Una de las características de la Edad Media es que una buena parte de su economía y el desarrollo de las ciudades y los señoríos, se basaba en el comercio.
Durante la Edad Media, las rutas comerciales se extendieron más allá de las fronteras de los reinos y estados, formándose vínculo entre diferentes zonas y regiones en Europa, África y Asia.
Contexto histórico
Recordemos que se conoce como Edad Media al período histórico comprendido entre los siglos V y XV.
La Alta edad Media empezó alrededor del siglo V. Durante este periodo, la sociedad empezó a desarrollarse de nuevo. Las sociedades en la alta edad media estaban bastante cerradas. Los feudos tuvieron que producir todo lo necesario para sobrevivir. Trabajaban las tierras y cuidaban el ganado para producir alimentos, y los campesinos fabricaban sus productos.
En La Baja Edad Media la sociedad era mucho más activa, eso permitió que el comercio fuera un gran enfoque.
En primer lugar hay que decir que la economía feudal se desarrolló a partir del colapso del Imperio Romano en Europa occidental. Con la falta de un gobierno central fuerte, surgieron los señores feudales, quienes se convirtieron en los principales propietarios de tierras y ejercieron control sobre la producción y el comercio. El sistema feudal se caracterizaba por la descentralización del poder y la dependencia de los siervos, quienes trabajaban la tierra a cambio de protección y el derecho a vivir en ella.
El feudalismo se basaba en un sistema de jerarquía, donde los señores feudales tenían el control absoluto sobre sus feudos y tenían el derecho de exigir trabajo, impuestos y servicios de los siervos. Estos siervos, a su vez, estaban obligados a trabajar la tierra del señor feudal y le entregaban una parte de la producción como pago. Este sistema de relaciones se basaba en la obligación y la dependencia mutua, y se mantuvo durante varios siglos en la Edad Media.
Por otro lado, la Iglesia desempeñaba un papel importante en la economía feudal. Era una institución poderosa y rica, que poseía tierras y recibía donaciones de los señores feudales. La Iglesia también controlaba el diezmo, un impuesto religioso que debía ser pagado por todas las personas y que representaba una parte significativa de los ingresos de la Iglesia. Además de su papel económico, la Iglesia también tenía una influencia moral y social en la sociedad feudal. Era la institución que proporcionaba educación y atención médica, y también tenía un papel importante en la vida cultural y religiosa de la época.
Breve historia del comercio hasta la Edad Media
Lo cierto es que en los primeros siglos de nuestra era, apenas existía el comercio, pues desde la caída del Imperio romano, la economía era básicamente de índole autárquica.
Las ciudades empiezan a cobrar importancia y es entonces cuando a medida que las ciudades crecían y se desarrollaban, se generó un aumento en la demanda de bienes y servicios, lo que impulsó el comercio y la aparición de rutas comerciales.
Tras siglos de conflictos continuos, nos encontramos, en el siglo XI, en una situación en que hay menos contiendas bélicas y ello, junto con el crecimiento de la población y la mejora en las condiciones de vida, dieron lugar a un incremento en la producción agrícola, produciéndose entonces excedentes. Y es por esos excedentes por lo que surge el renacer del comercio y la creación de nuevas rutas comerciales, tanto terrestres como marítimas.
El camino de Santiago tuvo gran importancia ya que con los peregrinos llegó un gran colectivo de comerciantes, cambistas, industriales, posaderos, etc. Para asegurar la circulación de todos estos individuos se concedió una protección especial similar a la concedida a los mercados. Los caminos así protegidos se llamaron caminos reales, y su eficacia se completó con el privilegio que daban los reyes de considerar hombres suyos a aquellas personas naturales, o no, del país que se dedicaban al comercio.
Los mercaderes eran en principio gentes errantes que se acogieron a los burgos y pequeñas localidades en las que se establecían desde las afueras de los núcleos urbanos o formando barrios separados del general de la población transformando la fisonomía de dichos núcleos urbanos, ya que aunque realizaban gran parte de su actividad en ferias y mercados, la ciudad constituía el centro de gravedad de la expansión económica que generaban.
El desarrollo de la actividad mercantil y artesana en algunas ciudades de la España cristiana como León, Burgos, Santiago o Barcelona originó en ellas en la etapa medieval una economía urbana potenciada fundamentalmente por comerciantes y burgueses.
En todo caso, la actividad comercial e industrial de la Edad Media se destinó, principalmente, a satisfacer las necesidades básicas de la población: alimentación, vestido y vivienda.
Tipos de comercio
El renacer de las relaciones comerciales se manifiesta en distintos ámbitos, por eso, en una primera clasificación, podríamos hablar de:
- Comercio local. En base al papel de vital relevancia que tenían las ciudades en relación con la producción agrícola. Era por tanto el que se efectuaba del campo a la ciudad. A través de este comercio, los campesinos libres y los señores feudales vendían sus excedentes a la ciudad: productos agrarios, madera, cuero y lana principalmente. Luego, con las ganancias obtenidas con sus ventas, compraban en las urbes mercancías más elaboradas de las que no disponían en el campo como, por ejemplo, telas y herramientas.
- Comercio regional. Surgen de la necesidad de cubrirla demanda de productos para los que las ciudades no son autosuficientes. Así, por ejemplo, las ciudades de Flandes, recurren a la región de París para comprar trigo y vino.
- Comercio internacional. A nivel europeo, hay un fuerte desarrollo de relaciones comerciales entre reinos como el reino español, el inglés, las ciudades del norte de Italia, Flandes, etc. Las rutas comerciales se extendieron por todo el continente, conectando ciudades y regiones y permitiendo un flujo constante de bienes y conocimientos. En la zona del Báltico se crearía una federación política y comercial, la Liga Hanseática, que llegó a incluir 200 ciudades, para proteger los privilegios de los que disponían entonces.
- Comercio con Oriente. Aunque existía algún tímido intercambio comercial con Asia, sobre todo por la compra de seda o pimienta, lo cierto es que a partir del siglo XII y como consecuencia del poder y desarrollo que adquieren ciudades eminentemente comerciales, como Venecia, Pisa, Palermo y Génova, es cuando se desarrolla una mayor relación comercial con Oriente. Estas rutas comerciales, conocidas como la Ruta de la Seda, desempeñaron un papel crucial en el desarrollo económico y cultural de ambas regiones. En este artículo, exploraremos los diversos aspectos de estas conexiones comerciales y su impacto en la historia.
Mercados y ferias
El comercio medieval se basaba en gran medida en el sistema de ferias y mercados, que eran eventos periódicos en los que los comerciantes se reunían para comprar, vender e intercambiar productos.
Las ciudades medievales se convirtieron en centros bulliciosos de actividad comercial, donde los comerciantes se reunían para intercambiar productos y establecer acuerdos comerciales.
Pero los mercados y ferias, no solo generaban ingresos para la ciudad, sino que también promovía el desarrollo de nuevas técnicas comerciales y financieras, como los contratos de cambio y los préstamos a largo plazo.
En León y Castilla las ferias llegaron a ser el centro de toda la actividad comercial, aunque no en los territorios de la Corona de Aragón, donde al ser más fluido el tráfico mercantil fueron menos necesarios, constituyendo allí únicamente centros de actividad mercantil local.
Mercados
Los mercados medievales solían ser espacios públicos ubicados en plazas o calles principales de la ciudad. Allí, los vendedores exhibían sus productos en puestos o tiendas improvisadas. Los compradores podían encontrar una amplia variedad de productos, desde alimentos frescos hasta telas, joyas, herramientas y objetos de lujo. Los comerciantes venían de diferentes lugares de Europa y Asia para vender sus productos.
En las aldeas, villas y grandes ciudades a las que el monarca había concedido licencia, los mercados tenían lugar en plazas públicas, en calles anchas o incluso en salas construidas a tal efecto. También se organizaban mercados a las puertas de muchos castillos y monasterios. Aunque normalmente se celebraban una o dos veces por semana, las ciudades más grandes podían tener un mercado diario que se movía por diferentes partes de la ciudad dependiendo del día o mercados para productos como la carne, el pescado o el pan. Los vendedores de ciertos productos, que pagaban una cuota por el privilegio de tener un puesto a los propietarios de las fincas, a la ciudad o al ayuntamiento, solían colocarse unos al lado de otros en zonas de alta competencia. La mayoría de vendedoras eran mujeres (aunque los vendedores de carne y pan solían ser hombres) y vendían productos básicos como huevos, lácteos, aves de corral y cerveza. Había intermediarios, conocidos como regradores, que compraban las mercancías a los productores y las vendían a los dueños de los puestos del mercado, o los productores podían pagar a un vendedor para que les vendiera su mercancía. Además de los mercados, los vendedores de mercancías también iban de puerta en puerta, y se les conocía como vendedores ambulantes.
A medida que crecieron los mercados, también se desarrollaron reglas y regulaciones para garantizar la justicia y la seguridad. Por ejemplo, las autoridades a menudo regulaban los precios y la calidad de los productos. Además, se crearon gremios y organizaciones comerciales para proteger los intereses de los comerciantes en contra de abusos y fraudes.
En los mercados era posible encontrar tejidos de seda y lino procedentes de Oriente (China, Persia, India, Constantinopla,…); especias como la pimiento, la canela, el clavo, la nuez moscada que venían desde la India, Malasia, Ceilán o las Islas Molucas. También metales preciosos: oro, plata, diamantes, perlas, procedentes de Europa Central y Asa. Alimentos y productos artesanales, etc. completaban una amplia oferta de productos.
Ferias
Las ferias medievales tienen sus raíces en las antiguas tradiciones romanas y germánicas.
Las ferias eran eventos de venta a gran escala, que tenían lugar en las ciudades más importantes, concitando el interés y presencia de comerciantes de otras tierras y reinos. Solían ser eventos más grandes que los mercados y duraban varios días o semanas. Se llevaban a cabo en lugares estratégicos, como cruces de caminos o ciudades comerciales importantes, y en ellas se realizaban grandes transacciones y se exhibían productos exóticos de tierras lejanas. Eran un lugar de encuentro para comerciantes, artesanos y viajeros, que ofrecía una oportunidad para establecer contactos y establecer relaciones comerciales a largo plazo. Los comerciantes podían conocer a potenciales socios comerciales, negociar acuerdos y establecer redes de distribución más eficientes. La importancia de estas ferias era tal que llegaron a ser respaldadas por la Iglesia y por las autoridades locales, que las protegían y garantizaban su éxito.
Las ferias medievales estimularon la economía de la época de varias maneras. El comercio realizado durante las ferias generaba ingresos para los comerciantes y las autoridades locales a través del cobro de impuestos y tasas. Además, las ferias también impulsaban la producción y el empleo, ya que los artesanos y productores locales tenían la oportunidad de vender sus productos a un público más amplio.
En las ferias, además del comercio, se generaban también una amplia gama de actividades de entretenimiento como teatro, acrobacia, juegos, música, etc. Uno de los principales atractivos culturales de las ferias medievales eran los juglares y trovadores. Estos artistas ambulantes recorrían las ferias, deleitando a los espectadores con sus cantos y escenificaciones. Además de entretener, los juglares y trovadores también transmitían mensajes políticos y sociales a través de sus composiciones.
Por otro lado, para poder albergar a los comerciantes y visitantes, las ciudades organizadoras de las ferias debían contar con una infraestructura adecuada. Esto incluía la construcción de plazas y calles amplias, así como de edificaciones temporales para los puestos de comercio. Además, se solían instalar tabernas y hospedajes para atender las necesidades de aquellos que participaban en la feria.
Una de las ferias más importante era la “Feria de Champagne”, era un conjunto de ferias que se celebraban en el dominio de los condes de Champaña en las regiones de Champagne y Brie. Adquirió una gran relevancia durante el siglo XII. Realmente Parte de su éxito radicaba en el nivel de seguridad del que disfrutaban los comerciantes. Esta feria se mantuvo activa durante varios siglos y contribuyó significativamente al crecimiento económico de la región.
Las ferias de Champagne declinaron después de 1300 frente a la competencia de las ferias de París (y después las de Lyon), demasiado cercanas para justificar el mantenimiento por las grandes compañías italianas de dos establecimientos permanentes, uno en una gran villa y el otro en cuatro villas medianas. La aparición de la competencia marítima por el tráfico entre Flandes e Italia desde 1291 y la apertura de nuevas rutas a través de los Alpes ayudaron a causar su decaer.
Otras ferias que adquirieron gran importancia fueron las ferias de Silesia, zona ubicada en la región que actualmente forma parte de Polonia. En ellas se vendían tejidos como la lana y el lino. Atraían a comerciantes de toda Europa.
En tierras españolas tuvo gran éxito la Feria de Medina del Campo, en la provincia de Valladolid, que alcanzó su punto más álgido en los siglos XV y XVI, destacando en el comercio de lana y productos textiles.
Pero, conforme Europa fue entrando en la Edad Moderna, a partir del siglo XV, las ferias comenzaron a declinar, posiblemente por el incremento del comercio marítimo y el desarrollo de rutas comerciales más eficientes.
Las rutas comerciales
Estamos hablando de un elemento fundamental para que se pudiese producir el intercambio de mercancías y, en consecuencia, el crecimiento y desarrollo de puertos, ciudades y reinos.
Estas rutas eran vías de comunicación que conectaban diferentes regiones y permitían el intercambio de bienes y productos entre diferentes comunidades.
Podríamos decir que existían tres rutas principales para comerciar: las vías marítimas, las vías fluviales y las vías terrestres.
Las caravanas comerciales terrestres eran grupos de comerciantes que se desplazaban por tierra, llevando mercancías de un lugar a otro. Estas caravanas se desplazaban principalmente por las rutas comerciales terrestres, que se desarrollaron en todo el mundo medieval. Una de las rutas más importantes fue la Ruta de la Seda terrestre, que unía China y Eurasia. Otro ejemplo es la ruta comercial transahariana, que se extendía desde Tombuctú hasta el Mediterráneo y era utilizada para el transporte de oro, pieles y esclavos. También destacaban otras rutas comerciales en Asia, como las rutas de la seda india y de las especias.
Por seguridad, los mercaderes preferían el transporte fluvial. Las redes fluviales más importantes fueron las del río Po, el Ródano, el enrejado de ríos de la zona de Flandes. el Rin y el Danubio. Sin embargo, el medio fluvial también estaba sujeto a impuestos.
Pero el medio de transporte más barato fue el marítimo, por eso fue el preferido a pesar de los riesgos de naufragio y de piratería, de la poca capacidad de las naves y de la lentitud del viaje. Además, un solo barco podía llevar las cargas de varios comerciantes a la vez.
Algunas de las rutas más importantes fueron:
- La ruta de la seda. Conectaba Europa con Asia, a través de Oriente Medio, principalmente a través del desierto de Gobi. A través de esta ruta se comerciaba con seda, especias y productos exóticos. Esta ruta también facilitó el intercambio cultural, religioso y científico entre el este y el oeste.
- La ruta del ámbar. Conectaba la costa del Mar Báltico con el Mediterráneo. El ámbar, una resina fósil muy apreciada, era transportado desde el norte de Europa hasta el sur, donde se utilizaba para la fabricación de joyas y objetos decorativos También intercambiaban pieles, metales y esclavos.
- La ruta del incienso. Unía Arabia y el Mediterráneo, permitiendo el comercio de productos exóticos.
- La ruta del vino. Se caracterizaba por comercian con vinos de diferentes regiones: Borgoña, Bureos, y el de la región del Ródano.
- La ruta del África Oriental. Conectaba el este de África con Arabia y la India, facilitando así el comercio de productos como el marfil, las especias y los esclavos.
- La ruta del Atlántico. Conectaría Europa y América, llevando consigo productos como especias, telas y metales preciosos.
- La ruta del Índico: Esta ruta conectaba África, Arabia y la India con el sudeste asiático, permitiendo el comercio de especias, seda y porcelana.
- La Ruta del Pacífico: Los barcos navegaban desde Asia hacia América, transportando productos como seda, porcelana y especias.
- La ruta del Mediterráneo. Unía los puertos de esta zona, como Venecia, Génova y Barcelona con Oriente Medio y el Norte de África. El objeto de las transacciones comerciales era el trigo, el vino, el aceite de oliva, la seda y las especias.
- La ruta de Mar del Norte. Unía el norte de Europa, como Inglaterra, Holanda y Alemania, con Escandinavia y el Mar Báltico. Los productos que protagonizaban esta ruta eran el pescado, la sal, la madera y los metales preciosos.
También señalar que el éxito de las conexiones comerciales entre Asia y Europa en la Edad Media no habría sido posible sin los avances tecnológicos que facilitaron el transporte y el intercambio de productos. Uno de los avances más significativos fue la invención de la brújula, que permitió a los navegantes orientarse en el mar y navegar con precisión.
Otro avance importante fue la mejora en la construcción de barcos, como los dhow árabes y los juncos chinos, que eran más resistentes y podían transportar grandes cantidades de carga. Además, la invención del papel y la imprenta en China facilitó la difusión de información y la creación de mapas y guías de viaje.
Los gremios
Estas organizaciones, formadas por comerciantes y artesanos de un mismo oficio, regulaban la producción y la venta de productos, garantizando la calidad y el cumplimiento de normas comerciales. Los gremios también brindaban protección a sus miembros y promovían la formación y el aprendizaje de nuevas técnicas. Los gremios fueron instituciones clave en el desarrollo del comercio en las ciudades medievales.
Desempeñaron un papel fundamental en el establecimiento de estándares de calidad. Los comerciantes y artesanos que formaban parte de un gremio se beneficiaban de la reputación y prestigio que este les otorgaba, lo que les permitía atraer a más clientes y establecer relaciones comerciales más sólidas. También desempeñaron un papel esencial en la regulación de los precios y salarios. Establecían tarifas fijas que debían seguir sus miembros, evitando así la competencia desleal y protegiendo los intereses económicos de todos los involucrados. Esta regulación de precios y salarios contribuyó a mantener una cierta estabilidad económica en las ciudades medievales.
Aspectos financieros del comercio medieval
Durante la Edad Media, el uso de monedas como medio de intercambio se desarrolló ampliamente. En las ferias, se utilizaban monedas de diferentes ciudades y regiones, lo que facilitaba el comercio entre personas que no compartían la misma moneda local. Además, se promovía el uso de monedas de alto valor, como el oro y la plata, para las transacciones más importantes.
Cada región o país tenía su propia moneda, con un valor y contenido de metales preciosos específicos. Algunas de las monedas más conocidas incluyen: el denario: moneda de plata utilizada en la Europa occidental durante la Alta Edad Media; el florín: moneda de oro utilizada en Italia durante el Renacimiento, y el ducado: moneda de oro utilizada en Europa central durante la Baja Edad Media. Además de estas monedas, también existían monedas de menor valor, como los óbolos y deniers, utilizados para transacciones de menor importancia.
Las primeras monedas que cobraron un valor internacional y que por lo tanto, tenían vigencia en varios países, se hicieron a fines del siglo XII en Venecia: los matapanes de plata. Después, Francia, Flandes e Inglaterra acuñaron, también, monedas internacionales de plata.
Además de las monedas, existían diferentes sistemas de intercambio utilizados en el comercio medieval. Algunos de ellos incluyen:
- Troque: sistema de intercambio directo de bienes y servicios, sin utilizar monedas.
- Trueque a través del crédito: sistema en el que se utilizaban créditos o vales para realizar intercambios, sin necesidad de utilizar monedas.
- Banca: sistema en el que las personas depositaban su dinero en bancos y realizaban transacciones a través de cheques o letras de cambio.
Por otro lado, en las ferias medievales también se encontraban los barateros y prestamistas. Estos comerciantes se encargaban de proporcionar crédito a aquellos que lo necesitaban, facilitando así la realización de transacciones comerciales. Sin embargo, los prestamistas también eran vistos con desconfianza, ya que podían aprovecharse de la necesidad de dinero de algunos comerciantes.
Para agilizar las transacciones comerciales se formaron los primeros bancos y aparecieron los banqueros, que se especializaron en reconocer las diferentes monedas, su peso y sus equivalencias.
Con el tiempo, los banqueros se volvieron prestamistas que cobraban intereses por los préstamos que realizaban, aceptaban velar por los ahorros, abrían libros de cuenta y efectuaban transferencias monetarias para sus clientes. La acumulación de beneficios que generaban las transacciones comerciales pronto originó que los cambistas no se sólo se limitasen al cambio de dinero, sino que recibiesen también depósitos de sus clientes, y dispusieran de los fondos necesarios para hacer préstamos, con lo cual sus mesas o bancos se convirtieron en establecimiento de crédito y los cambistas en banqueros.
Así, los banqueros hicieron su principal negocio del préstamo del dinero, y sus establecimientos se convirtieron en bancos privados que recibían depósitos en monedas, metales y joyas, negociaban con los capitales que se les confiaban y hacían préstamos, es decir, anticipos de dinero efectivo a particulares, al rey o a las ciudades.
Por otro lado, puesto que viajar con grandes sumas de dinero era muy incómodo como peligroso, la mayor parte del comercio comenzó a realizarse en forma de transacciones a crédito.
La letra de cambio en sus orígenes, tenía como como naturaleza jurídica a de un contrato de permuta de unas monedas por otras entre comerciantes, hecho ante notario, que implicaba una cesión de una prenda.
En el siglo XIV ya era utilizada no como un contrato de cambio, sino como una orden de pago sobre una plaza de comercio extranjero, en moneda distinta a la moneda de origen. Desde entonces la letra de cambio fue una carta mercantil que servía para saldar cuentas de una plaza a otra en monedas diferentes, según un cálculo de equivalencia de éstas.
El legado del comercio medieval
El flujo personal, económico, cultural, tecnológico, etc que conlleva el comercio, dejó un importante legado en diferentes aspectos de la sociedad. Veamos algunos de ellos:
- En el ámbito cultural. El comercio medieval fue un motor para la difusión de ideas y conocimientos entre diferentes regiones y civilizaciones. Por ejemplo, a través de la ruta de la seda, llegó a Europa la medicina tradicional china, así como la introducción de diferentes plantas medicinales.
Otro ejemplo de influencia cultural es el comercio de libros y manuscritos. Las ciudades medievales eran centros de producción y comercio de libros, lo que permitió la difusión de conocimientos y la preservación de textos clásicos. La Universidad de Bolonia, por ejemplo, fue un importante centro de estudios jurídicos en la Edad Media y atrajo a estudiantes de toda Europa.
- En el ámbito de la arquitectura. El aumento de la actividad comercial generó una demanda de espacios para el almacenamiento de mercancías y el intercambio de bienes. Como resultado, se construyeron mercados, almacenes y edificios gremiales en las ciudades medievales.
Un ejemplo notable de influencia arquitectónica del comercio medieval es la arquitectura de los mercados cubiertos. Estos mercados, como el Grand Bazar de Estambul o el Mercado de San Miguel en Madrid, se convirtieron en puntos de encuentro para comerciantes y compradores de diferentes regiones.
Además, el comercio también influyó en la construcción de catedrales y otros edificios religiosos. La prosperidad económica generada por el comercio permitió a las ciudades financiar la construcción de grandes obras arquitectónicas. Las catedrales góticas, por ejemplo, fueron financiadas en gran parte por el comercio de productos como lana y telas.
- En el ámbito gastronómico. El intercambio de productos alimentarios permitió la diversificación de la dieta y la introducción de nuevos ingredientes y técnicas culinarias. Importante resultaron las especias, como la pimienta, la canela y el clavo que se utilizaron para sazonar alimentos, conservar la carne y mejorar el sabor de platos tradicionales. Además, el comercio de especias también tuvo un impacto en la medicina y se utilizaron con fines terapéuticos.
Otro ejemplo es la introducción de nuevos cultivos y técnicas agrícolas a través del comercio. La llegada de nuevos productos como las naranjas, los limones y el arroz en Europa tuvo un impacto duradero en la gastronomía y la agricultura de la región.
Conclusiones
El comercio en la Edad Media sentó las bases para el desarrollo del sistema económico moderno. Las rutas comerciales establecidas durante este periodo facilitaron el intercambio de ideas, conocimientos y productos entre distintas culturas y civilizaciones.
Además, el comercio medieval contribuyó al crecimiento de las ciudades, la aparición de nuevas profesiones y la creación de una clase mercantil emergente. Este legado perdura hasta nuestros días, ya que muchas de las prácticas y estructuras comerciales actuales tienen su origen en la Edad Media.
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Referencias
González, María y Guzmán, Jorge (2014, 9 09Europe/Madrid diciembre). El Comercio en la Edad Media. Historia Universal. https://mihistoriauniversal.com/edad-media/el-comercio-en-la-edad-media
HistoriaUniversal.org. (2023). El Comercio en la Edad Media. HistoriaUniversal.org. Recuperado de https://historiauniversal.org/el-comercio-en-la-edad-media/Copiar cita al portapapeles
https://derechouned.com/historia/edad-media/economia-y-comercio-en-la-edad-media#google_vignette
https://historiauniversal.org/el-comercio-en-la-edad-media/
https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1301/el-comercio-en-la-europa-medieval/