En religión, ocultismo y folclore, un demonio o daemon, daimon (del griego δαίμων daimôn) es un ser sobrenatural descrito como algo que no es humano y que usualmente resulta malévolo. Sin embargo, la palabra griega original “daimon” es neutral y no contiene una connotación necesariamente negativa en sus inicios para los antiguos griegos. Esto sucedió por la aplicación de la koiné (en el helenístico y en el Nuevo Testamento en griego) del término daimonion (δαιμόνιον) y más tarde se atribuyó ese sentido maléfico a cualquier palabra afín que compartiera la raíz, cuando originalmente fue previsto para denotar simplemente a un “espíritu” o un “ser espiritual”. En las religiones del oriente cercano, así como en las derivadas de las tradiciones Abrahamicas, incluyendo la demonología medieval cristiana, un demonio es considerado un “espíritu impuro”, el cual puede causar una posesión demoníaca y puede ser expulsado por el ritual del exorcismo.
En la Edad Media la percepción de la vida, desde el punto de vista cristiano, era una pugna entre Dios y el demonio, que tena a las brujas como aliadas.
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que la sociedad medieval está fuertemente marcada por la religión. En la tradición judeocristiana el Bien se asocia con la divinidad y esta se encuentra en el Cielo, donde también se localiza el Paraíso –que puede ser tanto celestial como terrenal, apareciendo incluso en algunos mapas-, por lo que será sinónimo de alto (ascensión). Lo mismo ocurre con el Mal. En este discurso, el demonio reina en los infiernos subterráneos, por lo tanto el Mal se relaciona con lo bajo (caída).
Es a principios de la Edad Media cuando los Padres de la Iglesia construyeron la figura de Lucifer a quién convirtieron en un ángel rebelde castigado por Dios.
En el siglo XV, época de crisis climáticas, epidemias como la peste negra, hambrunas y guerras), acrecentó la persecución de brujos y brujas que pactaban con el diablo.
El arte de la época representa al demonio como un ser privado de belleza y armonía, con rasgos bestiales: cola, orejas de animal, barbas de chivo, garra, zarpas y cuernos. Solía ser alado. A comienzos de la Edad Media sus alas estaban a menudo emplumadas a diferencia de las ala de murciélago con que se le representaba a partir el siglo XII.
Al igual que Dios es el más alto representante del Reino de los Cielos; el demonio es el más alto representante del reino de los infiernos. La representación medieval de los Infiernos es la derivada de la creencia del Juicio Final, donde Dios premiará a lo buenos dejándolos quedarse en el Reino de los Cielos, y castigará a los pecadores enviándolos al Reino de los Infiernos donde serán atormentados por toda la eternidad. En todo caso, la figura de Dios es la que juzga y decide el reino que corresponde a cada uno. Esta capacidad de decisión, le es negada al demonio en la creencia cristiana, quien solamente puede “tentar” a los humanos para convertirlos en pecadores.