En el pueblo de Samos, en la provincia de Lugo, próximo a la villa de Sarria, encontramos un monasterio, de origen altomedieval que se asienta en un estrecho valle, encajonado entre montañas, junto al río Ouribio, afluente del Neira, que a su vez une sus aguas a las del Miño, antes de morir en el mar.
De la presencia de este monasterio nació la villa actual.
El monasterio de Samos es una joya en el Camino de Santiago. Ubicado Su imponente silueta, casi lamida por las aguas del Sarria, se recorta contra las verdes laderas de los cerros, pero hubo un tiempo en que aquel vasto complejo no era más que una pequeña iglesia.
También fue conocido como el Monasterio de Sámamos, nombre de ascendencia visigótica, que con el paso del tiempo, quedaría reducido al de Samos.
Conocemos la riqueza del monasterio a través de los registros de sus propiedades y rentas. Las rentas principales provenían de la verdadera joya del monasterio y principal fuente de ingresos: la venta del hierro de sus herrerías.
Por otro lado, monjes y célebres autores ligados al monasterio como el padre Feijoo, nos hablan de ungüentos, emplastos y medicinas realizadas a partir de las plantas de su huerto y jardín medicinal, que en el siglo XVII ya sería nombrada como botica o primitiva farmacia abierta también a los habitantes de la zona.
Durante siglos, el monasterio de Samos fue el protagonista del tramo del Camino de Santiago Francés, que discurre entre Triacastela y Sarria, siguiendo la fértil vega que avanza en paralelo a la ruta que transcurre a través de Zoo, Montán y Calvor, citada por el Códice Calixtino.
Hasta que no se llega físicamente a los pies del mismo, no se puede imaginar la grandeza del mismo. Está considerado como Monumento Nacional y Bien de interés cultural.
Historia del Monasterio de Samos
Se cree que el monasterio de Samos data del siglo V o VI, porque la primera referencia escrita que se conoce es del año 665 (una inscripción en los muros del claustro de la portería que dice que fue reconstruido por el obispo de Lugo Ermefredo).
Se trata de una de las fundaciones monásticas más grandes y antiguas de Galicia, cuyo origen se remonta al siglo VI, cuando el apóstol suevo, Martín de Braga (conocido en Galicia como San Martiño de Dumio), llegó a estas tierras y lo fundó como colegio de Teología y Filosofía.
Se sabe que fue renovado por San Fructuoso en el siglo VII.
Aquellas comunidades religiosas se regían por Reglas Hispanas como las de San Fructuoso o San Isidoro, pero a partir del siglo X la Regla de San Benito ordenó la vida monástica en este cenobio.
A comienzos del siglo X, el obispo de Lugo, don Ero, intentó hacerse con su control y expulsó a los monjes. Los condes Arias Menéndez y Gutierre Menéndez—hijos de Hermenegildo Gutiérrez— fueron requeridos para repoblar el monasterio con nuevos monjes; a partir de entonces hay muy buenas relaciones entre el monasterio y esta familia condal.
En el mismo siglo fue reocupado a instancias del rey Ordoño II de León y desde 960 la comunidad vivió bajo la regla de San Benito, aunque en el siglo XII se sumó a la Reforma cluniacense con el obispo don Juan.
Y es a partir de este siglo, el siglo X, cuando el monasterio fue ocupado por monjes benedictinos, y son miembros de esa misma orden los que siguen viviendo allí hoy en día. Esto hace que el de Samos sea el monasterio habitado más antiguo de España.
Sufrió diversos avatares, entre otros, por la invasión musulmana, por lo que temporalmente fue abandonado. El monasterio fue ocupado por mozárabes que venían huyendo de Al-Andalus, alrededor del 760, en tiempos del rey Fruela I que les asignó un coto en estas tierras. Cuando años más tarde Fruela fue asesinado, el hijo de éste, el que sería el gran rey Alfonso II el Casto, rey de Asturias, encontró aquí refugio y pasó de su infancia aquí, junto a su hermana Jimena, tras la muerte por asesinato de su padre, cuando su vida peligraba por las continuas conspiraciones aristocráticas del recién nacido Reino Astur.
Alfonso II se caracterizó por ser un hombre justo y agradecido, por lo que recompensó, con tierras y bienes, a los monjes de Samos por la bondad que tuvieron con él y su madre en tiempos difíciles. Y así, su estancia resulto decisiva para la expansión económica, artística y cultural del citado monasterio y, por ende, del Camino de Santiago (el llamado Camino Primitivo), pues fue durante el reinado del rey Alfonso II cuando se descubrió la tumba del Apóstol Santiago, en el año 813.
El historiador y monje benedictino Arias Cuenllas, publicó en su día algunos documentos que se refieren a la labor hospitalaria del monasterio, como la escritura fechada en 1064 en la que recoge la donación de un caballero: “Con el fin de que le sirva de alivio y remedio espiritual, al par que de ayuda temporal a los propios monjes, a los pobres, a los peregrinos, a los extranjeros y a los huéspedes que acudieran al cenobio”.
El monasterio no sólo ofrecía la acogida o reparo de su hospedería al peregrino, también contaba con un botiquín o servicio de enfermería en el que atesoraba los fármacos o remedios naturales entonces conocidos y dispensados para el servicio de los monjes y de los peregrinos que acudían en demanda de auxilio.
Después de algunas vicisitudes, respecto a las Órdenes monásticas que lo habitaron, fue en el Siglo XII, con la Reforma de la Orden del Cluny, cuando alcanza una gran importancia.
Existe documentación del auge de la abadía de Samos en una bula papal de Alejandro III del año 1175, momento en el que la abadía ejercía jurisdicción sobre 105 iglesias repartidas por toda Galicia.
El monasterio de Samos disfrutó de gran importancia durante la Edad Media, lo que se refleja en que poseía doscientas villas y quinientos lugares. Las múltiples donaciones hechas por los reyes y nobles dan testimonio de su observancia, de su influjo social y espiritual dentro y fuera de la comarca.
Desde mediados del siglo XV, los monjes, sabedores de la abundancia de mineral de hierro en sus territorios de la provincia de Lugo, se preocuparon por montar estas pequeñas industrias, seis en total en las tierras de Guntín, valle de Louzara, Quiroga y Valdeorras.
En el siglo XV los Reyes Católicos implantan una reforma en los monasterios benedictinos, orden a la que se incorporó Samos en el año 1505.
A partir del siglo XVI la comunidad benedictina de Samos pertenece a la Congregación de la Observancia de Valladolid, alcanzando en esos tiempos su mayor importancia histórica. Reyes, nobles, obispos y artistas se acogieron a la hospitalidad de este Monasterio, del que salieron personajes importantes en la historia y la cultura de España, resaltando entre sus monjes al P. Benito Jerónimo Feijóo y ocho Obispos. Como dato curioso, el segundo obispo de Buenos Aires, predecesor por tanto del Papa Francisco en aquella Sede fue el monje de Samos P. Cristóbal de Aresti.
Señalar que en el año 1558, incorporado ya a San Benito El Real de Valladolid, sufrió un incendio que obligó su total reedificación.
La reconstrucción del monasterio de Samos se desarrolla, principalmente, entre los siglos XVI al XVIII (estilo renacentista y barroco)
A lo largo de tantos siglos de historia, este complejo religioso sufrió un sinfín de reformas, desgracias e intrigas. El monasterio resistió invasiones y abandonos.
Dos grandes incendios lo arrasaron en 1558 y 1951, y la desamortización de Mendizábal lo sumió en el completo silencio entre 1836, momento en que la comunidad fu exclaustrada y 1880, cuando regresan.
En el interín, a principios del siglo XIX, el monasterio se convirtió en hospital de guerra durante la invasión francesa, atendiendo simultáneamente a más de 800 heridos.
El monasterio de Samos se convirtió en Sede de la Orden de monjes benedictinos a comienzos del siglo XIX.
Sufrió otro incendio en 1951, tras el cual fue reconstruido.
Señalar también, en referencia a la importancia de este monasterio, que entre sus propiedades, desde tiempos medievales, el monasterio de Samos contó con un amplio coto redondo o territorio circundante que incluía a 33 parroquias de su entorno, área en la que también contaba con un derecho de jurisdicción que se extendía a otras parroquias de áreas lejanas como el Salnés, Ourense, Astorga u otras zonas de Lugo. Por otro lado, más allá de su propio coto, la abadía poseía ocho prioratos: Loúzara, O Mao, Vilela, El Bierzo, Mourulle, Moreda y Barbadelo, cuya iglesia prioral se alza sobre el Camino de Santiago.
¿Cómo es el Monasterio de Samos?
El conjunto monástico de San Julián de Samos procede de distintas épocas, aunque mayoritariamente abarca desde el Renacimiento hasta el Neoclasicismo.
El monasterio de Samos combina en su arquitectura diferentes estilos, desde el románico hasta el barroco. No faltan elementos góticos tardíos y del renacimiento.
Del monasterio atrae la atención sus muros de grandes proporciones y la austeridad del edificio, construido con mampostería de pizarra. La sencillez de los muros exteriores contrasta con la nobleza y la elegancia de sus claustros de piedra de granito.
Pero veamos con detalle…
El vestigio más antiguo de su arquitectura es la pequeña Capilla de San Salvador, que data de finales del siglo IX y principios del X y todavía se alza junto al árbol que le ha dado su sobrenombre: capilla del Ciprés. Para algunos historiadores la capilla fue el germen del monasterio, pero la mayoría piensan que se trataba tan sólo de un espacio secundario, probablemente destinado a los huéspedes, peregrinos nobles o regios con sus séquitos. Está construida en un estilo mozárabe. Su planta es ligeramente trapezoidal en el que distinguen dos cuerpos, nave y pequeña cabecera, y una única puerta de acceso.
La iglesia
Sabemos que en el siglo XII fue reconstruida en estilo románico, fábrica de la que tan sólo ha sobrevivido una hermosa puerta románica.
La iglesia abacial fue reconstruida y ampliada entre 1734 y 1748, aunque por sus formas austeras y clasicistas parece más bien neoclásica. Esta construcción fue posible gracias al mecenazgo del Padre Feijoo, célebre escritor perteneciente a la Orden Benedictina, y al trabajo de un maestro de obras de la orden: el arquitecto fray Juan Vázquez.
En su segundo cuerpo, exhibe un gran óculo central flanqueado por las imágenes de san Julián y santa Basilisa, patronos del monasterio. El campanario es de estructura cuadrada, con un arco de medio punto en sus tres frentes, el acceso es por una señorial escalera, del siglo XVIII, inspirada en la del Obradoiro de Santiago de Compostela.
El edificio es de planta de cruz latina y tres naves. Las bóvedas son de medio cañón, con casetones y los apoyos, arcos semicirculares sobre fuertes pilares con pilastras dóricas en sus caras. En el crucero se elevó una enorme cúpula semiesférica sobre pechinas, iluminada por ocho óculos y con relieves y pinturas que representan los cuatro doctores marianos benedictinos San Ruperto, San Bernardo, San Anselmo y San Ildefonso.
Llama la atención por su luminosidad y grandeza, austeridad de líneas y proporcionadas dimensiones.
Fue costumbre litúrgica y arquitectónica española que en las catedrales e iglesias monasteriales estuviera el coro en la nave central. Así era en Samos. Pero en 1970 se trasladó la sillería al presbiterio, adelantando el altar mayor al crucero.
Dignos de consideración son los retablos y sus esculturas, entre los que destacan las obras de Francisco de Moure (1577-1636) y de José Ferreiro (1738-1830), autor de la imagen del patrón del monasterio, San Julián. Mención expresa merecen tres esculturas del primero: la inmaculada, san Juan Bautista y la Virgen Dolorosa. Del segundo es el retablo mayor, excelente obra neoclásica, con la escultura de san Julián en el arco central. Un rompimiento de gloria a lo Bernini figura el cielo, hacia el cual dirige el santo su extática mirada.
La Sacristía es de finales del siglo XVIII tiene una bóveda de planta octogonal, apoyada en arcos de medio punto. Alberga la famosa biblioteca de Samos, de 31 metros de largo, y que conserva unos 25.000 volúmenes, entre ellos varios incunables y otros documentos de valor histórico, como “La Patología Griega” (168 volúmenes) y “Latina” (222 volúmenes), así como “Sacrorum Conciliorum nova et amplissima” (54 volúmenes). Está biblioteca tuvo que ser reconstruida después de un incendio.
Cuenta también con un órgano, con casi 4000 tubos, de los mayores de Galicia.
Su grandiosa fachada está precedida por una escalinata en forma de lazo, similar a la de la Catedral de Santiago en su entrada por la Plaza del Obradoiro, que termina en una puerta custodiada por cuatro columnas sobre pedestales, que se repiten en el cuerpo superior flanqueando el óculo. La fachada está formada por dos cuerpos: el inferior, con la portada principal custodiada por cuatro columnas dóricas, y el superior, con un rosetón entre dos columnas.
De esta fachada llama la atención la horizontalidad de su terminación, por la carencia de frontón o de ático central y del tercer cuerpo de sus torres. Esto imprime un sello peculiar a esta portada, que, si bien le resta esbeltez, no logra sustraerle majestuosidad y belleza.
Pero la arquitectura actual de todo el monasterio comenzó a construirse en el siglo XVI, tras el devastador incendio que en 1533 ó 1534 destruyó casi por completo los claustros y dependencias conventuales.
Los claustros
El monasterio de Samos cuenta con dos claustros, el del Padre Feijoo y el de las Nereidas.
El Claustro grande o de Feijoo es el más grande de España con crujías de casi sesenta metros de longitud, y unos 3000 metros cuadrados de superficie. Consta de tres plantas.
Fue construido en el siglo XVII, entre 1685 y 1689 en estilo herreriano., no se concluyó hasta mediados del siglo XVIII. El estilo es una combinación austera y sencilla de clasicismo y herrerianismo.
El alzado de las pandas se forma mediante tres pisos o niveles. El piso inferior muestra galerías abiertas al patio mediante arcos de medio punto (nueve por crujía) que apoyan en pilastras dóricas adosadas a machones que se decoran también con grandes pilastras que se vuelcan al interior. El segundo nivel sólo lleva ventanas rectangulares, mientras que el último es de atractivas formas al tener balaustradas y grupos de vanos ajimezados de arco carpanel con columna mainel central de capitel jónico. Cuenta con escenas de la vida de San Benito.
En el centro de este claustro se yergue la enorme estatua del Padre Feijóo, obra de Francisco Asorey, de 1947, que recuerda que aquí tomo el hábito, en 1690, el citado Feijóo.
El Claustro Pequeño o de las Nereidas es más antiguo. Su construcción data del siglo XVI avanzado (1539-1582) pero como es normal en la arquitectura gallega, su arcaísmo lo convierte en un monumento tardogótico.
Es de planta cuadrada como el anterior, pero de menores proporciones, ya que sus crujías miden unos 34 metros de largo. La clave con el busto de San Benito, en el tramo de bóveda situado ante la puerta del refectorio, nos muestra la fecha de su comienzo: 1562. Término: ACABOSE EL AÑO 1582. El nombre del arquitecto o maestro de obras aparece en la inmediata: PEDRO RODRIGUES NATURAL DE MONFORTE. Estos datos se refieren únicamente a la planta baja.
Tiene sencillas arquerías apuntadas. Las bóvedas son de crucería estrellada.
Posteriormente se construyeron dos pisos por encima.
Este claustro se llama de las Nereidas por la fuente central -originaria del siglo XVIII- cuya copa es sostenida por cuatro esculturas que representan a este ser mitológico.
Cuenta con curiosos motivos de decoración, como la inscripción humorística “¿Qué miras, bobo?” en una clave. El centro del claustro lo ocupa la fuente barroca de las Nereidas, de del siglo XVIII. Esta fuente está ornamentada con mujeres marinas, mitad mujer mitad pez, que en tiempos antiguos aparecen citadas como sirenas.
A parte de la iglesia y los claustros, existen muchas otras estancias y dependencias con interés arquitectónico, entre ellas son dignos de mención el refectorio y la antigua cocina. La antigua cocina del monasterio puede verse desde el exterior, pues es un cuerpo aislado del edificio, actualmente en el terreno de la huerta: una torre esbelta y elegante, ornamentada con pináculos de bolas y cubierta con una cúpula sobre tambor octogonal.
Museo monástico de Samos
Situado junto al claustro del Padre Feijoo. A través de siete estancias se puede descubrir al completo el origen y la evolución del monasterio y cómo viven los monjes benedictinos en el claustro, además de conocer obras únicas desde el siglo III a.C., así como orfebrería, pergaminos, piezas de Francisco Moure o manuscritos del Padre Feijoo, entre otras.
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Referencias
https://www.abadiadesamos.com/
https://arteguias.com/monasterio/monasteriosamos.htm
https://arteviajero.com/articulos/monasterio-de-samos/
https://www.fundacionjacobea.org/camino-de-santiago/camino-frances-historia-del-monasterio-de-samos/
https://www.rutasconhistoria.es/loc/monasterio-de-san-julian-de-samos
Imágenes
https://elcaminodesantiagodesdeasturias.blogspot.com/2013/06/monasterio-de-san-julian-de-samos.html
https://elpaisquenuncaseacaba.blogspot.com/2012/05/camino-de-santiago-tercera-etapa.html
https://www.viajesyrutas.es/2020/10/visita-al-monasterio-de-samos.html