La denominada civilización minoica, considerada como la primera gran civilización urbana de Europa, anterior por tanto a la civilización griega. Se trata de una cultura de la Edad del Bronce, que se desarrolló en la isla mediterránea de Creta, llegando a ser un importante centro cultural, comercial y político. Si bien se dudó, durante siglos, de su existencia, la acción de la arqueología consiguió hacerla aflorar.
La cultura desarrollada en la isla de Creta entre el II y el I milenio a.C. permite establecer un puente entre la cultura egipcia y la griega.
La isla de Creta está ubicada al sureste de Grecia, en el mar Mediterráneo, y al sur del mar Egeo. Esto es, en el centro de la comunicación marítima entre Asia, Europa y África. La Isla de Creta recibía y distribuía tanto en los ámbitos culturales, comerciales como religiosos, convirtiéndose por tanto en un lugar estratégico, encrucijada entre oriente y occidente.
La denominación de minoica hay que referirla al legendario rey Minos, sobre el que también os contaremos algo en este post. Esta denominación le fue otorgada por su descubridor Sir Arthur Evans, quien relacionó el palacio de Cnosos, el más representativo de esta cultura, con el atribuido al rey Minos de acuerdo a la leyenda del minotauro.
La isla de Creta, cuna y centro de esta civilización tiene una variedad orográfica muy importante, con montañas, llanuras y bosques, lo que permite la existencia de nieves perpetuas en las cubres que abastecen a los ríos y torrentes que son utilizados para el riesgo en la llanuras. Fruto de esta entorno, pudo desarrollarse una economía sostenible en base a los cultivos, la ganadería y la pesca, que junto con las relaciones comerciales y las influencias que se podían establecieron los pueblos circundantes: Oriente Medio, Egipto, Siria, Asia Menor y la Península griega, construyeron las bases para el establecimiento y desarrollo de una civilización.
En cuanto a la sociedad minoica hay que decir que no se trataba de una sociedad igualitaria, era una sociedad feudal y teocrática. En primer lugar se encontraba el rey, que ostentaba la autoridad civil y religiosa y la familia real, luego se encontraba la nobleza, personal del servicio de la realeza y comercial, y por último los artesanos y el pueblo llano.
El rey era el líder supremo, comandante en la guerra, juez, intermediario ante los dioses. Ostentaba como símbolo heráldico de su poder un hacha de doble filo.
Las clases altas vivían en viviendas privilegiadas, no así el resto del pueblo que lo hacía en casas muy pequeñas que se agrupaban en pequeños núcleos.
En el extremo inferior de la escala social se encontraban los esclavos, quienes no eran considerados como personas, sino como objetos pertenecientes a alguien.
Hay una característica que hacer especial a la civilización minoica, consistente en la forma en que se producía el asentamiento de la población, entorno a un edificio central: el palacio, un complejo civil al servicio de la ciudad.
Los estudios más recientes cifran la población, en la época de máximo esplendor, entre cuatrocientos mil y medio millón de habitantes. La estructura productiva se componía además de los comerciantes, artesanos, agricultores, ganaderos, pastores y pescadores, por escribas, armeros, carpinteros, escultores, vidrieros, alfareros, curtidores de pieles, etc.
Los palacios minoicos se distribuían a partir de un área central abierta, un patio. Estos palacios no eran lugares sagrados, como los templos, simplemente tenían unas pequeñas dependencias dentro del mismo para dicha función. Constaban de hasta tres pisos en altura y contenían un gran número de habitáculos en dichas plantas, salvo en la parte baja, destinada a almacenes o talleres. Se procuraba engrandecer su aspecto y para ello incluían abundantes frescos en las paredes, habitualmente escenas con tornos o con motivos marinos), escalinatas y el revestimiento exterior con piedras centelleantes. La impresión que se tenía al entrar en uno de ellos, era de un laberinto, potenciado por el hecho de que los pasillos tenían forma de zigzag y las escalinatas solían ser curvas. También dotaban a las columnas cierta fascinación con su forma ovalada y la policromía del palacio, así como de un aire de ligereza mediante la utilización de grandes tragaluces para iluminar las habitaciones; mamparas plegables y correderas de madera y pilares-columnas en vez de tabiques para separar determinadas dependencias; umbrales en las antesalas; varios patios en el palacio, de los que el central solía estar empedrado. Contaban con un sistema de eliminación de residuos mediante un alcantarillado, un sistema de drenaje y otro de ventilación para las habitaciones gracias a grandes ventanales y tragaluces.
Las características técnicas de la arquitectura palacial requieren una gran cantidad de mano de obra y de especialistas. Técnicamente destacan por el ahorro de esfuerzo, lo que explica la ausencia de cimientos importantes o el hecho de que la mampostería solo se cuidase en las zonas visibles de los edificios. Los principales materiales eran la piedra y la madera, tanto en la construcción como en la decoración, aunque en este último aspecto el material decorativo por excelencia fuese el yeso.
Con la información actual parece que Cnosos debía de ser el poblamiento principal. En todo caso, desde los palacios, especialmente el citado de Cnosos y el de Festos, se controlaba toda la actividad comercial, agrícola y artesanal. Destacaban especialmente en la exportación de productos de lujo en oro y plata y cerámicas. Desde sus puertos zarpaban naves que llevaban los productos cretenses a todo el mundo conocido entonces. La talasocracia (dominio de los mares) permitió un largo periodo de paz, prosperidad y desarrollo cultural.
Desprotegidos pero monumentales. Así son los palacios, la mejor definición de la cultura minoica, también llamada palacial. En su origen y evolución se encuentran las claves para entender el desarrollo de esta civilización, que, según Arthur Evans, evoluciona en tres fases, de las que la que mayor relevancia tendría sería la del Minoico Medio, que se inició con el levantamiento del mayor de ellos, el de Cnosos, al que seguirán otros, como el de Malia, el de Festos o el de Zakros. Son los cuatro edificios más representativos de Creta, que recibió un duro revés hacia 1700 a. C., cuando un fuerte seísmo los redujo a escombros. Algunas tesis insisten en que se trataba de centros con funciones políticas y económicas, una especie de unidades administrativas territoriales, como parece probar el hecho de que los cuatro estuviesen separados por una distancia similar de unos 35 kilómetros. Por sus dimensiones espectaculares de más de 20.000 metros cuadrados, se supone que el de Cnosos era el palacio central desde el que se administraba la isla. Otra tesis muy distinta sugiere, basándose en la numerosa presencia de elementos simbólicos, que los palacios eran centros religiosos regidos por un clero oligárquico o un rey-sacerdote con el título dinástico de Minos.
Según algunos autores, en tanto que centros rituales, los grandes palacios no podían ser la residencia del monarca. Este seguramente debía habitar en las inmediaciones, en un pequeño palacio comunicado con el gran centro sacerdotal, como indicaría la calzada pavimentada que une el pequeño y el gran palacio en Cnosos.
Una última hipótesis apunta a que eran santuarios funerarios, a los que se acudía para sacrificar a los toros siguiendo los ritos ceremoniales.
Llega el momento de hablar de las principales ciudades de aquella civilización:
- Festos (Faistos), fue una próspera y poderosa ciudad del sur de Creta.
- Gortina, habitada desde el final del neolítico y también en el período minoico, tanto Gortina como Cnosos se disputaron la hegemonía de Creta, enfrentándose continuamente.
- Cnosos, en ella se encontraba el complejo palacial más antiguo de Europa, asociada a la leyenda del rey Minos y llegó a su máximo esplendor en el segundo milenio a. C.
- Rusólakos, importante ciudad minoica, situada cerca de Palaikastro.
- Zakros, en la costa este de la isla de Creta, fue uno de los cuatro principales centros administrativos de la civilización minoica.
- Gournia, el mayor apogeo de la ciudad tuvo lugar hacia finales del Minoico Medio, ciudad próspera gracias a la ganadería, la agricultura y la artesanía.
En el ámbito de las creencias, los minoicos no tenían dioses antropomórficos, salvo la Gran Diosa Madre, o Gran Dama del Laberinto, que era la diosa de la fertilidad. Los cultos los realizaban en pequeños santuarios, como decíamos en párrafos anteriores, situados dentro de los palacios.
Cabe citar que se han encontrado rituales de la cultura minoica que implica la relación del toro (animal de gran carga sexual, erótica y fertilizadora) por noticias de los murales de Cnosos y de la leyenda de Minos y el Minotauro.
Se han descubierto cientos de exvotos en las cuevas de varios montes, destacando las del monte Ida, lo cual sugiere peticiones de ayuda hacia los dioses y ciertos rituales en estas cavernas.
Además de rendir culto ritual al dios-toro, al que dedican tauromaquias, frescos y estatuillas de bronce, el pueblo minoico demuestra especial devoción hacia las mujeres. Destacan en este sentido las distintas figurillas de mujeres con los pechos descubiertos (símbolo de fertilidad) y con vestidos acampanados, así como numerosos testimonios pictóricos con faldas acampanadas, volantes, corpiños escotados y mangas anchas mientras participan de la vida pública o de las ceremonias y procesiones. De ahí que algunos investigadores defiendan que la sociedad era matriarcal, puesto que las mujeres aparecen con mayor frecuencia que los hombres y, además, en una posición dominante. Aunque la tesis de matriarcado no cuenta con un apoyo unánime, la escasez de representaciones masculinas ha disparado todo tipo de hipótesis acerca de esta sociedad, de la que poco se sabe con certeza.
Las estructuras de enterramiento individual más utilizadas fueron los grandes vasos de arcilla y las cajas de piedra. A lo largo de su evolución también se utilizaron las tumbas tipos tholos, las tumbas de cámara y las tumbas-casa.
En el embalsamamiento de los muertos utilizan la miel al tiempo que en los rituales de los muertos interviene la fermentación como proceso natural de renovación de la vida.
Poseían la escritura (tomada de otro pueblo o desarrollada en suelo propio), divisible ésta en tres etapas: jeroglífica, entre los años 1900 a. C. – 1700 a. C.; posteriormente evoluciona hacia una escritura fonética, denominada Lineal A entre 1700 a. C. – 1450 a. C., y finalmente la escritura denominada Lineal B, que se terminará imponiendo tanto en el continente como en la isla de Cnosos para llevar la contabilidad de los palacios, según muestran los vestigios encontrados. Todavía no ha sido descifrada.
En cuanto al arte minoico, encontramos una gran riqueza que vamos a repasar de manera genérica. Mientras que en el mundo próximo oriental la principal función del arte palacial era glorificar a la familia real, en el arte de los palacios minoicos no existen escenas que muestren al rey como un gran guerrero conquistador o como un gobernante muy poderoso. Por el contrario, los motivos pictóricos de los palacios se centran en la naturaleza, ya que su objetivo era hacer del palacio un lugar lleno de belleza y serenidad.
Conviene recordar que en arquitectura, el rasgo más sorprendente es, como dijimos en párrafos anteriores, el modo de asentamiento de la población entorno a un edificio central: el palacio, un complejo civil al servicio de la ciudad.
La columna minoica es una de las contribuciones más características de los minoicos. Se trata de un tipo de columna más ancha en la parte de arriba que en la inferior. Por eso, también recibe el nombre de columna invertida. Estaban fabricadas con madera y solían pintarse de rojo. La basa era de piedra y muy simple. Por su parte, el capitel tenía forma de moldura redonda, asemejándose a una almohada.
En el ámbito de la pintura, encontramos que ésta decora los palacios tanto en el interior como en el exterior. La técnica está influenciada por los egipcios, la que aplicaban sobre un mortero de cal y arena. Las figuras aparecen también bordeadas con líneas oscuras y voluminosas. En cuanto a la representación de las figuras humanas, exageran mucho la esquematización y da aspectos de ligereza. En los frescos y estatuas que nos han llegado se puede observar la representación (ya sea más idealizada o más realista) de las más ricas y poderosas personas de la isla: mientras que los hombres van afeitados y visten solo una especie de falda corta, las mujeres llevan faldas de volantes y corpiños con mangas ceñidos al cuerpo, y los pechos al descubierto. Además, tanto hombres como mujeres llevan el pelo largo, rizado, y brazaletes y collares de oro.
En Creta, los colores de los fondos pueden resultar muy intensos (rojo intenso, verde, azul…) En estos también se utiliza mucho la representación vegetal pero esquematizada como los egipcios. Se emplearon convenciones de color para diferenciar los sexos (rojo para los hombres y blanco para las mujeres)
La moda en la pintura cretense era muy importante, podemos ver en pinturas y esculturas, grandes y difíciles peinados junto con vestimentas con muchos detalles tanto en hombres como en mujeres.
Mención especial merece la Taurocatasia: Este estilo de representaciones se pueden observar en el palacio de Cnosos pero muy reconstruido. En este tipo de festejos se juega con el toro, sujetándole y saltándole pero no se le termina matando. La figura humana representada es frágil con una cintura muy estrecha.
La escultura de gran formato no era una expresión artística y cultural muy propia de la cultura minoica. Existían piezas en madera y figuritas de terracota o metal, realizadas como ofrendas para los santuarios o los contextos funerarios.
En joyería utilizaban las técnicas de la filigrana, el granulado y la soldadura.
En cuanto a la cerámica, fue una de las actividades más reconocidas de los minoicos. Tenía un alto nivel por el cuidadoso tratamiento de los barros con los que obtenía una arcilla muy depurada y el uso del torno del alfarero. En Cerámica, hicieron vasos de arcilla superando a los maestros de Egipto. Las vasijas de arcilla solían estar decoradas con dibujos de elementos del mar. Estos eran pintados con varios colores, destacando el amarillo, el rosa y el naranja. Los cretenses aprendieron también a esmaltar esas vasijas.
El motivo por el que despareció aquella fascinante civilización constituye todavía un enigma. Algunos autores piensan que pudo ser debido a hechos o cataclismos naturales, y otros por la mano del hombre. Pero otros investigadores defienden que la causa del declive fue la erupción volcánica del Tera, fechada en torno a 1628 a. C. Su fuerza fue tan descomunal que se calcula que algunos lugares fueron sepultados bajo más de 60 metros de ceniza y que la isla de Tera (hoy Santorini) quedó dividida en tres partes. Una catástrofe en la que algunos historiadores han querido ver, además, la causa del hundimiento de la mítica Atlántida. Sobre el año 1450 a. C. la cultura minoica desapareció por causas que no están claras y al parecer la isla fue invadida por los griegos.
Otra hipótesis más reciente apuesta no tanto por la “desaparición” de los minoicos como por su paulatina fusión con los micénicos. Después de todo, estudios genéticos han revelado que ambos pueblos tenían sus ancestros en los granjeros de la Anatolia occidental y el Egeo de la Edad de Piedra.
Y para finalizar esta larga entrada, haremos una pequeña referencia a las principales leyendas vinculadas al mundo minoico:
La leyenda de Minos, rey del mar
Zeus abandonó a Europa en Creta, después de haber engendrado en ella a tres hijos: Minos, Radamantis y Sarpedón. Europa se casó con Asterio. Los tres hermanos se enamoraron de un joven llamado Mileto y cuando éste prefirió a Sarpedón, Minos expulsó a Mileto de Creta y éste fundó la ciudad de Mileto. A la muerte de Asterio Minos reclamó el trono, dedicó un altar a Posidón y pidió que saliese del mar un toro; salió un gran toro blanco y Minos ganó el derecho al trono. Al no placerle a Sarpedón, Minos lo expulsó y se exilió. Minos casó entonces con Pasífae y Posidón, para vengarse hizo que Pasífae se enamorara del toro blanco y disfrazada con una vaca de madera construida por Dédalo, engendró del toro al Minotauro. Para ocultar tal afrenta Minos encargó a Dédalo la construcción de un lugar apartado de Cnosos para encerrar al Minotauro y Pasífae. Dédalo construyó el Laberinto. Radamantis se quedó en Creta y le transfirió a su hermano la costumbre de reunirse cada nueve años en una cueva con Zeus y obtener nuevas leyes para su pueblo.
Minos parece ser el título que recibía el gobernante y la dinastía regia de la cultura cretense minoica de Cnosos, personaje que debía realizar funciones administrativas y sacerdotales. De él nos han llegado noticias a través de la mitología y de los filósofos e historiadores que han hablado de su figura.
El Laberinto es el palacio de Cnosos, un conjunto asimétrico e intrincado de habitaciones, antesalas, vestíbulos y corredores en el que un visitante extraño fácilmente se perdía.
El mito de Dédalo
Dédalo pertenece a la familia real de Atenas, se caracterizaba por ser un herrero admirable y un hombre de ingenio sin igual. Huyó de Atenas por asesinar a su sobrino, otro inventor que le superó al descubrir la sierra. Al llegar a la Creta de Minos trabajó a su servicio, gozando de su favor en paz. Tras el asunto de Pasífae y el Minotauro, Minos lo encerró en el Laberinto por él mismo construido junto con su hijo Ícaro. Para huir del laberinto ideó la construcción de alas con cera y plumas para él y su hijo; éste pereció por acercarse demasiado al sol y derretir el sol la cera; otra versión dice que lo hizo con un barco que le prestó Pasífae y se refugió en Sicilia y que Ícaro cayó al mar; otra más dice que inventó las velas para la navegación y así huyó. Minos salió a buscarlo y Sicilia dicen que mató a Minos mientras se bañaba con pez o agua hirviendo.
Teseo y Ariadna
Minos ordenó que los atenienses enviaran siete muchachos y siete muchachas cada nueve años a laberinto de Creta, donde esperaba el Minotauro para devorarlos. A Teseo le tocó ir por sorteo o el propio Minos lo eligió en Atenas. Al llegar a Creta, Ariadna, hija de Mino, se enamoró de él y le ofreció el modo de escapar del laberinto: un ovillo de hilo mágico y las instrucciones acerca de cómo entrar y salir del laberinto: abrir la puerta de entrada y atar al dintel el hilo que se irá desenredándose conforme avance; luego, una vez muerto el Minotauro, sólo hay que recorrer el camino inverso. Hecho esto condujo a puerto a todo el grupo ateniense y llevó consigo a Ariadna a la que abandonó en Naxos.
Y esto es todo por hoy. Disculpad si nos hemos extendido demasiado.
Fuentes y Bibliografía:
Volumen I Arqueología, de Carmen Guiral y Mar Zarzalejos. UNED
Volumen 2 de Historia del Arte. Ed. Planeta
Summa Artis