En la dilatada historia del Imperio romano, sin duda una de las partes que recaba mucho interés es la de los cambios en su forma de gobierno, pasando de ser una República a convertirse en un Imperio. Y en esta parte de su historia encontramos un gran número de personajes de gran relevancia. Hoy nos vamos a centrar en uno de ellos, Julio César.
Julio César fue un reconocido militar, político, prosista, orador y estratega que logó imponerse ante las instituciones republicanas adquiriendo de esta forma el control total del poder para ejercer una serie de reformas que aumentaron la influencia de Roma en el Mediterráneo.
Conozcamos algo más sobre él.
Biografía de Julio César
Nuestro protagonista, cuyo nombre completo era Gaivs Ivlivs Caesar, en español Gayo Julio César, nació el día 12 o 13 (según otros fuentes sería el día 3) de julio del año 100 a.C. Era hijo del senador Gayo Julio César, y de Aurelia. Nació en el seno de una familia patricia, de la gens Iulia o Julia, uno de los clanes más antiguos de Roma, y que presumía de ser descendiente de Iulus, quien según la mitología romana, era nieto de la diosa Venus. Los clanes romanos, que hundían sus raíces en los fundadores de la ciudad, formaban la clase patricia o aristócrata, que se repartía, como es lógico, el poder de la República. Así, formar alianzas entre estas gens, especialmente a través de matrimonios, era crucial para sobrevivir políticamente en el complejo nudo de conspiraciones que configuraban la realidad romana.
Los antepasados de Julio César no habían llegado a lo más alto del cursus honorum. Fue a través del matrimonio de su tía Julia con el líder del partido popular, Cayo Mario, cuando César y su familia se empezaron a codear con los políticos de Roma.
Pese a sus nobles orígenes, la familia Julia vivía en uno de los barrios más pobres de la ciudad.
No hay constancia fehaciente de sus primeros años de vida, aunque parece que vivió en el seno de una familia patricia. Al cumplir diez años pasó a estar bajo el cuidado de un maestro, Marco Antonio Gnifón, que le formó en literatura romana y griega. También aprendería oratoria.
César era un muchacho inquieto que no tardó en seguir los pasos políticos de su tío, Cayo Mario.
Con 15 años de edad, Julio César se casó con Cornelia, hija de Cinna, uno de los dirigentes del partido de los populares. César tuvo con ella una hija, Julia, a la que estuvo vinculado toda su vida y por la que siempre sintió un profundo afecto, a pesar de que su relación matrimonial con Cornelia fue casi circunstancial.
En ese año, el romano fue nombrado flamen dialis, o lo que es lo mismo, sacerdote del dios Júpiter, el más importante de los dioses romanos. Poco tiempo después, murió su padre.
En torno al año 84 a.C., el general Sila, líder de los conservadores, volvió a Roma. Acabó con parte de los políticos populares y persiguió a los partidarios del exiliado Mario, en consecuencia, amenazó a Julio César al que exigió que repudiara a Cornelia. César respondió al mensajero de Sila con la famosa frase “dile a tu amo que en César solo manda César”. Ante la situación creada, César optó por exiliarse a Asia, donde empezaría su carrera militar al participar en la guerra contra Mitríadades VI del reino Ponto.
César fue perseguido y se puso precio a su cabeza. Años después, Sila indultó “al joven de la toga suelta”, epíteto que aludía a la costumbre de César de no ajustarse el cinturón de su toga, que caía así libremente, según un uso que entonces se consideraba poco viril. César volvió a Roma en el 78 a.C., cuando Sila falleció. Cesar, en su corta vida había ya adquirido bastante experiencia en los negocios públicos y había ejercitado su capacidad de mando.
Comenzó por ser cuestor, en el año 68, es decir, supervisaba impuestos; después pasó a ser edil, y se encargó de la intendencia de la ciudad y la seguridad ciudadana. Hay que decir que la política de la época estaba plagada de engaños, asesinatos y luchas de poder en las que Julio César se metió de lleno. En los años siguientes alcanzaría diferentes puestos hasta alcanzar los más altos Pontifex maximus, y luego Consul.
Entre los años 49 y 45 a.C tiene lugar la guerra civil. César venció a Pompeyo, quien moriría a manos de soldados de Ptolomeo, hermana de Cleopoatra, en Alejandría. César llegó a Egipto y vivió una relación con Cleopatra, fruto de la dual nacería Cesarión.
Tras años con diferentes encuentros bélicos, César en marzo del año 45 César cursó al Senado romano una célebre y lacónica relación de los hechos: “veni, vidi, vinci” (llegué, vi, vencí). Y es que Céar jamás fue derrotado personalmente en ningún combate que entablase, aunque si lo fueran algunos de sus generales.
César se convierte en el dueño absoluto de la República romana y del mundo mediterráneo. César era imperator y dictador.
Murió en el año 44 a.C, en los idus de marzo, apuñalado en el Senado, víctima de una conspiración.
Carrera política y militar de Julio César
Julio César inició su carrera política desde el momento en que su una de sus tías contrae matrimonio de con Cayo Mario. Posteriormente estaría bajo la protección del propretor de Asia, y tras volver a Roma y la muerte de Sila, empezó a llevar una importante carrera en los tribunales gracias a su gran capacidad de oratoria.
Ya desde muy joven, apenas 27 años, ingresó en el colegio de los pontífices, una de las instituciones más importantes de Roma, e iría progresando en su carrera hasta que fue nombrado pretor. Se desarrollaría como abogado hasta el año 71 a.C aproximadamente. A partir de entonces es cuando empezó su cursus honorum al ser nombrado tribuno militar, y poco después pontifex.
Julio César fue elegido Cuestor y enviado a Hispania Ulterior en el 69 a. C., cuando contaba con 30 años. Las funciones de los cuestores eran similares a las de los jueces modernos y trabajaban con asuntos como los de asesinato o traición.
En el 63 a.C. se convirtió en edil. Y dos años más tarde alcanzaría el grado de Pontífice Máximo, el cargo religioso más importante de Roma, consiguiendo así un impulso en su carrera política. Desde ese momento su casa fue la Domus Publica y también se responsabilizó como en el padre de la familia de las Vestales.
En el 60 a.C. se une con Pompeyo y Craso y nace el triunvirato, sobre el que nos extenderemos algo más en el siguiente apartado de esta publicación.
Julio César pertenecía a la facción política de los populares, quienes lo apoyaron para las elecciones al Consulado del año 59 a. C., en las que la victoria de César fue indudable.
En el 58 a. C., Julio César fue enviado como procónsul a la Galia Transalpina e Iliria, y luego a la Galia Cisalpina durante 5 años. En esa época comenzaron las acciones bélicas contra los helvecios y así inició la guerra de las Galias. Y, tras casi una década de campañas, Julio César logró conquistar lo que actualmente se conoce como Holanda, Francia y Suiza, además, partes de Alemania y Bélgica. También entró a tierras bretonas en dos breves momentos.
La República romana se vio ultrajada otra vez por una guerra civil. Pompeyo y Julio César midieron fuerzas entre los años 49 a. C. y 45 a. C. En el 47 a.C. sometió a Asia Menor y regresó a Roma como dictador. El poder de César era su posición de dictador “vitalicio”.
El triunvirato
En unos tiempos en los que la República estaba en una situación desesperada, se forma el triunvirato, esto es, la alianza que entre los años 60 y 53 a.C. mantuvieron Julio César, Geo Pompeyo Magno y Marco Licinio Craso, dominando la política de la República Romana.
Los primeros años del triunvirato se hicieron aún más fuertes por el matrimonio de César con Pompeya, la hija de Pompeyo. Sin embargo, al poco tiempo la repudió por creer que le había sido infiel, algo que nunca se ha podido probar. A pesar de no condenar a su esposa por adulterio, la dejó con la famosa frase “la mujer del César no solo tiene que ser fiel, sino parecerlo”.
Pompeyo necesitaba tierras para sus veteranos, Craso quería un proconsulado para obtener provecho económico y glorias. Mientras tanto, César podía dar buen uso a la influencia del primero y a las riquezas del segundo para mantenerse en el poder.
Con el tiempo, las diferencias entre los integrantes de la alianza y su avaricia personal supondrían la perdición del triunvirato.
En el año 52 a.C., al fallecer Craso, Pompeyo fue nombrado único cónsul. Decidió acabar con el poder de César, incitado por Pompeyo, el Senado pidió a César que renunciara a su mando y disolviera su ejército o sería considerado enemigo público. Los tribunos, que eran agentes de César, vetaron esta moción, pero fueron expulsados del Senado. Las fuerzas de Pompeyo, muy superiores a las de César, estaban dispersas por todas las provincias y sus tropas de la península Itálica no estaban preparadas para la guerra.
Empezaba la guerra civil.
La guerra civil
El inmenso poder acumulado por César provocó el pánico del partido senatorial, sus enemigos de siempre. Por otra parte, muchos republicanos vieron en este poder el más grave peligro para la República. El Senado designó en el 52 a.C a Pompeyo como cónsul único, y cuando el bando senatorial volvió a sentirse fuerte, entre el 51 y el 50 a.C, Pompeyo (ahora enemigo de César) le pidió que licenciara a sus legiones y regresara a Roma. Y es que Pompeyo no estaba nada satisfecho con las reformas propuestas por César, en línea con su ideología popular. Pompeyo se alía, pues, con los optimates, la facción contraria que apoya las viejas tradiciones de la República y el control de los nobles. César es un individuo demasiado alborotador, y sus ideas van en contra de las costumbres romanas. Además, es increíblemente popular. En una palabra: César es peligroso.
La guerra duró 4 años y abarcó el territorio de toda la República, incluso territorios más allá de las fronteras romanas. César siempre contó con el apoyo del pueblo, y esto fue notable en este período tan particular de la Historia. Las ciudades abrían sus puertas y lo recibían como un héroe: “las aldeas lo saludaban como un dios”, según nos cuenta Cicerón, mientras César avanzaba por la península itálica rumbo a Roma.
Entonces César se encuentra frente al pequeño río Rúbicón que separa la Galia Cisalpina de Italia, y pronuncia la antes citada frase: alea jacta est. Se iniciaría así la guerra civil, pues César ocupó varios territorios y se dirigió a Brindisi para interceptar el paso de Pompeyo. Ante este impetuoso avance, y aunque contaba con tal cantidad de tropas que llegaban a doblar a las de César, Pompeyo huye de Roma junto con los senadores y magistrados hacia Grecia. La estrategia de Pompeyo y sus optimates era reagruparse en Grecia y desde allí vencer a César cuando éste fuera en su búsqueda. Mientras tanto, César, a su llegada a Roma, es nombrado dictador, pero tras 11 días abandona este cargo y es declarado cónsul, no porque no deseara este poder sino porque debía jugar su juego de manera aplacada para no despertar resentimientos monárquicos en la sociedad.
La batalla definitiva tendría lugar en Farsalia en agosto del 48 a.C. César venció y Pompeyo huyó a Alejandría, donde murió el 28 de septiembre a manos de soldados de Ptolomeo, quien mantenía un contencioso con su hermana y esposa, Cleopatra, sobre el trono de Egipto. Al enterarse del trágico final de Pompeyo, César lloró su muerte.
César dio el trono a Cleopatra (47 a.C.), lo que, unido a la presencia de las tropas romanas en el palacio de los faraones y a la deposición de Ptolomeo XIII, hizo que el pueblo, dirigido por los consejeros fieles al rey, se amotinase y tratase de tomar el palacio. Durante cuatro meses, César resistió atrincherado en el palacio frente a los sesenta mil hombres del egipcio Aquiles. Finalmente, cuando llegaron los refuerzos dirigidos por Mitridates de Pérgamo, César protagonizó una de sus geniales acciones militares y logró atravesar el cerco egipcio para reunirse con Mitridates, tras lo cual las fuerzas combinadas de ambos destrozaron a las tropas egipcias en una sangrienta batalla en la que falleció Ptolomeo XIII. Cleopatra se trasladó después a Roma, donde vivió hasta la muerte del dictador.
En marzo del 45 en Manda, y en abril del 46 en Tapso se producen nuevos enfrentamientos con las fuerzas senatoriales.
A su regreso de Egipto, en 45 a.C., César es el dueño absoluto de Roma. Se empieza a comportar como un auténtico rey.
El gobierno de Roma con Julio César
Tras la guerra civil, Julio César ofreció indultos a casi todos los que habían sido sus opositores. Así garantizó que, al menos abiertamente, nadie se opusiera a su gobierno. Por lo contrario, el Senado le ofrecía todo tipo de homenajes y honores. Cuando César volvió, grandes fiestas por su victoria tuvieron lugar. Sin embargo, muchos consideraron incorrecto celebrar su triunfo, puesto que la disputa había sido entre romanos y no con bárbaros. Por eso solo se le concedieron honores por lo luchado en pueblos extranjeros. Batallas de gladiadores, cientos de feroces bestias, batallas navales, desfiles en los que mostraban a los prisioneros extranjeros encadenados e, incluso, sacrificios humanos, fueron algunos de los entretenimientos que proporcionó César al pueblo romano en sus fiestas.
El proyecto que tenía Julio César era pacificar las provincias romanas para que la anarquía que reinaba tuviese un freno. Además, quería que Roma se constituyera en una unidad fuerte que comprendiera a todas sus dependencias.
Muchas leyes fueron aprobadas rápidamente tras su regreso a la capital, entre ellas las que más revuelo provocaron fueron las que intentaban intervenir en la vida privada de las familias, como por ejemplo la cantidad de hijos que debían procrear.
Se construyó un foro en su honor. También la compra de alimento subsidiado se redujo y se promulgaron reformas agrarias que favorecían a los miembros del ejército de César con tierras.
Julio César reorganizó el estado romano. Algunas de las reformas que impulsó fueron una mayor vigilancia para evitar abusos de poder en las provincias y aumentó la construcción de obras públicas.
En la provincia de la Galia, Julio César parecía decidido a no intervenir en problemas bélicos, pero lo hizo cuando así lo pidieron sus habitantes. Los eduos comenzaban a sentir la amenaza de los helvecios, los cuales a su vez buscaban nuevos territorios, empujados por la invasión de los germanos. Las legiones de César acudieron en ayuda de los eduos, y vencieron a helvecios y suevos. Esto marcó el comienzo de la ocupación sistemática de la Galia por las fuerzas de César. Sucesivamente fueron sometidos todos los pueblos galos. En medio de esta lucha, entre los años 55 y 54 a.C, César desembarcó en Inglaterra y peleó hasta más allá del Támesis, pero finalmente tuvo que retirarse. Al año siguiente volvió a agitarse la Galia. Se sublevaron eburones y trevinos, y finalmente todos los pueblos galos, bajo el caudillaje de Vercingetórix. Las fuerzas de Vercingetórix fueron sitiadas largo tiempo y finalmente vencidas en Alesi, aunque el sometimiento total sólo se logró en el invierno de diciembre del 51 a febrero del 50 a.C, tras reducir pertinaces focos de resistencia.
Los soldados romanos salieron enriquecidos de estas campañas; los oficiales, naturalmente, aún más. César saneó sus finanzas, enriqueció las arcas del Estado. Inundó con tanto oro la ciudad de Roma que el noble metal se depreció en por lo menos un treinta por ciento.
En las provincias eliminó el corrupto sistema de impuestos, patrocinó el establecimiento de colonias de veteranos y amplió la ciudadanía romana. En la metrópoli reorganizó las asambleas e incrementó el número de senadores. Muchas de las familias senatoriales sentían que César amenazaba sus posiciones; el honor y los poderes de César les hacían temer que este quisiera ser rex (rey), un título que, como republicanos, odiaban.
Además llevó al Senado a su máxima expresión, con 900 curules, aunque en su mayoría eran sus partidarios, transformando este órgano legislativo en uno administrativo. Permitió que el pueblo eligiera a sus magistrados, además de reformas en las legiones, al permitir la contratación de extranjeros, y puso en marcha un intenso y riguroso censo de población.
En materia agraria Julio César mantuvo una legislación progresista. Hizo votar leyes de reparto de tierras a los veteranos y de asentamiento de colonos en tierras conquistadas, práctica que luego se extendió a toda Italia, concediendo además a los colonos la plena nacionalidad romana.
En otro orden de cosas, perfeccionó el calendario etrusco, y agregó además un año bisiesto cada cuatro años, creando el conocido como calendario juliano.
El idus de marzo
A pesar de las reformas llevadas a cabo por Julio César, su trayectoria y posición no era vista con buenos ojos. Muchos estaban convencidos de que se convertiría en un tirano, e incluso que influenciado por Cleopatra llegaría a establecer a Alejandría como la nueva capital.
Cada vez alcanzaba más riqueza y sus enemigos aseguraban que con ello se decidiría a ceñir la corona, por lo tanto debían de eliminarle antes del día 18 de marzo, fecha en que se reuniría con su ejército y sería inalcanzable.
Como anticipábamos en el párrafo dedicado a su biografía, Julio César murió asesinado el 15 de marzo del año 44 a.C. en el Senado. Fue víctima de una conspiración que había sido planeada por varios senadores que se oponían a él y a sus ambiciones basadas en la autocracia. Marco Licinio Bruto, Lucio Tulio Cimbrio, Décimo Junio, Cayo Casio, Servicio Sulpicio Galba y varios hombres más se encargaron de idear el plan y finalmente fue asesinado de varias puñaladas.
César se sentó y los conjurados, simulando estar preparándose para la sesión del senado, lo rodearon. Uno de ellos, como si fuera a pedirle algo, se acercó a César. El dictador lo ignoró y, entonces, el conjurado lo agarró de la toga. En ese momento César gritó: “¿¡Qué violencia es esta!?”.
Entre los asesinos se encontraba Bruto, hijo de Servilia Cepiones quien además se creía era hijo del mismo Julio César. Las últimas palabras del emperador fueron: “¿también tú, hijo mío?”. Su cuerpo cayó a los pies de la estatua de Pompeyo, su antiguo enemigo.
Aunque no se han podido recuperar todos los nombres, se calcula que unas sesenta personas estaban dentro de la conspiración, cuyo grupo se autodenominaba Liberatores (Libertadores), pues estaban convencidos de librar a Roma de un tirano.
Según cuenta Plutarco en sus “Vidas”, un augur había advertido a César del peligro que lo amenazaba, pero este hizo caso omiso del aviso (según otras versiones habría sido su esposa Calpurnia quién le alertó). Tras ser cosido a puñaladas, César cayó en medio de un charco de sangre, a los pies de la estatua de Pompeyo, lo que se consideró como todo un símbolo. Parecía que el derrotado enemigo hubiera vuelto de los infiernos para vengarse.
Casi ninguno de los asesinos sobrevivió más de tres años. Todos murieron poco después de diversas maneras: en naufragios, en batalla, o incluso suicidándose con el mismo puñal que habían usado para matar a César.
La muerte de Julio César no hizo más que desencadenar otra etapa de luchas y conflictos. Los asesinos cometieron el error de descuidar el plan de lo que harían después de la muerte de César y, al hacerlo, permitieron por accidente a Marco Antonio, el primo y mano derecha de César, vivir. Marco Antonio cambió el curso de la opinión popular romana contra los conspiradores y, aliado con Octaviano, derrotaron a las fuerzas de Bruto y Casio en la Batalla de Filipos en el 42 a.C. Tras la muerte de Marco Antonio y Cleopatra. Vencedor, y en calidad de hijo de adoptivo de César, Octavio Augusto se hizo con el poder, convirtiéndose en el primer emperador de Roma.
Los idus de marzo fueron sinónimo de traición y un motivo recurrente en la cultura popular. Dante Alighieri, en su Divina Comedia ubicó a Bruto y Casio en las profundidades del infierno. Al igual que a Judas Iscariote, pues los consideró como los máximos traidores que fueron torturados por el propio satanás.
Algunas curiosidades sobre Julio César
Su nombre original era, pero ya con el culto al emperador solidificado en la cultura romana a partir del 42 d.C pasó a ser conocido póstumamente como “IMP C IVLIVS CÆSAR DIVVS” -Emperador Gayo Julio César el Divino-.
Cuando César decide marchar a Rodas, en el año 75 a.C, tras la muerte de Sila, fue atrapado por unos piratas, que lo retuvieron durante unos 40 días. Se dice que los piratas le tenían miedo y respeto a partes iguales:, y cuando pidieron un rescate por él, éste se sitntió ofendido pus solo había pedido 20 talentos, y César dijo que su precio era al menos de 50. En todo caso les dijo que cuando recuperase su libertad, volvería para ajusticiarlos. En cuanto fue liberado, se dirigió a Mileto y allí contrató una flota. Esa misma noche atacó a los piratas, que seguían aún por los alrededores: hundió algunos barcos y capturó otros, y a los piratas prisioneros los crucificó, tal y como había dicho.
Cuando César fue nombrado cuestor y marchó a Hispania, mientras cruzaba los Alpes, a la vista de una villa pobre, sus compañeros bromearon si también aquel sería un buen lugar para ganar popularidad. César les dijo muy en serio que prefería ser el primero en aquel villorrio que el segundo en Roma.
También se dice que durante su estancia en Hispania, al llegar a Gades (Cádiz) al ver una estatua de Alejandro Magno, gimió y lloró. Cuando le preguntaron la causa, dijo: “¿Es que no es suficiente causa de llanto que hasta el momento no he conseguido nada memorable, cuando Alejandro a mi edad ya era dueño del mundo?”.
Conclusiones
Cayo Julio César fue un general y estadista romano cuyas dotes militares y de estratega político le dieron fama de invencible. Además de un excelente militar, fue un hombre de letras y hábil político. Sus cualidades le granjearon amistades pero también grandes enemigos.
Hasta la caída del Imperio Romano de Occidente se contabilizan 91 emperadores y 1 emperatriz. Pero Julio César, pese a ser uno de los políticos y militares más recordados de la historia de Roma, no figura en esa nómina. Julio César no fue emperador, pero sí “imperator”, y quizás esa sea la causa por la que solemos caer en el error de considerarlo como tal. El imperator era un general victorioso, y César acumuló numerosos triunfos en sus campañas. A partir del 27 a.C., cuando comienza la época de los emperadores con Augusto, ningún militar es ya señalado como imperator. Esta distinción corresponde solo al César, jefe de todos los ejércitos.
Según las fuentes clásicas César era admirado, pero no querido. Patricios y caballeros, de profundas convicciones republicanas, le odiaban por su autoritarismo e incluso por sus gestos apaciguadores.
Po último, hay que decir que Julio César fue también un gran escritor, y es de hecho considerado como uno de los principales exponentes de la lengua latina. Entre sus principales obras se mencionan las siguientes:
- Comentarios sobre las campañas de Galia
- Comentarios sobre la guerra civil
Estas obras son prueba fiel de la erudición del autor y se utilizaron como un tipo de propaganda ante el Senado y el pueblo romano. En ellas, Julio César hizo referencia al ejército romano, a la organización del mismo, a las tácticas, técnicas y a los diferentes tipos de armamentos.
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Referencias
Julio César. De Southern, P.
César. La biografía definitiva. De Goldsworthy, A.
La crisis de la República . De Pina Polo, F.
https://academialatin.com/cultura-romana/julio-cesar-biografia/
https://www.biografiasyvidas.com/monografia/julio_cesar/
https://dbe.rah.es/biografias/14777/cayo-julio-cesar
https://metahistoria.com/novedades/julio-cesar-un-dictador-democratico/
https://www.worldhistory.org/trans/es/1-95/julio-cesar/