Siempre me ha sorprendido como un solo hombre ha podido mover una nación entera hasta abocarla a una guerra. Un hombre que provocó que millones de personas fueran ejecutadas en los campos de concentración, sin que apenas se hubiese alzado una mano en su ayuda. No me corresponde a mí, pues carezco de conocimientos para ello, adentrarme en el interior de la cabeza de Adolf Hitler, o buscar una explicación de su porqué (si es que la hay), pero está claro que una experiencia frustrante de su vida derivó en una obsesión, posiblemente una de tantas: la obsesión por el arte. Desconozco si esta experiencia influyó o no de manera decisiva en el devenir de la historia, si la situación hubiese sido otra en el caso de que Hitler hubiese triunfado como pintor… en todo caso, no me cabe duda que esta frustración sí influyó en sus actuaciones.
Pero… remontémonos a la historia…
Alois Hitler, el padre de Hitler, era un funcionario de aduanas adusto y de fuerte personalidad que aspiraba a que su hijo siguiera una carrera como agente de aduanas. Sin embargo a Adolf lo que más le gustaba era pintar. A la muerte de su padre Adolf cuenta con 15 años, un mediocre expediente académico que desemboca en el abandono escolar y el absoluto convencimiento de que ha nacido para las artes.
A los 17 años se establece en Viena donde permanece hasta 1913. En este tiempo Hitler intenta ser admitido en la Academia de Bellas Artes, siendo rechazado.
No debemos olvidar que a finales del siglo XIX se desarrolló un nuevo arte fruto de los grandes cambios industriales, tecnológicos y económicos. Este nuevo arte se le llamó impresionismo y sus célebres autores fueron Cézanne, Pisarro, Monet, Renoir Degas, Munch o Liebermann. Este arte choca con el clasicismo de la obra de Hitler.
Antes de continuar… hagamos un paréntesis en su historia artística para situarnos históricamente en esta época.
Para Alemania los términos de la Paz de Versalles y la crisis de 1929 fueron un duro golpe que desembocaría en una catástrofe financiera y en una dura crisis para las familias alemanas. El gobierno se hunde y en 1930 se nombra al primer gabinete presidencial a cargo del canciller Heinrich Brüning, quien acaba gobernando por decreto hasta que Hitler llega al poder. Cae la República de Weimar y asciende el nazismo.
Hitler se erige en el salvador de la patria y no oculta su intención de destruir la democracia. La ideología del partido nazi es anticomunista, antimoderna, anticapitalista y antisemitista. Todos estos “antis” van a tener su repercusión, en todos los ámbitos en general y en el arte en particular.
Una vez que Hitler llega al poder y se proclama Führer (1934) comienza a implantar sus gustos sobre la sociedad alemana. El papel propagandístico desarrollado por Joseph Goebbels, maestro de la manipulación de masas y responsable de la comunicación de la ideología nazi fue fundamental para incitar el odio del pueblo alemán hacia los judíos, comunistas… siendo muy importante el papel desempeñado por el arte.
La ideología nazi apuesta por el arte académico que representa lo tradicional de la identificación del pueblo. Por su parte el arte moderno busca un deseo individual que busca la ruptura del orden. En su opinión, este arte es un veneno para la sociedad, es un arte pervertido y degenerado, deforme, decadente y vulgar que atentaba contra el sentimiento alemán.
Para Hitler, la cultura era uno de sus mayores placeres, y siempre encontraba un momento para dedicárselo a las artes, a la ópera, a una obra de teatro o a una exposición. “El arte siempre será la expresión y el reflejo de los anhelos y realidades de una era”, declaró en el discurso inaugural del Reichtag en marzo. De este modo, para reactivar el “Arte alemán” Hitler formará un grupo de ideología afín en la que destacan Joseph Goebbels (ministro de Propaganda del Tercer Reich) y Alfred Rosenberg (ministro de los Territorios Ocupados del Este).
Goebbels crea en septiembre de 1033 la Cámara de la Cultura del Reich, de obligada afiliación para todos los artistas. Con la creación de esta Cámara se buscaba acomodar las distintas artes a la filosofía del partido. Los artistas aceptados para formar parte de la Cámara, recibían cuantiosas sumas de dinero para el desarrollo de su arte. En caso de ser denegado su acceso, su carrera se veía truncada viéndose obligados, en muchos casos, a abandonar el país.
Los artistas integrantes de la Cámara de Cultura del Reich desarrollaban un arte de estética nacionalsocialista con la intención de poder exhibirlo en las grandes exposiciones que, como veremos, se realizaban anualmente en Múnich.
En 1937 Hitler inaugura la Casa del Arte Alemán en Munich. Este será el primer edificio de propaganda del Tercer Reich que servirá de escaparate para ensalzar el arte nacionalsocialista. Entre 1937 y 1944 se llevaron a cabo 8 grandes exposiciones en las que no se escatimaron medios en sus celebraciones.
Pero un día después de inaugurar la primera exposición con la que se estrena el edificio de la Casa del Arte y a unos escasos 100 metros de esta en el edificio Hofgarten, elegido por su falta de luz, Hitler inaugura la exposición titulada “arte degenerado” para demostrar al público los estilos artísticos que los nacionalsocialistas repudiaban. En esta exposición podíamos encontrar obras de Vasili Kandinsky, Emil Nolde, Lyonel Feininger, Ernst Barlach y Ernst Ludwig Kirchner, Mondrian… Este arte era atribuido a los judíos y bolcheviques y representaba el caos existente antes de la llegada al poder de Hitler.
Con la exposición de arte degenerado se intentaba ridiculizar las obras de arte moderno mediante su exposición sin marcos, con carteles burlescos, amontonadas y faltas de luz.
En busca de un arte no contaminado, Hitler apuesta por el arte clásico grecorromano. El Discóbolo de Mirón fue una de sus posesiones más preciadas. Fuese este un regalo de Mussolini o una adquisición de Hitler, todavía sin dilucidar, Hitler ofrece esta obra al pueblo alemán en la segunda gran exposición de arte alemán en Munich en 1938. Para Hitler esta escultura representa el ideal de belleza alemán: cuerpo perfecto y viril. ¡No deja de ser curioso que el ideal de belleza nórdica se represente mediante una estatua de la Europa del Sur!
En la pintura, el género dominante será el paisaje y la naturaleza en general, donde también se podrán encontrar animales. El águila simboliza la victoria y el valor; el caballo, la fuerza.
La representación de la familia es una constante en el arte de la época, pero al inicio de la guerra, el hombre gana protagonismo de forma individualizada como combatiente feroz, viril y aguerrido.
Sin embargo, la mujer representaba la imagen social de madre que le diese hijos al Fuhrer. El ideal de mujer se representaba como alta, rubia y de ojos azules. Se generalizan los retratos de madre e hijo al estilo de la Virgen y el Niño. Las mujeres estériles o que trajesen al mundo niños deformes eran rechazadas.
Después de la exposición, se subastaron las obras modernas para conseguir beneficios para la adquisición de obras de maestros antiguos. Goring se había apoderado de obras de Van Gogh, Munch, Cézanne o Gauguin.
El miedo y el rechazo obligaron a muchos de estos artistas a emigrar. Un buen número de ellos continúa su obra en Estados Unidos, convirtiendo a Nueva York en el nuevo epicentro del arte. Triunfa el expresionismo abstracto como simbología del horror y la incomprensión. Los sentimientos se expresan a través de las emociones descabelladas.
Lo curioso de toda esta historia es que una vez finalizada la guerra, se actuó con el arte nacionalsocialista de igual manera que Hitler actuó con el arte de las vanguardias: se hizo desaparecer. Debate este, sobre la memoria histórica objeto de reflexión.
Las obras robadas
Obras de la talla de la Dama del armiño de Leonardo, Paisaje con el Buen Samaritano de Rembrandt, Retrato de un joven de Rafael (todavía no localizado), Santa Justa y Santa Rufina de Murillo, Retrato del Dr. Gachet de Van Gogh, Retrato de Adele Bloch-Bauer I de Klimt, el astrónomo de Vermeer… fueron sustraídas por los nazis, algunas para su venta y otras para sus colecciones.
Pero entre todas las obras robadas que destaca por el misterio que la envuelve es “la habitación de ámbar”. La cámara o habitación de ámbar fue realizada por un artesano danés y un escultor alemán en el Palacio de Charlottenburg (Berlín), para el primer rey de Prusia: Federico I allá por el siglo XVII.
El ámbar es una resina de árbol fosilizada del color de la miel que se viene utilizando desde la antigüedad en joyería e incluso como agente curativo al atribuírsele propiedades místicas o mágicas.
Pero… Volviendo a la habitación… como su nombre indica, esta habitación fue esculpida en ámbar y decorada con piedras semipreciosas sobre un fondo de pan de oro. Contaba con unas dimensiones de unos 55 metros cuadrados y su finalidad era impresionar a las visitas.
Lo que no se esperaba el pobre Federico I es que su hijo regalase esta cámara al zar Pedro I el Grande como moneda de cambio de su alianza contra Suecia. La Cámara fue trasladada a Rusia, donde se convertiría en el objeto más preciado de la residencia de los zares, quienes la engrandecieron añadiéndole otros 40 metros cuadrados más.
La estancia sobrevivió a la revolución rusa (1917) pero no así a la II Guerra Mundial, y ahí comienza el misterio…
Aunque la habitación fue empapelada como medida para ocultarla a la rapiña alemana, fue descubierta, desmantelada y transportada al castillo alemán de Köningsber, capital de Prusia Oriental. Allí, fue montada y expuesta hasta que en el verano de 1944 los aliados bombardearon la ciudad y el castillo fue destruido. Esta es la versión oficial.
No obstante, mucho se ha especulado sobre la pervivencia de esta estancia. Algunos informes parece ser que afirman que la habitación sobrevivió a la guerra y que los paneles están escondidos en un bunker perdido. También existe la teoría de su pérdida en un submarino alemán hundido por las fuerzas soviéticas… lo cierto es que este misterio que ha dado lugar a múltiples novelas, algunas de ellas de muy entretenida lectura.
Pero la Gran Rusia con motivo del 300 aniversario de San Petersburgo inauguró en el Palacio de Catalina la Grande una copia de la Cámara de ámbar. La obra tardó 25 años en realizarse por escultores y restauradores rusos y artesanos alemanes. La habitación en la que se han empleado más de 8 toneladas de ámbar es, sin duda, la habitación más cara del mundo.
La invasión de Paris… Salvar el Louvre
La invasión de Polonia en 1939 donde los alemanes se hicieron con las famosas colecciones Czartoryski, entre ellas las pinturas de la Dama del armiño de Leonardo, Paisaje con el Buen Samaritano de Rembrandt y Retrato de un joven de Rafael, pone en alerta al resto de países que van siendo invadidos a lo largo de la II Guerra Mundial.
Francia, viendo amenazadas las obras del Museo del Louvre decide, bajo la dirección del director del Museo Jacques Jaujard, distribuir las piezas de arte entre las partes más remotas de Francia.
El trabajo que se llevó a cabo para este traslado fue titánico. Los trabajadores del museo tuvieron que solicitar ayuda a grandes almacenes cercanos para trasladar cuadros de las dimensiones de la “Libertad guiando al Pueblo” de Delacroix o de la Venus de Milo. Contaron, para el traslado de las obras con los camiones utilizados para los escenarios de la Opera de Paris. La Gioconda de Da Vinci, en ese momento la pintura más famosa del mundo, después de su robo (hechos relatados en nuestro post: las aventuras de la Gioconda), fue especialmente protegida por considerar que era un bien preciado para los alemanes. Esta obra abandonó el Louvre en una ambulancia pocos días antes de la llegada de los alemanes. Su devenir itinerante la llevó a abadías, castillos, museos rurales…hasta su regreso al Louvre tras la finalización de la contienda.
Así, cuando los alemanes entran en París, el Louvre había dispersado la mayor parte de sus obras, aunque permaneció abierto con exhibiciones menores. Esto no impidió que alguna obra de las que allí quedaban fuera expoliada como la Inmaculada Concepción de Murillo que fue enviada a España como regalo para el dictador Francisco Franco, por eso de si se unía a la causa.
Los Monuments Mens y la preservación y recuperación del arte
Bajo el mandato del presidente americano Franklin D. Roosevelt en 1943 se crea la Comisión Roberts con el objetivo es el de salvar las obras de arte y preservar los bienes culturales en las zonas de guerra, sin interferir en las operaciones militares.
Nacen así los Monuments Men, un grupo de hombres y mujeres procedentes del mundo de la cultura y el arte de 13 países diferentes que, de manera voluntaria, pasarán a pertenecer al ejército aliado para proteger y recuperar las obras de arte de los territorios conquistados. Los hombres y mujeres que componen el equipo son especialistas en monumentos, bellas artes, archivos, historiadores y conservadores de arte.
Los Monuments Men no sólo restauran de forma temporal los bienes en el caso de haber sufrido daños, sino que su misión también consiste en recuperar las obras robadas para devolver a sus propietarios. Con esta última finalidad, las obras son inventariadas, fotografiadas e incluidas en un inventario.
Una vez finalizada la guerra, los hombres monumento encontraron el mayor botín de obras de artes sustraídas por Hitler en una mina de sal en la localidad de Altausse (Austria). En este lúgubre lugar se encontraron obras de Rubens, Miguel Ángel, Tintoretto, Rembrandt, Vermeer, Leonardo da Vinci, entre otras. Agazapadas en la oscuridad de la mina se hallaron más de 6.500 pinturas, 137 esculturas y miles de dibujos y acuarelas así como grabados, tapices y libros.
Años después de finalizada la guerra muchos propietarios siguen batallando para recuperar sus obras de arte. La más conocida de estas batallas, y que ha sido llevada al cine, es la emprendida por la sobrina de Adele Bloch-Bauer contra el gobierno austríaco por la recuperación de varias pinturas de Klimt.
Todavía en la actualidad muchas de las obras robadas durante la contienda no han sido recuperadas. Muchas de ellas, posiblemente, en manos de los descendientes nazis, como fue el caso de las encontradas en el apartamento de Cornelius Gurlitt, hijo del marchante de arte más importante deL Tercer Reich o bien en las casas de compradores sin escrúpulos que o callan la procedencia o ignoran la misma amparándose en la recurrida frase “ojos que no ven…”.
Conclusiones
La obsesión por el arte de Hitler derivada, posiblemente, de su frustración como artista, le llevó a destruir aquellas obras de arte contemporáneo que consideró como “arte degenerado”, siendo perseguidos su artífices por tarados y criminales. Así se privó a la humanidad de obras de pintores como Chagall o Kandinsky….
A esta agresión al arte se añade la rapiña y el saqueo de las obras maestras expoliadas en los países conquistado, muchas veces con el único objetivo económico mediante por encima del artístico.
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Referencias
“Tras la pista del expolio nazi. De Andrea Rizzi”. El País, 29.10.2006
“El Tesoro robado”. XL Semanal, 24.07.2011
“Los caprichos de Hitler: Arte nacionalsocialista vs arte degenerado. Saqueo y coleccionismo”. Ayarit Guanche Castellano. Universidad de La Laguna.
“La Cámara de ámbar, la lujosa habitación que los nazis robaron a los rusos”. De Gargantilla, P. ABC, 16.04.2018
“El arte y Hitler. Ocio o frustración”. Diario de Sevilla