Carlos III “el rey ilustrado” es, indudablemente, uno de los reyes que mejor poso han dejado en la historia española.
Antes de convertirse en rey de España, Carlos gobernó como duque de Parma y Plasencia (1731–1735) y luego como rey de Nápoles y Sicilia (1734–1759).
Vamos a hacer un nuevo viaje en el tiempo para saber algo más sobre aquel rey y aquellos tiempos. Gracias por acompañarnos.
Contexto de la época del reinado de Carlos III
El periodo en el que Carlos III gobernó estaba marcado por varios eventos y movimientos cruciales que influirían en su política y reformas. En primer lugar, hay que considerar un contexto europeo, caracterizado por:
- El auge de la Ilustración: Un movimiento intelectual que promovía la razón, la ciencia y la crítica de la autoridad, influyendo en las políticas de muchos monarcas de la época.
- Las guerras europeas: La Guerra de los Siete Años (1756-1763) y otros conflictos que marcaron la política exterior de España y el equilibrio de poder en Europa.
- La situación económica: Una España marcada por crisis económicas y la necesidad de modernización, que Carlos III abordaría con reformas específicas.
- El papel de la Iglesia: La influencia de la Iglesia Católica en la vida política y social, así como las tensiones entre el clero y el creciente laicismo.
- Colonialismo y expansión territorial: La necesidad de consolidar y modernizar el vasto imperio colonial español, especialmente en América.
Este contexto exigía un enfoque audaz y un conjunto de reformas que propusieran soluciones a los problemas de la época, y Carlos III no dudó en adoptarlas.
Biografía de Carlos III
Nació en Madrid el 20 de enero del año 1716. Sus padres, Felipe V, el primer rey de la dinastía Borbón en España, y su segunda esposa, Isabel de Farnesio.
El nacimiento Carlos es anunciado oficialmente a los ciudadanos madrileños, al día siguiente de su nacimiento, el 21 de enero de 1716, a través del periódico “La Gazeta de Madrid” en el que se describe al bebé como “robusto de cuerpo”, así como de “hermoso”, características que hacían presagiar una buena salud para el infante recién nacido.
En el momento de su nacimiento pasó a ser Infante de España, pues contaba con dos hermanos mayores que él. Por lo que, el hecho de ser un descendiente por vía materna, de poderosas sagas familiares italianas, hacia presagiar que su futuro, como heredero de algún título, sería en esas tierras.
Con 6 años, comenzó a practicar una de las aficiones que conservaría toda su vida y que siempre le apasionó, la caza, en compañía de su padre, en San Lorenzo de El Escorial a pocos kilómetros de la capital de España.
A partir de ese momento, tuvo una educación muy tradicional, pese a lo cual desarrolló interés por la cultura y la ciencia. Carlos III estudió en la Universidad de Alcalá de Henares donde se adentró en el conocimiento de materias como Geografía, Historia, instrucción militar, varios idiomas, no en vano, además del castellano, llegó a hablar fluidamente francés y tres dialectos italianos como el florentino, lombardo y napolitano, además de escribir siempre en latín. Ya de casado, aprendió algo de alemán para darle gusto a su esposa, originaria de regiones germanas. Además, siempre mostró una gran habilidad para los oficios manuales, como la relojería y la imprenta. También para el dibujo y la pintura.
Con 13 años, Carlos de Borbón, inicia un viaje junto a sus padres, que le llevará a recorrer parte de España, primero tierras extremeñas, y posteriormente andaluzas, donde residirá en los bellísimos Reales Alcázares de Sevilla.
Carlos III también tuvo la oportunidad de viajar por Europa, lo que amplió su visión del mundo y le brindó la oportunidad de conocer diferentes culturas y sociedades. Durante sus viajes, visitó países como Italia, Francia y Austria, donde pudo conocer de cerca las cortes y los sistemas políticos de otras naciones.
En 1731, cuando Carlos tenía 17 años, es nombrado Duque de Parma y se separa de su familia para zarpar a finales de diciembre de ese año hasta el puerto de Livorno, en Italia, donde desembarca el 26 de diciembre. Su infancia y adolescencia finalizaban en ese mismo momento.
Un año después, su padre Felipe V firma con su primo Luis XV de Francia, el llamado “Primer Pacto de Familia”, para aliarse frente a una nueva Guerra de Sucesión por los títulos italianos, que haría de Italia, poco después, un campo de batalla y del que los Borbones españoles serían claros vencedores al hacerse con el Reino de Nápoles. Carlos de Borbón, en enero de 1734, con 18 años, fue nombrado por su padre, generalísimo de los ejércitos españoles en Italia, y un mes después, le son entregadas en mano las llaves de la ciudad, que haría capital de su reino. En ese momento Carlos decide nombrar a su padre, Felipe V, rey de Nápoles, pero éste, le cedió solemnemente este título en abril de ese mismo 1734, contando con el favor y beneplácito del pueblo napolitano.
En 1735, una vez conquistada la isla de Sicilia, Carlos es coronado como rey de Nápoles y Sicilia, naciendo así una monarquía independiente, el reino de las Dos Sicilias.
Su reinado en el reino de Nápoles y Sicilia duró 25 años, hasta que, por causa del fallecimiento de su padre, pasó a ser nombrado rey de España.
En el ámbito personal, en el año 1738 contrajo matrimonio con María Amalia de Sajonia, pero la futura reina, pese a su evidente desarrollo físico, no había dado aún, a sus doce años, señales de pubertad, por lo que debieron esperar al año siguiente para consumar la unión. Llegarían a concebir, durante las dos décadas que duró el matrimonio, trece hijos. Aunque sólo emparentados en cuarto grado, sin embargo, sólo siete sobrevivirían, y de éstos, los dos primeros varones acusaron una marcada disminución psíquica. El primogénito, con el tiempo duque de Calabria, se convirtió en un peligroso obseso del sexo que atentaba contra la virtud de cuanta mujer estuviera a su alcance. El segundo, aunque de complexión robusta y saludable, padeció una falta de inteligencia poco común, y si de mayor fue adquiriendo algún criterio, comoquiera que su padre no lo dejó inmiscuirse en ningún asunto de gobierno, resultó un mediocre príncipe de Asturias. Casado a los catorce años con su prima María Luisa de Parma, ésta lo dominó desde el primer día. Más tarde, al suceder como Carlos IV a su progenitor en el trono español, su indolencia apresuró el ocaso de los Borbones. No obstante, esa desgana alarmante, fue el más prolífico de todos ellos, pues llegó a tener veintidós hijos.

María Amalia de Sajonia
Carlos III falleció el 14 de diciembre de 1788, en Aranjuez, a la de edad de 72 años. Los restos de Carlos III reposan en la Cripta Real del Monasterio de El Escorial. Le sucedió en el trono por su hijo Carlos IV
Carlos III fue el rey de España al que más honras fúnebres celebraron en todos los rincones de la monarquía, el único cuya biografía fue escrita al poco de morir, por dos autores distintos, uno español y otro italiano. El último que supo mantener unido el imperio español.
Por último y como reseña importante en la biografía de Carlos III, hay que decir que nadie, en el momento de su nacimiento podía sospechar que llegaría a ser rey de España. Solamente su madre, quien consagró obsesivamente todos sus esfuerzos a fin de lograrlo. Los hijos de primer matrimonio del rey con María Luisa Gabriela de Saboya, Luis, príncipe de Asturias, y los infantes Felipe y Fernando, ostentaban un indiscutible derecho de preferencia en la herencia de la corona de España; no obstante, el empeño de Isabel Farnesio sobre todo, y de otro lado el azar, iban a modificar el futuro previsto. D hecho el infante Felipe falleció prematuramente en 1719; también el fallecimiento de Luis, quien reinaría, por abdicación de Felipe V, durante apenas siete meses, pues falleció en 1724. Y en 1759 falleció su hermano, Fernando VI.
Reinado de Carlos III en España
Subió al trono el 9 de diciembre 1759, después de la muerte de su hermanastro Fernando VI.
Una de las principales características del reinado de Carlos III fue su afán por modernizar y mejorar el país. Implementó numerosas reformas en diferentes ámbitos, como la administración, la justicia, la economía y la educación.
Durante su reinado, llevó a cabo numerosas reformas políticas, económicas y sociales, que transformaron radicalmente la sociedad española.
Entre sus principales acciones, destaca la creación de nuevas instituciones, como el Consejo de Castilla y la Junta de Comercio, que buscaban reforzar el poder centralizado y mejorar la eficacia del Estado. También promovió la construcción de hospitales, escuelas y otros servicios públicos. Cabe citar, por ejemplo, la construcción del Real Canal de Manzanares en Madrid, que permitió mejorar el suministro de agua a la ciudad y contribuyó a la mejora de las condiciones de vida de sus habitantes.
Durante su reinado se construyeron importantes edificios y monumentos, como el Palacio Real de Madrid y el Puente de San Telmo en Sevilla, que reflejan su interés por el embellecimiento de las ciudades y el fomento de la arquitectura.
Carlos III de Borbón se ocupó de construir en España más de 2.000 kilómetros de carreteras y más de 600 puentes, aprobó los transportes de diligencias entre varias localidades.
Fortaleció el ejército de tierra y la armada, con el objetivo de recuperar los territorios italianos y la defensa de los intereses coloniales amenazados por Inglaterra.
Fue quien nombró a la Inmaculada como patrona de España, quien creó la Orden de Carlos III para premiar la Virtud y el Mérito, quien dictó las leyes de supresión de tasas, libertad comercial y enseñanza primaria obligatoria, quien protegió la industria nacional y dignificó el trabajo de los menestrales.
Un momento de tensión fue el Motín de Esquilache de 1766, una revuelta popular en Madrid provocada por las medidas de austeridad y las reformas urbanas impulsadas por el ministro Leopoldo de Gregorio, marqués de Esquilache. Uno de los aspectos más polémicos se refería a la vestimenta tradicional de Madrid de sombrero de ala ancha y capa larga. Sin embargo, en el fondo de dicha revuelta subyacía el malestar por una crisis de subsistencia y un invierno muy crudo, la subida de los precios del cereal tras el decreto de libre comercio de granos y la crítica contra el régimen señorial.
Este motín se extendió sin coordinación alguna por otras ciudades: Cuenca, Zaragoza, Barcelona, Sevilla, Cádiz, Lorca, Cartagena, Elche, A Coruña, Oviedo, Santander y poblaciones de Vizcaya y Guipúzcoa, lo que supuso finalmente la caída y posterior destitución de Esquilache como secretario de Estado, exiliándose en Nápoles. Se reformó todo el gobierno, desterrando de él a los miembros no españoles del mismo, aunque el precio de los productos alimenticios siguió alto y se mantuvo la real orden que regulaba las obligaciones sobre la vestimenta con capa corta.
A Esquilache le sucedió, en 1766, el Conde de Aranda, ocupando la presidencia del Consejo de Castilla e instaurando una política reformista basada en los principios de la Ilustración, apoyada por Campomanes, con la que consiguió el aprecio popular y el elogio del mismo Voltaire. Más tarde, Jerónimo Grimaldi logró su destitución en 1773, pero este tuvo que dimitir en 1776, ocupando su puesto el Conde de Floridablanca.
Otra de sus medidas clave fue la expulsión de los jesuitas de todos los dominios españoles, incluidos los territorios de ultramar, incautándose además su valioso patrimonio por la Pragmática Sanción de 1767. Con el apoyo del dictamen de José Moñino Redondo, el conde de Florida Blanca, se consiguió la disolución de la Compañía de Jesús por parte del Papa Clemente XIV a través de una Bula de Extinción en toda la cristiandad, firmada en 1773. Las causas hay que buscarlas en la intromisión de estos en asuntos propios del Estado y en contra de las iniciativas reformistas, además de ser depositarios de un gran poder económico, político y cultural que escapaba al poder de la Corona. La expulsión se produjo en el año 1767, y afectó a miles de miembros de la orden en España y sus colonias, fue una medida drástica que generó tensiones con la Iglesia y sectores conservadores de la sociedad.
En lo social, Carlos III dispuso leyes contra vagos y mendigos, a los que enroló al servicio de la Armada española. Dentro del espíritu del Despotismo Ilustrado (gobierno para el pueblo pero sin el pueblo) se desarrolló una política de acogida social para huérfanos y ancianos en asilos, así como varias disposiciones encaminadas a educar al pueblo en las buenas costumbres: prohibición de portar armas de fuego, del juego en sitios públicos (tan sólo se permitía la práctica del billar, el ajedrez, las damas y el chaquete). Una de las medidas más efectivas y de mayor repercusión fueron las medidas adoptadas en el saneamiento de las ciudades, y en especial en Madrid como capital del reino, la cual fue empedrada y alumbrada como correspondía a su rango.
La aristocracia se vio afectada por la renovada Junta del Catastro, dirigida a estudiar la implantación de una contribución universal, o por la ruptura de su prepotencia en el Consejo de Castilla.
Por su parte, el clero recibió continuos ataques a su inmunidad. Se limitó la autoridad de los jueces diocesanos, se logró el restablecimiento del pase regio (facultad regia de autorizar las normas eclesiásticas) y se redujeron las amortizaciones de bienes.
En el ámbito administrativo, Carlos III creó nuevos ministerios y reorganizó la burocracia, buscando una mayor eficiencia en la gestión del Estado. Además, promovió la construcción de infraestructuras, como la ampliación del puerto de Cádiz y la creación de nuevos caminos y puentes. Promovió la descentralización administrativa, y la creación de intendencias, que eran unidades administrativas dirigidas por intendentes, mejorando la gestión local y la rendición de cuentas.
En cuanto a la justicia, Carlos III impulsó la creación de un sistema legal más equitativo y eficiente. Estableció la figura del Defensor del Pueblo y promovió la formación de jueces y abogados
En materia económica, mediante un decreto, amplió el libre comercio colonial a numerosos puertos españoles. Esta medida fue importante sobre todo para la industria barcelonesa, estimuló el comercio colonial e hizo crecer los beneficios de los grandes comerciantes. Entre las reformas más destacadas se encuentra la creación de la Real Compañía de Filipinas, que impulsó el comercio con las colonias españolas en Asia y el Pacífico. Igualmente, promovió la modernización de la agricultura, poniendo en marcha el plan de reforma agraria y el fuero de las nuevas poblaciones. Se promovieron nuevas técnicas agrícolas, se incentivó la producción de cultivos como el olivo y se impulsaron la creación de fábricas y la introducción de maquinaria. Del mismo modo, implementó políticas proteccionistas para impulsar la industria nacional y fomentar el comercio. Promovió la creación de fábricas y la modernización de la agricultura.
También promovió una reformulación fiscal, introduciendo medidas para mejorar la recaudación de impuestos, eliminando privilegios de ciertos sectores y creando nuevas formas de impuesto que gravaban más equitativamente a los ciudadanos.
En el ámbito educativo, puso en marcha una reforma de la educación pública, creando una red de escuelas y universidades. También fundó instituciones académicas y promovió la educación pública. Creó la Real Academia de la Historia y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, entre otras. También creó el Museo del Prado.
Como ejemplo del impacto del modelo de reformas de Carlos III, cabe citar la creación de la Real Academia Española en 1713. Esta institución fue establecida con el objetivo de regular y fomentar el uso del idioma español, y se convirtió en un referente importante para la estandarización y difusión del español en todo el mundo.
Otro caso de uso del modelo político de Carlos III fue la creación del Real Gabinete de Historia Natural en 1771. Esta institución tenía como objetivo promover la investigación científica y el estudio de la naturaleza, y se convirtió en un referente importante en el campo de la historia natural en Europa.
Otro aspecto importante del legado de Carlos III fue su atención a las necesidades sociales de la población. Durante su reinado, se implementaron medidas para mejorar la educación, la salud y las condiciones de vida de los ciudadanos. Se fundaron instituciones educativas y se establecieron hospitales y centros de atención médica en todo el país.
Promovió la cultura y la educación, y se preocupó por el bienestar de sus súbditos. Mantuvo una estrecha relación con los principales representantes del movimiento ilustrado español, como Gaspar Melchor de Jovellanos o Leandro Fernández de Moratín.
Igualmente procuró el desarrollo de la investigación científica, a través de expediciones botánicas y geográficas, como la expedición de José Celestino Mutis a Nueva Granada.
Antes del reinado de Carlos III no se conocían en España ni los belenes navideños, ni la lotería, ni las corridas de toros con el toreo a pie, ni la prensa de opinión. El pueblo se acostumbró a las modas de los saraos y las telas estampadas o bordadas, al lujo desenfrenado, a las pelucas y los abanicos, a las mantillas femeninas, a las tarjetas de visita o a los papeles pintados en las habitaciones, costumbres desconocidas en la austera España del Barroco.
Durante su mandato nacieron los establecimientos públicos para el café, que fueron llamados cafeterías, el primer piano-forte que convivió con el clavicémbalo, los bailes de máscaras, el teatro en prosa, los sainetes, el arte neoclásico y los tapices de costumbres populares, en sustitución de los antiguos asuntos mitológicos o bélicos. Importó árboles y plantas de América, como los castaños de Indias, que se multiplicaron por todas las ciudades de la Península y ordenó plantar miles de árboles, sobre todo moreras, para el cultivo de la seda.
Fundó los Colegios de cirugía de Barcelona y Madrid, las Escuelas de platería, relojería y joyas preciosas, de grabado, dibujo y cartografía, de veterinaria y química, las fábricas de porcelana y piedras duras del Retiro. Durante su reinado se convocaron las primeras oposiciones a cátedra de ámbito nacional, aparecieron los cementerios civiles, los montepíos de protección social y las patatas en la mesa de los madrileños. Preocupado por la alta mortalidad infantil autorizó la operación cesárea y la importación del nuevo biberón para los lactantes, fabricado en Suiza.
En materia de política exterior, su intención era fortalecer la posición de España en el escenario internacional. Firmó tratados comerciales con otros países y promovió la expansión del imperio español en América.
Una de las principales acciones diplomáticas de Carlos III fue la firma del Tratado de París en 1763, que puso fin a la Guerra de los Siete Años. Este tratado permitió a España recuperar importantes territorios en América y África, fortaleciendo así su imperio colonial.
En el ámbito colonial, implementó importantes reformas administrativas y económicas, a fin de fortalecer el control español sobre los territorios americanos y promover su desarrollo económico. Pero también, durante su reinado, se produjo la pérdida de algunas colonias en América del Norte, como Florida y Menorca.
Durante su reinado España pudo mostrar por última vez, su poderío. No sólo por la vasta extensión de sus posesiones sino por el tono cultural y europeo que el monarca imprimió a sus iniciativas de renovación y, en general, a todos los actos de Estado.
Carlos III implementó una serie de políticas que tuvieron un impacto significativo en las colonias americanas, ya que estaban encaminadas a fortalecer el dominio español en América y promover el desarrollo económico y social de las colonias. En primer lugar, implementó el sistema de intendencias, que dividió las colonias en regiones administrativas más pequeñas y estableció un gobierno local más eficiente. Esto permitió una mejor administración de los recursos y una mayor supervisión de las actividades comerciales. Además, Carlos III implementó una serie de reformas económicas y fiscales en las colonias americanas. Estas reformas incluyeron la liberalización del comercio, la reducción de los impuestos y el estímulo a la producción agrícola y minera. Estas medidas tuvieron un impacto positivo en la economía de las colonias y contribuyeron a su crecimiento. Otro aspecto clave de la política de Carlos III en América fue su enfoque en el comercio. El rey promovió la creación de compañías comerciales, como la Real Compañía de Filipinas y la Real Compañía de Guipúzcoa, para fomentar el comercio entre España y sus colonias. Estas compañías tenían el monopolio del comercio con ciertos productos y contribuyeron al crecimiento económico de las colonias.
El legado de Carlos III en América Latina se puede ver en la arquitectura y la planificación urbana de muchas ciudades coloniales. Durante su reinado, se construyeron numerosos edificios públicos, como iglesias, plazas y palacios, que todavía se conservan hoy en día. Estas construcciones reflejan el estilo arquitectónico de la época y son un testimonio del poder y la influencia de España en América.
Un ejemplo concreto de los beneficios de las reformas de Carlos III es el caso de la Real Compañía de Comercio de La Habana, creada en 1765. Esta compañía tenía como objetivo fomentar el comercio con la colonia de Cuba y contribuir al desarrollo económico de la isla. Gracias a esta iniciativa, se impulsó el comercio y se promovió la modernización de la economía cubana.
Otro ejemplo lo encontramos con la creación de la la Real Compañía de Filipinas en 1785, cuyo objetivo era fortalecer el comercio con las colonias españolas en Asia.
Las reformas implementadas por Carlos III tuvieron un impacto significativo en la historia de España. Por un lado, el monarca logró consolidar su poder y fortalecer la autoridad del Estado. Esto se debió, en parte, a la creación de nuevas instituciones y a la implementación de políticas que buscaban centralizar el poder en manos del monarca.
Por último, hay que decir que Carlos III adoptó el despotismo ilustrado como modelo de gobierno, una forma de monarquía absoluta que buscaba promover el bienestar de los súbditos a través de reformas basadas en la razón y el progreso. Bajo el lema “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, el rey y sus ministros implementaron una serie de medidas destinadas a modernizar el país y fortalecer el poder real.
El despotismo ilustrado de Carlos III supuso el fortalecimiento del poder del monarca, el más apto para impulsar el progreso en una paradójica unión de absolutismo y liberalismo.
El impacto de Carlos III en Madrid
Apodado también como “el mejor alcalde de Madrid”, no en vano el actual Madrid debe mucho a las reformas promovidas por este rey, pues se construyeron numerosos edificios públicos y monumentos decorativos. Se modernizó el trazado de las calles, se introdujo el empedrado y el alumbrado, se creó la policía municipal y se mejoró el alcantarillado y la traída de aguas.
La historia de Madrid debe a Carlos III sus mejores instituciones, monumentos y paseos, que hoy definen la fisonomía de la capital de España. Con él nacen el Banco de España y la Sociedad Económica Matritense, las Reales Academias de Jurisprudencia, la primera cátedra de Historia de la Literatura y la iglesia de San Francisco el Grande.
Se crean por su iniciativa las Juntas de Caridad para atender a los pobres, el primer servicio de ambulancias, en sillas de mano, la Imprenta Real, el servicio de policía y los alcaldes de barrio, la numeración de las casas y las aceras en las calles, cuyo alumbrado con más de cuatro mil velas de sebo era responsabilidad de 152 faroleros.
En estos años se dibujan los mejores planos de Madrid y se protege el naciente turismo, que admira el Paseo del Prado, el Paseo de las Delicias, la Puerta de Alcalá, la Aduana nueva, el edificio del Museo del Prado, y tantos otros.
Conclusión
Carlos III fue rey de España, máximo representante del despotismo ilustrado del siglo XVIII, Carlos III fue el prototipo de numerosos liberales españoles que vivirían en los dos siglos posteriores. Capacitado por casi tres décadas de reinado en las Dos Sicilias e inteligentemente secundado por un núcleo de eficaces y cultos ministros afines al enciclopedismo francés, bajo su gobierno España pudo experimentar un breve pero intenso resurgimiento, definitivo en muchos aspectos.
Las casi tres décadas de gobierno del rey Carlos III están consideradas por la mayoría de historiadores y estudiosos del siglo XVIII español como un paréntesis abierto en medio del proceso de decadencia de la monarquía; y buena prueba de ello fue el rápido declinar de tanta prosperidad en cuanto la muerte lo alejó del trono.
Carlos III no era un hombre brillante o genial, pero sí un hombre de notable estabilidad emocional, de una sólida confianza en sí mismo, virtudes que daban firmeza a sus decisiones y seguridad a sus colaboradores. Resulto ser un rey excepcional, por comparación.
Carlos III dejó un legado importante en la historia de España y tuvo un impacto significativo en diferentes ámbitos durante su reinado.
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Referencias
Carlos III y la España de la Ilustración. De Domínguez Ortíz, A.
Carlos III, rey de los ilustrados. De Palacio Atard, V.
HistoriaUniversal.org. (2023). Biografía de Carlos III de España. HistoriaUniversal.org. Recuperado de https://historiauniversal.org/biografia-de-carlos-iii-de-espana/
Jiménez, María y Muñoz, Antonio (2016, 17 de mayo). Carlos III de España. Historia del España. https://historiaespana.es/biografia/carlos-iii-espana
MCN Biografías, 2014. “Carlos III. Rey de España (1716-1788)”. Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/carlos-iii-rey-de-espanna [consulta: 15 de julio de 2025].
https://aprende-historia.com/el-legado-del-rey-carlos-iii-modelo-politico-e-impacto-historico/
https://historiaybiografias.com/despota_3/
https://www.elmundo.es/la-aventura-de-la-historia/2016/01/20/569f6fa346163f621c8b4688.html
















