Dedicamos esta publicación a unos personajes singulares, equiparables de alguna manera a los trovadores y juglares. Hoy nos vamos a centrar en los goliardos y sopistas.
Según la RAE, el término goliardo se refiere a un clérigo o estudiante vagabundo que llevaban vida irregular y solía componer poesías latinas de tema amoroso, báquico y satírico.
Durante el siglo XII se produjo un importante auge del comercio y la industria, que provocó una importante modificación en la situación social y económica de la Europa feudal. Y en ese contexto surgió una clase formada por comerciantes y artesanos que acumularon riqueza, provocando situaciones de crisis entre los diferentes grupos y clases sociales. Surgieron así movimientos para su denuncia. Los goliardos, por su movilidad social, al escapar de las estructuras establecidas, se convirtieron en uno de los grupos más radicales.
Hay que insistir en que en torno al siglo XII las estructuras de la feudalidad empezaban a desmoronarse. Europa se renovaba, abriéndose para recibir las grandezas del mundo clásico.
Así, surgen hombres, clérigos errantes en su mayoría, que eran monjes salidos de los conventos, sacerdotes apóstatas, escolares en busca de maestros, etc, que utilizaron sus conocimientos para hacer escritos críticos con las prácticas religiosas del momento. Estos personajes, los goliardos, representaron una forma de vivir rupturista con lo cotidiano. La frescura y la crítica social de sus poemas, aun siendo ellos cristianos, atacaban a los sacerdotes por su vida disoluta y a la propia jerarquía eclesiástica.
Diferencias entre juglares, trovadores y goliardos
En conjunto, los goliardos, los trovadores y los juglares conforman un movimiento que floreció principalmente en Alemania, España, Francia e Inglaterra.
La principal diferencia radica en el hecho de que pertenecían a clases sociales diferentes. Los juglares pertenecían a las clases más bajas, lo trovadores eran personas cultas y de clases altas, y los goliardos eran mayoritariamente miembros del clero.
Los juglares aparecieron en el siglo XI en el sur de Francia, expandiéndose a partir de ese momento por toda Europa. Se dedicaban al espectáculo. Eran músicos ambulantes, que se dedicaban a contar historias o recitar poemas en plazas y castillos. Solían bailar, cantar y tocar instrumentos. A veces acompañaban, en calidad de músicos, a los trovadores. Los juglares eran fundamentalmente animadores más que artistas. Actuaban a cambio de dinero comida.
Los juglares solían utilizar un lenguaje más informal, más cercano al pueblo, y no solían componer, interpretaban las obras compuestas por los trovadores.
Había distintos tipos de juglares, como los líricos, épicos, remedadores (imitaban), trasechadores (prestidigitadores), menestriles (trabajaban para un solo señor), cazurros (recitaban composiciones disparatadas), etc.
En España los juglares cultivaban el género literario del mester de Juglaría.
Los trovadores aparecieron en el sur de Francia, en la zona de la Provenza, a finales del siglo XI. Los trovadores, en tanto que disponían de un mayor nivel de formación, eran los que componían sus propias obras, tanto a nivel poético como musical. De esta forma, los trovadores, a diferencia de los juglares, estaban más próximos a la literatura, ya que eran poetas. Se centraban en temáticas relacionadas con el amor, la política y el mundo. Para acompañarse musicalmente solían llevar a ministriles, y a veces juglares.
El idioma que utilizaban era, inicialmente, el provenzal (serían los originales trovadores) y más tarde la lengua d’Oil, lenguaje que terminarían dando lugar al actual idioma francés, y que serían los denominados troveros.
En Alemania los trovadores escribían en su propio idioma y sus composiciones se centraban en temáticas relacionadas con el amor. Estos trovadores recibían el nombre de Minnesinger.
Los trovadores, además no llevaban una vida ambulante, sino que se solían vincular a una residencia fija, actuando en la Corte y palacios.
En España los trovadores cultivaban el género literario del Mester de Clerecía.
Sobre los trovadores, publicamos en este mismo Blog, una entada en enero de 2019: Los trovadores en la Edad Media.
En cuanto a los goliardos, tal y como detallaremos en los párrafos siguientes, eran dignatarios de la Iglesia, cléricos y estudiantes que componían merced a su conocimiento de la retórica latina y las lecturas clásicas, dando lugar a unas creaciones poéticas que satirizaban su entorno.
¿Quiénes eran los goliardos?
La derivación del término goliardo es incierta. Una teoría popular dice que viene del francés “gouliard” que significa “clérigo que llevaba una vida irregular”. Esto remite directamente a la naturaleza de los poetas goliardos que en su mayoría eran estudiantes que no aplicaron sus profesiones al campo laboral, llevando ahora una vida errante o monjes que han abandonado el claustro de las órdenes religiosas y se han entregado a una vida irregular y errante. Pero por otro lado también podrían provenir de una alteración del bajo latín gens Goliae, esto es “gente del demonio”. Otras opciones son que proceda de gula (goloso) por su insaciable apetito. Además esta posibilidad se acentúa porque un símbolo que los representaba era la cuchara de marfil.
También podría derivad de la analogía fonética con Golias, que procede del gigante bíblico Goliat, al que se identificaba desde antiguo con el diablo.
Pero, sin duda, la figura del goliardo es la de un personaje curioso, que se corresponde con un individuo que podríamos decir que es una mezcla de religioso y juglar y que vivía en la Alta Edad Media en territorio europeo.
El término goliardo se utilizó durante la Edad Media para referirse a cierto tipo de clérigos vagabundos) y a los estudiantes pobres sopistas y pícaros que proliferaron en Europa con el auge de la vida urbana y el surgimiento de las universidades en el siglo XIII.
Eran monjes exclaustrados de vida irregular, que cantaron a la primavera, el amor, los placeres y el juego, pero también dejaron letras satíricas, canciones morales y cantos sacros, incluida una Pasión. Tenían órdenes menores o, al menos, la tonsura, lo que les permitía disfrutar del “privilegium fori” y, aunque no siempre y a veces excesivamente pequeño, de algún beneficio.
Eran unos irreverentes que denunciaron la corrupción de la Iglesia católica y amaron la vida alegre, a cada hombre y mujer, sin importar sus gustos, fortuna y condición moral. Además, incitaban a deleitarse del cuerpo, el vino, la comida y los excesos.
Actuaban principalmente en tabernas.
En cuanto a su forma de vida, parece ser que no era muy ordenada, y su punto de atención principal era hacer composiciones sobre el vino, el amor y los placeres del mundo. Y lo hacían cultivando la poesía culta, aunque profana. Mayoritariamente conservaron la tonsura y los hábitos, y se reunían en hermandades para protegerse y sistematizar sus actividades.
Con tono inmoral y rayando lo obsceno, los goliardos plasmaron en sus obras una moral de orden natural, donde se elogia lo humano –erotismo– y se niega de las doctrinas que la Iglesia y la moral tradicional intentaban plasmar en la sociedad, la cual debía caminar por la senda de la rectitud, la castidad y la mortificación como fin para una vida en el más allá. Por el contrario, el goliardo busca liberar el espíritu del hombre, disfrutar del cuerpo en plenitud, y vivir el día a día sin pensar demasiado en la salvación del alma.
Ejemplo de sus valores y forma de vida recogemos las siguientes rimas:
“Es mi voluntad
en una taberna morir,
y que el vino esté cercano
a los labios del moribundo
cuando alegres canten
los coros angélicos:
Sé benigno, oh Dios,
con este bebedor.”
O, este otro:
“Llevado soy como barco sin tripulante,
o como, errabunda, las rutas de los vientos llevan al ave.
No me sujetan cadenas ni me retienen llaves;
en pos de mis iguales ando: con los perversos me junto.”
En cuanto a su origen, no es fácil determinarlo, aunque algunos autores lo sitúan durante la corte de Carlomagno, para irse esparciendo por Europa a partir del siglo X. Si bien encontramos antecedentes en l siglo IV, pues en el Concilio de Nicea se condenaba a cierto tipo de clérigos de vida licenciosa, que podrán interpretarse como asimilables a los goliardos. Además, en la Regla benedictina y en otros textos canónicos posteriores se vuelve a mencionar a la figura del clérigo vagabundo y ocioso.
Luis Antonio de Villena, en “Dados, amor y clérigos” nos dice que los goliardos nacieron en París y se extendieron por las ciudades escolares del norte de Francia, irradiando su desenfado y rebeldía al resto de Europa, y han estado considerados históricamente marginados no sólo porque su producción literaria se hizo en latín, con lo que eso significó en un momento en el que éste había dejado de hablarse, sino porque fue una poesía y un movimiento que nació al mismo tiempo que la lírica provenzal de los trovadores.
En primer lugar, decir que encontramos un término, el de clerici vaganti o goliardi, que se refiere a los estratos más bajos de la jerarquía eclesiástica. Su subsistencia era posible mercede a las limosnas que recibían a cambio de su habilidad poética y musical, que iban mostrando a lo largo de su vagar por los caminos durante el medievo. Se trataba pues de una forma de vida, basada en la poesía juglaresca. El hecho de vivir extramuros de los monasterios y abadías, les permitía entrar en contacto con los juglares, aprendiendo así, e incorporando lo visto en sus propias creaciones.
La mayoría, como es de suponer, no formarían parte de la Iglesia, y algunos de los goliardos, dedicaban las rentas obtenidas, además de para su propia manutención, a sufragar los gastos de su formación.
Hay que tener presente que hablamos de unos personajes, los de origen religioso, que tendrían una formación muy superior a la mayoría del pueblo, que eran analfabetos, ya que los goliardos sabían leer y escribir, conocían el latín y las artes de la música y la poesía, conocimientos que en su práctica totalidad adquirían durante su formación religiosa.
Fueron numerosos desde el año 1050, pero a partir de comienzos del siglo XIII apenas sí se les puede distinguir de los juglares. Su distribución es determinada, no se extienden por Italia pero sí por numerosas ciudades del sur de Francia, donde abundaban los estudiantes, y en la zona del valle del Rin. En concreto, la ciudad que más les atraerá será París, a la que denominaron por unanimidad como la Rosa del mundo, o Rosa mundi.
En todo caso, los goliardos proliferaron en Europa con el auge de la vida urbana y la aparición de las Universidades, a partir del siglo XIII. Aquellos que dedicaban sus ingresos a costear sus estudios se formaron en las Universidades de Francia, Alemania, Italia e Inglaterra.
La época dorada de los goliardos coincide con la primera importante manifestación literaria de las lenguas romances. Su poesía, extendida por toda Europa, fue poco cultivada en España.
Contenido de las obras de los goliardos
Los goliardos tenían un amplio abanico temático, si bien en muchos casos centraban sus poemas en un canto a la miseria y las penalidades que pasaban una parte importante de la población medieval.
Las piezas que hacen mención a la religiosidad son mucho menos numerosas, aunque habría que destacar algunos fragmentos contra Roma de gran significancia. También abordan el abuso de poder de los personajes ricos del momento.
Otras temáticas abordadas por los goliardos son las referentes a los placeres carnales, las mujeres, las tabernas, la gula, el amor y la ausencia de la amada.
La principal fuente o influencia de la poesía amorosa en la literatura goliarda es Ovidio. Este modelo literario se refleja en el disfrute de los placeres de la vida presente, pero también en los nombres de las mujeres que aparecen en esta poesía.
En todo caso, aunque su poesía es secular, no son opositores a la iglesia, tampoco herejes o escépticos.
Son sarcásticos y mordaces contra la doble moral de quienes orientan las instituciones religiosas.
La mayoría de las obras compuestas guardaban el anonimato de sus autores, y fueron recogidas en cancioneros.
Estos intelectuales vagabundos critican todos los eslabones del orden feudal, desde el obispo más orondo hasta al campesino más miserable. En cuanto a la crítica eclesiástica, los goliardos se caracterizan por llevar una vía antipontificia y antirromana, pues critican las pretensiones temporales del papado, así como la prevalencia del partido del imperio frente al sacerdocio. Se le reprocha también la acomodación con el siglo, el lujo y el gusto por el dinero, dejando de lado la humildad inicial cristiana.
Se les considera precursores del arte poético-musical de los trovadores pues llevan la notación musical a textos de autores profanos como Virgilio u Horacio.
Además, los goliardos también centraron sus críticas en los campesinos, a los que despreciaban. Lo mismo sucedía con la nobleza, privilegiada por nacimiento.
Los goliardos posibilitaron una lírica rica en matices e invitaciones a gozar la vida y el presente:
“Cuando es que en la taberna nos hallamos,
en qué es la tierra, nada no pensamos.
Al juego nos lanzamos con presteza,
el cual nos lleva a todos de cabeza”
(Requena, 2003, p. 98).
Llevaron a unos niveles de intensidad altísimos el carpe diem de Horacio. Poetizaron la vida y la primavera, la estación de la juventud, la más propicia para el amor y errar de taberna en taberna y de universidad en universidad. Además, cuestionaron la corrupción del clero y los gobernantes por la época en la cual se generó la aparición de los burgueses, la activación de la banca y la circulación del dinero. Al respecto, son sugerentes los versos del poema “Este tiempo rastrero”:
“Este tiempo rastrero
tiene por rey excelso al vil Dinero.
A éste admiran los reyes
y se humillan gustosos a sus leyes.
A este rey es propicia,
porque es venal, la Curia pontificia.
Llega su potestad
aun a la misma celda del abad.
Los priores benitos siguen al dios Dinero y a sus ritos”
(Requena, 2003, p. 126).
Algunas de sus composiciones más afamadas, llegadas hasta hoy son: Carmina Cantabrigensia, Carmina Burana y Carmina Rivipullensia.
La Carmina Cantabrigiensia (Cancionero de Cambridge por el lugar donde se conserva) es una colección de poemas goliardicos en latín medieval. En gran parte son textos en honor de los emperadores de Alemania en la primera mitad del siglo XI. Se compone de poemas profanos y religiosos.
La cantata Carmina Burana, de Carl Orff, es la musicalización, en el siglo xx, de un conjunto de cantos goliardos de los siglos XII y XIII reunidos en el manuscrito, el Codex Latinus 4660, encontrado en la abadía de Bura Sancti Benedicti, en Baviera (Alemania) El códice recoge un total de 300 rimas, escritas en su mayoría en latín, aunque algunas pequeñas partes en alto alemán medio, además de francés antiguo y en algunos casos, los idiomas están mezclados. En estos poemas se hace gala del gozo por vivir y del interés por los placeres terrenales, por el amor carnal y por el goce de la naturaleza, todo ello con una crítica satírica a los estamentos sociales y eclesiásticos. La importancia de esta serie de textos medievales radica en que es la más grande y antigua colección de versos de carácter laico del medievo. Los temas principales en ellos son la protesta contra la jerarquía eclesiástica, llegando incluso componer “Metra de Monachis Carnalibus (Versos sobre los monjes carnales)” que hace referencia al apetito desmedido de los mismos monjes por la comida y el sexo. Luego de este tema, los goliardos también deciden seguir tocando el tema de la vida alegre y el vino ”In taberna”, y por último, al amor como se concebía de modo secular en ese momento.
En los Carmina Burana se ridiculizaba y criticaba la sociedad medieval en general, pero sobre todo a los que ostentaban el poder. Las composiciones más características son las Kontrafakturen que imitan las letanías del Antiguo Evangelio para criticar a través de la sátira, la decadencia de la curia romana, o para elogiar al amor, al juego o, sobre todo, al vino.
Algunas de las partes de que consta el Carmina Burana son:
- Carmina ecclesiástica (canciones sobre temas religiosos).
- Carmina moralia et satírica (representaciones religiosas).
- Carmina amatoria (contiene obras sobre la bebida, y también parodias).
- Carmina potoria (canciones de amor).
- Ludi (cantos morales y satíricos).
- Supplemantum (versiones de todas las anteriores, con algunas variaciones).
La Carmina Rivipullensia (canciones del monasterio de Ripoll), son del siglo XII, y son una recopilación, de autor desconocido y que consta de composiciones amorosas. Es el único ejemplo conservado de poesía puramente goliardesca escrito en España. Consta de veinte poemas escritos en catalán y occitano. Los veinte poemas que componen este Carmina fueron insertados de forma clandestina en el denominado manuscrito 74 del fondo del monasterio de Ripoll. La temática es el amor y el erotismo.
Los sopistas
En España, los goliardos eran llamados sopistas y, de ellos, derivaría la actual tuna.
El término sopista, según la RAE, se refiere a la persona que anda a la sopa. Estudiante que seguían su carrera literaria sin otros recursos que la caridad.
Aquellos sopistas iban por los mesones y tabernas y acompañados de su música, cataba y recitaban sus composiciones a cambio de un plato de sopa. De hecho de ahí viene su nombre, que hace una doble referencia, por un lado a la “sopa boba”, la sopa distribuida gratuitamente como entre los pobres en los conventos de caridad, sobre todo franciscanos y dominicos (órdenes mendicantes). Y por otro, por su semejanza fonética, a los “sofistas”, escuela filosofía griega que utiliza la retórica y los silogismos en sus juicios.
Hasta hoy nos han llegado algunas de las composiciones de aquellos sopistas. Así podemos hablar de la “Razón de amor con los denuestos del agua y del vino”, de López de Moros, o la Carmina Rivipullensia. El primero, “el poema Razón de amor” es uno de los textos más antiguos de la lengua castellana, retrata un escolar pícaro muy ajuglarado. En primera persona un estudiante mujeriego exhorta al público a escuchar un poema de buena rima y concluye que es clérigo, no caballero y que sabe trovar, cantar y leyes. Sobre el segundo ya hemos comentado algo en párrafos anteriores.
Han subsistido hasta hoy en día algunas de aquellas canciones, como una escolar, anónima del siglo XII, que dice:
“¡Viva la fiesta! ¡Viva el día de hoy!
Un día de placer, un día de holganza
para tañer guitarras y tocar
viejas canciones a la vieja usanza”
Cabe reseñar también, que Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita fue considerado por algunos autores como goliardo, ya que se sabe que compuso cántigas, hoy perdidas para los “escolares que andan nocherniegos”
Conclusiones
Los goliardos serían por tanto un tipo de juglares o trovadores que ponían sus conocimientos al servicio de la diversión, el sarcasmo y la crítica feroz del mundo en que vivían. En su mayoría, además se hicieron discípulos de “Baco”.
A pesar de lo cómico y pintoresco de esta figura, los musicólogos medievalistas le atribuyen un inmenso valor como crisol en el que se funden el espíritu popular y la letra monástica, de singular importancia para el desarrollo posterior de la música y la literatura de la Edad Media. Se les considera precursores del arte poético-musical de los trovadores pues llevan la notación musical a textos de autores profanos como Virgilio u Horacio.
De alguna forma suponen un puente de la cultura encerrada en los monasterios a la sociedad.
Les gustaba la música, especialmente si iba acompañada de buen vino, y no solían hacer ascos al incumplimiento del voto de castidad. Lo goliardos dieron lugar a una literatura en latín de alto nivel estilístico y de gran belleza, generalmente anónima, que se refería satíricamente a los defectos de la Iglesia, especialmente del Episcopado.
Definitivamente, a los goliardos se les debe considerar como poetas malditos del Medievo. Recibieron todo tipo de calificaciones por parte de sus detractores, siendo calificados como: bohemios, falsos estudiantes, turbadores del orden, gente peligrosa, vagabundos, bribones, juglares (con sentido de farsantes y charlatanes) o bufones.
Con tono inmoral y rayando lo obsceno, los goliardos plasman en sus obras una moral de orden natural, donde se elogia lo humano -erotismo- y se niega de las doctrinas que la Iglesia y la moral tradicional intentan plasmar en la sociedad, la cual debe caminar por la senda de la rectitud, la castidad y la mortificación como fin para una vida en el más allá. Por el contrario, el goliardo busca liberar el espíritu del hombre, disfrutar del cuerpo en plenitud, y vivir el día a día sin pensar demasiado en la salvación del alma.
No es extraño, pues, que los concilios condenasen de forma recurrente a los goliardos y su vida disipada. Se cree incluso que en algún momento llegaron a crear alguna especie de secta o cofradía.
A pesar de lo cómico y pintoresco de la figura del goliardo, los musicólogos medievalistas le atribuyen un inmenso valor como crisol en el que se funden el espíritu popular y la letra monástica, de singular importancia para el desarrollo posterior de la música y la literatura de la Edad Media.
La organización estable de las universidades, hacia 1225, absorbió a los clérigos vagantes y esta figura desapareció en el tiempo, aunque su contribución artística es aún apreciada por los expertos.
Por último y en relación con el tema de este post, por si resultase de interés, os dejamos los enlaces de diversas entradas que hemos publicado con anterioridad a esta:
La música durante la Edad Media
Romances y cantares en la Edad Media
El origen medieval de los villancicos
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Referencias
Los goliardos. De Caramillo, A.
Los intelectuales en la Edad Media. De Le Goff, J.
La poesía de los goliardos. De Arias y Arias, R.
De los goliardos a los clérigos falsos. De Arranz Guzmán, A.
https://eltrotedelaculebra.com/2020/11/20/goliardos-extranos-monjes-borrachines-de-vida-escandalosa/
https://grialicoarturico.blogspot.com/2013/01/los-goliardos-y-carmina-burana.html
https://letralia.com/sala-de-ensayo/2017/11/06/los-goliardos-y-la-poetica-del-vino/
https://medieval1.home.blog/2019/12/31/los-goliardos/
https://musicaantigua.com/el-goliardo-clerigo-y-juglar/