Hoy vamos a investigar sobre el origen y la historia del Toisón de Oro, una condecoración, con origen en una Orden caballeresca medieval.
En primer lugar hay que decir que el término Toisón procede del francés, que significa vellocino o piel de carnero. Y es que el nombre de la Orden proviene de la leyenda del Vellocino de Oro, un mito griego que relata la búsqueda del carnero de lana dorada por parte de Jasón y los argonautas. Se trataba pues, por parte del fundador de la Orden, de elegir un símbolo de riqueza y poder como emblema de la Orden. Además, el carnero era el símbolo de la ciudad de Brujas, ya que contaba con una industria muy importante de lana.
A lo largo de su historia, la Orden del Toisón de Oro ha sido otorgada a monarcas, nobles y personalidades destacadas de diferentes ámbitos. Su reconocimiento y valor perduran hasta la actualidad, convirtiéndola en una de las condecoraciones más prestigiosas y exclusivas del mundo.
En la actualidad, la Orden del Toisón de Oro es una distinción de caballería que se otorga a personas destacadas por su contribución a la sociedad, la cultura y la política.
Contexto histórico en el momento de fundación de la Orden del Toisón de Oro
Los Borgoña eran los dueños y señores de la influyente sociedad de esa época. La Casa Borgoña, fue originariamente un reino fundado por los merovingios y posteriormente, como feudo de la Corona de Francia, fue convertido en ducado por el rey Roberto el Piadoso, hijo de Hugo Capeto, en el año 996.
El Ducado de Borgoña, se fue convirtiendo, desde Ricardo I, en el año 880 con el paso de los siglos en un territorio poderosamente económico. Llegado a tiempos de Felipe I, éste intentó convertir el Ducado en un nuevo estado independiente situado entre Francia y el Sacro Imperio, con el objetivo de recuperar el antiguo reino de la Lotaringia. Rompió paulatinamente los lazos de vasallaje que unían Borgoña a Francia.
Felipe III fue incorporando a su poder los condados de Flandes, Artois, los ducados de Brabante, Luxemburgo y Limburgo, además de los feudos de Henao, Zelanda y Holanda. Felipe III fue llamado también gran duque de Occidente.
Aquel nuevo dominio marítimo, se caracterizaba por su civilización urbana, comercial y textil, que contrastaba con la agrícola del resto de Europa. Las ciudades flamencas eran el centro de redistribución de la Europa del norte y a ellas llegaban los productos procedentes del Báltico (madera, ámbar, hierro y trigo) y de la península ibérica (sal y especias portuguesas y la demandada lana merina española). El valor de aquella excepcional lana para sus textiles le daba una línea de continuidad con la leyenda de Jasón en la Cólquida.
Por cierto, Felipe III pasó también a la historia por otro acontecimiento, ya que fue quien capturó, en el año 1430, a Juana de Arco, y la entregó a los ingleses
Hablamos de un momento, el de la aparición de la Orden, en el que en Europa se vive el espíritu medieval de la caballería, aunque es precisamente durante ese siglo cuando se experimenta la transición hacia la edad moderna.
La Orden del Toisón de Oro
La del Toisón de Oro es, sin duda, una de las órdenes de caballería más antiguas y con mayor prestigio de las existentes en la actualidad. Este prestigio deriva no solo de su larga y dilatada historia y personalidades que han obteniendo la distinción de esta Orden, sino también por el simbolismo y significado que tiene.
Estamos hablando de una Orden de caballería nacida en 1429, creada en la ciudad de Brujas (en la actual Bélgica), ciudad en la que había establecido su Corte, por el duque de Borgoña y Conde de Flandes, Felipe III, apodado el “Bueno”.
Los duques de Borgoña ya tenían una Orden de caballeros anterior, la Orden de la Pasión, que se había constituido con protocolos y empaque similares a la Orden del Dragón.
El motivo de la creación de esta Orden tiene que ver con la intención de Felipe III “el Bueno” de erigir una Orden en contraposición a la Orden de la Jarretera, fundada en el siglo XIV por el rey Eduardo III de Inglaterra (a la que por cierto se invitó a Felipe II para que formase parte de ella, pero rehusó para no indisponerse con el rey de Francia, Carlos VII de Valois). Hay que tener presente que el ducado de Borgoña era el más potente de la Francia de finales de medievo y la Orden del Toisón de Oro nacía como oposición francesa a la insigne Orden inglesa.
Y es que la creación de Órdenes tenía más antecedentes, como la creada por el infante Fernando de Castilla, futuro Fernando I de Aragón, instituiría la Orden de la Jarra y el Grifo.
El carácter civil de la nueva Orden es característico de los siglos XIV y XV. Los reyes pretenden ahora garantizar a través de las órdenes seculares la lealtad de la nobleza más elevada, la única que podía competir con ellos. El tiempo de las órdenes religiosas —como las de San Juan, del Temple, del Santo Sepulcro, Teutónica, Calatrava, Santiago, Alcántara o Montesa— formadas por monjes guerreros que hacían del sacrificio, del celibato, de la pobreza y del peligro su estilo de vida, correspondían a otra época. Ahora, las órdenes civiles —como la de la Banda, la de la Jarretera, de la Estrella, del Lazo, de la Hebilla de Oro, del Dragón o del Cisne— permitirán a sus distinguidos integrantes una vida refinada, cómoda y lujosa en el seno de la Corte, donde la política y la diplomacia reemplazaban el combate incesante en las fronteras. Por ello, cobraban ahora especial importancia el ceremonial, la puesta en escena y la elitista selección de sus integrantes. El complejo ceremonial de la Orden del Toisón permitió que sus primeros soberanos, sin ostentar el título de rey, se revistieran mediante el lujo, la apariencia y la etiqueta de la dignidad de monarcas auténticos o incluso del emperador.
Todas y cada una de esas instituciones compartían algunos rasgos comunes. En primer lugar, la exaltación del cristianismo, una circunstancia que provocaba que cada una de esas órdenes se amparase en la protección de un personaje sagrado. En el caso de la Orden del Toisón de Oro, era San Andrés. Estas órdenes pretendían también retomar el ideal caballeresco evocado en canciones de gesta, ciertamente venido a menos en el ocaso de la Edad Media, de ahí que no dudasen en retomar aquellos pasajes que durante siglos habían iluminado la mentalidad de los nobles guerreros ávidos de fama y aventuras: desde la mitología clásica a la leyenda artúrica.
La Orden del Toisón de Oro se crea además en los años finales de la Guerra de los Cien Años, conflicto bélico entre Francia e Inglaterra y cuyas consecuencias marcarían el devenir de buena parte de Europa durante los siglos posteriores.
El motivo que expuso el citado duque para crear la nueva Orden, se refería a una conmemoración, pues celebraba su tercer matrimonio, en este caso con la infanta Isabel de Portugal y Láncaster, hija del rey Juan I de Portugal. Sin embargo, algunos autores defienden que el verdadero motivo era crear un instrumento que permitiese unir sus diferentes estados, dentro de su ducado, para crear una monarquía con más poder. Por eso, los primeros caballeros de la Orden fueron nobles y magnates que el duque Felipe III quería atraerse y que funcionaron como un consejo de asesores en cuestiones políticas y militares. Los miembros designados para integrar la Orden del Toisón eran elegidos entre aquellos monarcas y nobles europeos que se hubieran distinguido en la lucha contra el poder otomano y la liberación de los Santos Lugares.
Los primeros Estatutos fueron sesenta y seis, y se redactaron en lengua borgoñona, aunque un siglo más tarde se tradujo al latín. Los caballeros para poder ingresar en la Orden debían ser nobles y demostrar lealtad al duque soberano, al que juraban su ayuda en caso de necesidad.
Las dignidades de la Orden son cuatro: el Canciller, el tesorero, el rey de armas y el secretario.
La Orden, estaba restringida a un número muy limitado de caballeros. Primero fueron 24, en el año 1433 se incrementó a 30 y en 1516 a 51. Los miembros de la Orden no podían ser “herejes” siendo una distinción exclusivamente católica. La pertenencia a la Orden era vitalicia salvo que algún caballero fuera expulsado por cometer alguna de las tres faltas o delitos graves, reseñados en los Estatutos: herejía, traición o felonía hacia el Soberano y huida del campo de batalla.
El 7 de septiembre de 1433, el papa Eugenio IV emitió la bula de confirmación de la Orden y la aprobación de su constitución y Ordenanzas, concediéndole determinados privilegios como la celebración de una misa en la enfermería de un caballero de la Orden.
Los encuentros, llamados Capítulos, duran varios días y se combinan con servicios religiosos. Los miembros de la Orden toman su lugar en la sillería del coro durante las misas, que normalmente está estrictamente reservada para el clero. En varias iglesias en donde alguna vez se celebraron reuniones de capítulos, los escudos de armas de los caballeros cuelgan sobre la sillería del coro (así lo podemos ver en la Iglesia de Nuestra Señora en Brujas, o en la sillería del coro en Gante, Malinas y Barcelona, por ejemplo).
Otro privilegio notable de los miembros de la Orden es que no pueden ser juzgados por la jurisdicción secular. La jurisprudencia dentro de la Orden está por encima de eso. Por lo tanto, el poder supremo reside en el soberano de la Orden, que supervisa la observancia de los valores cristianos, pero también morales y éticos que todos los miembros han respaldado a través de su juramento. Durante las reuniones del capítulo, los miembros pueden ser llamados a rendir cuentas por sus acciones.
La Orden tiene nace además con un lema: “ante ferit quam flama micet”, esto es”hiere antes de que se vea la llama”.
El obispo Jean Germain de Châlons, primer canciller del duque, estaba descontento con la alusión a un mito clásico –y, por tanto, pagano–, así que remitió al episodio bíblico de Gedeón, juez de Israel, había pedido a Dios que mostrase su favor dejando caer gotas de rocío sobre una piel de cordero antes de atacar con solo 300 hombres al ejército de los madianitas. Las gotas de rocío también se relacionaron con la pureza de la Virgen, a quien se encomendaba la Orden. El patrón de Borgoña y de la Orden era San Andrés, que había sido martirizado en una cruz en forma de X, por lo que esta cruz también es muy importante en la simbología de la Orden. La B del collar se une también formando el aspa. Con ello no solo se cristianizaba la Orden, sino que, al aunar la tradición clásica con la Antigüedad bíblica, se ponía de relevancia el pensamiento de una Europa que despedía la Edad Media y caminaba decidida hacia el Renacimiento.
De esta forma los patronos de la Orden son Gedeón, Jasón y san Andrés. La Orden del Toisón de Oro, fue creada según consta en sus Ordenanzas para “la gloria y alabanza de Dios Omnipotente, nuestro Creador y Salvador, en honor de su Gloriosa Madre, la Virgen María y de nuestro Señor, San Andrés, Apóstol y Mártir”.
El duque supo dotar a la Orden de un prestigio que enseguida alcanzó fama en todo el occidente europeo.
Pero no hay que confundir el Toisón con las Órdenes Militares, que proporcionaban a sus miembros rentas por sus encomiendas. Otorgaba únicamente honor que es el que proporciona buena fama. Entrar en él significaba adquirir un compromiso en la conducta.
Felipe III de Borgoña, celebró 10 capítulos de la Orden, entre 1431 y 1461.
El hijo de Felipe, Carlos “el temerario”, fue el que introdujo el boato y protocolo en la ceremonia de entrega del Toisón de oro. Estableció el uso del chaperón, ropa talar y manto de terciopelo carmesí con forro de raso blanco y en cuyo borde aparecían bordadas las divisas ducales. Para el oficio de difuntos se utilizaba paño negro y en el que se celebraba en honor a la Virgen, el tercer día capitular, los caballeros llevaban vestiduras blancas de Damasco.
Durante las reuniones del capítulo, los miembros visten túnicas e insignias ceremoniales. Hay un código de vestimenta diferente para cada ocasión. Las ceremonias de la iglesia se extienden a lo largo de 3 días. El primer día, el día patronal de Andrés (30 de noviembre), patrón de Borgoña y patrón de la Orden, se dedica una misa a este santo. Los miembros de la Orden visten túnicas rojas ese día. El segundo día, se conmemora a los miembros fallecidos, y los miembros visten ropas negras de luto. En el tercer día se celebra una misa festiva en honor a María, también patrona de la Orden, en trajes blancos y rojos. Las iglesias se decoran con costosos tapices y los clérigos presentes lucen hermosas túnicas.
La ropa de los miembros de la Orden se conoce a través de descripciones e imágenes, entre otras cosas en manuscritos.
Carlos el Temerario celebraría dos capítulos en los años 1468 y 1473.
La historia cambiaría tras el fallecimiento, en combate en 1477, de Felipe III. La herencia pasaría a su hija María de Borgoña, quien había contraído matrimonio con Maximiliano I de Austria, el todo poderoso emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. De esta forma la soberanía de la Orden pasa a los Habsburgos. Se materializaría en la figura de Carlos I de España, el nieto de ambos. El Gran Maestrazgo correspondería al Rey de España por bulas de los pontífices Gregorio XIII, de 1574, y de Clemente VIII, de 1600. Así la Orden del Toisón rece en la Corona española hasta nuestros días.
Maximiliano celebraría dos Capítulos (1478 y 1481), su hijo Felipe “el Hermoso” tres (1491, 1501 y 1505) y ya Carlos I cuatro (en los años 1516, 1519, 1531 y 1546)
Hay en algunos manuscritos de hacia mediados del siglo XV, custodiados en bibliotecas de ciudades europeas, como París, Copenhague, La Haya o Bruselas, diversas miniaturas que muestran escesas cortesanas presididas por Felipe de Borgoña rodeado de caballeros del Toisón.
Tras la Guerra de Sucesión Española, la Orden se dividió en dos ramas: la española y la austríaca.
La república de Austria, como heredera del Imperio desaparecido, concedió legalidad jurídica a la Orden y reconoció al archiduque heredero Otto de Habsburgo la categoría de Gran Maestre de la línea austriaca de la Orden que heredó después su hijo. Tras la desaparición del imperio austrohúngaro, el rey Alfonso XIII de España, tomó posesión de las propiedades de la Orden en nombre del destronado emperador Carlos I de Austria y IV de Hungría. No obstante, sería durante poco tiempo. En 1957, el Gobierno de la República de Austria retomó la personalidad jurídica de la Orden en Austria, asignando la dignidad de gran maestre al archiduque Otto, cabeza de la antigua Casa Imperial.
No en vano, las relaciones entre los jefes de ambas ramas son muy buenas en la actualidad y muchos caballeros han llegado a ostentar tanto el collar español como el austríaco, como es el caso del Rey Alberto II de Bélgica.
En cuanto a la rama primigenia española, perdió su carácter caballeresco católico y se convirtió en la máxima distinción que los monarcas otorgaban al príncipe heredero y a otros soberanos, en correspondencia a la recibida por ese país.
¿Cómo funciona la Orden del Toisón de Oro?
Siguiendo su modelo inglés, la Orden estaba en origen restringida a un número limitado de caballeros, primero 24 pero incrementado a 30 en 1433 y a 51 en 1516. Los miembros de la Orden no podían ser “herejes” y por tanto se convirtió en una distinción exclusivamente católica durante la Reforma.
Como decíamos anteriormente, la bula de confirmación de la Orden y de aprobación de sus constituciones y Ordenanzas la dio el papa Eugenio IV el 7 de septiembre de 1433, siendo las dignidades de la Orden cuatro: el canciller, el tesorero, el rey de armas y el secretario.
Por otro lado, el Toisón de Oro es una de las pocas órdenes de su clase vinculada a una familia reinante y no a un país o territorio. No se trata por tanto de una condecoración de Estado, como la Orden de Carlos III, la Real Orden de Isabel la Católica o la del Mérito Civil; sino de una distinción vinculada en la actualidad con la Casa de Borbón.
A diferencia también de lo que ocurre en otras órdenes, en las que existen diversos niveles o “grados” de distinción materializados en otro tipo de enseñas menores, como medallas, cruces o simples insignias; la Orden del toisón sólo contempla una única categoría, la de caballero de collar.
Cada collar del Toisón está numerado y oficialmente hay 60, aunque a lo largo de la historia algunos han desaparecido. No es hereditario ni transmisible, por lo que cada joya debe ser devuelta cuando fallezca su titular.
El símbolo de la Orden es un pelaje de carnero con cabeza y patas, que cuelga de un collar a través de un anillo. El distintivo se compone de un collar de oro, con 26 eslabones que componen una doble “b” enfrentada y aparecen jalonados por unas piezas que simbolizan llamas de fuego. El collar en sí está compuesto de pedernales y rascadores. Un rascador es una varilla de hierro con extremos curvados que facilita su sujeción. Al golpear el rascador con el lado recto contra un pedernal, se crean chispas. Cuando las chispas caen en un material altamente inflamable, llamado yesca, se puede hacer un fuego. Pedernal y rascador juntos forman el emblema de Felipe el Bueno y, por extensión, de los borgoñones.
Junto al símbolo esencial del vellocino, Felipe el Bueno, desarrolló igualmente la presencia del eslabón (fusíl), pretendiendo seguir la idea de su padre Juan. Con ello se aludía a las llamas lanzadas por el dragón guardián del cordero en la leyenda de Jasón.
El fuego, y sobre todo, el carácter dinámico de las chispas se presentan por tanto como uno de los aspectos más sobresalientes de la simbólica de la Orden, por eso entre los eslabones se aprecia una llama, símbolo de Prometeo, garante último del vellocino, pero también el símbolo que aparece en la divisa del Duque rotulada con el lema: «Ante ferit quam flamma micet» («Hiere antes de que se vea la llama»). El oro con el que cuenta es de 14 quilates, está adornado con piedras preciosas y pesa casi dos kilogramos.
El original se encuentra en el Tesoro de la Catedral de Toledo, a donde llegó donada por Felipe IV de España, quien la había recibido de sus antecesores, del primer titular, Carlos I.
Desde el año 1985, el Toisón de oro es la más alta distinción que puede ser otorgada por el Rey de España a destacadas personalidades que han prestado relevantes servicios a la Corona.
El actual gran maestre de la Orden es Felipe VI, rey de España, desde 2014.
¿Cuál es la leyenda en la que se basa el simbolismo de la Orden del Toisón de Oro?
Como anticipábamos en párrafos anteriores, los impulsores de la Orden, con el duque de Borgoña a la cabeza, fijaron su atención en una de las aventuras de la mitología clásica. Jasón obteniendo el vellocino de oro, el cuero de carnero y su lana, en este caso del preciado metal. Una compleja prueba que el héroe tenía que superar para reclamar su trono.
Esta historia mitológica, nos cuenta lo siguiente: todo ocurrió cuando cincuenta héroes llamados argonautas, por el singular nombre de la embarcación llamada Argos; comandados por el temerario Jasón, navegaron en una increíble hazaña contra todo pronóstico, en busca del carnero o vellocino de oro, en la misión de llegar hasta “Cólquida”; en la costa este del Mar Negro. Jasón tenía que liberar al vellocino de oro de un hermoso ciprés, con enormes ramas erguidas, para devolverlo a la región antigua de los griegos, habitada por los helenos. Tras esta acción, podría ocupar merecidamente el trono de “Yolcos”, una legendaria ciudad de Tesalia, en Grecia.
El extraordinario comportamiento de Jasón había de ejemplificar las acciones de los miembros del Toisón de Oro, quienes debían mostrar todo su valor, en especial luchando contra los infieles, entonces liderados por el todopoderoso peligro otomano.
Algunas curiosidades respecto al Toisón de Oro
En relación con el tesoro de la Orden, estuvo durante siglos en Bruselas, pero poco después de la Paz de Utrecht, se firmó con Carlos VI el tratado de Rastatt, por el que se entregaron al Sacro Imperio los antiguos Países Bajos españoles. Una vez que los austríacos entraron en Bruselas, encontraron todo el tesoro de la Orden intacto. En 1797, por miedo a la presión generada por la Revolución Francesa, se trasladó al palacio de los Habsburgo en Viena. Actualmente el tesoro se encuentra depositado en el Museo de Historia del Arte de la capital austríaca. En dicho tesoro destaca el “Potence”, que es el collar histórico empleado por el rey de armas de la Orden del Toisón de Oro. Fue creado por Carlos I de España a mediados del siglo XVI. Es de oro macizo y de grandes dimensiones: 143 centímetros de medida exterior y un radio de 98. Se compone de 51 placas en una fila de dos, teniendo cada placa el escudo de armas de cada uno de los caballeros de la Orden. Las dos placas centrales, que se encuentran sobre la insignia del Toisón tienen el Escudo de Carlos I de España (sin el águila) en la placa superior y las dos columnas de Hércules con el lema “Plus Ultra” en la inferior. Curiosamente, las dos columnas fueron añadidas al escudo por consejo de Luigi Marliano a Carlos I en una reunión de la Orden del Toisón de Oro en 1516.
Los collares son propiedad de la Orden, están numerados y los caballeros pueden usarlos en vida, pero sus herederos deben ser devolverlos tras su fallecimiento.
El primer monarca europeo que lució el Toisón de Oro fue Alfonso el Magnánimo, rey de Aragón, perteneciente a la dinastía de los Trastámara. Era enemigo de Francia y por tanto amigo de Borgoña, lo que sin duda fue un motivo de vital importancia para la concesión de la condecoración.
Numerosas personalidades destacadas han sido reconocidas con la Orden del Toisón de Oro. Entre los nombres más ilustres se encuentran monarcas como Felipe II de España, Carlos V del Sacro Imperio Romano Germánico y Luis XIV de Francia.
Tras ser entronizado como rey de España, José Bonaparte abolió en 1809 las órdenes nacionales de Carlos III y de María Luisa y las sustituyó por la Orden Real de España. Creada por él, esta institución debía simbolizar el inicio de una nueva etapa para la Corona, vinculada a su dinastía. Sin embargo, dado su prestigio internacional, mantuvo la Orden del Toisón, y en su condición de rey de España se adjudicó la jefatura. Una de las primeras medidas tomadas como soberano de la Orden fue la concesión del Toisón a su hermano Napoleón, lo que provocó que el exiliado Luis XVIII devolviera su distinción. No obstante, este y otros toisones concedidos por el monarca Bonaparte nunca fueron reconocidos por la Orden, ni tampoco ratificados por Fernando VII tras su regreso al trono.
El primer no católico en recibir el Toisón de Oro fue el británico Sir Arthur Wellesley, futuro duque de Wellington, por parte de Fernando VII, para reconocer su lucha contra las tropas francesas napoleónicas. Como era anglicano, y la Orden estaba comprometida en la defensa del catolicismo, hubo que elevar una consulta en 1813, al papa Pío VII, procediéndose a su refrendo y abriendo así la Orden a figuras no católicas. Posteriormente, cristianos ortodoxos, como los duques de Rusia, recibieron esta dignidad.
Durante la Segunda República Española, a fin de romper con la tradición monárquica, se suprimió la Orden del Toisón mediante un decreto (algo que ya se había hecho también durante la primera República en 1873) aunque se autorizaba el uso de la insignia por sus titulares. En contrapartida se creó la Orden Honorífica de la República.
Franco rechazó en dos ocasiones el Toisón de Oro. La primera fue en 1961, cuando don Juan de Borbón quiso suavizar las diferencias que le separaban del dictador y le ofreció el galardón. Evidentemente, de haberlo aceptado, Franco habría reconocido la soberanía del conde de Barcelona. La segunda oportunidad surgió en 1972, con motivo del compromiso de su nieta Carmen con Alfonso, hijo del infante Jaime de Borbón. En uno de los actos previos al enlace, el padre del contrayente le entregó el galardón. Con ello, don Jaime se reafirmaba en la teoría de que, si bien había renunciado a sus derechos al trono, ello no afectaba a su condición de jefe de la casa de Borbón ni a sus descendientes. La aceptación del Toisón por Franco abriría una puerta a la sucesión a Alfonso de Borbón Dampierre. Pero el dictador no estaba dispuesto a nombrar otro sucesor que no fuera el futuro Juan Carlos I.
Además de los monarcas, destacadas figuras de la política, la cultura y la ciencia también han sido distinguidas con esta Orden. Algunos ejemplos son Leonardo da Vinci, Miguel de Cervantes, Wolfgang Amadeus Mozart y Albert Einstein, la Reina Isabel de Inglaterra, Adolfo Suárez, Javier Solana, Nicolás Sarkozy.
De los 1.200 collares, sólo cinco han colgado del cuello de mujeres, siendo la reina Isabel II de España, con su ingreso en la Orden en 1981, la que rompió con la tradición centenaria de que solo hombres podían ser miembros.
Muchos collares del Toisón han desaparecido a lo largo de la historia. El último se perdió en 1994 con el equipaje del Emperador Akihito de Japón.
El agraciado con cualesquiera de las categorías que haya sido sentenciado por la comisión de un delito doloso o pública y notoriamente haya incurrido en actos contrario a las razones determinantes de la concesión de la distinción podrá, en virtud de expediente iniciado de oficio o por denuncia motivada, y con intervención del Fiscal de la Real Orden, ser desposeído del título correspondiente a la distinción concedida, decisión que corresponde a quien la otorgó.
Se ha estimado el valor de cada collar del Toisón de Oro, en unos 50.000 euros, pero el Toisón de Oro no lleva aparejada ninguna asignación ni paga económica. Sólo premia la honorabilidad de quienes lo reciban y busca defender la idea de la caballería y la hidalguía de los honrados.
Conclusiones
En todo caso, más allá de evocaciones de mitos artúricos, a la leyenda de los argonautas o al ideal de la Cruzada, la Orden se configuró con dos objetivos políticos muy concretos: establecer una confraternidad de príncipes de territorios dispersos en torno al Duque de Borgoña y crear una alianza internacional que cercara a Francia y Castilla, aunque esta única también se unirá a la alianza a partir de la boda de los reyes Católicos.
La Orden del Toisón de Oro fue ante todo una alianza estratégica diseñada por la Casa de Borgoña y concebida a gran escala que pretendió articular políticamente la nueva Europa que surgía de la Baja Media, y que alcanzaría una dimensión aún mayor una vez cayó bajo el control de la poderosa Casa de Austria, que la convirtió en uno de sus instrumentos más eficaces para alcanzar el dominio universal.
En torno a la Orden del Toisón se desarrollaron ceremonias, despliegues heráldicos, iconografías y retratos, emblemas y pinturas, decoraciones y festejos. Todos estos materiales visuales configuran la imagen pública de esta institución, imagen que es preciso descifrar para intentar entender adecuadamente, entre otras cuestiones, la propia imagen de la monarquía hispánica, cuyos reyes han sido desde el siglo XVI soberanos de la Orden.
Príncipes y caballeros gustarán de ser retratados exhibiendo la prestigiosa insignia, y también sus herederos encargarán retratos de sus antepasados mostrando sobre el pecho el collar.
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Referencias
El Toisón de Oro. Insignia heráldica y emblemática de lamonarquía hispánica. De Mínguez Cornelles, V.
https://casarealdeespana.es/2018/01/31/la-Orden-del-toison-de-oro/
https://historiageneral.com/2011/09/28/la-insigne-Orden-del-toison-de-oro/
https://redheraldica.com/articulos/toison-de-oro
https://www.wikiwand.com/es/Orden_del_Tois%C3%B3n_de_Oro