El gran número de monasterios, espectaculares y singulares, que se pueden encontrar en tierras gallegas, lo vamos reflejando con sucesivas entradas en este Blog, haciendo un recorrido por todos aquellos que vamos visitando y sobre los que queremos compartir toda aquella información que os pudiese resultar de interés.
En esta ocasión vamos a dedicar este post al precioso Monasterio Benedictino de Santa Cristina de Ribas do Sil, conjunto, que como los varios que atesora esta Comarca, os animamos a visitar y disfrutar.
¿Dónde se encuentra?
El Monasterio se encuentra a poco más de veinte kilómetros en línea recta al este de Ourense.
Podríamos presentarlo como una cicatriz de piedra en medio de la espesura de los Cañones del río Sil. El Monasterio lo localizamos en Castro, Santa Cristina de Caxide, Parada de Sil, Ourense. Lo encontramos, medio escondido, descansando sobre la ladera sur de las inclinadas laderas del Rio Sil, en la hermosísima zona de la Ribeira Sacra de Ourense, en el castañar de Merilán, debajo del monte Varona. Se trata de un lugar casi mágico al que solo podremos acceder tras recorrer las serpenteantes carreteras que nos llevará hasta este excelente enclave. Sin duda, un lugar en el que los trasnos, ardillas, martines pescadores, trepadores azules o mosquiteros y demás habitantes, atesoran historias únicas forjadas a lo largo del último siglo, y que hacen que la naturaleza y el arte se fundan y confundan en una simbiosis mágica.
En torno al Monasterio nos encontramos con un frondoso bosque propio de aquellos tiempos, predominando los castaños y robles, que apenas dejan pasar la luz en zonas superpobladas de helechos.
En primer lugar, si tenéis pensado visitarlo en alguna ocasión, que para acceder al mismo debéis seguir desde Para do Sil, a través de la ruta, convenientemente señalizada que nos llevará a atravesar la aldea de Castro, y después, bajar unos dos kilómetros hasta el aparcamiento del Monasterio. La calzada está enlosada hasta la fachada de la iglesia.
Recordemos un poco de la historia del Monasterio
Resulta ciertamente difícil concretar con exactitud los orígenes de Santa Cristina. En un principio se establecieron los eremitas para retirarse en su vida monástica. Por parte de los historiadores e investigadores se han dado fechas diferentes para situar su fundación. En todo caso su origen se encuentra en la época altomedieval. Tendríamos que retroceder hasta el siglo IX, época en la que pertenecía a la regla de San Fructuoso, para encontrar las primeras referencias documentadas sobre su existencia. El monasterio abrazaría la orden de San Benito ya en el siglo X. A partir de esos años, empezaron a encontrar donaciones a su favor, y más adelante diversos privilegios reales de los que hay suficientes referencias, como es el caso de Fernando III de León y Castilla, en el año 1231.
El Monasterio alcanzaría su máximo esplendor durante los siglos XII y XIII.
Partimos por tanto del origen del siglo X para centrar el monasterio benedictino, funcionando en un primer momento de forma independiente y pasando, tras la reforma del siglo XVI a ser un priorato dependiente del Monasterio de San Estevo de Ribas de Sil, época en la que se construyó un nuevo claustro y un remate para la torre de la Iglesia.
En todo caso fue uno de los monasterios más importantes de la Ribera Sacra durante el Medievo. Los monjes fueron un elemento de suma importancia en la Comarca, pues pusieron en marcha un proceso de estimulación de la producción agrícola, sobre todo con frutos de la vid y el castaño.
La decadencia del Monasterio se inició en el siglo XV, desapareciendo como abadía. En el año 1517 una bula del Papa León X dictaba su extinción e integración en Santo Estevo de Ribas de Sil, funcionando como un simple priorato que se encargaba de la administración de las rentas de su demarcación. Es en este momento cuando se reforma el claustro y se hacen las pinturas de la Iglesia.
En el siglo XVII se llevaron a cabo una serie de actuaciones en el Monasterio, dando lugar a una gran remodelación que hoy, prácticamente, podemos contemplar. Como resultado de estas intervenciones nos encontramos un claustro de estilo neoclásico.
La desamortización de Mendizábal, de 1835, supuso el abandono definitivo de San Cristina, tras la marcha de los monjes, y pasando a manos privadas, convirtiéndose en granja de labor.
Las nuevas obras de restauración se iniciaron en el año 1987 con pequeñas intervenciones.
Vamos ahora a analizar el Monasterio.
El edificio original del Monasterio, dispuesto en torno a un pequeño claustro, era de estilo románico. De aquella construcción, hoy en día tan sólo se conservan dos alas. La iglesia románica es de sillería de granito
La Nave:
La iglesia, que es uno de los mejores ejemplos del románico rural gallego, inicia el conjunto monumental de Santa Cristina de Ribas do Sil con la adopción de la planta en forma de cruz latina, dividida en cinco tramos separados por arcos de medio punto, ligeramente apuntados, que sostienen una cubierta de madera. Se trata de una planta y concepto inusual en Galicia. Data de finales del siglo XII, principios del XIII. En su estructura se puede apreciar la elegancia y verticalidad propia de las construcciones de la Orden del Císter.
Ya en pleno siglo XIII se produce la incorporación de elementos goticistas: arcos apuntados para la cubrición de la nave y en la arquería de la base de la torre. En el interior, la nave se cubre con una cubierta de madera a dos aguas que se apoya sobre unos arcos apuntados que descansan sobre ménsulas, que están decoradas con motivos geométricos y bolas.
La cabecera está formada por tres ábsides semicirculares, siendo el central más elevado que los laterales. Estos tres ábsides albergan tres capillas. Una de ellas conserva el altar original románico y otras están decoradas con frescos del XVI.
El cuerpo superior está decorado por un gran rosetón calado de formas lobuladas, y las fachadas laterales encontramos los contrafuertes y las ventanas saeteras. Adosada en el lado norte se encuentra la torre, que era usada como campanario y como punto de vigilancia de aquellas, por aquel tiempo, inhóspitas tierras.
Ábsides:
El ábside principal es una prolongación de la nave. Los otros dos, con bóvedas en esfera, son transversales. La nave principal está cubierta con una bóveda de cañón.
El crucero está formado por cuatro arcos, cuyas columnas exhiben decoración en los capiteles, sobre las cuales descansa una bóveda de medio cañón.
Existen también restos de pinturas y murales renacentistas del siglo XVI en los muros y el ábside. En ellas podemos ver a la Virgen y San Juan, acompañados de Santo Domingo, San Antonio y Santo Tomás. En la parte superior, Santa Lucía y Santa Bárbara. En una de las capillas laterales se conserva el altar románico.
Podemos ver un altar románico en una capilla lateral. En el exterior del ábside central, existen cuatro columnas entre las cuales podemos ver tres ventanas, que ayudan a intensificar la iluminación de la iglesia, que, sin embargo, es bastante oscura en general, debido a su situación encajonada en el valle rodeada de bosque.
Fachadas:
La fachada principal, orientada hacia el oeste, se divide en dos cuerpos. Está formada por arquivoltas de medio punto semicirculares, de perfil de bocel y con una moldura ajedrezada, obre tres pares de columnas con capiteles decorados con cabezas humanas y motivos vegetales. En el tímpano, semicircular, en la actualidad es liso, pero probablemente en su día estaría decorado con alguna escena bíblica. La fachada se caracteriza por su entrada, bajo tres arcos, apoyados en pares de columnas de capiteles decorados. En la parte superior, destaca el hermoso rosetón románico calado, de amplias dimensiones, que ilumina el interior del templo. Su trazado está formado por una cruz lobulada central, rodeada de ocho huecos de perfil angrelado.
La portada, similar a la parte sur de la Catedral de Ourense, es abocinada. Presenta tres arquivoltas sencillas decoradas con molduras de ajedrezado. Como testimonio de su pasado monástico, podremos ver los “armarium claustri”, unos pequeños espacios donde se dejaban los libros leídos por los frailes en sus paseos. Se trata de una obra austera, parca en su ornamentación, pero de singular belleza por su armonización con los bosques y la orografía del entorno en la que se levanta. Los capiteles están decorados fundamentalmente con motivos vegetales. El tímpano es liso.
A la izquierda de la puerta de la iglesia se encuentra la portada del Monasterio. De este se conservan dos alas, en donde se abren las galerías del claustro (XVI). Podremos subir a una segunda planta y acceder también a la torre desde las dependencias monacales, desde donde se divisa una buena panorámica del Cañón del Sil.
Capiteles:
La mayoría de capiteles en el interior de la iglesia tienen cestas con hojas de plantas, pero también se ven otros motivos figurados. Entre ellos, un cuadrumano rodeado por leones, cuadrúpedos comiendo, la cabeza de alguien de cuya boca salen tallos, y hombres haciendo gestos burlescos.
En uno de los contrafuertes del muro sur tenemos otro capitel historiado. En él, dos personajes representan una escena de difícil identificación. Uno parece señalar algo, mientras que el otro levanta un objeto.
En uno de los ventanales del ábside central se muestran dos escenas figuradas, con aves y cuadrúpedos.
También es de interés uno de los capiteles del claustro, en él se han esculpido dos arpías con colas que terminan en un lazo que rodea su cuello. Observamos aquí la influencia del maestro Mateo. Y es que la firma del taller del Maestro Mateo visible en varios detalles, nos habla de una corriente estilística relacionada con la de otros lugares de la península. San Vicente de Ávila o Carrión de los Condes se hermanan con una iconografía donde conviven arpías con colas de serpiente y personajes que portan libros abiertos en sus manos.
Claustro y Torre:
Al claustro se accede a través de una pequeña portada románica. Está formada de arquivoltas semicirculares, con ornamento de zigzag y un intradós angrelado. En sus huecos se representan los símbolos de los cuatro evangelistas (el toro, el ángel, el águila y el león). Y en las mochetas vemos a dos personajes humanos.
La arquería del claustro tiene poca decoración y el corredor tiene cubierta de madera. En el cruce de las dos crujías podemos ver una escalera de piedra que da acceso al piso superior. A su izquierda podemos ver una lauda sepulcral con la figura de un abad esculpido en el que parece que está grabada el año 1516. Se puede subir las escaleras y salir al balcón posterior e incluso subir a la torre.
Otro elemento arquitectónico destacable poco común en el protogótico gallego, es la Torre del campanario. Se encuentra en el muro norte y tiene cierto carácter defensivo. Está integrada en el claustro, y era utilizada como elemento de vigilancia o defensa. En la base de la torre existe una especie de locutorio, un lugar destinado a la lectura a la comunidad, y la cima está rematada con cubierta en pirámide y almenado. Esta alta torre, atalaya privilegiada sobre el curso del Sil, es una torre adosada a un lado de la iglesia y rematada con almenado y cubierta, algo inusual, con forma de pirámide.
En el interior:
Se conservan pinturas al fresco, un altar mayor con motivos geométricos, retablos barrocos y, sobre todo, una imagen de San Pedro realizada por el artista Juan de Angés a finales del siglo XVI. En las paredes de la sacristía se pueden ver pintados los escudos de la Orden de Calatrava y de San Esteban.
De las dependencias donde vivían los monjes se conserva poco. Del claustro, tan sólo se conservan dos alas con arcos sobre un basamento corrido de gran sobriedad. Corresponde a las reformas del siglo XVI.
Todavía se puede subir al piso de arriba y ver la lauda sepulcral que recuerda a un antiguo abad. O escalar hasta la torre para atisbar un horizonte que ondea al ritmo de la superficie del río. Los escudos de la orden de Calatrava y de San Esteban vigilan la sacristía. Mientras San Pedro, inmortalizado por Juan de Angés lo hace desde el altar mayor, junto a los retablos barrocos.
En el exterior:
Si en lugar de subir por las escaleras, tomamos un paseo lateral para subir al aparcamiento, atravesando el bosque, nos encontramos con el árbol de San Benito, testigo de la historia del Monasterio, y en el que habitualmente se depositan diversas ofrendas. Se trata de un castiñeiro sagrado, en el que podemos encontrar peticiones, monedas, etc.
Para los interesados en visitar el Monasterio, lo mejor es que consultéis los horarios habituales en la web www.paradadesil.es y/o en el teléfono de contacto es: 988.20.80.10
Pero cuando nos referimos a este Monasterio, no todo es arquitectura y arte, también encontramos unos curiosos habitantes. En este lugar poder ver una colonia de murciélagos, siendo los más abundantes los denominados de herradura, el ratonero pardo y el orejudo gris, entre otros.
Y el visitante, dado que el entorno invita al paseo y a la curiosidad, puede además disfrutar de actividades como el senderismo, que permiten conocer la gran hermosura de los paisajes de Parada do Sil, entre el cañón del Sil y las estribaciones montañosas de las tierras de Candelas. La principal, y recomendable ya que está directamente relacionada con el contenido de este post, es la ruta del Monasterio. Esta ruta cuenta con una longitud muy abarcable, ya que son tan solo 8 kms, y en cuyo recorrido podemos disfrutar de cruceiros, petos dás ánimas, hórreos y otras construcciones populares de estas tierras.
Además, por las vías de comunicación y los puentes como el de Forcas que se acercan hasta Santa Cristina, se puede comprobar que fue un gran centro de oración y que llegó a adquirir una gran importancia en la comarca.
Una buena iniciativa cosiste en recorrer la zona en catamarán por el Sil para ver de primera mano el maravillo entorno que acoge tanta belleza.
Si estáis interesados en conocer otros monasterios cercanos, os recomendamos el Monasterio de Xunqueira de Espadanedo, el de San Pedro de Rocas, el de Santa María de Montederramo, San Estevo de Ribas de Miño, San Paio de Abeleda, Sam Paio de Diomondi, Santa María de Pesqueiras y el de San Estevo de Ribas de Sil.
Si tenéis interés en los Monasterios que podéis encontrar en tierras gallegas, os animamos a leer nuestros post anteriores:
El singular y espectacular Monasterio de San Pedro de las Rocas.
El Monasterio de Carboeiro, en tierras del Deza.
Santo Estevo de Ribas do Sil, una leyendas hecha realidad.
Lectura recomendada:
Bibliografía:
Conventos e mosteiros de Galicia. De González Montañés J.I y Sastre Vázquez, C.
Piedra sobre agua. El monacatoen torno a la Ribeira Sacra. De Fernández Castiñeiras, E. y Monterroso Montero, J.