En tierras gallegas, en el noroeste de España se encuentra Iria Flavia, un antiguo asentamiento y obispado, integrado en la actualidad en el municipio coruñés de Padrón.
Una localidad con mucho interés, por su historia y por los personajes de gran importancia que vieron y/o vivieron en esta localidad.
Un poco de la historia de Iria Flavia
Sobre la procedencia del nombre, Iria, para muchos historiadores es una palabra de raíz indoeuropea, del celta “ir” que significa agua. Según Manuel Murguía Iria significa “tierra laborable”.
El historiador Schulten, manifiesta que Iria es un nombre pre céltico, Ligur. En su opinión Iria fue fundada por los íberos quienes vivían alrededor de un gran lago, en viviendas primitivas lacustres, construidas sobre estacas.
Iria Flavia es una parroquia de unos 300 habitantes, sita en el Camino Portugués de Santiago. Está situada a apenas un kilómetro y media de Padrón, y a unos 22 kilómetros, aproximadamente de Santiago.
Iria Flavia se encuentra en la confluencia de los ríos Sar y Ulla, entrada a la ría de Arousa, constituyéndose, ya en tiempos antiguos, en una importante localidad portuaria de interior. Así en tiempos del Imperio Romano, este puerto alcanzó un importante protagonismo por su gran actividad comercial. Esto llevó, tiempo después, a que sus habitantes ofrecieran una valiosa ara votiva a Neptuno, como dios de las aguas, especial protector del puerto. Es el conocido Pedrón, reinterpretado por el cristianismo como el símbolo jacobeo fundacional por excelencia. La leyenda asegura que a él se amarró el barco que traía los restos del Apóstol.
El análisis de los asentamientos primitivos en el área de Iria, ha permitido localizar la existencia de trece castros celtas prerromanos, alrededor de los altos próximos a su puerto para proteger la zona.
Se sabe que os fenicios comercian con el puerto de Iria, entre otras cosas traen sal y vino, del puerto sus naves parten con estaño, cobre y oro.
Iria es, sin duda una de las piezas claves para entender la Gallaecia sueva. Su destacado papel como centro urbano secundario y puerto, ya desde época alto-imperial, se ve refrendado en la tardorromanidad y, especialmente, en los siglos correspondientes al reino Suevo, con la sede episcopal y su correlato de centro de poder articulador del territorio noroccidental del reino.
Iria comienza a tener importancia a mediados del siglo I d.C.
Iria fue una ciudad galaica, capital del país de los caporos del conventus iuridicus Lucensis de la provincia Hispania Citerior Tarraconensis, situada en la vía de Bracara Augusta a Asturica Augusta por la costa. Bajo Vespasiano, a través del Edicto de Latinidad del año 74, se transformó en municipium, y tomó el nombre de Iria Flavia.
Fue elevada a la categoría de ciudad en los años de la dinastía Flavia (69-96 d.C.). Esta consideración tenía como consecuencia la aplicación del Derecho romano (Ius latinum) a la población favorecida. Suponía el primer paso hacia la integración política y administrativa en el Imperio romano.
La Iria romana estaba situada al suroeste del convento lucense, cuya capital administrativa era Lugo (Lucus Augusti), no muy lejos de la frontera norte del convento bracarense cuya capital era Braga (Bracara Augusta).
Con la construcción de una red de calzadas que articularon el noroeste de Hispania, Iria se integra como mansión de la llamada Vía XIX del Itinerario Antonino, a principios del siglo III. A causa de la mejora de las comunicaciones terrestres, esta población se va a convertir en el puerto de la ciudad de Lugo y de todo el convento de Lucus Augusti.
Se considera a Iria Flavia como el epicentro de la “translatio jacobea”. Según cuenta la tradición en Iria Flavia fue el puerto en el que desembarcó la nave que trasladaba el cuerpo de Apóstol Santiago, desde el puerto de Haffa, en Palestina. Dando lugar, en consecuencia, a ser también el punto de partida de su traslado, por vía terrestre, hasta Compostela.
Durante la Edad Media, durante la presencia visigoda, aproximadamente en el siglo V d.C., Iria Flavia fue la cabeza de una Sede Episcopal, conocida en latín como “Locus Sancti Iacobi” (lugar de Santiago), dependiente de la Archidiócesis de Braga.
En esa época, los seguidores del obispo Prisciliano de Ávila (ver nuestra publicación “Prisciliano, ¿un mártir gallego?”, estaban profundamente arraigados en estas tierras. Para restaurar la ortodoxia católica en las marchas visigodas recuperadas del Reino de los Suevos (Galicia) en una serie de campañas durante los años previos al 585, se establecieron en Galicia nueve diócesis, entre ellas Iria Flavia.
Los primeros escritos referentes a la sede de Iria Flavia figuran en el Cronicón Iriense. El Cronicón refleja los hechos más importantes sucedidos en la prelatura desde el año 561 hasta el año 1095 en que la silla episcopal se traslada a Compostela. Son 31 los obispos que entre estas fechas ocuparon la sede de Iria Flavia.
La lista de los obispos de Iria presentes en los concilios y anotada en otras fuentes comienza en el siglo VI con un tal Andrés (segunda mitad siglo VI). No parece presentarse ninguna justificación comercial o política para ubicar un obispo en Iria Flavia, aunque las excavaciones han identificado un santuario de culto que data de la segunda mitad del siglo VI. Las reliquias que fueron identificadas con Santiago el Mayor y que fueron trasladadas a Compostela pudieron determinar en un principio la ubicación de la diócesis de Iria, para controlar el lugar ya santificado.
En tiempos de Diego Gelmírez, (hacia el año 1100), obispo de Compostela, se reconstruyó la antigua iglesia Catedral, Santa María Andina, destruida en las incursiones realizadas por Almanzor. La sede fue trasladada a Santiago de Compostela en 1095, siendo el último obispo de Iria, Arias Díaz. Podéis saber más sobre el Gelmírez en nuestro post “Diego Gelmírez, obispo y señor de Santiago”.
El traslado de la sede no privó a Iria Flavia de su importancia, aunque su iglesia, la de Santa María, pasaría a detentar el rango de colegiata.
Por otro lado, a medida que se difundió la leyenda de que Santiago el Mayor había hecho proselitismo en Hispania, Iria Flavia pasó a ser considerada el primer lugar de su predicación.
Con el tiempo, la Iria religiosa le fue cediendo el testigo a la Iria histórica.
En el siglo XV, Padrón padeció los avatares de la “Revuelta Irmandiña”, constituyéndose en la villa una “Irmandade”, en 1467, que llevaría a la destrucción de la fortaleza de la Rocha Branca en Iria Flavia -uno de los castillos más hermosos del arzobispado- y de la Torre Moucha, atalaya defensiva arrimada a la iglesia parroquial.
Con el paso del tiempo, Iria Flavia fue perdiendo relevancia, cediéndola a la capital del municipio, Padrón. Pero las dos localidades permanecen y permanecerán unidas ligadas a la llegada de las reliquias de Santiago a tierras gallegas y al origen de la leyenda y tradiciones jacobeas.
En la actualidad Iria Flavia yo no tiene un papel relevante en cuanto a su puerto fluvial.
Cuestión no muy conocida, entre diciembre de 1937 y el abril de 1939, los terrenos de la antigua azucarera de Iria Flavia se convirtieron en un campo de concentración por el que pasaron 3.000 prisioneros de la guerra civil española.
Arquitecturas de relevancia en Iria Flavia
La iglesia de Santa María de Andina. La primera basílica de la que hay constancia es de origen suevo, construida entre la segunda mitad del siglo V y la primera de la centuria siguiente. Fue destruida por Almanzor en el año 997 en su razia contra Santiago. En las inmediaciones se han encontrado una serie de sarcófagos datados entre el siglo VI y el X, que pertenecían a una necrópolis cristiana. Permanecen a la intemperie, junto al muro sur de la actual iglesia.
Aquel templo sería sustituido por otro de estilo románico, edificado en torno a los siglos IX y X. Sobre sus restos se levantó otra iglesia gótica en el siglo XIII.
Entre 1708 y 1714 se vuelve a levantar una basílica nueva, que ha llegado a nuestros días. Es de planta longitudinal y tres naves, separadas por pilares, con crucero y presbiterio, cubierta por bóvedas de arista. En la fachada encontramos dos torres ojivales escalonadas y una portada de estilo gótico, con tres arquivoltas semicirculares de arcos apuntados, sobre delgadas columnas lisas con capiteles de hojas de palma recortadas y dobladas. En el tímpano vemos una Adoración de los Reyes Magos. Aunque cronológicamente gótico, el tímpano de la antigua Colegiata de Iria Flavia acusa aún rasgos estilísticos propios del románico, como el recurso de presentar a María jerarquizada en cuanto a tamaño como personaje principal de la escena.
Encima de la puerta principal hay el escudo de la sede iriense, y un bajo relieve donde se observa a la Virgen con el Niño y al apóstol Santiago arrodillado, y alrededor la leyenda “Cabildo de Yria”.
Posee dos capillas: la del lado sur, datado en el siglo XVII, conocida como la Capilla del Obispo de Quito, y la del lado norte del XVIII, denominada Capilla del Sagrario, dedicada a la Virgen de Belén.
El atrio de entrada a la iglesia está cubierta de losas y lápidas de antiguos canónigos y sacerdotes.
En las paredes, tanto interiores como exteriores se localizan unas interesantes cruces céltico-templarias, con cuatro modelos diferentes. Se considera que llegaron a ser 27, aunque hasta hoy en día solo han llegado 13.
En el año 1851 la Colegiata fue suprimida quedando el templo como parroquia.
Frente a la fachada se sitúan las casas de los canónigos, construidas en sólida cantería del siglo XVIII. Actualmente en su mayor parte son sede de la Fundación Camilo José Cela, ilustre escritor padronés (1916-2002), que recibió el Premio Nobel de Literatura en 1989. Sus restos descansan en el emotivo cementerio de Adina contiguo a la Colegiata.
Muy cerca se encuentra la Casa-Museo de Rosalía de Castro, última residencia de la poetisa y lugar de su fallecimiento. (Ver nuestro post “Rosalía de Castro. Símbolo de la cultura gallega”).
La restaurada Casa dos Capellanes que actualmente alberga el museo de Padrón, s. XVIII.
Por otro lado, es sabido que los terrenos que rodean la iglesia de Iria Flavia fueron utilizados desde tiempos antiguos como lugar de enterramiento y así lo demuestran vestigios arqueológicos de época romana y sueva. Los sarcófagos antropomorfos que hoy ocupan el atrio, datados del siglo VI.
El actual cementerio cuenta entre sus muros con dos cruceiros y cuatro olivos centenarios que forman parte del Catálogo de Árbores Senlleiras de Galicia.
En cuanto a los castros prerromanos, en el área de Iria Flavia se han localizado hasta trece. En el municipio de Padrón se localizan cinco:
- Castro de Iria, ubicado en la meseta, de veintidós metros de altitud, en el camino desde el cementerio de Adina hacia Arretén. Su forma era circular y medía setenta y cinco metros de diámetro, las pallozas dos metros. El cierre se efectuaba con muralla de cinco metros de altura y parapetos en el otro lado. No tenía foso.
- Castro d’Arretén, en la mitad del trayecto entre el cementerio de Adina y Arretén, a cincuenta metros del anterior sobre una meseta en declive suroeste a treinta metros de altitud. Su forma era circular, y el diámetro era de setenta metros, fortificado con grandes rocas naturales y pequeños monolitos clavados en tierra. El cierre fue realizado mediante muralla de tierra de medio metro de anchura procedente de la parte central, los parapetos estaban revestidos de piedras por ambos lados delante de la muralla, en la puerta había piedras labradas redondas y en cubos.
- Castro de Barco, localizado a dos kilómetros de Padrón carretera a Puente Vea. Su forma era de polígono irregular y ciento setenta metros de diámetro. El cierre era mediante muro de piedras y muralla de tierra, de seis metros sin parapetos. Delante tenía un foso de tres metros de ancho y uno de profundidad, el descenso hacia el río servía de terraplén.
- Castro Valente, a cinco kilómetros al Nordeste de Iria, entre las aldeas de Confurco y Barcala. Conserva una buena parte de su muralla de dos metros y medio de ancho, robusta fortaleza que pudo ser campamento romano, de hecho hay un ara en el centro.
- Castro da Rocha, en tierras de Padrón pero al otro lado del río Ulla.
En los alrededores localizamos los restantes ocho castros, tres en el municipio de Pontecesures, el castro de Cessuris en Requeixo, el castro de Porto en Campaña y el castro de Cortinallas en la cima del monte de Porto. En el municipio de Rois, otros tres castros, el castro de Socastro en la parroquia de Hergobo, el castro de Picadizo en la parroquia de San Xoan de Buxán y el Castro de Oín en la parroquia de Santa María de Oín. En el municipio de Dodro se conocen dos castros, el castro de Traxeito cerca de Pexegueiro y el castro de Imo, en la parroquia de San Xoan de Laíño.
Leyendas e Iria Flavia
Recogemos tres.
- La llegada del Apóstol Santiago a estas tierras:
Al Apóstol Santiago le corresponde predicar en el Finisterrae, fin de la tierra hasta entonces conocida, el Apóstol era pescador y estaba acostumbrado a navegar. Emprende el viaje desde Jaiffa hasta Tiro y Gadir, Cadiz, en nave fenicia, desde allí por mar llega al puerto de Iria. Iria es tierra pagana con templo dedicado a la diosa Isis, el Apóstol predica el Reino de Dios durante siete años en las rocas del monte Santiaguiño. En Hechos de los Apóstoles (12,2) continúa el relato de la vida del Apóstol, el rey Herodes Agripa I ordena su encarcelación, acusado de agitador, la sentencia le condena a morir decapitado. Según la tradición Atanasio y Teodoro embalsaman el cuerpo y con algunos objetos del Apóstol parten hacia Jaiffa. Los discípulos cruzan el Mediterráneo a bordo de “a barca da pedra”, no era una barca de piedra sino dedicada a transportar piedra, mineral de estaño. Bordean la costa y entran por la desembocadura del Ulla hasta el puerto de Iria. La barca es amarrada al “pedrón”.
- El descubrimiento de los restos del Apóstol Santiago en Iria Flavia:
El relato del descubrimiento en tierras de Iria Flavia de los restos de Santiago Apóstol y sus discípulos, recibe el nombre de Inventio. En el año 813 el eremita Pelagio oficia el culto divino a los moradores de San Fiz de Solovío, cerca de A Maía. En noches sucesivas observa unas luminarias sobre un alto roble, al acercarse por curiosidad, escucha cánticos espirituales. Pelagio pone en conocimiento, de estos extraños sucesos, al obispo de Iria Flavia, a donde pertenece el lugar, Teodomiro, quien acude acompañado de sus sacerdotes para comprobar los hechos, ordena cortar la maleza hasta llegar a un edificio en ruinas, en una cueva encuentra un enterramiento romano del siglo I, el obispo atribuye la tumba al Apóstol Santiago y sus discípulos.
Alfonso II el Casto, rey asturiano recibe la comunicación del hallazgo, se pone en marcha hacia Liberum Donum, Libredón y sobre el sepulcro ordena construir una iglesia, también se informa al emperador Carlomagno y al Papa León III, a través de una bula el Papa informa del descubrimiento a la humanidad.
- La leyenda de los 28 obispos
Hay una tradición que otorga a la diócesis iriense la condición de fundación apostólica, es decir, habría sido instaurada durante la predicación en estas tierras del apóstol Santiago, allá por el año 40 de nuestra era. Para llenar el periodo de tiempo que va hasta el obispo Andrés (s. VI), el primero conocido, se crea, en tiempos de Gelmírez, la leyenda de los 28 obispos. Estarían enterrados en la iglesia de Iria y su identidad se correspondería con los prelados de aquel desconocido periodo.
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Referencias
https://m.arteguias.com/catedral/colegiatairiaflavia.htm
https://galiciapuebloapueblo.blogspot.com/2016/03/santa-maria-de-iria-flavia-padron.html
https://xacopedia.com/Iria_Flavia