Todas las mitologías despiertan gran interés. Y en el caso de la mitología gallega, está tan plagada de seres y personajes mágicos que para llegar a conocerlos harían falta ríos y ríos de tinta, y mucho tiempo.
Por eso vamos por partes, y hoy con este post vamos a profundizar algo sobre la tan conocida “Leyenda de la Santa Compaña”.
A pesar de que se la conoce como Santa Compaña, se considera errónea, y que la denominación correcta es simplemente Compaña, pues de santa no tiene nada, tal y como afirman los escritores Antonio Reigosa, José Miranda y Juan R. Cuba. Solo se la llamaría “santa” como acto apotropaico de defensa supersticiosa y en realidad se trataría de una leyenda pagana antigua que luego fue superficialmente cristianizada.
La Santa Compaña es uno de los misterios que se esconden en los caminos de las tierras gallegas, un misterio que ha venido aterrando, durante siglos, a los habitantes y, sobre todo, caminantes, durante la noche. Se trata de una leyenda misteriosa, casi tanto como los bosques y húmedas vegas en que se manifiesta.
Se trata de una creencia o superstición similar a la que hay en otras tradiciones peninsulares e incluso europeas, y su presencia en Galicia no siempre se manifiesta con las mismas características. Y tiene como punto principal una fuerte conexión con la muerte y el mundo de los espíritus.
Vayamos por partes…
¿Qué es la Santa Compaña?
Xesús Rodríguez López, en su libro “Supersticiones de Galicia”, la define de la siguiente manera:
“La compaña es la reunión de almas del Purgatorio para un fin determinado. A las doce de la noche se levantan los difuntos, salen en procesión por la puerta principal, una persona viva va delante con la cruz y el caldero de agua bendita, y no puede, bajo ningún pretexto, volver la cabeza. Cada difunto lleva una luz que no se ve, pero se percibe claramente el olor de la cera que arde. La comitiva tampoco se ve, pero se percibe el airecillo que produce su paso. El desgraciado director solo puede dispensarse de tan tétrico cometido encontrando a otra persona y entregándole la cruz y el caldero, antes de que haga un círculo en la tierra, con lo cual queda libre de dirigir la compaña”.
De manera simplificada, podríamos decir que la Santa Compaña es una procesión de muertos, o almas en pena, que aparecen por la noche y recorren, errantes, los caminos gallegos con alguno de estos objetivos:
- visitar aquellas casas en las que próximamente se va a producir el fallecimiento de alguno de sus vecinos.
- para reclamar el alma de alguien que haya cometido algún delito grave, al que obligarán a encabezar la procesión, y anunciándole que morirá en el plazo máximo de un año, si no repara el daño cometido.
- en otros casos su presencia puede ser premonitoria de la aparición de alguna maldición o de terribles acontecimientos.
- cumplir una pena impuesta por alguna autoridad demás allá.
- podrían ser almas que dejaron asuntos pendientes en vida, o que no pudieron cumplir alguna promesa.
Para algunos, la aparición de los espíritus supone una advertencia para los familiares del muerto. Esta advertencia implicaría el recuerdo de una posible falta o cuenta por saldar por parte del fallecido. En este caso, los parientes vivos tendría las obligación de restituir la deuda, devolver la pertenencia física debida de la que el muerto se hubiese apropiado, y en su caso, haciendo misas para lavar la culpa.
En algunos casos, el muerto llega a pedir al vivo que lo perdone, y una vez acordado este, cesan sus apariciones.
La Compaña puede aparecer cualquier noche, pero lo hace preferentemente en la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, aunque también es habitual en la noche de San Juan.
Aunque según algunas versiones, la Compaña también hace algunas salidas diurnas. J. Cuveiro Piñol, en su Diccionario Gallego (1876) escribe: “En unas versiones se cuenta que la luctuosa procesión transporta un ataúd en el cual hay una persona dentro, la cual puede ser incluso la persona que sufre la aparición siendo su cuerpo astral el que está en el ataúd”.
¿Cómo es la Santa Compaña?
Según los que desgraciadamente la han visto, la Compaña lleva al frente, haciendo de guía a un vivo, que puede ser un hombre o una mujer (dependiendo de si el patrón de la parroquia es un santo o una santa), vivo (pecador o desgraciado), quien, si no desea tener un trágico final, debe llevar una cruz y un recipiente con agua bendita. Una condición indispensable es que nunca debe volver la cara para ver a los componentes de la Compaña.
El mortal que porta la cruz y va a la cabeza de la Compaña, vagará una y otra vez cada noche, sin recordar al día siguiente su procesión por la parroquia, y así progresivamente, mientras que su estado des alud se va deteriorando, manifestando una extremada delgadez y palidez, hasta su fallecimiento, salvo que sea capaz de pasar su carga a otra u otra incauta, y obtener así su relevo.
Los componentes de la Compaña van a continuación, con túnicas blancas (en algunas zonas se pueden presentar con ropajes negros) cubriendo sus cabezas espectrales con capuchas, van descalzos, caminan formando una o dos filas y portan en sus manos unos cirios invisibles encendidos, de los que solo se ve la luz. Van rezando, casi siempre un rosario, realizando cánticos fúnebres y agitando una pequeña campanilla. También hay un miembro de la compañía que es cojo, que siempre irá al final de la misma.
En ocasiones también pueden estar acompañados de un animal (generalmente una cabra.
A su paso, cesan previamente todos los ruidos de los animales en el bosque. Si los perros comienzan a aullar excesivamente y los gatos huyen rápidamente, es posible que la Santa Compaña esté cerca.
Al frente de esta compañía fantasmal se encuentra un espectro mayor llamado “Estadea”.
Se dice que van exclamando “andad de día que la noche es mía”.
Los difuntos que componen la Compaña se hallan en el purgatorio y la única forma de salvarles es ofrendar misas por sus almas.
Cambiar los marcos, esto es los linderos de las fincas para robar un palmo de tierra al vecino, era también motivo más que suficiente para acabar penando en a Santa Compaña.
En Asados (Rianxo, A Coruña) se cree que la Santa Compaña se presente a los pies de la cama de las personas que van a morir. Por eso no es aconsejable colocarse a los pies de la cama de un moribundo.
La Compaña también puede venir a recoger el último aliento de los moribundos, cosa que también ocurre en Bretaña, denominándose Anku, quien, envuelto en un sudario, recorre sobre un carro los caminos de la Bretaña.
Muchos de los que la han podido ver, explicaron que La Santa Compaña produce a su paso una densa niebla, viento frío y un intenso aroma a cera. Las ánimas no suelen ser vistas con claridad pero se nota el aire que se mueve con sus andares. Cuando la noche acaba la procesión también.
Aunque se dice que no todos los mortales tienen la facultad de ver con los ojos a “La Compaña”. Elisardo Becoña Iglesias, en su obra “La Santa Compaña, El Urco y Los Muertos” explica que según la tradición, tan sólo ciertos “dotados” poseen la facultad de verla: los niños a los que el sacerdote, por error, bautiza usando el óleo de los difuntos, poseerán, ya de adultos, la facultad de ver la aparición. Otros, no menos creyentes en la leyenda, habrán de conformarse con sentirla, intuirla, etc.
Hay variantes en las diferentes versiones sobre la Compaña, así, por ejemplo, en algunas se cuenta que la luctuosa procesión transporta un ataúd en el cual hay una persona dentro, la cual puede ser incluso la persona que sufre la aparición siendo su cuerpo astral el que está en el ataúd.
Encontramos un relato que le contó Xosé María Ferro Formoso, de As Pontes de García Rodríguez (localidad de la provincia de A Coruña), y que recoge Reigosa en su libro “Guía de campo da Galicia Encantada”, que nos cuenta lo siguiente:
“Un día por la tarde, un hombre regresaba de la Feira das Pontes de García Rodríguez, por el camino de los arrieros, y se le hizo de noche en el lugar de Freixo.
Fue entonces cuando vio en la oscuridad unas luces que iban hacia él, dándose cuenta inmediatamente de que se trataba de la Compaña, que enseguida llegaron a hasta él, lo cogieron y lo obligaron a acompañarlos.
Por más que se resistió, el hombre no logro evitar acompañar a los difuntos, que se acercaban al río Sor.
Entonces el paisano se acordó que llevaba una moneda en su bolsillo. Se trataba de una moneda de cobre que tenía en una de sus caras una cruz. La sacó y se la enseñó a las almas, que nada más verla, lo liberaron inmediatamente y huyeron enseguida, desapareciendo en la oscuridad de la noche”.
El origen de la leyenda de la Santa Compaña
Aunque la leyenda no tiene un origen concreto, lo cierto es que estas historias predominan sobre todo en el noroeste de España.
Como sucede con la mayoría de creencias populares transmitidas de forma oral, el origen de la leyenda de la Santa Compaña no se puede conocer con exactitud.
Los orígenes de la leyenda recuerdan algo a la famosa caza salvaje de Odín y los especialistas en mitología celta también sugieren vínculos con las procesiones bretonas de los muertos.
Por otro lado, para los celtas el Samhain significaba celebrar el fin de las cosechas, la transición al año nuevo y también la apertura al otro mundo. Los sacerdotes celtas, o druidas, realizaban ofrendas con alimentos a la divinidad Lug (Lugh o Lugus) en los bosques sagrados abriéndose un portal de comunicación con el “más allá”, por lo que durante el Samhain los espíritus de los muertos caminaban entre los vivos. Así, muchos consideran que la leyenda de la Santa Compaña en Galicia y la Güestia en Asturias, tienen su origen en esta creencia celta.
Como tantas otras creencias y costumbres paganas, la llegada de la religión cristiana modificaría algunos aspectos dando lugar a la actual leyenda de la Santa Compaña.
La mezcla de creencias locales con historias traídas a estas tierras por invasores e inmigrantes creó leyendas y tradiciones únicas. Algunos elementos de la Santa Compaña parecen estar relacionados con el bretón Ankou y las historias irlandesas sobre Banshees.
Tres símbolos principales relacionados con los rituales de la muerte aparecen siempre en las historias: una cruz, una vela y agua bendita.
A partir del siglo IV de nuestra era, cuando el cristianismo penetró con fuerza en el continente, las antiguas deidades paganas fueron cristianizadas, generalmente relacionándolas con entidades maléficas, a fin de que el pueblo dejara de adorarlas. Así, Wotan y Odín se transforman en el mismísimo Satán, quien dirigía las almas de los condenados hacia las moradas del infierno.
En el año 1091, el historiador Orderico Vital alude en una de sus obras a un sacerdote francés que decía haber observado una noche, en medio del monte, a un ejército de hombres y mujeres comandado por el Diablo. El sacerdote se acercó, reconociendo a algunos de ellos, pues habían fallecido recientemente. Éstos incluso transmitieron al cura algunos mensajes para sus familiares.
En el siglo XIII se extiende la concepción del purgatorio, por tanto la procesión demoníaca se convierte en el deambular de las almas de los muertos que deben pasar un tiempo en el purgatorio, pero antes vagan durante cierto periodo por la zona en la que vivieron. Por eso, en ocasiones los ven familiares y vecinos.
Otros creen que puede ser heredera de un mito muy antiguo, el conocido como la “Cacería salvaje” o “Mesnie Hellequin”, una tradición del folclore germano, durante la Edad Media en Europa, y que habla de personas fallecidas o almas con ropajes de caza, que iban a lomos de caballos, acompañados por perros rastreadores, en una persecución fantasmagórica, comandados por una figura mitológica. A través de varios escritos del siglo XI y XII, la aparición de estos seres tenía un claro significado: su presencia conllevaba todo tipo de tragedias.
La leyenda de la Cacería Salvaje llegaría hasta Galicia gracias a los peregrinos del Camino de Santiago, una de las mayores rutas europeas para la transmisión cultural. Al llegar aquí, el mito alemán se mezclaría con los cultos celtas, dando lugar así a lo que hoy conocemos como Santa Compaña.
Por supuesto, con el paso de los siglos, tal y como decíamos en párrafos anteriores, la Iglesia católica trataría de cristianizar este relato, como hizo a lo largo de toda Europa con las tradiciones paganas. La Iglesia, sin embargo, no prohibiría la historia, sino que la usaría a su favor, argumentando que los espíritus regresaban de entre los muertos con el objetivo de castigar a aquellos que hubieran pecado. Es por esto por lo que hoy solemos relacionar la Santa Compaña con todo el imaginario cristiano: la cruz, los cirios, el caldero de agua bendita…
¿Cómo protegerse de la Santa Compaña?
Si alguno de los atentos lectores de este Blog, se encuentra alguna noche caminando por los caminos de Galicia, y de repente escucha el tintineo de una campanilla, y que se alza un viento frio, o captar el olor de la cera de las velas, lo mejor será empezar a correr lo más rápido que pueda. En caso de no ser posible, según la tradición y la sabiduría popular, hay varias maneras de intentar librarse de la Compaña.
- Si vemos a la Santa Compaña desde lejos, bastará con apartarse del camino y evitar mirarla directamente, la compaña seguirá de largo ya que no pueden abandonar el camino. Si interactúas con ella, puedes morir.
- Si no puede ser y te alcanzan, hay que evitar en primer lugar entrar en contacto con el guía, a riesgo de sustituirlo. Cuando el portador de la cruz se la ofrezca, diciendo “Te toca a ti” o “toma tú”, la única manera de librarse es responder “Cruz tengo”. Tampoco se debe coger una vela que pueda ser ofrecido por alguna de las almas errantes.
- Subirse al peldaño de un cruceiro.
- Abrir los brazos en cruz y pronunciar Jesucristo cuando le vayan a dar la cruz.
- Llevar encima objetos sagrados como una cruz, y esgrimirla en ese momento, o agua bendita.
- Hacer un círculo con la estrella de David, o Sello de Salomón, y preferentemente con la cruz dela Iglesia, y rezar en alto, sin escuchar los cánticos de la Santa Compaña.
- Dibujar, con tiza o sal, un círculo en el suelo y meterse dentro mientras la Santa Compaña pasa
- Tumbarse en el suelo bocabajo y hacerse el muerto. De esta manera la Compaña al no percibe la presencia del mortal, pero pasará por encima de su cuerpo, provocando, como es lógico, magulladuras y dolor.
- Llevar en el bolsillo algún amuleto, como un ciervo volante, o los cuernos de un escarabajo y una ristra de ajos.
- Llevar encima una piedra, o un palo en las manos, pues al estar ocupadas dificultan que los muertos puedan darle una de las velas.
- Parece ser que también podría resultar útil el hecho de comer algo, una castaña, un caramelo, lo que sea. Esta creencia se basa en el hecho de que si las almas ofrecen comida al que los ve, esta invitación no puede rechazarse, pero si se comen de lo ofrecido, el pan de los muertos, te puedes ver obligado a quedarte con ellos.
- En algunos pueblos se dice que hacer la figa (o higa) con las manos ahuyenta a la Santa Compaña.
- En Abavides, Ourense, la Santa Compaña es llamada “As da Noite” y dentro del círculo protector debe trazarse una cruz. Al colocarse dentro deben cruzarse los brazos al pecho.
La Santa Compaña en otras latitudes
La Santa Compaña es también conocida en Galicia y Asturias occidental como a compañía, a compañía das ánimas, a procesión das ánimas, ensamio, estadea, estandaiña, estandinha, estantigua, estantiga, hoste, hueste, antaruxada, huestia, hostilla, rolda, ronda, a visión, as divisas, o enterro, as da noite, o home do oso, a facha, as luces, as xans, pantalla, a pastoriña, a semuldanza, visita, y con otras denominaciones más.
En tierras peninsulares, historias parecidas a la Santa Compaña gallega se encuentran en algunas zonas de Asturias, Cantabria, León, Salamanca, Zamora, Extremadura, e incluso en el norte de Portugal.
En Asturias, la leyenda de la Santa Compaña se conoce como la leyenda de “la Güestia” o “Huestia”, o bona xente, donde la procesión de difuntos porta campanillas para anunciar su aparición. Es un grupo de personas encapuchadas que se acercan a la casa de un enfermo moribundo, dan tres vueltas a la casa y entonces el enfermo muere. Normalmente son conocidos del moribundo.
Por otra parte, se tiene que, en la comunidad de Extremadura, la historia trata sobre el ”Corteju de Genti de Muerti” (el cortejo de la gente de muerte), que cuenta que dos jinetes tenebrosos rondan por los pueblos de madrugada y la persona que los vea, muere instantáneamente. Estos fantasmas causan terror entre los habitantes de Extremadura, especialmente en la zona de Las Hurdes.
La cultura popular leonesa le da nombres como “Güeste”, “Huéspeda” de ánimas o la buena gente.
En la provincia de Zamora, esta leyenda es conocida como la “Estadea”, y trata sobre una mujer que camina por las calles y cementerios. Esta dama no tiene rostro y tiene olor a la humedad de las tumbas. Se dice que solo pueden verla, las personas que van a morir próximamente.
En Castilla (en realidad, en la zona central del antiguo Reino de Castilla, es decir, Soria, Salamanca, Palencia, Valladolid, Segovia y Burgos), al igual que en Portugal, se le llama “Estantigua” o “Hueste antigua”, y es citada por el clérigo Gonzalo de Berceo en el vigesimoquinto y último de sus Milagros de Nuestra Señora
Incluso, sin mencionarla expresamente, Miguel de Cervantes parece evocarla en el episodio del cuerpo muerto (Quijote, I, 19). Un bachiller y once frailes acompañan de noche el ataúd de un fallecido desde Baeza a Segovia llevando hachas (cirios grandes), y son confundidos con fantasmas por los protagonistas.
Encontramos la versión de la Compaña también en los lindes con Huelva, sobre todo en Ayamonte, Villablanca y toda la ribera del Guadiana, también en otras zonas de Castilla, bajo la denominación de Estantigua.
En la ciudad de Ayamonte la tradición habla de una procesión de almas en pena, que vagan por las calles una madrugada al mes. La procesión va precedida de una llamante que es el único que es visible para el resto de personas, y alerta con su vestimenta, sus rezos y portando un inciensario al resto de mortales de que la santa compaña se acerca. Ésta va formada por una serie de almas en pena, algunas de las cuales cumplen algún tipo de penitencia por sus pecados. Esta procesión de almas no es visible pero si se oyen sus lamentos y se huele sus velas y cirios. Cuando alguien desaparecía en la zona de Ayamonte, se decía que se lo había llevado la Santa Compaña. De esta se podía salir solo si se había cumplido la pena o “engañando” a algún pecador; si un alma en pena encontraba a un pecador durante la procesión, se le hacía visible y podía convencerlo de que le sostuviera la vela o el cirio, si conseguida convencerlo este ocupaba su lugar y el alma en pena quedaba libre. La única forma de librarse era o no salir, o si estabas en la calle entrar en lugar santo, iglesia, cementerio o convento.
Y más allá de las fronteras españolas, encontramos también mitos similares, como por ejemplo:
En Irlanda se habla del “Fairy Host”, la hueste de los espíritus, que estaría formada por seres que se comportan como seres humanos mientras se encuentran entre ellos. Parece claro su origen céltico, y aparece recogido en uno de los más arcaicos cuentos orales céltico-ingleses: “Te adventur of Nera”.
En Escocia el “Sluagh”, las huestes de los no muertos. Leyenda muy conectada a la del Fairy Host irlandesa. Las sluagh son ánimas de los muertos no–perdonados del folklore gaélico–escocés que aparecen desde cualquier dirección, pero nunca desde el Este, y generalmente vuelan o se deslizan casi a ras de tierra en forma de media luna, como una banda de pájaros. Se dice que pueden agarrar a una persona y llevársela consigo, trasladándola por el aire a largas distancias, de una isla a otra. Aunque a veces se han descrito algunas acciones benévolas que han realizado a favor de los mortales, en general no traen al hombre más que funestas predicciones y consecuencias. Suelen ser vistos más a menudo tras el crepúsculo, durante la noche, cuando aparecen rodeados de brillantes luces. Aparecen siempre en compañía, en forma de banda, y los que se atreven a mirarlos desde un lugar oculto pueden creer reconocer entre ellos a algún o algunos vecinos de la misma aldea. En general no son vistos por todos los habitantes de la aldea o lugar, sino sólo por aquéllos que poseen “the second sight” (una especie de extra–visión). Lo que esos videntes ven a veces es simplemente el preludio del funeral de un vecino.
En País de Gales encontramos el “Toili”, o funera espectral de Gales, formado por figuras fantasmagóricas o espíritus de almas mortales que se presentan en forma portentosa. En los archivos del Museo Nacional de Gales han sido y siguen siendo recogidos numerosos testimonios de personas que aseguran haber visto al toili.
Conclusiones
Existe en Galicia la creencia muy generalizada de que la muerte no es sino el simple tránsito del mundo de los vivos al mundo de los muertos, y de que unos y otros mantienen una frecuente relación de ayuda mutua: los muertos ayudando a los vivos en sus dificultades en la vida, y los vivos ayudando a los muertos en su difícil tránsito por el más allá.
Como vemos, esta leyenda está repleta de simbología cristina. Sin embargo, su origen no tiene ninguna relación con el cristianismo, si bien luego la leyenda, como gran parte de las nacidas en Europa, terminaría cristianizándose.
La Santa Compaña es una leyenda de la mitología gallega que describe una procesión de almas en pena que anuncian la muerte de alguien en el pueblo. Se cree que su origen se remonta a la época celta y ha sido transmitida a través de la tradición oral.
Durante siglos, y aún a día de hoy, la Santa Compaña se ha convertido en una de las leyendas más extendidas de Galicia, con estrecha relación con el Camino de Santiago. Avivando terrores de niños y por supuesto de caminantes y pastores durante la noche, la también conocida como Procesión de Ánimas se debate entre el mito y la realidad.
Aunque la creencia en la Santa Compaña ha disminuido con el paso del tiempo, sigue siendo una parte importante de la cultura gallega. La leyenda ha sido objeto de numerosas representaciones en el arte y la literatura, y se ha convertido en un símbolo de la identidad gallega. También se han organizado eventos y festivales para mantener viva la tradición y preservar la historia de la Santa Compaña.
Además, la Santa Compaña ha sido objeto de estudio e investigación por parte de antropólogos y folcloristas, que buscan comprender su origen y significado dentro de la cultura gallega. Estos estudios han revelado la importancia de la tradición oral en la transmisión de la leyenda y han arrojado luz sobre las posibles explicaciones psicológicas y sociológicas detrás de la creencia en la Santa Compaña.
De todas formas, por si acaso, permanece el viejo adagio gallego que tan bien observan los hijos de este país:
Entre las nueve y las diez
Deja la noche para quién es
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Referencias
Leyendas, mitos y creencias en Galicia. De Mariño Ferrero, X.R.
La Santa Compaña, el Urco y los muertos. De Becoña Iglesias, E.
Diccionario dos seres míticos galegos. Cuba, X.R., Reigosa, A. y Miranda, X.
Mitoloxía de Galiza. Lendas, tradición, maxias, santos e milagres. De Vaqueiro, V.
Mitología gallega. De Álvarez Peña, A.
http://elojocritico.info/yo-vi-a-la-santa-compana-testimonios-modernos-de-un-mito-ancestral/
https://vigo.nueva-acropolis.es/vigo-articulos/26242-galicia-magica–la-santa-compana
Imágenes
https://mitosleyendascriaturas.blogspot.com/2015/07/la-genti-di-muerti.html
http://lashojasdelbosque.blogspot.com/2015/10/los-antecedentes-de-la-santa-compana.html
https://raylossuenosprohibidos.blogspot.com/2015/02/la-leyenda-de-la-santa-compana.html
http://brujeriadelcerco.blogspot.com/2013/12/la-misteriosa-santa-compana.html
http://gwen-crea.blogspot.com/2016/01/ankou.html