La Catedral de Ourense, conocida como la basílica de San Martín (o san Martiño), es, tras la Catedral de Santiago, la construcción medieval más relevante de toda Galicia. En todo caso se trata de una joya arquitectónica y artística, un templo tardorrománico con claras influencias cistercienses.
La Catedral Basílica de Ourense es sin duda uno de los ejes monumentales de la ciudad: el elemento que articula el Centro Histórico y al rededor del cual fue desarrollándose la almendra medieval.
Historia de la Catedral de Ourense
Donde se encuentra la Catedral de Ourense, debieron existir con anterioridad otras construcciones religiosas, pues ha llegado hasta nosotros una leyenda, según la cual el rey suevo Carriarico edificó un templo en el siglo VI, en agradecimiento a un milagro de San Martín de Tours que libró a su hijo de la lepra. Esta construcción sería destruida por los musulmanes en los siglos posteriores.
Pasados los siglos, el nuevo templo vería la luz en la segunda mitad del siglo XII. Concretamente las obras empezarían en torno al año 1160 para concluir a principios del siglo XIII.
Y el templo, tal y como lo contemplamos hoy en día, es el resultado de sucesivas construcciones y modificaciones, a lo largo de más de ocho siglos, dotándolo de un carácter ecléctico por convivir varios estilos en su conformación actual, así encontramos partes de estilo románico, gótico, renacentista, barroco y neoclásico. Esto ha dado como resultado un conjunto imponente y armonioso que maravilla a todos sus visitantes.
En todo caso, parece ser que el edificio original se habría construido en tres fases, coincidentes con la presencia de tres obispos distintos:
- Con el obispo don Pedro Seguín (1157-1169) se iniciaron las obras, empezando por la cabecera con los tres ábsides escalonados, y los dos laterales que sería lo primero en ser construido.
- Bajo el obispo don Alfonso (1174-1212) se continuó con la construcción del transepto, las dos portadas laterales y los dos primeros tramos de la nave central. Además se finalizaría completamente la cabecera, pues su altar mayor se consagró en el año 1188.
- Con el obispo don Lorenzo (1216-1248) se acomete la finalización de los tramos de los pies de la iglesia y la erección del Pórtico del Paraíso.
Con posterioridad, ya en el siglo XV, se añade el cimborrio gótico, y en el siglo siguiente se modifica la fachada occidental que cubría el Pórtico del Paraíso.
Declarada Basílica Menor en 1867, la Catedral de Orense ostenta además la protección como Bien de Interés Cultural.
Fue declarada monumento nacional el 3 de junio de 1931 y tiene honores de Basílica desde el año 1887.
Descripción de la Catedral de Ourense
El proyecto original sería una monumental iglesia, con 84 metros de largo y tres naves, con un transepto muy largo y acusado en planta, con una cabecera de tres ábsides escalonados de planta semicircular. En cada brazo del transepto habría un absidiolo y se abren dos monumentales portadas. El crucero original no tendría linterna o cimborrio. El remate final sería la puerta occidental conocida como Pórtico del Paraíso.
Esta catedral pertenece a un estilo románico tardío, influido por el mundo cisterciense en algunos aspectos de la estructura arquitectónica y la escuela mateana compostelana en lo relativo a lo escultórico (especialmente la decoración repleta de imágenes ya bastante naturalistas en las portadas).
Veamos con detalle las diferentes partes de la Catedral de Ourense:
La cabecera tenía una terna de ábsides escalonados, aunque han desparecidos los laterales al haberse construido la girola en el siglo XVII. Por otro lado, este deambulatorio apenas permite ver el ábside central que tiene arquillos sobre ménsulas en la cornisa, lo que influyó en otras iglesias gallegas y zamoranas.
El ábside principal tenía al exterior cuatro columnas y cinco ventanales.
Al interior, existe un tramo recto presbiterial con bóveda de medio cañón y el hemiciclo con columnas adosadas a los muros que recogen los nervios de refuerzo de la bóveda de cuarto de esfera, que, a su vez, se unen en la clave superior.
En cuanto a las naves y transepto, el conjunto de las naves es muy armonioso gracias a su homogeneidad. Dispones de tres naves que se abovedan con sencilla crucería rematada por discos y florones en las claves. Los nervios de estas bóvedas caen sobre los correspondientes pilares de sección de cruz cuadrada con columnas en las cuatro caras externas.
Hay que decir que probablemente las bóvedas de crucería no estaban pensadas en plan inicial, puesto que hubo que añadir a los lados de los capiteles de las columnas situadas entre los arcos fajones, parejas de ménsulas para recoger los arcos cruceros. Tal solución no es exclusiva de Orense, sino que la vemos, por ejemplo, en la abulense basílica de San Vicente de Ávila.
En lo que respecta a las columnas y capiteles, muchos de los capiteles superiores del interior de la catedral son vegetales pero hay otros historiados donde cobran especial protagonismo animales del bestiario imaginario como las arpías.
Por encima del nivel de los arcos formeros, existe un claristorio o piso de vanos de luces que permiten la iluminación directa, debido a la mayor altura de la nave central con respecto a las colaterales.
Desde fuera se pueden ver los ventanales de iluminación de la nave central.
En cuanto al transepto, se trata de una larga nave abovedada con medio cañón que disponía de una absidiola en cada brazo, hoy ocupadas por la Capilla del Santo Cristo y la sacristía.
El cimborrio no se contemplaba en el proyecto inicial, puesto que la cubrición era con una bóveda nervada a la altura de la nave principal y del transepto. Sin embargo, a fines del siglo XV se suprimió este abovedamiento y se erigió un cimborrio tardogótico de espigada altura, con siluetas que conforman los nervios de su bóveda estrellada y, dos pisos de vanos calados con tracerías, que confieren gran luminosidad a esta área del templo catedralicio.
La funcionalidad del cimborrio no es otra que custodiar a su ochavado alrededor doce grandes ventanales por los cuales pueda penetrar la luz solar para iluminar el crucero desde sus 28 metros de altura, ya que los gruesos muros de fábrica románica impiden que los escasos vanos que en ellos tienen lugar iluminen suficientemente el interior del templo. En la balconada que queda en su interior, se sitúan las imágenes de los Doce Apóstoles, uno por cada ventanal.
Las capillas adosadas están dedicadas a la Conversión de san Pablo, a santa Isabel, a la Inmaculada, a la Resurrección y a la Asunción.
La girola pretende, como es habitual en las catedrales medievales, facilitar el tránsito de peregrinos durante la veneración e las reliquias. En el caso de la Catedral de Ourense, la construcción de la girola conllevó la modificación del triple ábside originario de la cabecera, necesaria para la yuxtaposición de este espacio. Su objetivo fue dotar de mayor espacio a la cabecera del templo para la ubicación de capillas a lo largo del siglo XVII y ventanales en la parte superior para iluminar el deambulatorio.
Hay que resaltar que la mayoría de las imágenes de Santiago que se veneran en la catedral, lo representan en actitud y actividad de peregrino y no de defensor de la fe.
En la Capilla de San Juan, curiosamente, hallamos un pozo de agua.
La Capilla Mayor tiene un magnífico retablo, obra del maestro Cornelis de Holanda, y data del siglo XVI. A su derecha se puede ver un sepulcro gótico anónimo, uno de los muchos sepulcros monumentales que alberga el templo.
A los pies se conserva parte de la sillería del antiguo coro catedralicio, de delicada factura, finamente labrada. En el entorno destaca el sepulcro gótico de esta catedral atribuido al obispo Núñez de Novoa, con la representación de los funerales y de la Virgen María como dispensadora de todas las gracias celestiales.
La Capilla del Santo Cristo guarda un Cristo barroco de gran verismo, y sobre el que se cuenta una leyenda: cuenta la leyenda que el Santo Cristo de Ourense fue encontrado, allá por el siglo XIV, por unos marineros en Fisterra. Sea o no verdad, lo cierto es que el tremendo verismo de esta figura gótica, en la que pelo y barba son naturales, ha ido forjando una continuada y popular devoción que acabó valiéndole la construcción de una lujosa capilla en la Catedral. En ella se destacan con gran dramatismo los detalles de violencia como moratones y heridas del cuerpo de Cristo. Es un Cristo con tres clavos que aparece con corona de espinas, largas melenas y barba negra en las que se emplearon elementos naturales. Anteriormente tuvo los brazos articulados ya que se introducía en una urna durante los actos del Viernes Santo y se realizaba una ceremonia parateatral en diversas iglesias.
Después fueron modificados los enlaces entre los hombros y los brazos para fijarlos, quedando un aspecto de miembros desconyuntados. La talla da sensación de blandura de sus carnes debido a la cubrición con pergamino y telas de lino encoladas y pintadas lo cual ha dado una tradición de que se trata de una momia embalsamada y crucificada.
Encontramos también la imagen de la Dolorosa, una talla realizada hacia 1700 y que se atribuye al maestro Pedro de Ávila. La talla consiste en una imagen en madera policromada de medio cuerpo y bulto redondo. La Virgen se caracteriza por mostrar un rostro lleno de angustia y dolor en el cual destacan la boca entreabierta de labios finos que deja ver los dientes y la punta de la lengua, los ojos almendrados enmarcados por la hinchazón de los párpados inferiores, el pronunciado arqueamiento de las cejas y una nariz amplia con tabique ancho y aplastado. La figura tiene ambos brazos doblados con las manos juntas y los dedos entrelazados en actitud suplicante, todo ello acentuado por el hecho de tener la Virgen la vista dirigida al cielo. Los brazos se hallan dispuestos hacia el lado derecho del espectador mientras que el rostro se inclina a la izquierda mediante una fuerte torsión en el cuello, lo que crea sensación de gran movimiento a la vez que dota de cierta diagonalidad al conjunto.
Además, en la Capilla del Santo Cristo encontramos una reja renacentista, de recargado estilo barroco. También un baldaquino, obra de Domingo de Andrade, el mismo autor que el de la Catedral de Santiago de Compostela. En los retablos hallamos la Virgen Blanca en alabastro y el San Mauro.
La sillería del coro es del siglo XVI, y en la parte superior hay pinturas del siglo XVIII que representan escenas de la vida de Cristo y alguna otra más reciente, como la de la cena de Emaús.
Desde el exterior llaman la atención las puertas del transepto, con sus portadas románicas, que en número de tres engalanan sus muros.
Dos de ellas son muy similares y se abrieron en los respectivos hastiales sur y norte del transepto en la segunda de las etapas mencionadas, aunque la norte sufrió las consecuencias del combate de 1471 y hubo de ser recompuesta en la parte superior.
Disponen de tres arquivoltas muy decoradas más la inferior angrelada. Tanto las columnas de apoyo, los capiteles, las mochetas y las arquivoltas están repletas de esculturas muy bien talladas y con una clara relación con la escuela compostelana del Maestro Mateo. Ello se aprecia en la belleza formal que se busca deliberadamente, así como la pérdida del hieratismo simbólico del románico en beneficio del bello naturalismo que se anuncia en el gótico.
La portada norte, originalmente románica, tiene añadidos góticos de diversa procedencia, de modo que en el tímpano, bajo la cruz, la Virgen sostiene el cuerpo de Cristo descendido. A la izquierda de la escena está el milagro de San Martín partiendo su capa, y a la derecha el apóstol Santiago peregrino.
Por la fachada Norte irrumpió y asaltó el templo el belicoso don Alfonso de Pimentel, condestable de Benavente, en uno de los episodios guerreros habidos contra el conde de Lemos, en 1471 en sus disputas nobiliarias. En señal de arrepentimiento y propósito de enmienda por haber arrasado esta parte de la catedral-fortaleza, el obispo le impuso como penitencia la restauración de la misma.
Como curiosidades, decir que si nos fijamos bien, los autores de esta puerta han dejado una broma para la posteridad. Hay que buscar un personaje que nos da la espalda. Si bajamos la vista verticalmente desde el personaje hasta el suelo veremos un pequeño hueco que curiosamente se mantiene con agua casi todo el año…
La portada oeste, conocida como el Pórtico del Paraíso, es la más espectacular y llamativa de las entradas a la seo orensana, gracias a sus más que respetables dimensiones y su enorme colección de estatuas pétreas. Se trata de uno de los conjuntos monumentales más destacados del edificio, tanto por sus dimensiones, como por la calidad de la imaginería, que en gran parte, conserva la policromía del siglo XVIII, cuyos colores han vuelto a ver la luz debido a una reciente restauración, dado que el paso del tiempo y la humedad los había desvaído en gran parte.
El terreno sobre el que se construyó la catedral tiene un desnivel de varios metros hacia el oeste, lo que sin duda dificultó su construcción en la zona de sus pies al obligar a crear un amplio basamento consistente en contrafuertes unidos por arcos de medio punto y macizados, aunque algunos de ellos se realizaron con bóvedas de cañón que albergan locales comerciales. La voluminosa solución delimitó las calles de su entorno.
Recordemos que los pórticos en las catedrales medievales eran, además de antesalas de las iglesias, espacios que servían para usos funerarios, asamblearios, e incluso lugares en donde se impartía justicia. Son lugares en donde la iconografía conforma uno de los elementos fundamentales, aunque hay que tener presente que el Pórtico del Paraíso no era un lugar de acceso al templo.
Tanto sus formas como su disposición muestran la influencia que el taller del maestro Mateo del Pórtico de la Gloria llegó a tener en toda Galicia. Lo paradójico es que siendo varias décadas “más moderna” que la compostelana su escultura se muestra bastante más románica, como se comprueba en la geometrización de los cuerpos y la rigidez de los rasgos y gestos.
El Pórtico del Paraíso se encuentra protegido por medio de un nártex cerrado por medio de tres arcos de medio punto peraltados. Los arcos de medio punto que permiten el acceso son obra de Rodrigo Gil de Hontañón, y pertenecen a una reforma del siglo XVI, originalmente la altura de los vanos de acceso era superior.
En su ejecución pudieron participar dos talleres, uno primero, que quizás trabajó antes de 1230, y que realizaría la parte baja del Pórtico, incluyendo las figuras de los apóstoles y los profetas, y otro segundo, posterior a esa fecha, con artistas formados en la catedral de Burgos, de cuya portada del Sarmental beben algunas figuras, y que ejecutaría la parte de los tres arcos, y las esculturas que hay en los mismos.
La iconografía del programa escultórico del Pórtico del Paraíso no narra escenas de los evangelios o relatos hagiográficos de un santo, no se trata de una biblia en imágenes, sino que las figuras representan a profetas y apóstoles, los testigos de la vida de Cristo. Muestra a los ancianos del Apocalipsis con sus instrumentos musicales en la arquivolta central, aunque con un repertorio más amplio que el compostelano, y sosteniendo vasijas de perfumes. Consta de tres arcos, uno para cada nave, y en ellos se representan a los apóstoles, así como a otros personajes bíblicos (Profetas). También aparecen los veinticuatro ancianos del Apocalipsis de San Juan y un conjunto de ángeles y demonios portando a bienaventurados y condenados respectivamente.
En el lado septentrional se encuentran representados, de izquierda a derecha, los profetas Oseas, Malaquías, un profeta que no se ha identificado (quizás Amós, o el patriarca José), Ezquiel, Habacuc, Jonás, Daniel, Jeremías e Isaías. Los dos primeros se encuentran en el muro lateral del nártex, mientras que los demás se encuentran en el machón lateral.
En el caso de los profetas, todos ellos portan en sus manos cartelas con su nombre, a excepción de la figura que permanece en el anonimato, que lleva una filacteria con unas líneas, sin caracteres gráficos. Tienen grandes barbas, a excepción de Daniel y del profeta desconocido, ojos almendrados, visten túnica y manto, y conservan su policromía. Menos la figura que no se ha identificado, todos tienen un nimbo sobre su cabeza. Daniel es el único que muestra una leve sonrisa, aunque todos los rostros tienen rasgos individualizados. Hay detalles que muestran un gran realismo.
En cuanto a los apóstoles, estos llevan en sus manos un libro, excepto Santiago y San Pedro que llevan una cartela similar a la de los profetas. Todos visten túnica y manto, están descalzos, y sobre sus cabezas hay un nimbo.
Entre los dos machones se encuentra el arco central, una gran estructura de medio punto, reforzada por un parteluz, en donde hay una figura del apóstol Santiago del siglo XIII y una Virgen de época moderna, que fueron instaladas en este lugar en el año 1857.
El arco meridional, de medio punto, con dos arquivoltas y una chambrana, tiene una representación del Juicio Final. La representación del Juicio Final también está presente en el Pórtico de la Gloria, en la misma disposición a la del Pórtico del Paraíso.
En las claves de las dos arquivoltas se encuentran representados los bustos de Cristo y el arcángel Miguel, que ejerce como abogado de los elegidos a habitar en el reino de los cielos. A la izquierda de Cristo están representados los condenados a los infiernos y a su derecha los justos, tal y como rezan las cartelas situadas a ambos lados de las claves.
Las almas de aquellos que se han salvado en el Juicio Final aparecen representadas como cuatro figuras, que son llevadas a los cielos por medio de ángeles que visten mantos y túnicas policromadas. Algunas de éstas aparecen coronadas, y la fisionomía de los ángeles también da muestra de una clara intención naturalista por parte de los escultores. En la chambrana hay representadas tres figuras, vestidas y sin ángeles, que podrían representar los diferentes estamentos de la sociedad medieval.
A la izquierda de Cristo están los condenados al averno. Se representan por medio de figuras desnudas, sufriendo todo tipo de tormentos y castigos por parte de los demonios. Algunas de las torturas que sufren podrían aludir a los pecados capitales, como las figuras que están siendo devoradas por las manos de un monstruo, que podría aludir a la lujuria. En la chambrana se representa a una serpiente que está ahogando a un hombre, y a una mujer cuyos pechos están siendo mordidos por dos serpientes, que también podría aludir a este pecado.
El conjunto escultórico del Pórtico se completa con las figuras de los reyes David y Salomón. El primero se encuentra en la actualidad en la parte superior del parteluz del arco de acceso al nártex, en la fachada exterior, mientras que Salomón se encuentra ubicado en el mismo lugar, pero en la parte interior. Se trata de figuras sedentes, con ropajes de amplios plegados, cuya ubicación original se desconoce.
En la fachada oeste, desde la Plaza de San Martiño, puede verse la Torre de las Campanas, que tiene más de 40 metros de altura.
En el lado meridional de la fachada se encuentra la torre de San Martín, que nunca llegó a concluirse, así como el pequeño rosetón superior. La parte superior de la fachada aún conserva las almenas originales, en su función defensiva que adoptaron muchos edificios religiosos de la época.
En la Claustra Nova, el inconcluso claustro gótico de finales del siglo XIII, se encuentran las dependencias del Museo Catedralicio, en cuyo interior se conservan obras procedentes de la Catedral y de los procesos de Desamortización. Guarda piezas únicas como el Misal Auriense, un incunable de 1494 considerado el primer libro impreso en Galicia. También acoge al llamado “Tesoro de San Rosendo”, un conjunto de piezas de diversas épocas (siglos X a XIII), procedentes del Monasterio de Celanova. Reúne obras propias del arte románico, como peines litúrgicos, un báculo de marfil, una mitra de lino y seda, un ara portátil y un cáliz de plata. Además, incluye ocho figuras de un ajedrez Fatimí (arte del Egipto medieval) elaboradas en cristal de roca y en las que, como curiosidad, los caballos fueron substituidos por elefantes.
Otras piezas que podemos encontrar son el Tenante y columnas del antiguo altar principal de la Catedral: bloque de granito decorado que pertenece al primer altar de la catedral románica que se vincula a su consagración en el año 1188. En su parte superior posee un hueco que albergaría las reliquias de San Martín de Tours. También el centauro-sagitario, del siglo XII, una escultura que formaría parte de un zodiaco que seguramente ocuparía un lugar privilegiado en la fachada norte de la catedral. La Virgen de Reza, del siglo XII, la Virgen sedente de Seixalbo, del siglo XIII, y otras piezas más.
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Referencias
https://www.arteguias.com/catedral/orense.htm
https://www.galiciamaxica.eu/galicia/ourense/catedralourense/