en orden por: Pilus Posterior, Princeps Prior, Princeps Posterior, Hastatus Prior, Hastatus Posterior.
Como equipamiento distintivo los Centuriones llevaban una cresta transversal en el casco, que los hacía identificables a la tropa, especialmente durante el combate. Además llevaban una armadura de cota de malla (lorica hamata) o de escamas (lorica squamata), muchas veces cubierta por phalerae (condecoraciones en forma de medallón) y torquex (pulseras colgantes). Cuanto más ornamentos tuviera, más veterano él Centurión y por ende mayor rango. Usaba además protecciones en las piernas (grebas). Portaba la espada corta reglamentaria (gladius) en el lado izquierdo en lugar del derecho, habitual en los simples milites, sujeta al cuerpo mediante un cingulus o cinturón con la funda del arma. Su símbolo de mando era un bastón de mando hecho de una rama de vid.
Entre los oficiales superiores, hay que citar a los Tribunos. Había seis de estos oficiales en la Legión, cinco del Orden Ecuestre y uno del Orden Senatorial. Estos eran:
- Tribunus Angusticlavii. Eran los del rango ecuestre. Tenían tareas administrativas dentro de la Legión, sin mando táctico durante el combate, a pesar de poder tener experiencia militar.
- Tribunus Laticlavii. El tribuno de rango ecuestre, servía como segundo al mando de toda la Legión. En general este rango estaba reservado a jóvenes que necesitaban foguearse para seguir para seguir una carrera política en Roma, por lo tanto los conocimientos militares que aportaba a la Legión eran nominales.
Ambos se diferenciaban por las tiras de color púrpura en su toga, los tribunos de menor grado usaban tiras finas (angusticlavi), mientras que el de mayor rango una de tiras más anchas (laticlavi). Formaban parte del Estado Mayor del Legatus.
El equipo ya no era el estándar de la Legión, pues aquí los gustos personales influían en la elección del equipo, por lo general usaban una coraza de metal de una sola pieza y casco ático, cuanto más ricamente ornado el equipo mayor rango o más patricia la familia.
Entre los oficiales también se encontraba el Prefecto del campo, Praefectus castrorum, que era el tercer rango en importancia dentro de la Legión, luego del Legatus y del Tribuno Laticlavius. Generalmente era un soldado veterano con mucha experiencia como un Centurión Primus Pilus retirado, elevado al rango ecuestre y reenganchado como evocatus. Por lo tanto era un puesto abierto a todas las clases sociales.
Se responsabilizaba de del mantenimiento y organización del acuartelamiento de la unidad, tanto cuando estaba acantonada como en campaña. También velaba por el estado del equipamiento de los legionarios, y su estado de forma, y la organización de las guardias y patrullas. El equipo era similar al del resto de los oficiales superiores.
Y, por fin, el Legatus, el comandante de la legión. Usualmente de las clases senatoriales patricias romanas. Era nombrado directamente por el Emperador, o el Cónsul en la época de la República. Habitualmente el Legatus había sido anteriormente Tribuno Laticlavio (el de mayor rango) en la Legión, por lo cual tenía experiencia previa. Era un cargo muy rentable, pues usualmente el Legado se llevaba parte del botín que pudieran capturar las legiones.
Se diferenciaba del resto de los oficiales superiores por su coraza musculada (lorica musculata) más elaborada, y por su paludamentum (capa que se sujetaba al hombro) color escarlata. También tenía alrededor de su coraza un cincticulus, una banda de tela fina escarlata que se anudaba en arco alrededor de su cintura.
En combate, las legiones romanas podían adoptar diferentes tácticas, dependiendo de las tropas enemigas. Por ejemplo, contra un ejército con una cantidad grande de unidades a distancia no adoptaban la misma táctica que con una carga de caballería. Cabe citar:
- Formación tortuga. Consistía en agrupar los escudos, de manera que la primera línea los protegía verticalmente. El resto de las líneas los resguardaba perpendicularmente por encima, uniendo los escudos muy bien para que no pasara ningún proyectil. El uso de esta formación fue destacado en los asedios, pues era una manera muy segura de llegar al muro enemigo con el menor número de bajas posibles. Fue la formación más básica usada por el imperio romano.
- Formación en orbe. Esta formación defensiva era circular, los soldados quedaban pegados cuerpo a cuerpo y protegidos por sus escudos. Este tipo de formación era usada en situaciones donde quedaban completamente rodeados. Requería de mucha disciplina.
- Formación anti-caballería. Esta consistía en que la primera línea con hombres agachados, colocaran sus escudos en forma de muralla usando sus pilums o jabalinas en posición semi-vertical. La segunda línea tenía que reforzar la muralla de escudos y utilizar el pilum como lanza para fustigar y mantener apartada a la caballería.
- Formación en cuña. Es la formación de ataque más destacable. Su objetivo era el ataque frontal de un solo soldado en el vértice. Los demás se colocaban diagonalmente hasta formar un triángulo que se dividía para romper las filas de las líneas enemigas. Así los obligaban a combatir cuerpo a cuerpo donde el arma principal para esta clase de táctica de los romanos era el gladius.
En cuanto a la presencia de las legiones romanas en Hispania, hay que decir que entre los años finales del siglo III hasta el I a.C. Roma requirió de importantes recursos humanos y materiales para la conquista de Hispania y hacer frente a largas guerras.
La presencia de las legiones romanas en la península ibérica hay que situarla en la llegada de los hermanos Escipión, Cneo y Publio, a Tarraco en el 218 a.C.
La expansión de Roma por tierras de Hispania provocaba los continuos ataques por parte de los pueblos que habitaban la península, principalmente lusitanos, celtíberos y resto de pueblos íberos. Esta situación exigía que Roma reforzase su presencia, enviando cada vez un mayor número de legiones. De ahí que la Pax romana desde la época de Augusto se preservase gracias a las legiones acantonadas, de las que solo se mantuvo de forma permanente la Legio VII Gemina, que dio origen a la ciudad de León.
Hay que tener presente que con la presencia de las legiones no solo se garantizaba el poder expansivo de Roma, sino que servía, además como forma de custodia y seguridad para las labores de explotación minera y agrícola que se estaba haciendo en la Península, procurando no sólo la paz, rechazando las acciones bélicas de los nativos, sino también consolidando su poder en las tierras ocupadas.
Como representantes de Roma, los gobernadores romanos en Hispania tenían una serie de competencias en aras de poder mantener el control y la seguridad de los territorios en los que estaban presentes. Para ello, como en muchos momentos no disponía de suficientes tropas, tuvieron que desarrollar políticas para captar tropas aliadas entre los nativos.
El despliegue militar que llevó a cabo Roma en Hispania exigió establecer campamentos en lugares estratégicos. Así en la Vía de la Plata, para asegurar su control, encontramos Castra Caecilia y Castra Servilia, cerca de Cáceres; Castra Calpurniana y Castra Postumiana, en la provincia de Córdoba; Castellum Ebora (Sanlúcar) o la propia Itálica, primera fundación romana en Hispania, para vigilar el valle bético y estar preparados para los ataques lusitanos. Corduba también ejerció como campamento militar y en la costa hubo bases navales como Carteia, cerca de Algeciras.
Otras localidades, por su posición estratégica, requirieron de atención especial, como Gracchurris (Alfaro) para el control del paso del valle del Ebro a la Meseta norte o Pompaelo (Pamplona).
Algunas localidades se consideraban aliadas en virtud de un tratado (foedus) que las vinculaba a Roma, así Gadir, Malaca, Epora (Montoro), Emporion y Saguntum jugaron ese papel por su ubicación estratégica.
Augusto reorganizó administrativamente Hispania con tres provincias, Baetica, Lusitania y Tarraconensis. Esta última basada en consideraciones militares ya que abarcaba los territorios septentrionales recientemente pacificados. Su gobernador era directamente nombrado por el emperador (legatus Augusti propraetore).
Y esto es todo por hoy.
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