Abordamos hoy un aspecto no excesivamente divulgado sobre el origen de las peregrinaciones y los tipos de peregrinos.
En términos generales recibe el nombre de peregrino, aquella persona que realizaba un largo trayecto, tradicionalmente a pie o a caballo, para llegar un destino en el que encontrarse bien con la tumba de un santo, o bien con importantes reliquias sagradas.
Estos peregrinajes tenían un componente religioso y permitieron un avance del comercio, la construcción de nuevas ciudades y la propagación de ideas por toda Europa.
Contexto histórico religioso en la Edad Media
Las peregrinaciones a los lugares santos han sido un constante a lo largo de la historia de la Humanidad. En los remotos tiempos de la prehistoria había lugares telúricos que eran visitados desde largas distancias. En todo el mundo y en todas las religiones aparecen peregrinaciones.
Vamos a centrarnos en la Edad Media, aunque según e Liber Sancti Iacobi (Codex Calixtinus) encontramos rastros de peregrinación en tiempos bastante remotos:
Adán es considerado como el primer peregrino, pues por haber traspasado el precepto de Dios tiene que salir del Paraíso y es lanzado como al destierro de este mundo, y por la sangre de Cristo y por su gracia es salvado. Del mismo modo, el peregrino, alejándose de su domicilio, es enviado a la peregrinación por un sacerdote, en pena de sus pecados, como a un destierro, y por la gracia de Cristo, si se confiesa bien y termina su vida abrazando la penitencia se salva.
Liber Sancti Iacobi, I, XVII.
Además, estos viajes fueron realizados por personas de todos los grupos sociales: reyes, nobles, religiosos, campesinos, mendigos, condenados, etc. Personas de ambos sexos, de todas las edades y cualquier condición en relación con la riqueza o valor moral. La búsqueda de las indulgencias fue bastante posterior en el tiempo.
Si bien la motivación principal era ese anhelo por acercarse a la divinidad, lo cierto es que en las primeras peregrinaciones no era la devoción el principal motivo sino que sería el cumplimiento de un voto o promesa hecho a cambio de la petición de un favor o beneficio. En otros casos el motivo era expiar una culpa, buscar la sanación de los males y enfermedades que padecían,… Incluso, como curiosidad hay que significar que durante la Baja Edad Media había una motivación de origen testamentario, consistente en el hecho de que al fallecer, alguna persona dejaba encargado la realización de una peregrinación por el descanso de su alma. Incluso había casos en los que pueblos o ciudades, que se veían afectados por la peste o la sequía, enviaban peregrinos, que acudían a Compostela en representación de toda la comunidad.
Otra modalidad era la peregrinación forzada. Ésta podía ser impuesta como penitencia religiosa y la usó con bastante frecuencia la Inquisición papal en la cruzada contra los cátaros.
También había la peregrinación por pena civil, que se aplicó en varios estados, como Francia y Alemania, pero, sobre todo, en Flandes, donde aún se contempla. Los delitos que podían valer una peregrinación eran muy variados, y algunas veces el castigo iba acompañado de la amputación de una mano, o de la obligación de realizar la peregrinación encadenado y desnudo (en camisa, si se trataba de una mujer), si bien se podía conmutar esta pena por un pago en dinero, algo a todas luces habitual viendo que había penas consistentes en hacer decenas de peregrinaciones. Además, en algunos casos, si la condenada era una mujer, podía realizar la pena su marido.
Una última modalidad se da a finales de la Edad Media, a partir del siglo XV, es la llamada peregrinación caballeresca, que llevaba a peregrinar a miembros de familias nobles con el propósito de conocer regiones y costumbres exóticas, frecuentar cortes extranjeras, lucirse en los torneos y pavonearse ante las doncellas extranjeras. Entre ellos estarían algunos de los que fueron a batirse con Suero de Quiñones en el puente de Hospital de Órbigo y conocido desde entonces como del Paso Honroso.
Pero será tal la cantidad de falsos peregrinos deambulando por los caminos, que los reyes optarán por reglamentar la peregrinación, ordenando que los peregrinos puedan acreditarse. Así lo dice un edicto de Luis XIV de Francia. Son los llamados peregrinos gallofos.
Gallofo es una palabra que ha pasado a mejor vida, aunque el diccionario de la RAE la sigue recogiendo para decirnos que tal es holgazán y vagabundo que anda pidiendo limosna. Existe también el verbo gallofear, que se define como pedir limosna, viviendo vaga y ociosamente, sin aplicarse a trabajo ni ejercicio alguno. El origen de ambas palabras está en otro sustantivo, gallofa, que era la comida que se daba a los pobres que venían de Francia a Santiago de Compostela, en Galicia, pidiendo limosna.
Por último, también había entre los falsos peregrinos los que actuaban como espías. Señores feudales mandaban a sus secuaces al camino para que, protegidos por su hábito de peregrino, pudiesen observar las tierras y fortalezas de sus enemigos.
El Jubileo
El Jubileo o Año Jubilar será una celebración, en algún lugar del mundo católico, de un período de indulgencia de los pecados asociado, normalmente, a un camino de peregrinación y que siempre está asociado a una Bula Papal otorgada desde el Vaticano y en relación a los restos de algún Santo o a Reliquias de relevancia en el mundo cristiano.
Aparecen así tres tipos de jubileos: los ordinarios, los extraordinarioslos in perpetuum.
El año jubilar ordinario, que se viene celebrando desde el año 1300, tiene lugar actualmente cada 25 años (el último fue en 2000 y el próximo será en el 2025) y y en el se concede la indulgencia plenaria.
Antiguamente la indulgencia sólo se conseguía peregrinando a Roma, pero actualmente desde el Vaticano se permite que diferentes iglesias disfruten de un año jubilar ordinario. Así, por ejemplo, el Papa Francisco concedió la gracia de Año Jubilar Teresiano para todas las diócesis de España, desde el día 15 de octubre de 2014 hasta el 15 de octubre de 2015, con el fin de celebrar con solemnidad el V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús. Sólo en determinados templos y santuarios jubilares se puede conseguir la citada Indulgencia plenaria.
El año jubilar extraordinario, puede proclamarlo el Papa por motivos particulares. La costumbre de convocarlos se remonta al siglo XVI, y su duración varía desde unos días hasta un año.
El jubileo in perpetuum es que la Santa Sede concede como reconocimiento a aquellos lugares en que los jubileos se han consolidado con la fuerza suficiente para poder repetirse periódicamente como un camino de renovación. La tradición ha marcado ya que hay que realizar un camino, siendo el Camino de Santiago el camino a un lugar donde se realiza un jubileo in perpetuum más conocido.
El Vaticano ha concedido el Año Jubilar in perpetuum a siete ciudades en el mundo: Jerusalén, Roma y a las ciudades españolas de Santiago de Compostela, Santo Toribio de Liébana, Urda (en Toledo), Caravaca de la Cruz y Valencia.
Clases de peregrinos en la Edad Media
Etimológicamente su denominación procede del latín “peregrinus”, ciudadano libre, no romano ni latino, un extranjero a todos los efectos. Por lo tanto en su origen, el término peregrinus no tenía ninguna relación con lo religioso.
Se han localizado numerosos escritos antiguos en los que aparece esta denominación; así, por ejemplo en el libro “Itinerarium ad Loca Santa”, una monja de la provincia romana de Gallaecia (atual Galicia, en España), narraba sus múltiples viajes para visitar lugares santos: Jerusalén, Nazaret, Alejandría, Mesopotamia,…)
El término peregrino se refiere en su significado más clásico al viajero que, por devoción o por voto, visita un santuario o algún lugar considerado sagrado. En su acepción más general es todo aquel que anda por tierras extrañas.
En el caso de España, se denomina peregrino a quien se dirige a la catedral de Santiago de Compostela a visitar la tumba del apóstol.
Cabe reseñar que el diccionario de la Real Academia Española recoge varias acepciones de la palabra peregrino. La primera dice que es “la persona que anda por tierra extraña”. La segunda parece más adecuada a nuestro propósito: “Que por devoción o por voto va a visitar un santuario, especialmente si lleva el bordón y la esclavina”.
Los peregrinos solían ataviarse, y todavía hay muchos que lo hacen ahora, con una serie de elementos:
- Sombrero de ala ancha.
- Capa con esclavina, una prenda corta que descansaba sobre los hombros y llegaba hasta los codos.
- Zurrón, una bolsa grande de pellejo era donde llevaban la comida y ciertos utensilios.
- Bordón, que en su origen era burdo o burdonis, y que era el nombre que se daba al mulo, y luego pasaría a designar al bastón que utilizaba el peregrino pobre, que no tenía caballería. Normalmente que era más alto que la estatura habitual de una persona adulta. Resultaba muy útil como apoyo para caminar o para colgar cosas.
- La esportilla era una bolsa de cuero, que se vendían junto a la puerta septentrional de la catedral compostelana. Tanto materiales como formas fueron también muy variadas, pero solían ser de piel y con forma trapezoidal, más anchas por abajo que por arriba. En ella llevaba el peregrino las limosnas que las gentes le diesen por el camino.
- La calabaza se utilizaba a modo de cantimplora, para llevar agua o vino.
- La concha venera era el emblema del peregrino jacobeo, su insignia más preciada y la llevaba prendida de cualquier lado o en todos ellos: sombrero, esclavina, esportilla, bordón, etc
- Además de esto, los peregrinos llevaban con mucha frecuencia medallas y otras insignias, como los bordoncillos, que se solían representar cruzados y que se cosían también en sombrero y esclavina. La figa, un amuleto contra el mal de ojo muy popular en Galicia y que vendían los azabacheros compostelanos, se convirtió también en uno de los preferidos por los peregrinos, especialmente a partir del siglo XV.
El poeta italiano Dante Alighieri va más lejos, cuando afirma que “No se entiende por peregrino sino el que va hacia la casa de Santiago, o vuelve de ella”. Y esto lo explica por la razón de que el propio Santiago hizo una larga peregrinación después de su muerte hasta llegar a Galicia:
“Le genti che vanno al servigio dell’Altissimo”: palmieri de ultramar, peregrini “in quanto vanno a la casa di Galizia, però che la sepultura di sa’Jacopo fue piu lontana de la sua patria, che d’alcuno altro apostolo”.
Dante Alighieri: Vita nuova. cap. XL
Los peregrinos recibían distintos nombres dependiendo de a qué lugares realizaban sus peregrinajes.
Peregrino, romero y palmero son palabras que funcionan como sinónimos ya en la Edad Media. El término peregrino se reservaba para quienes acudían a Santiago de Compostela a venerar la tumba del Apóstol Santiago. Los romeros eran los que viajaban a Roma, y por último recibían el nombre de palmeros los que encaminaban sus pasos a Tierra Santa para recorrer las huellas físicas de Jesús de Nazaret. En la Edad Media, Jerusalén, Roma y Santiago, eran los tres grandes focos de espiritualidad del orbe cristiano.
Tradicionalmente se siguió llamando peregrino a cualquiera que realizaba una peregrinación al santuario que fuese, pese a que el origen de esta denominación utilizada para las personas que se dirigen a un lugar santo, se producen el siglo IX, con la finalidad de diferenciar a los que se dirigen a Compostela, de los que desde tiempos anteriores lo hacían a Roma y Jerusalén
Y es así que la palabra se generaliza, sin distinción de santuario ni religión. Por lo tanto, se considera peregrinación a toda manifestación colectiva que suponga tránsito de fieles de cualquier lugar a otro, por devoción o inclinación religiosa.
Pero realmente tenemos que distinguir varios tipos de viajeros por motivos religiosos. Veámoslo con algo más de detalle.
Palmeros
Serían los viajeros cristianos que concluyen su trayecto en Jerusalén.
A los palmeros se los llamó así porque portaban –llevaban o traían- ramas de palma, como si celebraran un Domingo de Ramos permanente, que ya puestos en plan pejiguera más que purista, habría que llamarlo Domingo de Ramas, porque son ramas y no ramos lo que llevamos los feligreses en ese domingo que abre la Semana de Pasión o Semana Santa.
La necesidad de proteger a los palmeros en sus largos viajes fue uno de los factores (si bien no el principal) que condujeron a los crueles enfrentamientos -durante dos siglos- entre parte de la Cristiandad y el Islam; lo que históricamente registramos con el nombre de Cruzadas.
Los viajes por devoción a Jerusalén y Tierra Santa ya existían desde la Antigüedad tardía, y ni siquiera la ocupación musulmana consiguió eliminarlos. Tal es el influjo y prestigio de estas tierras donde vivieron los protagonistas del Nuevo Testamento, y donde Jesús murió crucificado.
La ciudad de Jerusalén vivía prácticamente del templo, que procuraba grandes ingresos, sobre todo en las épocas de peregrinación, tres veces al año, cuando acudían, además de los judíos de Palestina, gente del extranjero. Tan grande debió de ser la riqueza del templo, junto con la de las familias sacerdotales de Jerusalén, que, después de la conquista y destrucción de la ciudad el año 70 d.C., el precio del oro bajó a la mitad en toda la provincia romana de Siria.
Sigfrido, arzobispo de Maguncia, junto al entonces cronista inglés y futuro abad Ingulfo condujeron a Tierra Santa la primera gran peregrinación anglosajona; aproximadamente 7.000 palmeros, entre alemanes e ingleses. En el año 1064 comenzó esta penosa marcha de más de un año, en la que falleció la mayoría de ellos. Jerusalén representaba demasiados y muy graves riesgos para los palmeros.
Concheros
Tradicionalmente reciben el nombre de concheros los peregrinos que hacen la ruta hasta Santiago de Compostela. La denominación tiene su fundamento en el hecho de que estos viajeros llevaban una concha de vieira colgada al cuello o en el bordón.
Son atributos del peregrino el cayado, el camino, el manto, el pozo con el agua de salvación, la concha del peregrino. Sus significados son diversos:
- el cayado o bastón simboliza a la vez la prueba de resistencia y de despojo;
- el morral abierto es símbolo de humildad;
- la concha del peregrino era el distintivo que traían aquellos que regresaban de la peregrinación a Santiago de Compostela; entre otros significados, la concha simboliza la muerte y renacimiento.
Respecto a la concha, que es desde hace siglos un emblema de Camino , según cuenta la leyenda, un peregrino que se encontraba exhausto en el Alto del Perdón, a pocos kilómetros de Pamplona, se vio tentado por el diablo que le ofreció agua de una fuente oculta si renegaba a Dios. Tras negarse a la tentación del demonio y a punto de perecer, se le apareció el apóstol quien le dio de beber con su concha de viera.
La peregrinación a Compostela surge al unísono del descubrimiento del Sepulcro del Apóstol Santiago el Mayor en el siglo IX y pronto se convierte en el lugar preferido de la peregrinación Europea, con la construcción de hospitales, puentes y calzadas.
El Año Jubilar Jacobeo se celebra cada año que el 25 de Julio, Festividad de Santiago Apóstol, cae en Domingo. El primer Año Jubilar para Santiago de Compostela fue establecido por el Papa Calixto II en 1122 para el año 1126. La cadencia de años jacobeos es 6-5-6-11 debido al ritmo de los años bisiestos y en el hecho de que la semana tiene 7 días. Si no hubiera años bisiestos tendríamos año jacobeo cada 7 años.
Romeros
Como decíamos en párrafos anteriores, los romeros son aquellos cristianos que se desplazaban a Roma, ciudad de residencia del Papa, el sucesor de San Pedro.
Mucho antes de las Cruzadas, a comienzos del siglo IV, con la Libertad de Culto otorgada por Edicto imperial, se abren definitivamente las vías del cristianismo a Roma.
Los fieles de Europa desean expresar devoción en el mismo lugar donde fueron martirizados y sepultados sus principales testimonios, Pedro y Pablo. Pero también Lorenzo y Sebastián, Cecilia e Inés, y tantísimos otros menos conocidos, igualmente mártires de las brutales persecuciones anticristianas.
El año jubilar en Roma se celebra desde el año 1300, cada veinticinco o cincuenta años, dependiendo de la época y del Papa vigente. En la actualidad, el Año Santo de Roma se celebra cada 25 años.
La principal ruta de acceso a Roma fue la Vía Francígena que arranca desde Canterbury en Inglaterra y atravesaba, de Noroeste a Suroeste, Francia y Suiza, para acceder a Italia por los Alpes.
Una vez superadas las murallas y pasado el puente de la Mole Adriana (hoy Castel Sant’Angelo) los romeros entraban en un laberinto de callejuelas que conducía a una pequeña plaza, conocida como cortina Sancti Petri, rodeada de capillas y oratorios.
El atuendo del romero consistía en el pétaso: sombrero de fieltro con ala posterior particularmente amplia, sostenido bajo el mentón por un sólido cordón. Una especie de capa corta, de cuero o tela, llamada esclavina, le caía ampliamente sobre los hombros, cubriéndole la parte superior de la espalda. Llevaba además las piernas vendadas, y calzaba zapatones de cuero. También de cuero era su grueso cinturón, del cual colgaba una conchilla marina que utilizaba como recipiente para recoger agua durante el trayecto. El bordón, gran bastón trabajado en hierro y con el extremo inferior en punta, era el arma defensiva que portaba este pacífico militi christi; soldado de la fe.
El poeta León Felipe describió perfectamente en su poema “Romero sólo” al peregrino que va a Roma:
Ser en la vida romero,
romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero,
sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo.
Ser en la vida romero, romero…, sólo romero.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,
pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.
Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo,
ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos
para que nunca recemos
como el sacristán los rezos,
ni como el cómico viejo
digamos los versos.
…
Crucenos o cruceros
Denominación que reciben los peregrinos que viajan a Santo Toribio de Liébana, en Cantabria, España.
El nombre deviene del hecho de que en el monasterio de Santo Toribio de Liébana se conserva el mayor trozo de la cruz, en que fue sacrificado Cristo, existente en el mundo. Recibe el nombre de Lignum Crucis, y fue traída de Tierra Santa.
El Año Jubilar Lebaniego se celebra cada año que el 16 de Abril, Festividad de Santo Toribio, cae en Domingo.
Esta celebración tiene su origen en el siglo XVI, tras la bula del Papa Julio II del 23 de Septiembre de 1512 que otorgaba el privilegio de la celebración del Año Jubilar Lebaniego.
Otros tipos de peregrinos, según su destino:
Los que realizan la peregrinación a Caravaca de la Cruz, en la provincia de Murcia. Esta se produce por la adoración de la Cruz de Caravaca, un relicario que conserva dos astillas de la cruz donde fue crucificado Jesucristo (lignum crucis). El Papa Juan Pablo II en 1981 establece el primer año Jubilar, celebrándose en 1996 el segundo Año Jubilar. Es en el 9 de Enero de 1998 cuando se concede a Caravaca, el privilegio eclesiástico, para celebrar cada 7 años, Años Santos o Jubilares. Los últimos han sido 2003 y 2010. El próximo será en 2017.
Los que peregrinan a Urda, en Toledo. Los peregrinos que realizan está peregrinación no tienen un nombre específico, esta se produce en honor a la Imagen del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz, con Bula Papal desde 1994 que concede año jubilar aquél en el que el 29 de Septiembre que caiga en Domingo. El último fue en 2013 y el próximo será en 2019. Más información se puede ver aquí.
Los que peregrinan a Valencia, quienes tampoco tienen un nombre específico, siendo la concesión del año jubilar cada 5 años a partir de 2014 en honor al Santo Cáliz utilizado por Jesús en última cena y que se custodia desde el siglo XV en la Seo de Valencia. El primer año Santo será en 2015, comenzando dicho año Santo el último jueves del mes de octubre, coincidiendo con la fiesta del Santo Grial.
Curiosidades respecto a los peregrinos
Como en la Edad Media existía la costumbre de crear leyendas para todo, pocos se conformaron con la explicación de que la vieira era un producto típico gallego, y pronto surgió la historia de que un príncipe que cabalgaba por la costa a lomos de un caballo desbocado, cayó al mar, de donde lo rescató el apóstol Santiago, sacándolo del fondo cubierto de conchas. Otras versiones de la leyenda dicen que esto ocurrió en Galicia, cuando la barca que traía al apóstol desde Jerusalén ya estaba a punto de atracar y que fueron los discípulos de Santiago quienes salvaron al magnate, a quien aprovecharon para bautizar con una de las conchas que se le había adherido en el fondo de la ría.
Las conchas y la intercesión de Santiago obraron muchos más milagros a lo largo de los siglos, como el que se cuenta en el Liber Sancti Iacobi:
Corriendo el año mil ciento seis de la encarnación del Señor, a cierto caballero en tierras de Apulia se le hinchó la garganta como un odre lleno de aire. Y como no hallase en ningún médico remedio que le sanase, confiado en Santiago apóstol dijo que si pudiese hallar alguna conccha de las que suelen llevar consigo los peregrinos que regresan de Santiago y tocase con ella su garganta enferma, tendría remedio inmediato. Y habiéndola encontrado en casa de cierto peregrino vecino suyo, tocó su garganta y sanó, y marchó luego al sepulcro del Apóstol en Galicia.
Liber Sancti Iacobi, II, XII.
El libro III del Liber Sancti Iacobi finaliza con un corto capítulo dedicado a las “caracolas de Santiago”:
Se cuenta que siempre que la melodía de la caracola de Santiago, que suelen llevar consigo los peregrinos, resuena en los oídos de las gentes, se aumenta en ellos la devoción de la fe, se rechazan lejos todas las insidias del enemigo; el fragor de las granizadas, la agitación de las borrascas, el ímpetu de las tempestades se suavizan en truenos de fiesta; los soplos de los vientos se contienen saludable y moderadamente; las fuerzas del aire se abaten.
Liber Sancti Iacobi, III, IV.
Por ultimo cabe reseñar que en las rutas que tomaban los peregrinos se construyeron ciudades. De igual modo, también se levantaron posadas y hostales para que los viajeros pudieran dormir. Además, resurgieron los mercados gracias a la activación del comercio.
El trasiego de personas de distintas regiones y ciudades hizo que las ideas fueran de un sitio para otro. Esto es precisamente lo que sucedió con el arte románico, que se expandió gracias a los peregrinos.
Y rematamos esta publicación, confiando en que, pese a su larga extensión, haya resultado de vuestro interés, y en ese caso nos gustaría que nos lo hicieseis saber pulsando en el botón “Me gusta”. Además, te animamos a aportar algún comentario, y si tienes interés, suscribirte gratuitamente a la Newsletter del Blog para mantenerte siempre informado sobre las nuevas publicaciones del Blog.
Por último, si os ha gustado lo suficiente como para compartirlo en vuestras redes sociales, estaríamos realmente encantados de que así lo hicieseis.
Referencias
El peregrino europeo en los caminos de Santiago. Historia y experiencias. De Castrillo Mazeres, F.
Los peregrinos. Sus orígenes, rutas y religiones. De Bonilla, L.
https://calabazaybordon.blogspot.com/