Durante la Edad Media (recordemos, comprendida entre el siglo V y el siglo XV), la población se dividía entre adultos y pequeños adultos, nombre que recibían los niños. Y esta anécdota permite ilustrar la diferencia de trato y consideración que hacia los niños existía si comparamos el medievo con los tiempos actuales. El niño es concebido como homúnculo (hombre en miniatura), no hay evolución, cambios cualitativos, sino cambio desde un estado inferior a otro superior, adulto (Tomás de Aquino). Todo ello se refleja en la frase siguiente: “Sólo el tiempo puede curar de la niñez, y de sus imperfecciones”. Por tanto, el niño debe ser educado para ser “reformado”.
Eran tiempos extremadamente difíciles para los humanos adultos y, en consecuencia también para los niños.
Se consideraba la maternidad como la función esencial de la mujer. A la descendencia se la consideraba una mano de obra barata y productiva, un seguro para la vejez. Durante sus primeros años eran acusados con calificativos y desprecios: se les trataba de inútiles, perezosos mentirosos, llorones, traviesos que a veces hastiaban a las familias, hasta llegar a abandonarlos , más como se consideraban poseedores de alma se crearon orfelinatos para recoger a los niños abandonados.
Al nacer, la matrona seguía las indicaciones del médico Bernardo Gordonio que en su libro Lilio de la medicina aconsejaba cortar el cordón umbilical, limpiar los orificios y lavar al recién nacido. Después, colocaban una bola de plomo en el ombligo y le envolvían fuertemente con fajas -un motivo era que al comprimirle el tórax no lloraran tanto.
La mortalidad infantil entre las familias reales era del 42% para la Península Ibérica y se calcula que para la población general, en el primer año de vida, solo la mitad seguían vivos, y de ellos el 85% morirían de fiebres. Otros fallecían aplastados por la madre o la nodriza que dormían con ellos -asfixiados por el peso de sus cuerpos- o simplemente se les mataba por ser ilegítimos o deformes ya que se consideraba que eran fruto de los pecados de sus padres y estos querían evitar la vergüenza pública.
Había una preferencia por tener descendientes varones antes que niñas, y el trato al niño estaba en consonancia con el nivel social de la familia; las familias pudientes contrataban a nodrizas, para que disfrutaran de buena lactancia. Como anécdota, decir que, fruto de la ignorancia de la época, se atribuía que los gemelos eran producto de la infidelidad de la mujer, uno era del marido y otro del amante.
A los recién nacidos se les bautizaba de forma urgente, porque la mortalidad infantil era enorme, (hasta el 50% de nacidos antes de cumplir un año de vida y en total el 85% fallecía antes de la adolescencia por enfermedades contagiosas). Y aquí también entraban en juego las creencias: si el niño era llorón entraba en sospecha de estar relacionado con demonios, o poseídos por engendros, las gentes creían que un niño deforme era producto del pecado de sus padres, por ello y para evitar una crítica pública eran abandonados o se les dejaba de prestar cuidados con lo cual se producía un infanticidio pasivo. Los que se deseaba criar les era atado el cuello un saquito de cuero con algún amuleto, el más usado era una piedra de malaquita.
Los niños de familias económicamente acomodadas, los enviaban al campo donde eran criados por familias que cobraban por cuidarlos, después eran enviados a las escuelas donde la mayoría eran de monasterios y parroquias, había fundaciones señoriales y en otras ocasiones una ciudad contrataba a un maestro para que diera clases privadas, se daban clases particulares a los privilegiados que podían pagar algún tutor privado.
Los hijos de la nobleza eran pajes desde los 7 a 14 años, después eran escuderos y a los 21 años recibían el cargo de caballeros, Su formación y entrenamiento consistía en el manejo del arco, lanzas y lucha con espadas o cuerpo a cuerpo.
Las niñas recibían información de cómo comportarse en la vida social, hacer bordados y aprendían a leer para que pudieran dedicarse al estudio de libros religiosos, y decidirse por ser esposa de un caballero o profesar en un convento de por vida.
Como todos los niños en las diferentes épocas, niños y niñas buscaban la manera de divertirse. La diferencia de roles se marcaba a temprana edad las niñas jugaban más en el ámbito del hogar, con muñecas de trapo e imitando labores domésticas. Entre tanto que los niños se divertían con guerreros de arcilla, tirando palos y flechas con arco, y asistiendo a espectáculos de marionetas. Los juguetes se fabricaban con materiales de baja calidad y no existían profesionales jugueteros especializados. Los juegos de ésta época para los niños eran flechas, lanzas, caballitos de madera con los que jugaban a la caballería, por otro lado asistían a espectáculos de marionetas; para las niñas existían las muñecas de trapo fabricadas por sus madres y jugaban a ser amas de casa imitando así, las labores domésticas de sus madres o familiares mujeres. Todo esto era en las familias de bajos recursos, mientras que en los juguetes de los niños de la alta sociedad eran mandados a hacer de los materiales más sofisticados y especialmente construidos por artesano .El juego para la mayoría de los niños se realizaba en grupo, algunos han seguido utilizándose tradicionalmente: andar con zancos, pídola, piñatas, jugar a bodas, bautizos, enfermos y médicos, pares o nones, gallinita ciega, hacer el pino, juegos con arena, disfrazarse, pompas de jabón, muñecas las niñas y espadas de madera los niños, etc.
A los doce años a las chicas se les consideraba adultas y los chicos a los catorce Para los pertenecientes a las familias pobres, su futuro era el trabajo en la agricultura, como pastores o trabajo en minas.
Por otro lado, hay que tener presente que la Edad Media , la iglesia era quien gobernaba absolutamente todo y tenía la autoridad necesaria para manipular la educación y el prototipo de sociedad que deseaban a su conveniencia. Las familias por lo general, entregaban a sus hijos a los monasterios, siempre y cuando estos quisieran que sus sean monjes y estén al servicio de Dios. Los jóvenes al cumplir la mayoría de edad podían abandonar el monasterio si así lo deseaban. De lo contrario, seguirían los pasos de sus maestros.
La educación en esta época era controlada por la iglesia; los saberes se entregaban en latín ya que la lengua materna no era adecuada para transmitir conocimientos. Se educaba a los niños bajo una disciplina agresiva, donde el cariño y el afecto estaban completamente lejos de la pedagogía. La educación estaba regida por una filosofía que se basaba en el rigor y la vigilancia, donde las letras entran con sangre. No se observa una preocupación por la infancia como tal, y la educación no se adapta al niño. De hecho, toda la enseñanza de contenidos religiosos es en latín (la lengua materna se considera totalmente inapropiada para transmitir conocimiento).
Se elimina la educación física ya que se considera que el cuerpo es fuente de pecado. En general, la tradición judeo-cristiana gira en torno al concepto de “pecado original” que conlleva la idea del niño como ser perverso y corrupto que debe ser socializado, redimido mediante la disciplina y el castigo. En el S. XVII, el Abad Bérulle escribía: “No hay peor estado, más vil y abyecto, después del de la muerte, que la infancia”.
De alguna manera, la infancia era considerada como una enfermedad que se curaba únicamente con la disciplina, gracias al régimen político-religioso impuesto en la época, la infancia no fue valorada ni tenida en cuenta como una etapa fundamental del ser humano. El objetivo de la educación era crear personas al servicio de Dios.
La infancia en la Edad Media carecía de importancia, los niños y niñas eran vistos como seres pecadores llenos de maldad y por lo tanto los adultos no presentaban el más mínimo interés en el desarrollo físico y mental de éstos. Las niñas no eran tomadas en cuenta, su objetivo de vida era crecer sumisa a los hombres. La infancia siembre estuvo expuesta a la violencia tanto física como mental y por lo tanto en esta época las enfermedades e los niños eran muy comunes ya que no recibían la total importancia y atención. En esta época la ciencia no estaba muy avanzada y a los bebés se les solía alimentar con pan mojado en leche y aceite y otras comidas sólidas que les provocaban varias enfermedades como sarna, crecimiento débil, y enfermedades en el cerebro y la vista.
Menos mal que la humanidad, como calificativo más que como sustantivo, ha ido avanzando con los siglos, pese a que todavía arrastremos muchas ideas y costumbres que debemos desechar.