Centrándonos en el mundo de la pintura, en el paso del renacimiento al Barroco encontramos diferentes técnicas pictóricas, y dos de ellas son las denominadas “tenebrismo” y “claroscuro”
El tenebrismo y el claroscuro son dos técnicas pictóricas utilizadas durante el período del Renacimiento Barroco en la pintura. El tenebrismo se caracteriza por un uso dramático de la luz y la oscuridad para crear contrastes intensos y realzar la emoción de la obra.
Por otro lado, el claroscuro es una técnica que se basa en el contraste entre luces brillantes y sombras oscuras. Esta técnica permite modelar y dar forma a los objetos, creando una sensación de tridimensionalidad en la obra. El claroscuro también juega un papel importante en la creación de atmósferas y en la representación de volúmenes. Fue utilizado por grandes maestros del Renacimiento como Leonardo da Vinci y Rembrandt.
En este breve post vamos a centrarnos en la importante escuela tenebrista, sin entrar a fondo a estudiar el estilo y obra de los autores encuadrados tradicionalmente en esta tendencia.
Contexto histórico y artístico
Dice Frederick Hartt en su libro: “Arte. Historia de la pintura, escultura y arquitectura”, que la palabra barroco deriva, según suele afirmarse, de la portuguesa barroco, que significa irregular o tosco, y que se emplea principalmente para describir las perlas de forma monstruosa. Aplicada al arte, participó al principio del desprecio que sentían los neoclásicos de finales del XVIII y comienzos del XIX por lo que para ellos había de exagerado y perverso en el arte del período anterior.
La pintura barroca es un claro reflejo de los cambios culturales y políticos que acontecían en la Europa del siglo XVII y parte del XVIII.
Enmarcada en el contexto de la Contrarreforma, la pintura barroca fue particularmente fecunda al auspicio de los países católicos, tales como Italia y España. Pero también fue alentada por las diversas monarquías europeas y los sectores privados protestantes que procuraban distinción social.
La pintura del período barroco se expresó en dos grandes corrientes plásticas: el tenebrismo y el clasicismo. La mayoría de las producciones del período pueden ser enmarcadas dentro de estas dos tendencias. En este artículo vamos a centrarnos en la primera de ellas, el tenebrismo.
En determinados aspectos, podemos afirmar que el Barroco hereda parte de la Edad Media, como es en el caso del uso de la luz, que toma protagonismo y trascendencia.
En el caso de la pintura barroca esta importancia que se concede a la luz, también se le otorga al color. Baste con observar lo que sucede con la pintura española del siglo XVII.
Lo que es particular es la forma en que se maneja esa luz, pues no siempre es un símbolo de brillantez y belleza, pues entonces las sombras o penumbras (límite entre la luz más radiante y la total oscuridad) poseen el mismo nivel de importancia dentro de la composición, que la luz más brillante que pueda irradiar cualquier cuerpo.
A nivel europeo, la pintura barroca se caracteriza por múltiples factores, como nuevos tipos de composición estructural, así como el uso de claroscuros y la representación de figuras más cercanas al realismo. Es, en muchos aspectos, una clara ruptura con los principios del Renacimiento.
Además de en las técnicas y el estilo, también se constatan más cambios fundamentales con respecto al Renacimiento. Así, otras características del Barroco en lo que al contenido se refiere son:
- nuevos temas como el paisaje y los bodegones, que se convierten en protagonistas y permiten al artista mostrar su virtuosismo.
- se sigue con los temas religiosos, los paganos y la representación de la naturaleza, la vida cotidiana o costumbrista, sucesos históricos y los retratos.
- dentro de los temas religiosos se prefieren los temas místicos como las visiones, los milagros o los martirios de santos, siendo habitual que aparezcan elementos que refuerzan ese dramatismo: ángeles, nubes, etcétera.
- los temas mitológicos son frecuentes y suelen incluir numerosos desnudos.
- en los retratos se tiende a captar tanto aspectos físicos como psicológicos.
Se rechaza el idealismo del Renacimiento, para dar u paso a un descarnado realismo, mostrando también el lado más triste y oscuro de la vida, sin esconder lo feo o lo grotesco.
Durante el barroco las formas pasan a ser voluptuosas, cargadas de expresividad y dramatismo. Las posturas de los personajes a veces llegan a ser imposibles. La forma pictórica básicamente se define por la luz, el color y el movimiento.
El barroco empleó una técnica conocida como trampantojo, que consiste en disimular el soporte físico para crear un efecto de continuidad espacial. Con esta técnica, se buscaba sumergir al espectador en la ilusión de pertenecer a la representación.
Aunque usado también en la pintura de caballete, el trampantojo fue clave en la arquitectura, donde sirvió para esconder las líneas de la estructura y transmitir la percepción de un espacio continuo y dinámico. Por ejemplo, el decorado interior de bóvedas y cúpulas.
Predomina el color sobre el dibujo y se introduce la tercera dimensión, mediante el uso de los escorzos, los juegos de luces y las líneas convergentes. Se hacen composiciones asimétricas y la luz, y las sombras, como decíamos antes, se convierte en protagonismo
En este sentido, la obra de Caravaggio es máximo exponente en cuanto a la plasmación de dichos rasgos. Su pintura se centra en un estilo más tenebrista, marcado por un acusado contraste entre luz y sombra provocado por una posición diagonal de la iluminación.
El tenebrismo
El término “tenebrismo” proviene del latín tenebrae, que quiere decir tinieblas. Este término ha sido acuñado por la historiografía del arte para referirse a un estilo de pintura perteneciente al barroco temprano.
El tenebrismo es un estilo caracterizado por el contraste dramático entre luces y sombras. La atmósfera dominante suele ser oscura, y es puntualmente invadida por focos de luz intensa orientados en función del simbolismo de la escena.
De hecho, para que sus luces produjeran gran impacto, los pintores tenebristas muchas veces hacían que la zona en que ésta hacía su aparición estuviera en tinieblas. Por lo mismo, este recurso adquirió el nombre de luz de sótano o luz de bodega. La sensación que esto solía producir era la de estar en una zona muy obscura y de pronto tener un haz violento de luz que entra a una habitación, justo antes de que nuestros ojos se adapten del todo a esta nueva luz que ha entrado a pintar la escena.
Esta corriente no sólo trajo consigo una nueva forma de pintar en el plano estético, sino también una nueva forma de comunicar. En vez de únicamente valerse de aspectos simbólicos y hermenéuticos para transmitir mensajes, también se valía de la iluminación y la atmósfera para acentuar sus discursos de manera significativamente más teatral.
La importancia de Caravaggio
Existen pintores a lo largo de la historia del arte que, por diversos motivos, se convierten en estandartes de una corriente artística. No necesariamente se trata de los precursores de un movimiento, sino más bien artistas cuya obra ensalza los grandes valores del género. Es el caso de Michelangelo Merisi, más conocido como Caravaggio, pintor italiano que marcó la creación pictórica de finales del siglo XVI.
Caravaggio acude a los estratos más bajos de la sociedad en busca de modelos para sus obras. Trabajó mayoritariamente con temática religiosa, crea vírgenes con el rostro de prostitutas y santos encarnados por vagabundos. Esto le supuso muchos conflictos con la Iglesia católica. Paradójicamente y a pesar de las polémicas, fue uno de los principales pintores de la Contrarreforma.
Caravaggio intensificó la acción dramática de sus escenas con la ayuda de una luz dirigida que enfatiza o deja en la sombra los elementos sobre los que quiere llamar nuestra atención, implementó una pintura cruda y descarnada.
Su principal herramienta de comunicación fue el claroscuro, con violentas luces y sombras, sin medios tonos, las grandes diagonales se convierten en los ejes compositivos y ya no hay cabida para el sfumato ni la perspectiva renacentistas.
El talento de Caravaggio para representar fielmente sus modelos no fue empleado con la única intención de satisfacer necesidades estéticas. Al igual que en la obra de tantos otros posteriores a él, el realismo -o la precisión figurativa- la utilizó para denotar que la realidad no sólo es bella. Distintos pintores han hecho uso de la precisa figuración para ejercer una mirada objetiva sobre el mundo. En muchos casos, esta mirada más que objetiva se vuelve profundamente crítica.
Caravaggio fue denostado e incomprendido entre sus contemporáneos y sus obras rechazadas especialmente por la iglesia que consideró de poco decoro que sus santos no estuvieran idealizados y que, por el contrario, tuvieran los pies sucios y fueran representados como gente común y corriente con sus defectos físicos
La influencia de Caravaggio puede ser rastreada en numerosísimos pintores, principalmente en Italia, Francia, España y en los Países Bajos originando una corriente estilística.
Velázquez será quizá el pintor más conocido que haya recibido esta influencia y la haya perfeccionado de un modo original y distinto al de Caravaggio.
Tenebrismo en Francia
En el ámbito francés destaca la figura de Georges de La Tour.
Su obra tiene un tratamiento de la luz cercano al tenebrismo y un realismo, no escabroso, que le acerca más a la renovación religiosa emprendida durante estos años por los franciscanos y por cuya espiritualidad se sintió atraído. Trata temas religiosos, escenas de género y de devoción, todos ellos con un estilo de composición muy similar.
La Tour sitúa el foco de luz dentro de la composición: en algunas la candela es perfectamente visible, en otras, algún elemento se interpone entre el foco y el espectador creando interesantes efectos de contraluz, o en algunas ocasiones vemos también la vela reflejada en un espejo.
En sus cuadros, el origen de la luz es concreto: una vela, una bujía, una antorcha u otra forma de luz artificial, mientras qué en las obras de Caravaggio, la luz emanaba de un origen impreciso.
Tenebrismo en España
En primer lugar, hay que decir que el siglo XVII, el del Barroco, es considerado como el Siglo de Oro de la pintura española. Numerosos artistas, procedentes de diferentes regiones y escuelas, se caracterizaron por un estilo cuyas notas sobresalientes fueron el naturalismo tenebrista y el predominio de la temática religiosa.
El barroco español se desarrolla a partir de las escuelas Sevilla, donde encontramos a Francisco de Zurbarán y a Esteban Murillo; la de Madrid, con la deslumbrante figura de Velázquez, el maestro indiscutible; y Valencia, que cuenta con la sobresaliente figura de Francisco Ribalta y su discípulo José de Ribera.
Si bien es Caravaggio a quien se le atribuye la invención del tenebrismo, lo cierto es que muchos de los recursos del mismo ya eran usados por pintores previos. Entre estos podemos encontrar a Alberto Durero y El Greco, entre otros muchos.
Para numerosos autores el verdadero padre del tenebrismo es considerado el español Francisco de Zurbarán, quien lo desarrolló e hizo popular en España.
Zurbarán otorga a los objetos humildes cualidades casi místicas, y trata las figuras en función de una iluminación y cromatismo personalistas, que sacraliza a los personajes de su pintura monástica, representada por las series de murales de la Cartuja de Jerez y del monasterio jerónimo de Guadalupe. Se trata de un realismo que no destruye el misticismo.
Por su parte, Bartolomé Esteban Murillo, influenciado por Ribera Zurbarán y los maestros flamencos y venecianos, se constituye en el más genuino representante del barroco sevillano. A sus primeras obras pertenecen los cuadros tenebristas, dedicando una serie a mujeres y otra a temas populares en los que los protagonistas son niños.
En cuanto a Francisco Ribalta, se formó en la escuela de pintores que trabajaban el último manierismo en el monasterio de El Escorial. Luego iría transformando su estilo, cultivando un naturalismo de cuño personal e intenso claroscuro, que llegaría a ser la seña de identidad de la escuela valenciana del siglo XVII.
Situado cronológicamente en los orígenes de la pintura barroca española, la obra de Ribalta constituye el vínculo entre el último manierismo y las nuevas corrientes barrocas. Inmerso en el espíritu religioso de la Contrarreforma, que él plenamente compartía, enfocó los motivos visionarios de su pintura con técnica naturalista.
La influencia del naturalismo de Caravaggio, con el que probablemente entró en contacto durante su estancia en Italia y de José de Ribera, le llevó a evolucionar desde el lenguaje manierista de sus inicios hacia el naturalismo tenebrista del Barroco. El cambio definitivo se produjo hacia 1620 y fue el primer español en destacarse por el tenebrismo de su obra. Se caracterizó por un fuerte realismo y un gran interés en el uso de la luz y la sombra para subrayar los volúmenes.
José de Ribera, conocido también por su nombre italianizado Jusepe Ribera y por el apodo de el slpagnoletto, es el máximo exponente de la Escuela tenebrista dentro del Barroco español.
Sobre este pintor podéis ampliar información en nuestro post: José de Ribera, el spagnoletto.
Conclusiones
Tenebrismo es el nombre que la historiografía del arte da a un estilo o corriente de la pintura del barroco correspondiente a su fase inicial, a comienzos del siglo XVII, cuyos principales exponentes son el italiano Caravaggio y José de Ribera.
El tenebrismo se caracteriza por el violento contraste de luces y sombras mediante una forzada iluminación (de forma muy evidente cuando se hace llegar un foco de luz marcando una diagonal en la pared del fondo, como la que proviene de un tragaluz en un sótano —es habitual referirse a este recurso como luz de sótano o luz de bodega—).
El tenebrismo usó la luz renacentista del conocimiento para develar los aspectos humanos que más rechazaba la iglesia durante la Edad Media. Con su estilo pictórico marcaría profundamente el arte de todos los siglos posteriores, en especial la pintura que se hizo desde el barroco y hasta el siglo XIX.
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Referencias
https://existenciayarte.blogspot.com/2016/06/tenebrismo.html
https://www.lemiaunoir.com/caravaggio-barroco-tenebrista/